Por qué creemos – Dr. Charles Stanley

¿Se ha preguntado alguna vez por qué se hace tanto hincapié en la cruz? Basado en Gálatas 6.14, este mensaje explora por qué la cruz está en el corazón de lo que los cristianos creemos, los diferentes papeles que la cruz juega en la vida de las personas, y cómo el apóstol Pablo se jactaba de la cruz.

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devocional gratuito en contacto.

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[música]

Dr. Charles Stanley: El Hijo de
Dios, el Señor Jesucristo dijo:

«Yo soy el camino,
y la verdad y la vida,

nadie viene al Padre,
sino por mí.

Por tanto, vayan por todo
el mundo enseñando y predicando

el evangelio a toda criatura,
hasta lo último de la tierra».

locutor: En Contacto
el ministerio

de enseñanza bíblica
del Dr. Charles Stanley.

[música]

Dr. Charles Stanley: Un día,
sentado en mi estudio, pensé:

«Bueno, debemos darle
a esto un nombre,

no solo Primera
Iglesia Bautista».

Volteé hacia mi izquierda y
había una versión de la Biblia,

y el título de esa Biblia era:
«In Touch».

«Luego pensé:
«¡Ese es el nombre!».

«¡Así alumbre vuestra luz
delante de los hombres,

para que vean
vuestras buenas obras,

y glorifiquen a vuestro Padre
que está en los cielos!».

Pensé: «Eso es lo que quiero:
llegar a tanta gente

como sea posible.

En Contacto con Jesucristo
y su manera de vivir».

Había llevado al equipo
de líderes a las montañas,

y estuvimos pidiendo
al Señor su dirección.

Y leía el capítulo 28 de Mateo
que he leído muchas veces,

y de alguna forma, fue como si
saltara a la vista y me cautivó.

Pensé: «Señor,
¿en realidad quisiste decir

‘todas las naciones’?».

Sentí que dijo: «Sí».

«Creo que Dios quiere
que hagamos esto:

Quiere que el programa esté
por todo el mundo.

Y confiemos en que lo haga
dentro de 2 años».

Y esa semana estábamos
en cada nación del mundo

en alguna forma.

La misión de nuestro ministerio
y mi meta siempre ha sido

proclamar el evangelio al mayor
número de personas posible,

tan claro, irresistible y
rápidamente como sea posible,

todo por medio del poder
del Espíritu Santo

y para la gloria de Dios.

Debemos crecer en la gracia
y en el conocimiento.

Sé que aquellos que escuchan
el programa En Contacto semana

tras semana, toman notas
y aplican esas enseñanzas,

crecen en el conocimiento
de la Palabra de Dios.

Es de esa manera que
logran conocer más al Señor

y comprenden la manera en la que
deben llevar su vida cristiana.

Eso es algo de
lo que estoy seguro.

Lo que enfrentes en la vida,
el Dios soberano del universo

le sostendrá y le ayudará
a superar lo que sea.

Lo que deseo que veamos
es esto: Este Dios amoroso,

que todo lo sabe,
todo lo perdona,

nos ama con un amor eterno,
inmarcesible, inagotable,

tan intenso, tan firme,

que está dispuesto a perdonar
todos nuestros pecados.

Que al morir podremos decir:

«Ausentes del cuerpo,
presentes al Señor».

¿Amén?

[música]

Dr. Stanley:
Querría que dijeran:

«Él creía que la verdad
más importante

de su vida era: obedecer a Dios
y dejarle las consecuencias.

Y parece, por lo que
se ve y se oye, que así vivió».

Me gustaría que fuera así.

Queridos estoy en casa
en el cielo.

¡Todo es tan feliz,
todo tan brillante!

Hay gozo y belleza perfectos
en esta luz inagotable.

Toda pena y dolor terminaron;
toda repentina inquietud pasó.

Ahora estoy siempre en paz,
seguro,

por fin, en mi casa celestial.

[música]

locutor: Hoy en el programa
En Contacto, «Por qué creemos».

Dr. Stanley: Hay personas
que dicen:

«¿Por qué los cristianos ponen
tanto énfasis en la cruz?

¿Eso no es negativo?

