Una promesa para cuidar | Película de Billy Graham

John Brighton y su esposa Ellen se enfrentan a una terrible enfermedad que confirmará su amor o destruirá su matrimonio. Han prometido amarse para siempre, pero cuando la esposa de John recibe un diagnóstico médico devastador, ¿podrá su familia superar la prueba? ¿Buscas la paz verdadera? Visita PazConDios.net.

UNA PROMESA PARA CUIDAR

[sirena de ambulancia]

– doctor: ¿Qué tenemos aquí?
– Es un varón de 10 años.

Dolor abdominal agudo,

presión sanguínea baja,
posible shock.

Doctor: Parece que tiene
una víscera rota,

analicen su sangre.

Llamen a cirugía.

Escuchen, voy a necesitar

que se queden
en la sala de espera, ¿sí?

Regresaré en cuanto pueda
para decirles cómo se encuentra.

Señores Brighton.

Vengo a decirles que su hijo
se encuentra mejor.

Alexander:
Es bueno poder venir aquí

y arrodillarse a solas.

Pero, a veces,

necesitas a alguien

que se arrodille junto a ti.

¿Puedo?

Por favor.

Soy Alexander.

John Brighton.

Se trata de mi hijo Carlos.

Su apéndice se reventó.

Y tengo miedo
de perderlo.

A veces,
nuestra pena es tan grande

que no encontramos
las palabras

para expresar lo que sentimos.

¿Le molesta si digo
una plegaria por su hijo?

Por favor.

Señor, dijiste que si hay
cualquier cosa que necesitemos,

vengamos a ti.

Venimos a ti ahora.

Él es John, señor.

Y su corazón

está apenado y agobiado.

Él tiene un hijo, Carlos,

a quien ama muchísimo,

y Carlos está enfermo.

Carlos está gravemente enfermo,

así que te pedimos, señor,

que lo salves.

Sabemos que lo puedes hacer

por la sangre
que derramaste por nosotros.

Alívialo, señor.

Y alívialo ahora.

Te lo pedimos en nombre
de tu hijo, Jesús.

Amén.

Bien.

Ya se lo hemos pedido
como nos lo enseñó.

El resto…

Depende de Él.

Gracias.

Muchas gracias, Alexander.

¿Es usted el capellán?

No, no.

Pero he venido aquí…

Muchas veces.

Muchas veces, pero…

Ya no vendré más.

Nunca más. Nunca.

¿Para quién eran
sus plegarias?

Para…

Mi esposa.

Mi Marjorie.

Tenía cáncer.

Y acaba de fallecer
esta mañana.

Lo lamento.

John…

Usted es un hombre con suerte.

Marjorie y yo
queríamos tener hijos,

pero nunca pudimos.

Ame a su familia.

Ámela, John.

Con toda la fuerza
de su corazón.

Y…

En cuanto a Carlos…

Confíe en el señor.

Carlos estará bien.

mujer: Everett Wayne Anderson.

[aplausos y vítores]

8 AÑOS DESPUÉS

Teri Ernestine Anderson.

[aplausos y vítores]

– ¿Y la cámara?
– Te la entregué a ti.

La tienes colgando de tu hombro.

Oh, no puedo creerlo.

Si necesitas ayuda
para encontrar tus gafas de sol,

yo podría ayudarte.

Muchas gracias.

mujer:
Carlos Alexander Brighton.

CLASE DE 1996

hombre: qué bueno.

¿Cómo van
las hamburguesas, pastor?

Parecen que están listas
para un Holocausto.

Yo creí que Carlos comía mucho.

Y es cierto.

Pero ahora hay 50 Carlos
en un mismo lugar.

Me recuerda a la película
El que se comió a Pittsburgh.

Víctor: Bien.
Esta cuenta está ahí quietita,

como una gran ciruela
lista para ser bajada del árbol.

¿Y sabes lo que dice tu viejo?

Deberíamos pensarlo un poco.

Yo no sé qué es
lo que hay que pensar, Carlos.

Tú estás estudiando
negocios, ¿no es así?

– Así es, tío.
– Esta es tu primera lección.

[risas]

Víctor:
Si quieres algo…

John: Por cada minuto
que Carlos habla con mi hermano,

toma una hora desprogramarlo.

Desintoxicarlo del tío Víctor.

Víctor: Está bien. Cindy y yo
queremos darte algo que es…

Algo real.

Un regalo de despedida.

– Oh, no.
– Vamos, Carlos. Piensa en esto

como una inversión
para el futuro.

Recuerda: si quieres
algo en la vida,

tienes que luchar por eso.

Vamos, Carlos,
muestra tu fuerza.

Tenías razón, Teri.

Creí que no funcionaría.

Pero es cierto. [risas]

Eres un buen chico,
Carlos. Te quiero.

¿Viste lo que Víctor
le hizo a Carlos?

Tú y Víctor son como tu padre,

– Siempre…
– Ni se te ocurra.

Víctor es como mi papá,
yo, no.

Ey.

Soy yo, ¿me recuerdas?
La que está de tu lado.

¿Por qué no puede ser fiel
a una mujer

y organizarse?
Míralo.

Tiene una mujer diferente
cada vez que lo veo.

John.

Víctor no es tu responsabilidad.

Que Dios se encargue de él.

Oh.

Espera.

¿Estás bien?

Me siento…

Mareada.
Yo no me mareo nunca.

Ya sabes lo que dicen
acerca de envejecer.

No. ¿Qué es lo que dicen
de envejecer?

En realidad,

No creo que digan nada.

Pero recuerdo cuando decías
que yo era quien envejecía,

y que tú te veías
de la misma edad.

Es cierto.

A ti te gustan los bebés.
Voy a regresar.

– ¿Quieres que te acompañe?
– No, no, no.

Tú necesitas el ejercicio.

