Nuestra esfera de influencia – Dr. Charles Stanley

¿Ha descubierto el asombroso plan de Dios para su vida? El Dr. Stanley explora por qué Dios ha depositado tantas destrezas, habilidades y talentos en su vida, y dónde le ha puesto para influenciar al mundo para bien de su reino celestial.

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locutor: En Contacto con el
Dr. Charles Stanley celebra 45

años de la fidelidad de Dios.

Hoy en el programa
En Contacto,

«Nuestra esfera de influencia».

Dr. Charles Stanley: ¿Cómo ve
usted el propósito de su vida?

Quizás diga: «¿Qué quiere decir
con el propósito de mi vida?»

Bien, ¿ve su propósito
en la vida como

solo disfrutar de ella?

O quizás ser bueno con los
demás.

O tal vez sienta que tiene
alguna misión en la vida, o

quizás su propósito en la vida
es solo sobrevivir.

Su situación, sus
circunstancias, son tales que

siente grandes dificultades
todos los días.

Poder sobrevivir este día y una
semana más, pareciera ser su

propósito en la vida.

O puede ser que hay metas en
la vida que usted

quisiera alcanzar y lograr.

O tal vez su propósito sea
satisfacer la voluntad de Dios,

lo que Él quiere para su vida.

Una tragedia es que
mucha gente lleva su vida

sin ningún propósito.

Tienen un propósito hoy, otro
mañana, la siguiente semana, el

siguiente mes o año; pero de
algún modo no hay

un propósito genuino para vivir.

Si les preguntara: «¿Para qué
está viviendo usted?»

Es probable que le den varias
razones; pero solamente un hijo

de Dios, que entiende bien lo
que es la vida cristiana,

entiende de qué se trata la
vida, Dios, su propósito y

planes para nosotros, diría:
«Vivo para cumplir su propósito

y su plan para mi vida».

Porque, verá, si piensa en
cuánto ha invertido Dios en su

vida, sus destrezas, habilidades
y talentos.

¿Por qué invirtió todo eso en
usted?

Lo hizo para hacer algo en usted
y algo mediante usted, y para

lograr algo en su relación con
usted.

Dios tiene un plan y
un propósito

para cada uno de nosotros.

Mientras más pronto descubramos
cuál es, de pronto, nuestro

propósito en la vida se torna
muy certero y definitivo.

No perdemos tiempo, no
desperdiciamos esfuerzos

ni tampoco dinero.

Escuche, comenzamos a vivir con
un propósito muy concreto.

Ahora, hay gente muy pasiva en
su vida.

Viven, y van de aquí para allá,
y hacen esto, aquello y lo otro,

etcétera, y su vida es
muy limitada.

Y aunque puede ser amplio el
trecho que recorren, adónde van,

es angosto en lo que respecta a
sus propósitos y no logran que

tenga valor alguno en la vida.

Bien, de lo que le deseo hablar
en este mensaje es

de nuestra esfera de influencia.

O sea, todos tenemos
cierto impacto.

Todos tenemos cierta clase de
influencia.

Ahora, hay mucha gente que vive
solo para dejar una impresión

por lo que hacen.

Dios quiere que vivamos para
causar impacto, para dejar una

gran, escuche, una
fuerte influencia

en quienes nos rodean.

Así que le invito a Mateo
capítulo 5, porque el Señor

Jesús es muy claro en este
pasaje cuando nos da un mandato

de cómo debemos vivir.

Así que en Mateo capítulo 5,
desde el versículo 13.

Este es el segundo mensaje en
esta serie de 2 partes: La

influencia del creyente.

Hablamos de «Cómo tener una
influencia duradera» y hoy:

«Nuestra esfera de influencia».

O sea, ¿cuán amplio y profundo
es el alcance de la influencia

de nuestra vida y
cómo llega ahí?

Bueno, dice así comenzando el
versículo 13, capítulo 5 de

Mateo dice: «Vosotros sois la
sal de la tierra; pero si la sal

se desvaneciere, ¿con qué será
salada?

