Vida eterna: ¿La quiere usted? – Dr. Charles Stanley

La búsqueda de una vida mejor domina nuestra cultura. Aunque ese objetivo no es intrínsecamente malo, a menudo nos lleva a descuidar nuestro interés por la vida venidera. En este mensaje, el Dr. Stanley cambia el enfoque de esta efímera existencia que tenemos aquí en la Tierra a la vida eterna que Dios promete a los que creen en su Hijo, Jesucristo.

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locutor: En Contacto, con el
Dr. Charles Stanley.

Alcanzamos al mundo con el
evangelio de Jesucristo

por medio de una enseñanza
bíblica sólida.

Hoy en el programa
En Contacto,

«Vida eterna:
¿La quiere usted?».

Dr. Charles Stanley:
Hoy en día, hay un creciente

y marcado interés
en la longevidad,

o sea, la
duración de nuestra vida.

De hecho, piense en todo el
énfasis que existe

en la buena salud.

Y al dar un vistazo a la
televisión la publicidad de todo

lo que se puede hacer para
fortalecer y extender su vida, y

lo mismo es cierto en la radio.

De las imprentas salen libros y
libros y libros sobre la salud y

revistas llenas de artículos
con ideas sobre la salud que

supuestamente prolongan su vida
o se supone que al menos

mejoran la calidad de vida.

Y, claro, los ambientalistas
siempre nos advierten

de los riesgos para nosotros.

Y de hecho, estoy seguro de
que más gente compra suplementos

nutricionales, más que nunca en
la historia de nuestra nación.

Hay un asombroso interés en
tener una larga vida, lo que es

normal, y vivir bien, tener
una mejor calidad de vida.

Así que nos interesamos más en
la calidad de nuestra comida,

nos preocupamos más por el
ejercicio, y ahora también

hacemos meditación.

De eso venimos hablado hace
tiempo, de pasar tiempo

a solas con Él.

Claro, mucho de lo que hoy
llaman meditación no tiene que

ver con Dios,
pero es meditación.

Y en algún momento, alguien
tuvo la idea de que eso ayuda a

alargar su vida o al menos a
mejorar su calidad de vida.

Una de las cosas que he notado
acerca de esto es que todo el

énfasis en vivir, que en sí no
es malo, todo ese énfasis en

vivir está aquí y ahora, es
primordialmente terrenal: «¿Cómo

vivir mejor ahora vivir más
ahora, mejorar la calidad de

vida ahora?», que, sin duda, es
muy natural, pero no se escucha

mucho sobre ¿qué hay de la otra
vida?; porque, mire, vamos a

morir; es
absolutamente inevitable.

La Biblia dice: «está
establecido para los hombres que

mueran una sola vez, y después
de esto el juicio», pero eso no

pareciera interesarle
mucho a la gente.

La mayoría de su tiempo, su
interés, sus lecturas, sus

estudios y su disciplina se
consume en el aquí y ahora; una

vida buena y larga
ahora, lo mejor posible.

Pero cuando leemos la Biblia,
el énfasis, sin duda,

está en una vida
consagrada ahora.

Pero una y otra vez, hay avisos
y advertencias de

que hay una vida
después de esta.

Hay una vida después de la
muerte; el asunto es ¿estamos

listos para ella?

¿O tenemos algún interés
genuino en la vida eterna?

Y simplemente le
formulo esta pregunta:

¿Le interesa la vida eterna?

¿Sabe lo que es?

¿Sabe cómo obtenerla?

¿Usted es consciente de
que puede tenerla,

y puede tener plena
certeza de ella?

De eso deseo hablarle en este
mensaje simplemente esto: Vida

eterna: ¿La quiere usted?

Y lo invito a buscar en
1 Juan 5, capítulo 5.

Juan deja
muy, muy en claro

cómo todos podemos
tener vida eterna.

Podemos verlo en el versículo
11: «Y este es el testimonio:

que Dios nos ha dado vida
eterna…»; Lo primero que

quiero decir es esto: la
vida eterna es un don de Dios.