¿Sabes lo que dicen de…

Los hombres mayores?

¿Qué dicen?

– Las piernas fallan primero.
– Oh, muchas gracias.

– ¿Estás bien?
– Estoy bien.

Bueno, tal vez,
descanse un poco, pero…

– Estoy bien.
– De acuerdo. Te veo luego.

Carlos.

Olvidaste a Johnny.

Mamá, ya no lo necesito.

Pero siempre lo has llevado.

Lo sé.

Guárdamelo aquí.

Vendré a casa
los fines de semana.

Y con muchas bolsas
de ropa sucia.

Así que las cosas
no cambiarán.

Te quiero mucho, cariño.

Yo también te quiero mucho.

No te preocupes.

– Te diré qué me preocupa.
– ¿Qué es, papá?

Que te dejes influenciar
por las enseñanzas

– de tu tío Víctor.
– Papá.

Carlos, recuerda que vivir
bajo los principios de Dios

no está en su lista
de prioridades.

– Papá…
– Y aunque es mi socio

en los negocios y mi hermano,
no siempre estamos de acuerdo.

Papá, no te preocupes.

No soy tan tonto
como parezco.

Yo puedo ver
lo que está sucediendo.

Tranquilo.

Te quiero
y estoy orgulloso de ti.

Yo también, papá.

Hasta luego, loquita.

Pronto tendré 16,
ya no puedes llamarme así.

De acuerdo.

Trata de no fallar
en la escuela este año.

Claro.

¿Cuántas becas académicas
consiguió el señor inteligencia?

Ahora se tratan con cariño.

Ya. Lárgate de aquí, ¿quieres?

Los quiero mucho.

¿Puedo quedarme
con su cuarto?

¿Quieres decir
mi nuevo estudio?

Víctor: Las tienes
en la palma de tu mano.

Todo lo que tienes que hacer
es apretarlas un poco.

Vamos, John.
Usa esa habilidad que tienes.

Cálmate, ¿quieres?

No seas tan agresivo.

¿De qué hablas?

Mira. No tienes que presionar
cada negocio, Víctor.

Quiero que vayas más lento
con este asunto.

¿De acuerdo por esta vez?

Es la forma de hacer negocios.

A tu manera.

No a la mía.
No es como el negocio Callahan.

¿Qué hay
con el negocio Callahan?

Les prometiste
algo que no pudimos cumplir,

y ninguna firma lo haría.

Les mentiste, Víctor.

Los engañaste.

Aquí viene
la política moral de nuevo.

Sí, les mentí.
¡Todos lo hacen!

Si nuestra palabra
no es confiable,

no podemos esperar
que la suya lo sea.

Luego, nadie se compromete
en un negocio así.

En ningún lugar del mundo.

No vamos a manejar
esto de esa forma.

Bien.

¿Por qué entras sin permiso?

¿Qué es lo que llevas puesto?

Es para el colegio.

Pues, puedes devolverlo
adonde lo conseguiste.

No vas a salir
de esta casa vestida así.

¿Por qué no?
Todas las chicas se visten así.

Pero tú no vas a vestirte así.

¿Qué es lo que quieres que use?

– ¿Una falda debajo de…?
– Solo haz lo que te digo, Teri.

– ¡Y eso es todo!
– ¡No!

Solo porque tu bebé
se fue a la universidad,

no significa
que puedes desahogar

tus frustraciones conmigo, mamá.

No estoy logrando nada, claro.

Obviamente. Porque sé
que tú no me valoras como a él.

¡Voy a ponerme
lo que se me dé la gana!

¿Entendiste?

– Ya basta.
– Y quiero

que dejes de decirme
lo que tengo que usar.

Ya basta, ya basta.

Es suficiente. Ya.

John: Hola, cariño.

Hola, cielo.

– ¿Cómo estuvo tu día?
– Muy bien.

Estamos esperando saber
qué pasó

con la cuenta
de Atlantic Petroleum.

Creo que estamos cerca.

¿Y el correo?

– No sé, tal vez, Teri lo tiene.
– ¿Tener qué?

El correo.

¿Cómo podría tenerlo
si acabo de llegar?

No lo creo. ¡Grandioso!

La cuenta es nuestra.

Ah, qué bien.

Oh, encontré el correo.
Está aquí, donde debería estar.

Junto a la mantequilla.

Ellen:
¿Cómo llegó hasta ahí?

Un segundo, Víctor.

No me mires a mí.

1Pero yo no lo puse
ahí. ¿John?

Ellen, no me mires a mí.
Debiste ser tú.

Teri:
A no ser que el mismo cartero

haya decidido ponerlo ahí.

Ellen, estás enloqueciendo.

No, puso el correo
en el refrigerador.

Probablemente,
tratando de congelar

alguna de mis cuentas
o lo poco que tengo.

Qué gran noticia, hermano.

Nuestra siguiente oradora

fue la maestra
de la escuela elemental Harrison

esta primavera.

He oído el rumor de que estará
en la junta el año próximo.

Y quiero pasar a la historia
diciendo ahora

que personalmente ayudaré

a cualquiera
que sea su contrincante.

[risas]

Porque simplemente no podemos
perderla como maestra.

Demos la bienvenida
a Ellen Brighton.

Y después de seis meses
de arduo trabajo

de todos nosotros,

– creo…
– Tal vez, no todos nosotros.

Finalmente, hemos dado
el siguiente paso

con Atlantic Petroleum.

Creo
que hemos descubierto petróleo.

[risas]

Ahora, abran sus presentaciones
para que veamos…

Ellen: Si cada maestra
tuviera a alguien

que la apoyara
tanto como Valerie,

esta profesión
sería más fácil.

Yo…

Qui… Quisiera…

Quisiera…

Quisiera…
Hablarles hoy…

Tal… Tal vez, necesito
anteojos. No puedo…

Jamás creí
que necesitara anteojos.