Es decir, vergüenza,
sufrimiento y muerte.

¿Por qué lo hacen?

Sin duda ustedes quisieran
ser más positivos que eso,

que hablar de la muerte
de alguien.

¿Por qué no enfatizan
su predicación,

enseñanza y su sanación?

Eso me parece mucho más positivo
que enfatizar en su muerte».

Es una buena pregunta y sin
duda puedo entender por qué

las personas la formulan:
Porque es la misma pregunta

que la gente le hacía a Pablo
en su época de apóstol.

Y si recuerda,
este dijo que, de hecho,

la predicación de la cruz era
piedra de tropezadero para los

judíos y también se consideraba
locura para los griegos.

Pensé en eso muchas veces
y traté de ponerme en su lugar

y sería lo mismo que decir,
hoy en el siglo 21,

sería como decir:
«Mire, Cristo murió,

Cristo murió por mis pecados
y cuando murió

en la silla eléctrica, hizo
posible que yo fuera salvo».

«¿En la qué?»

La silla eléctrica.

La silla eléctrica hoy sería tan
infame y repulsiva como lo fue

la cruz en ese tiempo porque era
la forma más horrible de morir

y también la más vergonzosa.

De esa manera
morían los criminales.

«¿Y me está diciendo que debo
creer en alguien que murió

de manera tan vergonzosa
como un criminal,

que debo poner mi fe en Él
para el perdón de mis pecados?».

Sería como si dijéramos hoy:
«Murió en la silla eléctrica

e hizo posible
que yo fuera salvo».

Así puede entender por qué
les resultaba muy,

muy difícil creerlo.

Y a pesar de eso,
es el centro mismo

de todo lo que creemos
como cristianos.

Y el apóstol Pablo hizo
una declaración muy fuerte

sobre su convicción
de la cruz en Gálatas,

capítulo 6.

Vayamos ahí, por favor,
a un versículo,

el versículo 14, capítulo 6.

Y lo que pasa aquí es que justo
antes de que reprendiera

a los judaizantes
en las iglesias de allí,

quienes se gloriaban de su
circuncisión y se gloriaban

de guardar la ley, que él sabía
que no podían.

Y todo ese gloriarse era en vano
y veamos lo que dice.

En comparación con
lo que se gloriaban,

Pablo dijo en el versículo 14,
él dice: «Pero lejos esté de mí

gloriarme, sino en la cruz
de nuestro Señor Jesucristo,

por quien el mundo me
es crucificado a mí,

y yo al mundo».

Vea eso.

Dice, él dice: «Pero lejos
esté de mí Dios no lo quiera

gloriarme, sino en la cruz de
nuestro Señor Jesucristo».

Bien, ¿por qué razón el apóstol
Pablo haría tal declaración?

Porque entendió el significado
de la cruz;

porque entendió que era esencial
para todo aquello que él creía;

porque entendió que era algo
esencial para el mensaje mismo

del evangelio, las buenas
nuevas del Señor Jesucristo.

Por esa razón,
hizo esa declaración.

Lo que me gustaría hacer es
que analicemos esta pregunta

en detalle; es decir,

¿por qué hacemos de la cruz el
enfoque central de nuestra fe?

¿Por qué la ponemos en
los campanarios y por qué

la llevamos alrededor del cuello
y por qué está impresa

en las biblias?

¿De qué se trata esta cruz?

Bien, pensemos en ello porque
hay muchas personas ajenas

que se preguntan por qué.

y a veces un cristiano dirá:

«Bueno, porque eso
es lo que creemos».

Para un no creyente, esa no es
una respuesta aceptable

y no lo culpo.

Y no es una respuesta muy buena
ni tampoco muy clara,

y quizá usted sea
una persona que, de igual forma,

tal vez no sea creyente
o quizá lo sea y se pregunta

de qué se trata
todo este énfasis en la cruz.

«Sabemos que Cristo murió
en la cruz, pero ¿por qué?

¿Por qué tanto énfasis?

Nos gustaría responder
esa pregunta.

Y este versículo 14 es,
ciertamente,

un versículo tajante,
una declaración fuerte

del apóstol Pablo.