La vida eterna es
un don de Dios.

Por ejemplo, dice aquí y
también, en un pasaje muy

conocido, en Romanos capítulo
6.23 donde dice: «Porque la paga

del pecado es muerte, mas la
dádiva de Dios es vida eterna en

Cristo Jesús Señor nuestro».

Es muy claro en toda la Biblia
que la vida eterna

es un don de Dios.

No es algo por lo que trabajamos
o algo por lo que pagamos, ni es

por eso que adoramos; solo
es un don de Dios, de Él.

Esta duración eterna de la vida
que implica comunión,

compañerismo, union y amistad
con Dios quien

envió a su hijo al mundo para
que todos

pudiéramos ser salvos, tener el
perdón de pecados

y el don de vida eterna.

Sin duda eso debería
interesarle.

Bueno, al considerar el hecho
de que es un don,

eso debería
despertar su interés.

Mire esto, en ningún lugar de
la Biblia dice que si trabaja

tantos años, se ganará el don de
la vida eterna; o si paga tanto,

podrá comprar la vida eterna.

Preste atención, no deseo
criticar, sino que así es.

Existen tantas cosas por ahí que
supuestamente son ciertas, que

tienen una mezcla sutil como
esta: Oirá de la salvación por

gracia y no por obras, pero si
sigue escuchando, con frecuencia

lo siguiente es el hecho, que
no se dice, pero que se insinúa:

que para ser salvos, debemos
hacer esto: Hay que hacer lo

siguiente, hay que dar tanto o
hay que servir a Dios,

hay que hacer todo esto.

Mire, servir a Dios, ofrendar,
orar y adorar son parte de la

vida cristiana y es lo que todos
los creyentes queremos hacer.

Amamos a Dios, queremos hacerlo,
pero ¿cómo, mire, cómo llega una

persona a la vida eterna?

La Biblia dice que es un don.

Fíjese, no puede ser, no puede
ser resultado de lo que hayamos

hecho y a la vez ser un don;
o bien, es un don

o entonces es un pago.

Por eso la Biblia dice: «La paga
del pecado es muerte pero la

dádiva de Dios es
vida eterna…».

Mire, en ningún lugar de
la Biblia dice que

se obtenga por obras,

«no por obras de justicia
que nosotros hubiéramos

hecho, sino por su
misericordia…».

Por su misericordia,
nos salvó, nos perdonó.

Bien, quizá alguien diga:
«¿Pretende decir que con lo malo

que he sido, si se lo pido
a Dios, me dará

el don de la vida eterna?»

Déjeme preguntare esto
¿qué hará al respecto?

No puede contestar eso.

¿Por cuánto tiempo lo hará?

¿Cuánto podría pagar?

¿Cuánto podría servir?

Creo que hay gente que se mete
en el ministerio porque sienten

tal culpa por causa de su pasado
que creen que de algún modo

tienen que pagarle a Dios.

Hermano, no puede
pagarle a Dios.

Le diré lo tajante que es eso.

Dios ha dejado absolutamente
claro que no podemos

retribuirle nada.

Por eso mandó a su Hijo
unigénito que es Dios en carne

humana y anduvo entre los
hombres, el único ser perfecto ,

lo envió como sustituto nuestro
porque nosotros, de ningún modo,

podríamos pagar por nuestro
pecado, salvo al morir y quedar

separados eternamente de
Dios, quien dijo:

«el alma que
pecare, esa morirá».

Eso es muy claro; no hay nada
vago ni turbio; es más claro que

el agua en la Biblia:
«establecido para los

hombres que mueran
y después el juicio.

El que no naciere de nuevo,
no puede ver el reino de Dios.

Cree en el Señor Jesucristo, y
serás salvo…»,

«ausentes del cuerpo,
y presentes al Señor».

Es muy claro, muy, muy claro.

Es el hombre que no quiere
creer la verdad,

que intenta empañarla, hacerla
confusa, borrosa.

El mensaje es claro.

La vida eterna es un don.