Um…

Cielos…

Lo lamento, Valerie, yo…

¿Te molesta
si continúo después

porque…

Mujer: Llamen
a una ambulancia.

No es cáncer.

Es lo que puedo decir.

No hay señales
de un tumor cerebral

que hubiera causado
el desmayo.

Gracias a Dios.

Pero temo
que las noticias no son buenas.

Todos los estudios
apuntan en una dirección.

Ellen, creemos
que tiene una forma de demencia.

Podía ser
el Síndrome de Alzheimer.

¿Qué?
Eso…

Eso es ridículo.

Alzheimer les da solo
a las personas ancianas.

doctor: Tiene razón.

En la mayoría de los casos,

ataca personas
de más de 65 años.

Pero una pequeña minoría
lo contrae mucho antes.

Los resultados indican
un 90% de probabilidades

de que tenga el síndrome.

Pero ¿qué pasa
con el otro 10%?

¿Busco una segunda opinión?

Por supuesto,
así lo queremos.

Nada nos haría más felices
que estar equivocados.

Podemos combatirlo.
Tal vez, se equivoca.

No se equivocan.

Cariño, todos en la iglesia
orarán por ti.

– Juntos podemos enfrentarlo.
– ¿Juntos?

¿De qué estás hablando?

Muy pronto, tú vas a ser
el que va a estar enfrentando

todas las cosas
por tu propia cuenta,

y yo voy a volverme
más aislada.

Más sola.

No dejaré que pase.
Ni tus hijos ni yo…

No. No les dirás nada
a los chicos.

No, no quiero
que Carlos y Teri se enteren.

¿Por qué?

Solo…

Quiero que mi vida
sea normal.

Normal
mientras sea posible.

Mira a Teri,
ya ni siquiera me escucha.

Si cree que estoy demente,
la perderé por completo.

Así que, por favor,
prométeme que no les dirás.

¿Dónde estabas?

Te he estado buscando
toda la tarde.

Tuvimos una cita médica.

¿De nuevo?

¿Para quién?

– ¿Se encuentran bien?
– Ellen: La cita era para mí.

Estoy bien.
Unos exámenes.

Me siento bien.

Disculpa que te haya robado
a John un rato.

¿Y?

Teri: ¿Dónde estaban?
Hola, tío Víctor.

– Víctor: Hola, Teri.
– ¿Te quedas a cenar?

No, gracias. Solo voy a hablar
con John un segundo.

– ¿Qué pasa?
– ¿Que qué pasa?

Es el negocio más grande
de nuestras vidas.

¡Oye!

Intenté contactarte hoy.

Inventaron los beepers
con ese propósito.

Recuerda que lo llevas
en el pantalón.

Hay cosas más importantes
que este negocio.

– ¿Como cuáles?
– Necesitaba estar con Ellen.

¿Con quién estabas hoy?

Eh, con… Clientes.

Escucha, lo lamento,
no volverá a pasar.

– Quédate a cenar.
– No, no puedo.

Tengo una cita.

[despertador]

Se lo voy a decir
a Bárbara hoy.

Bien.

Necesitas decírselo a alguien.

Tú también.

John: ¿Cómo puede permitir
que pase esto?

No lo sé, John.

Solo sé lo mucho que extraño aún
a mi Marjorie

después de todos estos años.

He pasado mucho tiempo
a solas orando

en este bosque.

John: Ya no sé
si me acuerdo de cómo orar.

Alexander:
Tampoco yo sabía.

Yo agonicé,

luché, batallé.

Pero lo que descubrí
que no podía hacer

era aferrarme a ella.

Tenía que dejarla ir

en mi mente.

Construí un altar

aquí.

Y en él,

puse a la persona que más quería
y adoraba en todo el mundo.

Y se la entregué a Él.

Está bien

si luchamos con Dios
en algunas cosas, pero…

Recuerda…

Que podemos confiar
en lo que hace

aún si no entendemos
su plan.

Cuando todo ha sido dicho

y hecho,
debemos confiar en Él.

Aún si nuestras preguntas
no tienen respuestas.

hombre: He estado estudiando
los números, y todo está bien.

Pero necesitamos los resultados
del estudio del terreno.

¿Sabes algo al respecto, John?

John…

Perdón, ¿qué dijiste?

Sí, Alex.

Tomo ejecutivos distraídos
por 300 dólares.

En reuniones importantes,
parecen estar preocupados

y distraídos.

Ese es John Brighton.

Víctor: Acertó.

Brighton y asociados
está ahora en doble peligro.

De acuerdo,
señores, continuemos.

Niño: William sacó
la cantimplora y tomó un trago.

Sintió el agua fresca

bajando
por su marchito garganta.

Señorita Brighton,
dijo ‘marchito’.

– ¿Qué?
– Se supone que es ‘marchita’.

Oh.

Sí.

Es…
Marchita, Jim. Continúa.

Soy Justin.

Ellen: Oh.

Por supuesto.

Lo lamento.

Por su marchita garganta.

Luego, pasó la cantimplora
a sus amigos,

y todos tomaron de ella
hasta dejarla vacía.

¿Continúo, señorita Brighton?

No, no.
Eso estuvo bien. Gracias.

Um…

¿Quién quisiera continuar?

Ya no voy a ser más una maestra.

Entregué mi renuncia.

Valerie estuvo encantadora.

Me dijo que…

Conseguiría un sustituto
mientras yo lo necesitara

y que, cuando…

Quisiera volver…

Tranquila.

Ellen…

[llora]

Carlos viene a casa
este fin de semana y creo que…

Es hora
de que les digamos.

Carlos:
Voy a dejar la universidad.

Me vas a necesitar.

No, Carlos,
no harás eso.

Pero quiero quedarme aquí.

Tú nos has ayudado,
y ahora nos toca a nosotros.

