La vida no es para observarla, es para provocarla, para vivirla de manera apasionada. Y para seguir el camino del Señor y recibir sus bendiciones, debemos aprender a dejar nuestro pasado atrás, como Eliseo dejó sus bueyes y su tierra para seguir a Elías. Hay que viajar ligero y decidir ver hacia el futuro cada día de nuestra vida; ese el secreto para no envejecer el alma, para dejar de sentirnos víctimas y poder vivir con gozo. No permitas que tu pasado defina tu presente y limite tu futuro, deja tu divorcio atrás, tu quiebra financiera, tu tristeza y tus frustraciones. Muestra tus cicatrices con dignidad y con una sonrisa, porque todas las batallas que has vivido y superado fortalecen tu fe.