Es, mire, esa duración sin
fin de la vida en la presencia,

compañerismo y amistad con Dios
Todopoderoso en un lugar, mire,

por fin en un lugar llamado
cielo porque la vida eterna

es un don de Dios.

¿Cuándo se obtiene?
Se obtiene ahora.

¿Cuándo empieza?
Empieza ahora.

La vida eterna no es algo que
recibiré allá cuando muera.

La vida eterna empieza en el
momento de esta experiencia

que vamos a ver.

El momento en que esta
experiencia empieza,

usted ya la tiene
y ¿cuánto dura?

Por siempre y para
siempre, sin cesar.

Y mire, ¡nadie puede
manipular su don de vida eterna!

De otra manera, no
sería vida eterna.

Eterna quiere decir sin fin.

La pregunta es esta: ¿Cómo?

¿Cómo puedo tener vida eterna?

Bien, hay 2
absolutos muy sencillos.

La Biblia no es ambigua en esto.

2 absolutos.

Número 1: Para poder tener vida
eterna, debo estar de acuerdo

con Dios sobre quién es su Hijo,
escuche, estar de acuerdo

con su testimonio de quién
es su Hijo Jesús.

Ahora escuche estos
pasajes por favor.

Versículo 10: «El que cree
en el Hijo de Dios, tiene el

testimonio en sí mismo».

Volveremos a esto en breve– «el
que no cree a Dios, le ha hecho

mentiroso, porque no ha creído
en el testimonio que Dios

ha dado acerca de su Hijo».

O sea, ¿qué dijo
Dios acerca de su Hijo?

«Y este es el testimonio: que
Dios nos ha dado vida eterna; y

esta vida está en su Hijo.

El que tiene al Hijo, tiene la
vida; el que no tiene

al Hijo de Dios
no tiene la vida».

Entonces, ¿cuál
es el testimonio?

¿Cuál es la sentencia de Dios
Todopoderoso sobre su Hijo?

Dice que su Hijo, mire, su Hijo
Jesucristo es el Hijo de Dios.

Él dijo: «…El que me ha
visto a mí, ha visto al Padre».

«Yo y el Padre uno somos».

Jesucristo es deidad,
así como Dios Padre lo es.

Así que si la gente le dice:
«Bueno espere un momento,

yo sí creo en Dios.

Trata de decirme que si creo en
Dios y no creo en Cristo,

¿no tendré vida eterna?».

Pues escuche lo que dice: «El
que tiene al Hijo, tiene la

vida; el que no tiene al
Hijo de Dios no tiene la vida».

No deja lugar a dudas; no puede
haber duda alguna al respecto.

Lo que está diciendo aquí es
esto: Lo que debemos hacer para

tener vida eterna, es estar de
acuerdo con Dios sobre quién

dice que es su Hijo; y dice
que es su Hijo, Jesucristo es su

Hijo, su Hijo
eterno, el Hijo de Dios.

Jesús confesó
ser el Hijo de Dios.

Pedro dijo: «Tú eres el Cristo,
el Hijo del Dios viviente».

Y en todos los evangelios fue
identificado como Hijo de Dios

«…El que me ha visto a mí, ha
visto al Padre»;

«Yo y el Padre uno somos».

«…El que me ha visto a mí,
ha visto al Padre»;

Él y el Padre uno son.

Él es deidad.

Cuando alguien dice: «Bueno, sí
creo en Dios, pero no creo en

Jesús», entonces, escuche, no
importa qué más crea en la vida;

si no cree que Jesucristo es
divino, que es deidad; si no

cree que es el Hijo eterno
de Dios, entonces le haré una

pregunta: ¿Por qué murió?

Porque de haber sido solo
hombre, habría sido pecador.

Ahora escuche, no puede ser
como el mundo quiere;

no puede ser de esa forma.

Y le mostraré por qué.

No puede creer que Jesús fue un
buen hombre, maravilloso, buen

maestro, gran filósofo, sanador,
una gran persona en la historia,

pero que no era el Hijo de
Dios y por tanto no era Dios.

No puede ser así.

Me dirá: «Sí se puede».