Estaremos bien.

Lo que quiero es que…

Ambos sigan adelante
con sus vidas,

que crezcan, amen a Dios.

Me romperían el corazón
si dejaran de hacerlo.

Y no quieren romper el corazón
de su madre, ¿verdad?

¿Qué es
lo que te va a pasar, mamá?

Nadie sabe
con exactitud

lo que va a pasar, pero…

Es probable…

Que pierda
mi memoria.

Tal vez, lentamente.

O, tal vez, muy rápido.

Tal vez…

No pueda reconocerlos.

A ninguno.

Pero…

Si llega ese día,
quiero que recuerden…

Que la verdadera yo…

Está ahí, amándolos…

Más que nunca.

Todos estamos…

En las manos de Dios.

Y creo que Él quiere que…

Vivamos cada día…

Cada minuto…

Lo mejor que podamos…

¿Qué tal
si empezamos ahora?

¡Mírala!

Está tan hermosa
como la recordaba.

Igual que tú.

Como cuando vinimos
por primera vez.

– ¡Oh!
– [Ellen ríe]

Ellen [riendo]: ¡No, no!

He tenido
unos momentos hermosos contigo.

Ay, Ellen…

Solo quisiera que pudiéramos
detener el tiempo.

Quedarnos así para siempre.

Te amo, cariño.

Será…

mejor que vaya a ver a Carlos.

Creo que está llorando.

Cariño.

Oh, por favor,
Dios, ayúdame.

¿Por qué nos está pasando esto?

Adiós, mamá.

Me voy a la escuela.

Está bien, Grace.

Soy…

Tu hija, Teri.

Esta que ves aquí.

– Teri.
– Sí.

Y este es Carlos.

Carlos.

Sí.

Tengo que irme.

Te veré esta tarde.

¿Ya se siente mejor,
señora Brighton?

¿Quiere levantarse y vestirse?

– Adiós.
– ¡No, no!

– ¡No, no!
– María: Está bien.

– ¡No, no, no!
– Tranquila.

María: Está bien,
él va a regresar en un rato.

– ¡No, no!
– Mejor será que no me vaya.

Oh, no. Vaya tranquilo,
señor Brighton.

Es importante que tenga
algo de tiempo para usted.

– Quieta.
– Adelante.

– María: Ya, ya, cálmese.
– Ellen: ¡No, no, no!

Dios, ayúdame.

Disculpe,
¿está bien?

Solo estoy descansando.

Creí que…
Tenía…

¿Un ataque cardíaco?

¿Así de anciano me veo?

No, no es eso.

Lo veo correr de vez en cuando,
pero no es muy constante.

Me observó.

Solo me llamó la atención.

Es difícil hacerlo a diario.

Oh, sí.
Eso dicen.

– ¿Dicen qué?
– Bueno, nada, es solo que…

Que…

¿Qué?

He oído que las piernas
son las primeras en fallar.

¿En serio?

Y le sigue el sentido del humor.

[ambos ríen]

Julia Sinclair.

– John Brighton. Hola.
– ¿Qué tal? Hola.

Carlos: [cantando]
En el aire frío…

De un buen tiempo

Un buen tiempo

Porque esta noche ha de llegar.
Gracias, muchas gracias.

Un buen tiempo

El mejor de los tiempos

¿Hay alguien en casa?

Hola.

Hmm.

¿Qué te pasa?

Aquí, muerta de felicidad.

¿Cómo está mamá?

En la escala de 1 al 10,
diría que…

Menos cuatro.

¿Y cómo lo asimila papá?

Ah, ¿quieres decir ese hombre

que viene por aquí
de vez en cuando?

No sé, casi nunca lo veo.

Esto ya no es una familia,
es un asilo, hermanito,

en el cual yo vivo.

¿Qué te parece?

Papá hace lo mejor que puede.

Lo vi esta semana
como unos 10 minutos.

Y la semana pasada
fueron 15.

Mamá cree
que soy su prima Grace.

Ya no sé lo que es tener padres.
Más bien parezco una huésped.

Y es Navidad, Carlos.

¿Ves alguna decoración?
¿Dónde están las galletas?

Papá no ha tenido tiempo
de salir a comprar regalos.

No habrá Navidad este año.

Y, tal vez,
sea lo mejor para todos.

¿Para qué fingir?

Bien, mi loquita, ven.

– ¿Qué?
– Dije que vengas.

– ¿A dónde?
– Ven.

– No, déjame en paz.
– No, vendrás.

– Tenemos trabajo que hacer.
– Estás loco.

Tú también perteneces
a esta familia.

Lo sé.

– Hola, hijo.
– Hola, papá.

– ¿Cómo estás?
– Bien.

Ven.

Hola, mamá, ¿cómo estás?

Ellen, es Carlos.

Hola, Carlos.

Hola, mamá.

Te ves bien.

¿A qué hora llegaste?

– No hace mucho.
– Bien, ven.

– ¿Lista, loquita?
– Teri: ¡Lista!

– ¿Qué sucede?
– Ah, ya lo verás.

Bien.
¡Conéctala!

John: Ah, no puedo creerlo.

Gracias.

A ambos.

Ellen:
Que Dios nos bendiga a todos.

Mamá, ¿te sirvo
chocolate caliente?

No irás a quemar
un fusible, ¿verdad?

– ¿Qué amperaje tienes?
– No te preocupes por eso.

Bien, si tú lo dices.

Te diré de qué preocuparte.

Teri está planeando
cocinar la cena.

– Oh, no.
– Oh, sí.

Y que Dios
se compadezca de todos.

Víctor: Dice que suba
los vidrios en Florida,

¡en Florida!

– Vamos a 75 millas por hora.
– Arruinabas mi cabello.

¿No sientes el calor?

En Florida, solo subes
los vidrios cuando llueve.