Y note su vehemencia, él dijo:
«Lejos esté de mí,

Dios me libre de que me gloríe
de algo que no sea

la cruz de Jesucristo».

¿Por qué?

Analicémoslo un momento
porque debemos hacernos

la misma pregunta.

Primero, porque la cruz, mire,
porque la cruz es el centro

de lo que creemos y, escuche,
la razón de su certeza

para nosotros es porque ocupa
una posición preeminente

y un lugar igual
en el Nuevo Testamento.

Bien, vea los Evangelios
un momento.

Los Evangelios no son historias,
no son bosquejos biográficos

de la vida de Jesucristo y no
son obras de arte literario.

Los Evangelios son tratados o,
mejor dicho, tratados,

tratados teológicos.

Es decir, todo el mensaje
del evangelio es identificar

quién es Jesucristo y su muerte
en el Calvario y su impacto

en nuestra vida personal.

Y si piensa en los Evangelios
un momento;

si comienza a leerlos, hallará
que desde el principio de ellos,

todos se dirigen en una
dirección y es hacia la cruz,

y sabrá que entre una sexta
y una tercera parte

de los Evangelios Mateo, Marcos,
Lucas y Juan todos tratan

de eventos relacionados con la
cruz o, o, o implican la cruz,

o indican algo de la muerte y de
la pasión del Señor Jesucristo.

Así que no es solo una posición
al final de los Evangelios,

aunque la palabra
«cruz» solo se mencione,

solo se mencione 18 veces
en los 4 Evangelios.

Pero lo que quisiera que
reconozcan, y les daré

un ejemplo en un momento,

es que en todo
en los Evangelios,

la cruz está presente.

El mensaje de la muerte
de Jesucristo

porque precisamente a eso vino.

Y decimos que eh, la cruz es el
centro de todo lo que creemos,

gracias a su lugar y posición
en la Palabra de Dios.

Y lo que quisiera hacer, es que
examinemos los 4 Evangelios

un momento, y que veamos
4 versículos específicos que,

por alguna razón,
ninguno de estos versículos

incluye la palabra cruz,
ni uno de ellos.

Ni siquiera tienen
la palabra cruz.

Pero quisiera que vean que esto
es solo una indicación

de cómo los evangelios
están llenos de la pasión,

la muerte de Jesucristo,
el derramamiento de su sangre.

La Biblia está impregnada
de esto de principio a fin.

Examinemos esto y veamos
todo el contexto para poder

tener algo y poder discutir
con otros.

Comencemos en Mateo
capítulo 16 un momento.

Capítulo 16 de Mateo.

Aquí, Cristo,
hablando con sus discípulos,

les preguntó: «¿Quién dice
la gente que soy yo?

¿Qué piensan todos de mí?»

Y en el proceso de responder
esa pregunta, por supuesto,

Pedro dijo: «Eh,
tú eres el Cristo,

el Hijo del Dios viviente».

Y luego, Jesús les dijo esto
a ellos en el versículo 21

de Mateo, capítulo 16.

Aquí no está la palabra «cruz»,
pero noten que todo el evangelio

avanza hacia la cruz.

Cristo dijo: «Desde entonces
comenzó Jesús a declarar

a sus discípulos que le era
necesario ir a Jerusalén

y padecer mucho de los ancianos,
de los principales sacerdotes

y de los escribas; y ser muerto,
y resucitar al tercer día».

Es solo un versículo de muchos,
pero no hay tiempo de verlos.

Vayamos a Marcos un momento.

Marcos capítulo 10,
Marcos capítulo 10

y veamos por favor
el versículo 45.

Jesús es quien habla aquí
y esto es lo que dijo.

Dice: «Porque el Hijo del Hombre
no vino para ser servido,

sino para servir, y para dar
su vida en rescate por muchos».

Es decir, un pago
un intercambio.

Y así, cuando murió en la cruz,
pagó la deuda del pecado.

Escuche muy bien,
Cristo no pagó al diablo.

Cuando Jesucristo
murió en la cruz,

satisfizo el requisito de Dios
del derramamiento de sangre

para el pago del pecado.

Y el único que podía morir
por el pecado de la humanidad

era alguien que nunca
hubiera pecado.