No, no puede porque Cristo no
pudo haber sido un buen hombre,

no pudo ser solo un filósofo sin
ser todo eso, sin ser el Hijo de

Dios y si no es Dios
encarnado en carne humana.

Y si no está a la diestra
del Padre intercediendo por

nosotros, fue un
mentiroso, fue un impostor,

fue un farsante, fue un fraude.

No puede tener al Jesucristo
real a menos que sea Dios.

La resurrección, escuche, fue
la forma en que el Padre le puso

valor y certeza
absoluta ante todo el mundo.

Este no es solo otro líder
religioso, no solo un filósofo,

no solo un maestro,
ni un predicador más,

ni un teólogo más.

Es el Dios vivo que vino mire
que resucitó de la tumba porque

la muerte no pudo retener a Dios
el Hijo, reafirmando todo lo que

dijo y dándonos la
seguridad que necesitamos.

Vea lo que dice la Biblia:
«…ausentes del cuerpo,

y presentes al Señor».

Suponga que aún
estuviera en la tumba.

¿Qué tal si fuera como los
demás líderes religiosos?

No tendríamos certeza
ni seguridad alguna.

Resucitó de la tumba, nos dio la
gran certeza de que Él

es todo lo que decía ser.

Bien, primero, debe creer quién
es Él: el Hijo de Dios quien

vino al mundo a morir en una
cruz para perdonar

nuestros pecados.

Pero hay otra cosa.

Lo segundo es que debe estar
dispuesto a aceptarlo como su

Salvador personal; estar
dispuesto a aceptarlo

como su Salvador personal.

Ahora, al pensar ah,
en esta idea de aceptarlo

como Salvador personal, ¿qué
piensa la gente de eso?

«Bueno, yo creo en Cristo».

Pues quiero que piense en algo.

Esto es más claro que el agua.
Es algo obvio.

Si me escucha diga amen.

Escuche esto, no podría ser más
claro.

Escuche muy bien.

La vida eterna es inalterable,
irrevocable, e inmutablemente,

unida a la Persona de Cristo.

No se puede tener
lo uno sin lo otro.

Escuche esto: «El que tiene
al Hijo, tiene la vida»;

No solo la vida, sino
la vida eterna.

«el que no tiene al Hijo
de Dios no tiene la vida».

Bien, me dirá:
«Esto es lo que creo».

Eso es irrelevante.

Dios dice que para tener
vida eterna debe tener al Hijo.

No se trata de
que me guste o no.

Puedo cuestionar muchas cosas.

«El que tiene al Hijo, tiene la
vida; el que no tiene al Hijo de

Dios no tiene la vida».

Punto; eso es todo.

Entonces, ¿a qué nos referimos
cuando hablamos

de toda esta idea de creer?

Dice así: «Mas a todos los que
le recibieron, a los que creen

en su nombre,
les dio potestad derecho–

de ser hechos hijos de Dios».

A todos los que creyeron
en Él, lo recibieron;

a todos los que lo
recibieron por fe.

¿Qué significa recibir a Cristo?

Significa, mucha atención,
significa que acepto el

testimonio de Dios Padre, Dios
Hijo; acepto el testimonio de la

Biblia de quién es Él; que es la
única esperanza del hombre,

el Salvador, el
camino al perdón.

Si recibo a Jesucristo como mi
Salvador personal, significa que

Acepto personalmente que Él,
Él es Cristo, el Hijo; Jesús el

Hijo del Padre, Jesucristo.

Acepto quién es Él, acepto lo
que hizo por mí,

que murió por mis pecados.

Lo acepto y lo
aplico a mi vida por fe.

Acepto quién es Él y lo que hizo
y acepto el hecho de que Dios

dijo que si creo
en Él, seré salvo.

Permítame definir qué es creer.

Creer en Cristo significa que
tengo la plena convicción, o

sea, tengo la plena certeza de
que Cristo es quien dice ser.

Mire, tengo la plena convicción
de que Jesucristo es quien dice

ser, y al depositar mi confianza
en Él como mi Salvador,

puedo entrar en una relación
personal y eterna con Él.