Y a mí me fascina
el clima en ese lugar.

Deben saber que Teri
es la fantástica creadora

de toda esta cena.

Ha trabajado muy duro,
y debemos darle las gracias.

Claro, claro.

Bien, damas y caballeros,
la gran obra de Teri

¡está servida!

Víctor: ¡Uy!
Te faltó un poco de horno.

Es bueno cuando alguien
te da una mano en la cocina.

Carlos: Uy, sí, sí, sí.

Víctor: Huele bien.

Oigan, vamos a dar gracias.

Antes que nada,

me gustaría poder decir
algo si me lo permites.

Bien.

Anoche le dije a Cindy
que se casara conmigo.

Y me dijo que sí.

Teri: Oh, qué bueno.
Al fin tengo una hermana.

Bendiciones para ambos.

Gracias, Alexander.

No sabía que el noviazgo
era tan en serio.

Lo sé, papá.

Has estado tan ocupado

que no había tiempo
para decírtelo.

– Felicidades.
– Felicitaciones, chicos.

– Gracias.
– ¿Cuándo será la boda?

Bien…

Lo más pronto posible.

– Bienvenida a la familia.
– Gracias.

– De nada.
– Sí, bienvenida.

– ¿Qué piensas al respecto?
– Mejor no te contesto.

Ciertamente tenemos
mucho que agradecer

– este año.
– John: Eso es cierto.

Oremos.

Padre, en este día,

en esta Navidad,

queremos agradecerte

por todos estos dones de gozo,

por nuestros hijos,
por nuestra familia.

Amén.

– Carlos: Amén.
– Teri: Amén.

Víctor: Oigan,
esto se ve delicioso.

Así que tú cocinaste, Teri.

Todos me dijeron
que no me casara con él,

pero yo fui una obstinada.

Lo sabía todo.

Según yo.

Prosigue, Julia.

Oh.

Gracias.
Aprecio que me escuches.

No me interrumpes
como lo hace mi cacatúa.

Una vez que las piernas fallan,
no puedes más que escuchar.

Teri: ¡Arruinaste todo!

¡Esos eran
mis labiales favoritos!

¿Cómo pudiste hacer esto?

– Mira lo que hizo.
– Tranquila, hija.

Todo está
completamente arruinado.

Está bien.
Está bien.

Yo lo arreglaré.

Señora Brighton,
¿no quiere su desayuno?

Necesita comer.

Oh, está buscando
a su esposo, ¿no es así?

No le gusta cuando él se va.

Pero pronto va a volver,
no se preocupe.

Se fue
en un pequeño viaje de negocios

y estará de regreso
mañana en la noche.

Mañana en la noche.

Bonito, ¿no es así?

¿Le gusta?

Vuelvo en un momento,
voy a sacar la ropa.

LA MEJOR MAESTRA DEL MUNDO

Maestra.

Maestra.

Maestra.

Maestra, maestra.

Hija, no juegues aquí,
te lo he dicho.

Señora!

¡Señora!

[auto arrancando]

¡Señora Brighton!

¡Señora Brighton, espere!

¡Espere, señora!

¡No se vaya!

– ¡Dios mío!
– ¡Cuidado!

¿Qué voy a hacer, Dios mío?

ALTO

[bocinas y frenadas]

Aquí en Brighton y Asociados,

estamos encantados de tener
la oportunidad de hablarles

acerca del progreso
de nuestras exploraciones

en el corredor suroeste.

ALTO

Vamos, dense prisa.

¡Cuidado!

John:
Es la región número 630.

Si pudieran ir a la página 16.

hombre: Antes de adentrarnos
en todo eso,

quisiera una explicación

de por qué esta conferencia
se ha pospuesto una y otra vez.

Me alegra
que haya preguntado eso.

¿Qué tan atrasados estamos?

John: Bueno…

Bueno, ustedes
tienen que entender

que el corredor suroeste
nunca ha sido explorado

en el pasado.

[niños gritando]

Víctor: Lo que sucede
con el corredor suroeste

es que es una región
un tanto peligrosa

– en medio del océano…
– Señor Brighton.

Es para usted,
una emergencia familiar.

Stefan y tú
tendrán que continuar sin mí.

¡John, eso es imposible!
Ellos quieren escucharte a ti.

– No tengo otra opción.
– Claro que tienes otra opción.

¿Sí? A ver, dime cuál es.

– ¿La está buscando la policía?
– Asumo que sí.

Muy bien.
Ellos la encontrarán.

¿Qué puedes hacer tú?

Escucha, si les hablamos
un par de horas, los tendremos.

No llegarás en dos horas
de todas formas.

Tengo que ir a casa.
No tengo otra alternativa.

Esta compañía nunca parece estar
en tu lista de prioridades.

– ¿Crees que les gustó?
– Claro que sí.

Hiciste un gran trabajo.
Gracias por tu ayuda.

No hay problema.

No puedo creer
que John nos abandone así.

Ellen se ha extraviado.

No hay nada
que él pueda hacer al respecto.

Apuesto a que se alegra
de haberse casado con John

y no contigo.

Ya estaría en un asilo
desde hace mucho tiempo.

Así es.

maestra: Jeremías, sigue leyendo
en silencio.

Si terminan la lección,
podrán salir al recreo.

Mire, señorita.

¿Puedo ayudarle?

¿Puedo ayudarle en algo?

Siéntense.
Siéntense, niños.

Siéntense.

Mateo, por favor,
ve por la señorita Valerie.

¿Quién sabe la pregunta?

¡No, no!

Siéntense.

¡Siéntense!

Siéntense.

– Ellen.
– Siéntense.

– Siéntense.
– Ellen, soy Valerie.

Siéntense.
Siéntense.

Siéntense.

Ellen, ¿por qué no vienes
a mi oficina?

Podemos sentarnos a hablar.