Esa es la razón.

Y le mostraré algo más: Que en,
el evangelio de Juan,

este comienza
en el primer capítulo,

los primeros versículos
diciendo:

«En el principio era el Verbo
hablando de Cristo,

y el Verbo era con Dios,
y el Verbo era Dios».

Si eso no fuera cierto,

la crucifixión
no tendría sentido.

Habría sido
una persona más.

Debía ser el Hijo de Dios sin
pecado y debía ser la Deidad

misma para que la crucifixión
efectuara lo que Dios quería,

que era el perdón de
los pecados del hombre,

cumpliendo la exigencia
de la muerte.

Ahora, por ejemplo,
vayamos a Lucas,

un versículo diferente
en el capítulo 2 de Lucas.

Aquí de nuevo,
Cristo fue llevado al templo,

siendo apenas un bebé,
y ah, María y José se encuentran

a 2 personas, una de ellas una
profetisa y también un profeta,

un profeta llamado Simeón.

Este, cuando los vio
con Jesucristo,

la Biblia dice que lo tomó
en sus brazos y comenzó

a bendecir al Señor y a hacer
unas declaraciones sobre Él.

Y luego, la Biblia dice,
en el versículo 33:

«José y su madre
estaban maravillados

de todo lo que se decía de él.

«Y los bendijo Simeón,
y dijo a su madre María:

‘He aquí, este está puesto para
caída y para levantamiento

de muchos en Israel, y para
señal que será contradicha».

Luego dijo: «Y una espada
traspasará tu misma alma,

para que sean revelados
los pensamientos

de muchos corazones'».

Y a lo que se refería era
que sabía que María iba

a ver su muerte, su crucifixión,
claro, como pasó.

Luego, vayamos
a Juan, por ejemplo,

Evangelio de Juan.

No se ha oído la palabra «cruz»,

pero todos los versículos
se refieren a la cruz.

Recordará en Juan, capítulo 1,
cuando Juan habla aquí

de Juan el Bautista,
quien bautizaba en el Jordán;

y recordará lo que pasa.

Acompáñeme al versículo 28:
«Estas cosas sucedieron

en Betábara, al otro lado
del Jordán,

donde Juan estaba bautizando.

«El siguiente día vio Juan
a Jesús que venía a él,

y dijo: ‘He aquí
el Cordero de Dios,

que quita el pecado del mundo'».

Vea esto.

A lo largo del
Antiguo Testamento,

desde el principio,
en el huerto de Edén,

Dios les dio a Adán y
a Eva pieles para cubrirse.

Desde el momento de la
crucifixión de Jesucristo,

cuando vino el terremoto y el,
y el velo del templo se rasgó

de arriba abajo,
Dios lo hizo y abrió el velo

a toda la humanidad.

En la crucifixión de Jesucristo,
Él fue el Cordero de Dios,

escuche, el Cordero inmolado
antes de la fundación del mundo.

Lo que significa, escuche,
que en la mente de Dios,

Cristo ya era un cordero
inmolado antes

de la creación del mundo.

Ese era su plan
para la humanidad.

Así que el plan redentor
de Dios, la cruz,

no fue algo en lo que Dios pensó
después del pecado original.

Escuche, fue algo planeado,

predeterminado antes
de que sucediera.

Y así, cuando vemos
los evangelios

y un versículo tras otro.

Y aquí vemos un versículo
de cada evangelio,

pero en los Evangelios,
la clave.

Todo avanza hacia la cruz
de Jesucristo.

Ese es el clímax en cada uno
de los Evangelios.

Pero hay una segunda razón.

La segunda razón es esta:
Y es que por la cruz

del Señor Jesucristo,
escuche, es por la cruz

del Señor Jesucristo
que experimentamos,

mire, que experimentamos
libertad espiritual

en nuestra vida.

Escuche, algo sucede
en nuestra vida.

Y pienso en lo que dijo
el apóstol Pablo cuando dijo,

«Lejos esté de mí gloriarme,

de que me gloríe en otra cosa».

¿Por qué?

Porque es el alma
de lo que creemos.

Escuche, es el liberador,
es el poder liberador

de nuestra vida personal.