Es la plena convicción de que
Jesús es quien dice ser y al

depositar mi confianza en Él
«Creo que eres lo que dices»,

al poner mi fe en Él lo que
implica creer en lo que hizo por

mí en el Calvario ,
puedo entrar, por fe,

en una relación personal
y eterna con Él.

Por tanto, decir: «Yo creo
acerca de Jesús»,

eso no es creer en Jesús.

Un día llegará al final de su
vida, y lo que ha creído todos

estos años será indiferente
en absoluto si ha rechazado

a Cristo todo ese tiempo.

Mire, entiendo que puede ser
un poco difícil quizás por su

pasado o su
trasfondo en la vida,

cualquiera que sea su religión.

No tengo nada personal en mente.

Me interesa una sola cosa:
que sepa solo la verdad.

Que cuando llegue el momento en
que cierre sus ojos en esta vida

y los abra en la venidera, solo
quiero asegurarme de que no sea

un momento aterrador, un momento
trágico, un momento tormentoso,

cuando se vuelva, se vuelva
incontrolable e histérico porque

sabe que al exhalar su último
suspiro, va hacia una sin fin,

incierta, desconocida, eternidad
de la que no sabe nada.

Hay una sola forma de evitar eso
y es así: Aceptar lo que Dios

Padre dijo de su Hijo:
que hay un solo Jesús.

Él es el unigénito del
Padre, quien vino al mundo en su

perfección sin pecado para
morir por nuestros pecados.

Y en el momento que le pida
perdón por su pecado, con base

en quién es Él el gran
perdonador, y basado en lo que

hizo saldó su deuda de pecado ,
y ponga su fe en Él, pasará a

ser hijo de Dios, su futuro
eterno quedará seguro por

siempre y Él vendrá a vivir en
usted para permitir

que viva una vida piadosa.

De eso se trata todo esto.

El don de vida eterna es suyo
con solo pedirlo

y suyo solo al creer.

¿Lo quiere?

Si es sabio, lo tomará.

Solo haré una oración,
una oración breve, pero es

suficiente si está dispuesto
a hacer esta oración de todo

corazón, sea quien
sea, de todo corazón.

Si está dudoso,
hágalo de esa forma.

Si usted sabe que nunca ha
recibido el don de vida eterna,

puede tenerlo en breves
momentos si acepta el hecho,

la verdad de que el Hijo de Dios
es quien dice ser.

Él es en verdad el
Hijo de Dios, Jesucristo.

Si está dispuesto a creer el
testimonio de la Biblia sobre

Él, en estos momentos, mire,
todo su futuro y destino puede

cambiar en el momento en que
diga: «¡Sí!, creo que Jesucristo

es el Hijo de Dios que murió
en la cruz por mí pecado, y lo

acepto como mi
Salvador personal».

Oremos: Padre, te pido que el
Espíritu Santo penetre

en cada corazón presente que ha
escuchado este mensaje.

Por los que estén
llenos de dudas,

te pedimos que las
despejes ahora.

Para quienes saben de corazón
que nunca han tomado esta

decisión crucial que afectará
todo su destino, dales la

valentía y la fe sencilla
para hacer esta oración a ti,

creyendo de todo corazón porque
no hay por qué dudar que has

escuchado y contestado,
aun mientras oran.

Ore de esta
forma: «Padre celestial,

sé que he pecado contra ti.

Te pido que perdones mi pecado.

Creo que Jesucristo es tu Hijo.

Creo que cuando fue a la
cruz del Calvario,

saldó mi deuda de pecado.

Por fe, recibo a Cristo como mi
Salvador personal;

ahora mismo acepto tu perdón

y el don de vida eterna
mediante Jesucristo,

el Señor, ahora mi Señor.

En su nombre, oro, amén».

Si usted hizo esa oración, nunca
será el mismo, y no tiene que

preocuparse por la muerte porque
cuando le llegue, las cosas

mejorarán al instante porque
tiene el don de la vida eterna.

[música]