– ¡No, no!
– Por favor, por favor.

¡No, no, no!

¡No!

– No, no!
– Tranquila.

Enseñar…
Enseñar… Enseñar…

– No podemos dejarla así.
– Ayúdeme, por favor.

¡No!

Contrólate, Ellen.
Ellen, por favor.

[Ellen llorando]

Todo está bien.

María: Oh, señor Brighton,
lo lamento.

Fui al cuarto de lavado
por un momento,

y ya se había ido.

– Lo siento.
– No es tu culpa, María.

Ellen.

Me alegra que estés bien.

Está tranquila.

Pues, yo no.

Ya no aguanto esto más.

Lo lamento, Teri,
estamos tratando.

Cada día siento…

Que el caos es mucho peor.

Y lo es.

La gente me dice que no hay
nada más que pueda hacer

por mi esposa.

Ya ni siquiera sabe
que soy su esposo-

Debo ponerla
en un asilo de ancianos.

Pero, a veces, sí me reconoce.

Lo veo en sus ojos.

Lamento hablarte de todo esto,

pero tener a alguien
con quien hablar,

eso significa

mucho para mí.

No, está bien.

Me gusta oírte hablar.

Este tiempo
que pasamos juntos…

es…

Es lo más importante en mi día.

En serio aprecio tu amistad.

Víctor:
No regresas las llamadas,

cancelas reuniones
a última hora,

no se te encuentra
para una consulta.

Cada vez que esto pasa,
te disculpas, pero nada cambia.

¿Acaso no eres tú el que predica

que el arrepentimiento
es como un cambio de conducta?

Lo arreglaré.
La compañía va a mejorar.

¿Mejorar?

Ayer, Robin y Doug renunciaron.

Esta mañana, tres vendedores.
¿Eso es según tú mejorar?

Discúlpeme.

– ¿Puedo ayudarle?
– ¿Está John Brighton?

Todos lo saben, John.

Las cuentas se están esfumando,
la competencia nos acecha.

Haré unas llamadas.

Eso no es suficiente.

Te necesito aquí todos los días,
necesito que vengas.

No puedo hacerlo
estando Ellen enferma.

Ponla en un hogar
para personas así.

Vamos, John,
eres joven, arregla tu vida.

¡No es una persona así!
¡Es mi esposa, y la amo!

John, Ellen se está muriendo.

Y no hay nada que puedas hacer.

Lárgate.

– Hola.
– Hola.

– Hola, John.
– Julia.

Oh, espero
no estar interrumpiendo.

Oh, disculpen.
Víctor, Julia Sinclair.

Mi hermano Víctor.

– ¿Qué tal? Es un placer.
– Mucho gusto.

Estaba a la vuelta
y pensé si querías almorzar.

Seguro.

¿Y tú estás con…?

– Julia es solo una amiga.
– Oh.

Solo una amiga.
Bien.

Disfruten.

– Gusto en conocerte.
– El gusto es mío.

John: No puedo decir
que lo culpo.

Si no fuera
alguien de la familia,

me hubiera deshecho
de él hace mucho tiempo.

Julia: Lo lamento.

¿Qué es lo que vas a hacer?

No lo sé.

Mucho de lo que hice
fue por Ellen

y nuestro futuro.

Tu futuro no ha terminado.

¿Crees que Ellen quisiera
que te olvidaras de tu vida?

Te amaba.

Yo sé lo que una mujer quiere
para el hombre que ama,

quiere que salgas
y puedas ser más exitoso.

Para ti…

Carlos y Teri.

Eres un hombre tan bondadoso.

Siempre piensas
en todos menos en ti.

Pero John…

Estoy pensando en ti.

Si alguna vez necesitas algo…

Aquí estoy para ti.

Cindy y yo hemos orado
por esto desde hace mucho.

Escogimos la fecha de la boda.

Una semana
después de la graduación.

Es grandioso.

Felicitaciones.

Me alegro por ti, hijo.

Desearía que las cosas
hubieran sido diferentes.

No hemos podido conversar.

Quisiera haberte apoyado

y asegurarme
de que ya estás listo.

No te preocupes.

Cindy y yo hemos aprendido más
acerca del…

Matrimonio viéndote
a ti y a mamá

que con cualquier consejo.

Juguemos uno más.

John.

Se llama Julia Sinclair.

Se ha convertido…

En una gran amiga.
Es asombrosa. Ella…

Escucha hasta el cansancio
mis quejas.

Me siento tan solo, Alexander.

Trato de recordar
lo que sentía

cuando Ellen ponía
sus brazos a mi alrededor

y me besaba.

Pero empiezo a olvidarlo.

Cada mañana,
veo a Julia y me siento vivo.

Temo
que me estoy enamorando de ella.

Amo a Ellen.

Es solo que…

A veces,
no resisto la idea de…

Tomar su mano…

Y sentirme completamente solo.

La soledad
puede ser algo terrible.

Lo sé.
Soy un experto.

Hubo un tiempo
en el que creí

que tenía
un problema de soledad

parecido al que sientes ahora.

Conozco las señales.

Pero, John…

Tú no tienes
un problema de soledad.

Creo…

Que el asunto contigo…

Es la confianza.

¿Estás libre mañana?

Supongo que sí.

¿Por qué?

Tenme confianza en esto.

¿De acuerdo?

hombre:
Recuerdo aquella noche.

Dios estaba hablándole
a mi corazón, lo sabía.

Y recuerdo haberme arrodillado

en el hoyo 18
del campo de golf…

Diciendo: «Oh, Dios.

Me rindo».

Nunca quise ser un orador.

Nunca quise ser…

Un participante en la Iglesia.

No me gustaba la Iglesia.

Pero seré
lo que quieres que sea

y haré lo que quieras que haga.

Y nunca he desatendido
ese llamado.