No hay–no hay libertad
en el pecado.

Por ejemplo, el problema que
el hombre debe afrontar

es el que origina el pecado,
y sabiendo que todos pecaron

contra Dios y el castigo
del pecado es la muerte,

y como Dios dice: «¿cómo
escaparemos si descuidamos

una salvación tan grande?».

Y la ira, la condenación y el
juicio de Dios están ante toda

persona que niega a Jesucristo
como su Salvador personal.

El hombre tiene un asombroso,
un asombroso e incierto futuro.

Y no es porque Dios sea
un Dios sin amor.

Dios es muy amoroso y dice:
«¿Sabes qué?

He hecho provisión
para tu salvación.

He hecho lo que nadie
más podría hacer por ti,

y es que he venido a este
mundo en la persona de mi Hijo

a entregar mi vida, para que
recibas el perdón de tu pecado».

Esta no es una, esta no es
una doctrina religiosa.

Este es el centro y la esencia
de la Biblia de principio a fin.

Y no solo eso,
eso es, escuche, es la–

es la clave para andar
en libertad cada día.

Aquí está el poder
de la muerte de Cristo.

Esa muerte fue tan
asombrosamente poderosa,

que cualquiera que acepte
a Jesucristo

para el perdón de sus pecados,

de, escuche, de inmediato
recibe el perdón pasado,

presente y futuro de todo pecado
y esa es,

escuche, esa es la clase
de perdón absoluto,

mire, de perdón eterno;
es decir,

de una vez por todas,
eternamente seguros porque

la base de nuestra salvación y
perdón no es lo que hicimos,

sino lo que Él hizo en el
Calvario de una vez por todas.

En un increíble
e inolvidable evento,

derramó su sangre y compró
nuestro perdón.

Una razón por la que es
el centro de lo que creemos

es porque impregna la Biblia
de principio a fin,

y, segundo, porque,
porque mire,

nos libera y nos libra
del castigo del pecado.

La cruz nos salva, pero Pablo
fue más allá al decir

lo que dijo, dijo no solo eso
vea el versículo 14

del capítulo 6: «Pero lejos esté
de mí gloriarme,

sino en la cruz de nuestro
Señor Jesucristo,

«Por», escuche, «por quien el
mundo me es crucificado a mí,

y yo al mundo».

¿Qué quiso decir con eso?

No dijo: «Yo crucifiqué
al mundo»,

dijo: «El mundo me
es crucificado».

Esto es lo que el apóstol Pablo
descubrió,

lo que tantos cristianos,
después de vivir su vida entera,

nunca, nunca entenderán: Que
al llegar a la cruz y recibir

de Dios el perdón
de pecados y al Espíritu Santo

en nuestro ser, mire, la misma,

escuche, la misma sangre
de Cristo que compró

su perdón y limpieza
y su vida eterna

es la misma sangre de Jesucristo
que ha hecho previsión para que

andemos en victoria
día tras día tras día.

Cuando dice: «El mundo
me es crucificado»,

quiere decir esto, dice: «Cuando
vislumbré la cruz y comencé

a comprender la cruz», dice,
«el mundo perdió su atractivo».

«Cuando comencé a comprender
que por la cruz de Jesucristo

todo lo que necesite
mi Dios me lo proveerá.

Cada deseo de mi corazón que se
ajuste a su voluntad para mí,

Dios lo proveerá».

Porque, verá, es gracias
a nuestra relación,

es por nuestra relación
con Jesucristo que acudimos

a Dios en oración.

Y por nuestra relación
con Jesucristo esperamos

que Dios supla lo que nos falta.

La verdad es que toda cosa
buena que nos llega, algunas

son dolorosas, muchas no lo son,
todo lo bueno que nos llega

viene por la gracia de Dios.

¿Qué hace posible
que Dios nos ame,

nos perdone y nos limpie?

El derrame de su sangre.

Él dijo: «El alma
que pecare morirá».

Dios no tuvo que violar
su propio principio,

sino que debe satisfacer
su propia demanda.

Y es lo que hizo Cristo.

Su muerte satisfizo la demanda
de Dios del castigo del pecado.