Y Dios dijo:
«Quiero que continúes…

Mientras te dé la fuerza».

La voz era tan clara

Que no podía malinterpretar
el llamado.

Y cada cristiano está llamado
al ministerio, ¿sabían eso?

La palabra ‘ministerio’
significa sirviente,

servicio.

Con un llamado
para hacer algo

por otras personas
que son menos afortunadas

que nosotros.

Jesús tomó para sí
la forma de sirviente.

Dice la Biblia que él dijo:

«No he venido a ser servido,
sino a servir».

En Marcos 10.

Me es difícil
hacer la voluntad de Dios.

Tenemos el mejor nivel
de vida del mundo,

el más alto nivel que el mundo
jamás haya conocido,

y aún como nación
estamos en peligro

de dejar a Dios
fuera de nuestras vidas.

John: Oh, Dios,
por favor, perdóname.

Perdóname por tratar de hacer
todo esto por mi cuenta.

Te necesito, señor.

Ahora más que nunca.

hombre: El espíritu debe cortar,
cortar los vínculos…

Luego así
conseguirás la libertad.

Dios entregó a su hijo,
Jesús Cristo,

para que muriera
en la cruz por ustedes.

Por esa razón
vino aquí.

Alexander: John.

¿Estás bien?

Sí.

Debo ir a casa, Alexander.

Tengo algunas cosas
que hacer.

Claro.

Vamos.

Cariño.

Cariño.

Sé que ha pasado el tiempo.

Pero debo decirte algo.

Renovar algo muy íntimo.

Me recordaron
algo importante esta noche.

Veamos.

Ha pasado mucho tiempo.

Yo, John…

Te acepto, Ellen…

Como mi esposa…

Para tenerte y cuidarte,

honrarte y atesorarte…

Para estar a tu lado
en la tristeza y en la alegría.

En la enfermedad
y en la salud…

Para amarte

y cuidarte siempre.

Te lo prometo
con todo mi corazón.

Con mi alma.

Mientras ambos estemos vivos.

Es mi promesa para ti.

Ellen…

Pensaba hasta ahora que…

Cuidarte sería una carga.

Pero quiero que sepas…

Que cuidarte es un honor.

Un privilegio.

Esta cama…

Es mi altar, Señor.

Esta es la mujer que amo…

Te la entrego en tus manos.

– Hola.
– Hola.

– Adelante.
– Gracias.

– ¿Soy inoportuno?
– No, está bien. Dormía.

Imagino que no vamos a salir
a correr nunca más.

¿No es extraño?

Fue tu fidelidad
lo que me atrajo hacia ti.

Y ahora tu fidelidad
te está alejando.

[golpes en la puerta]

John.

Hola.

Víctor, siento molestarte.

Solo quise pasar
por aquí y decirte…

Que lo lamento

y que tú tienes
toda la razón.

¿Sobre qué?

De que retrasé
el progreso de la compañía.

He estado analizándolo
y ahora lo entiendo.

Tienes razón al respecto.

Y la única solución
es que yo te ceda mi parte

y el control de mis intereses.

¿De qué hablas?

Lo he estado analizando

y creo que es lo mejor
para todos nosotros.

Así que…

Solo quería que lo supieras.

Yo lamento mucho despertarlos…

Michelle.

Michelle. Hola.

Hola.

En fin.
Que tengas un… feliz día.

¿Quién es él?

Creo que es mi exsocio
de la empresa.

Víctor: Bien, me alegro
que hubieran podido venir.

Ha habido algunos cambios aquí
en Brighton y Asociados.

Tenemos buenas noticias

y más buenas noticias.

La buena noticia es…

Que no vamos a tener
más problemas con John

abandonando las reuniones
y asustando a los clientes.

¿Le escondiste su beeper?

Nada de eso.
Acaba de renunciar a la empresa.

Todos: ¿Qué?

¿Qué?

Debes estar bromeando.

¿Y las otras buenas noticias?

La otra buena noticia

es que yo estaré a cargo ahora.

No quiero ofenderte, Víctor,
pero sin John…

No creo que lo lograremos.

¿Sin John?

Vamos. No lo hemos visto
en estos tres meses.

Vamos, estaremos bien.

¿Dónde está el espíritu
de la compañía?

¿Quién se encargará
de los clientes europeos?

John luchó tres años

para que firmaran
esos contratos.

No querrán negociar
contigo, Víctor.

Les enviaré un ramo de flores.

Hace calor aquí, ¿no?

Escucha.
Estoy contigo, Víctor,

pero no estoy seguro

de que podamos convencer
a los otros.

Lo haremos.

Ya lo verás.

Creo que llegó
el camión de la ropa.

– Tío Víctor, ¿cómo estás?
– Bien, ¿está tu padre?

No, ¿por qué?
¿Qué sucede?

Nada.

Ah, en realidad, mucho.

¿Por qué?

Tu papá
me entregó el control total

de la compañía.

¿En serio?

Sí, en serio.

Ha sido un desastre.

Bueno.
Era lo que siempre querías.

Sí. Él dejó
todo a mi cargo y se marchó.

Toda la gente
en la oficina está nerviosa.

Están renunciando.

Temo que,
si les digo a los clientes,

perderé más
que unos cuantos empleados.

Él sabe lo valioso que es
para la compañía,

no puede hacer esto.

Papá ha tenido mucha presión
en estos días con lo de mamá.

Hay muchas personas
profesionales y lugares

donde pueden cuidar mejor
a tu madre

de lo que él lo está haciendo.

Tú nunca lo has visto con ella.

¿Crees que van a ponerle
cucharada y media de miel

en su té
como a ella le gusta?

¿Le van a leer algo de la Biblia

y a peinarle su cabello
cada noche?

¿Sabrán cuál es
su color favorito?