Diré que quizá cada domingo,
cada domingo,

en cada uno de estos mensajes,
muchas veces, ¿por qué?

Porque es el centro
y el núcleo.

Mire, el centro y el núcleo
del plan redentor es que Cristo

nos sustituyó a nosotros.

Él sufrió nuestro castigo; lo
llevó en su cuerpo en el madero.

Bien, cuando veo esto y pienso
en lo que Pablo decía aquí

y pienso en cómo lo dijo.

Cuando empezamos a entender
el significado de la cruz,

pasa esto: empezamos
a verla de otro modo.

La cruz es como un espejo.

¿Qué refleja?

La cruz, mire, la cruz
refleja nuestra indignidad,

la cruz refleja
nuestra culpabilidad.

¿Qué llevó a Jesucristo
a la cruz?

¡El pecado!

Fue la crueldad y la maldad
del pecado lo que clavó

en la cruz al perfecto
Hijo de Dios.

Pero también, mire,
también refleja algo de Dios,

su amor, su bondad,
su misericordia,

su favor, su perdón.

También magnifica y refleja
los atributos de Dios,

su grandeza y su poder;
y los demás atributos de Dios.

Cuando mira la cruz
y empieza a ver,

¿qué dice esta acerca del Padre?

¿Qué dice sobre el Hijo?

Todo lo que dice es fantástico
y absolutamente maravilloso.

Habla de un Dios y su Hijo,

quien nos ama como para dar
su vida a favor nuestro.

Es como un espejo.

Pero no solo es como un espejo,
sino que cuando la miro,

pienso en el hecho de que es
el medio de nuestra salvación,

de lo que hemos hablado
todo este tiempo.

No hay otra forma.

«El que no naciere de nuevo,
no puede ver el reino de Dios».

Él dice: «Vine a buscar y salvar
lo que se había perdido».

«Cree en el Señor Jesucristo,
y serás salvo»,

no porque Él fuera maestro,
predicador y sanador,

sino porque murió en la cruz
por nuestro pecado.

Es un espejo, el medio
de nuestra salvación

y ciertamente un imán.

Es como un imán.
Escuche.

¿Recuerda lo que Jesús
dijo cuando hablaba

con sus discípulos?

Dijo así: «Y yo», dijo: «Y yo,

si fuere levantado de la tierra,
a todos atraeré a mí mismo».

Entonces, ¿qué hace?

Atrae a hombres, mujeres
y jóvenes por igual hacía Él

a lo largo de los siglos.

¿Y qué es lo que nos atrae?

Que hay algo, hay algo magnético
en el Hijo de Dios,

algo magnético en la cruz.

Para algunos,
es piedra de tropiezo;

para otros, locura;
para nosotros que entendemos

lo que es la cruz.

Mire, nos la colgamos del cuello
y la ponemos en el campanario.

Tenemos vasos o tazas con
ella o camisas con ella.

Y, vemos la cruz colgando
de todo lo imaginable.

Y muchas cosas.

Me pregunto de qué más cuelga,
pero está bien.

Es la cruz del Señor Jesucristo.

La cruz es un símbolo
del amor de Dios,

de su perdón del pecado
y su poder en nuestra vida

para liberarnos y libertarnos
para vivir una vida piadosa

todos los días.

Bien, el apóstol Pablo
la vio como un espejo,

la vio como el medio
de salvación,

la vio como un imán, pero
también la vio como algo más:

la vio como un modelo.

Dirá: «¿Significa que debemos
ir a la cruz y morir?»

No.

Cuando digo «modelo», es esto:
¿Qué representaba?

Representaba
el amor sacrificial,

el amor de Dios Todopoderoso
por el hombre pecador.

¿Recuerda lo que dijo Cristo?

«En esto conocerán todos
que sois mis discípulos».

¿En qué?

«Que se aman unos a otros».

Qué increíble modelo.

Qué tajante.

Alguien dirá: «Yo creo
que Cristo fue un modelo

de cómo vivir».

No.

Cristo era el Hijo de Dios.

Es el Hijo de Dios, el Cordero
que vino y fue inmolado antes

de la fundación del mundo,
y eso se hizo realidad hace

unos 2000 años para que nuestros
pecados fueran perdonados

porque Él fue nuestro sustituto
y llevó el castigo en sí mismo.

Tal es Él.

Bien, le haré una pregunta.

¿Alguna vez en algún momento
de su vida,

ha aplicado el mensaje de
la cruz a su vida personal?

¿A qué me refiero?

¿Ha habido un momento
en su vida en el que,

ante Dios Todopoderoso, le dijo:

«Dios, sé que he pecado
contra ti; te excluí de mi vida,

me rebelé contra ti,
lo hice a mi manera,

Dios, y reconozco que mi pecado
me ha separado mucho de ti

y necesito tu perdón; y por lo
tanto acepto ahora tu perdón,

provisto para mí por la muerte
de tu Hijo Jesucristo

en el Calvario.

Y creo que cuando murió,
pagó mi deuda de pecado,

y acepto a Cristo y su obra
en el Calvario para el perdón

de mi pecado».

Y lo invito, si nunca ha tomado
esa decisión en su vida.

Escuche, este es un momento
clave en su vida.

Ha oído la esencia de toda la
Biblia y ahora le pregunto:

¿Le dirá al Señor Jesús
que perdone sus pecados,

que cree en el testimonio
de la Biblia acerca de la cruz

y que usted acepta
su perdón por fe?

Por fe somos salvos.

Todos creemos lo que dice
la Biblia y actuamos con ella.

Mire, puede creerlo, pero debe
actuar personalmente

con una confesión de sus labios:

«Sí, creo que Jesucristo
es el Hijo de Dios.

Sí, creo que murió en la cruz
por mis pecados.

Sí, creo que mi deuda
de pecado está paga.

Sí, lo recibo como mi Salvador».

En ese momento, todo su destino
eterno cambiará.

Y puede hacer esa simple oración
con sus palabras

como usted quiera.

Y si su corazón es sincero,
no podrá, mire, de verdad,

no podrá jamás volver
a ser el mismo.

¡Aleluya!

locutor: Si este programa
ha sido de bendición para usted,

por favor,
visite …

Phillip Bowen: Estoy aquí,
en el estudio del Dr. Stanley,

y me es difícil creer
que haya pasado un año desde

que el Dr. Stanley
partió con el Señor.

No pasa un solo día
en el que no piense en él

y en el que no lo extrañe,
al igual que ustedes.

Parece que fue ayer cuando
él y yo orábamos por ustedes,

para que las palabras que
el Señor le dio para predicar

les ayudaran a andar en su
voluntad y a acercarse más a Él.

Cuando comprendí que el
Dr. se había ido, pensé:

«¿Y qué haremos
sin nuestro pastor?»

Pero Dios de inmediato me dio
una paz que trasciende

todo entendimiento.

Al trabajar codo a codo
con el Dr. Stanley

en En Contacto por casi
2 décadas,

él continuamente
le recordaba al personal

que no seguimos a un hombre,

sino al Dios eterno
que no nos falla

ni nos abandona.

Muchos se preguntan

¿qué sigue ahora para
Ministerios En Contacto?

Continuaremos transmitiendo
los mensajes del Dr. Stanley,

proclamando la Palabra de Dios
como él lo haría,

de la manera más rápida,
clara e irresistible posible,

hasta los confines de la tierra.

Honraremos el legado
del Dr. Stanley

buscando nuevas maneras
de proclamar el evangelio.

Y seguiremos peleando todas
nuestras batallas de rodillas,

obedeciendo a Dios y dejándole
las consecuencias.

En el mensaje de hoy:
«Por qué creemos»,

el Dr. Stanley cita al
apóstol Pablo en Gálatas 6.14,

diciendo: «Lejos esté
de mí gloriarme,

sino en la cruz de
nuestro Señor Jesucristo».

Así es como vivió el Dr. Stanley
y es como quería que viviéramos.

Gracias por apoyar a En Contacto
a medida que seguimos

estimulando a todo creyente
a cultivar una relación

más estrecha con Jesucristo
sin comprometer la Palabra.

El llamado del Dr. Stanley
sigue siendo nuestro

y me siento agradecido
de que sea el suyo también.