Escucha, tío Víctor,
te quiero mucho,

siempre lo he hecho
y siempre lo haré,

y aprecio las cosas
que me has dicho

acerca de la vida, pero…

Entiende algo importante.

Mi padre vive
cada día de su vida

de acuerdo a los principios
de la Biblia.

Yo… Yo sé que eso
no significa nada para ti,

pero…

Quiero preguntarte.

¿Con qué principios vives?

Si quieres encontrar a papá,

tal vez, esté con Alexander.

John: Así que hice
lo que me dijiste, Alexander.

Le entregué
todo lo que pude entregar.

E incluso le entregué a Ellen.

Le entregué todo a Dios.

Siento…

Paz.

Gracias, Alexander.

Hola, Alexander.

Víctor.

No sabía
que estabas aquí.

Escuché a John
abriendo su corazón

y sentí
que no debía interrumpir.

Dime, ¿qué es
lo que le sucede?

Entregó su empresa,
dejó a Julia,

entregó a Ellen…

No tiene nada más
en su vida.

¿Cómo encuentras la paz
olvidándote de todo?

Creí que tenías paz
si lo tenías todo.

Es sencillo entender.

Pero no es sencillo
cuando tratas de hacerlo.

Creo que lo que importa

es reconocer
que se requiere a alguien más…

Grande que nosotros

que nos ayude
a encontrar la paz.

No estamos diseñados
para hacerlo solos.

¿Y cómo lo consiguió John?

Finalmente reconoció que…

Dios tenía la capacidad
de manejar

cualquier cosa
que le entregara

y que no hay verdadera paz
si no se da ese paso.

Creí que Dios solo ayudaba
a quienes se ayudan

a sí mismos.

¿Cómo puede hacerlo Él

si estás tan ocupado
haciéndolo tú solo?

Mira…

Dios nos ama mucho.

Nos dio a su único hijo,
Jesucristo,

quien murió
por nosotros.

Luego,

lo resucitó de los muertos

para probar
que era su hijo

y enseñarnos
que también podíamos

tener vida eterna.

Si está dispuesto
a hacer todo eso

sin la ayuda de nosotros,

¿por qué quisiera vernos cargar
con otras penas?

No lo sé.

Bien.

Él no quiere que las carguemos.

Y lo bueno
es que no tenemos que hacerlo.

Él es muy capaz
de manejar nuestras vidas

si lo dejamos.

Pero también hay que reconocer
que lo necesitamos.

Y que…

Debemos confiar en Él,

creer en Él,

darle el control

invitarlo a que sea
el señor

de nuestra vida.

¿Es eso lo que hizo John?

¿Así obtuvo la paz
de la que hablaba?

Así es.

¿Quieres un poco de eso?

Suena a negocio demasiado bueno.

Siempre estás hablando
de negocios.

Pero ¿sabes?
Estás en lo cierto.

Es un buen negocio.

Víctor…

¿Por qué no vas
al bosque allá atrás…

Y hablas con Dios?

Deja que sea Él
quien tome el control

de tu vida.

Comienza a recibir
la fuerza de su poder.

Escucha a Víctor, Señor,

al igual que escuchaste
a John y a mí

más de una vez.

Víctor: Dios, ¿estás ahí?

¿Puedes escucharme?

Creo que te necesito.

Me estoy cansando
de hacerlo todo por mi cuenta.

Me estoy cansando
de ser un loco controlador

y de decirles a todos
qué hacer todo el tiempo.

Solo perdóname.

Perdóname por ser tan egoísta.

E inconsciente.

Perdóname todo eso,
por favor.

¿Podrías hacerlo, Señor?

Solo cámbiame, Jesús.

¿Sí?

Te entrego todo,
el control total.

Solo ven y toma
el control de mi vida.

¿Lo harás?

Y dame paz.

Traigo todo ante ti, Señor.

¿Estás de acuerdo?

¿Trato hecho, Señor?

Trato hecho.

Es un buen trato.

Teri:
La prueba fue difícil.

Detesto química

y, cuando termine esta clase,
no quiero saber más de ella.

Pero hay un chico en la clase

que creo que me gusta.

Es lindo,

pero no creo que él se dé cuenta
de que yo existo.

Bueno…

La universidad es diferente.

Pero, en estos días,

he estado considerando,
tal vez,

intentar enseñar porque…

Recuerdo lo mucho
que significa para ti

y…

Siento…

Teri…

Te…

Quiero mucho…

Mamá…

Pudiste reconocerme.

Yo también te quiero.

Voy…

Voy a traer
a Carlos y a papá.

Enseguida vuelvo, mamá.

John…

¡Ellen!
¡Ellen!

Teri: ¡Mamá!

Ellen, cariño.

Ellen…

Sí me reconoció.

Dijo mi nombre.

Tal vez…

Fue un regalo de Dios para ti.

Víctor: Parece
que finalmente encontraste

las mancuernas
para esa camisa.

Estás muy elegante,
como tu hermano.

Gracias.

¿Sabes, John? Queremos…

Que regreses
a la compañía.

Quiero que seas nuevamente
socio director.

Claro que no tienes
que contestarme ahora.

Tienes mucho en tu mente.

Pero…

Hay otra cosa
que quiero aclarar.

Yo…

Necesito que me perdones.

Por mis acciones.

Por dar prioridad

a la compañía
antes que a Ellen.

¿me perdonarías por eso?

[música nupcial]

Yo, Carlos,

te acepto a ti, Cindy,
como mi amada esposa

para tenerte y cuidarte,

honrarte y atesorarte.

Para estar a tu lado
en la tristeza y en la alegría.

En la enfermedad
y en la salud.

Para amarte y cuidarte siempre.

Te prometo esto

con todo mi corazón,

con toda mi alma

hasta el fin de nuestros días.

Esta es mi promesa para ti.

Alexander: Sí,
es hermoso, ¿verdad?