No sirve más para nada, sino
para ser echada fuera

y hollada por los hombres».

Dice: «Vosotros sois la luz del
mundo; una ciudad asentada sobre

un monte no se puede esconder.

Ni se enciende una luz y se pone
debajo de un almud, sino sobre

el candelero, y alumbra a todos
los que están en casa.

Así alumbre vuestra luz delante
de los hombres, para que vean

vuestras buenas obras, y
glorifiquen dice: a vuestro

Padre que está en los cielos».

Ahora, ese es un mandato muy
sencillo de Él.

Escuche lo que dice: «Ustedes
son la sal de la Tierra.

Ustedes son la luz del mundo».

No dijo: «Sugiero que sean,
quizás sean, pueden ser…».

Para los creyentes sin
excepción, la sal de la Tierra y

la luz del mundo.

Ahora, piénselo por un momento.

Para dejar un impacto, para ser
una influencia, dijo: «Sal.

La sal da sabor, preserva,
penetra, se riega.

Marca una diferencia en todo a
lo que se agrega.

Y dicen las Escrituras que lo
único que puede hacerla

inservible, la sal, dijo el
Señor Jesús, son las impurezas.

O sea, a menudo, al recoger sal,
recogían con ella tierra así que

se volvía muy impura.

Y Él dice que se hacía
desabrida.

Así que la
arrojaban en el camino,

y la gente caminaba sobre ella.

Y dice que lo único que puede
hacer inservible

a la sal son las impurezas.

Lo único que disminuye la
salinidad, el impacto y la

influencia de nuestra vida
son las cosas

que no tienen cabida en ella.

El pecado hará que nuestra vida
llegue a ser como son las

impurezas en la sal:
desabrida, impura, sin poder y,

por tanto, sin efecto.

Luego dijo: «Ustedes son la luz
del mundo».

Recuerde que Jesús dijo que
mientras esté en el mundo «yo

soy la luz del mundo».

Pero dijo: «Voy con el Padre»,
lo cual hizo.

Se sentó a la diestra del Padre.

Y entonces dijo: «Ustedes son la
luz del mundo».

O sea, todos los creyentes tiene
al Señor Jesucristo viviendo

dentro de sí y somos la luz del
mundo.

Él dice: «Ustedes son el Cuerpo
de Cristo».

Ahora, aunque no somos la luz
misma, lo reflejamos a Él.

O sea, la luna no tiene luz
propia–es un reflejo

de la luz del sol.

Somos como la luna–reflejamos
la luz del Señor Jesucristo, Él

vive dentro de nosotros.

Por nuestra conversación,
conducta y carácter, reflejamos

a Cristo quien mora en nosotros.

Por eso, dice: «Ustedes son la
luz del mundo».

La luz revela lo que está allí.

También aparta la oscuridad.

Muestra el camino de manera
clara y nos advierte

de peligros venideros.

Lo mismo puede sucedernos a
todos en esta ilustración en

particular, como lo que hace el
pecado en la vida del creyente,

al decir que este es sal.

Porque lo que hace el pecado es
desvanecer los rayos de la luz.

El pecado es como el hollín en
el bombillo de la linterna, que

mientras más haya de hecho menos
luz visible tendrá.

El pecado no encaja en la vida
del creyente pues merma nuestra

eficacia y nuestro impacto e
influencia en la vida de otros.

Dice que somos la sal de la
Tierra y la luz del mundo.

O sea, debemos causar impacto,
debemos ser influyentes en la

vida de otras personas.

Y hay muchas personas solo
dispuestas a llevar una vida

muy, muy sencilla y bastante
aislada–o sea, «no me molesten

con los asuntos de la vida».

Se interesan por sus
necesidades, sus deseos, sus

anhelos, su sed, adonde quieren
ir, lo que quieren hacer, así

que su vida es angosta en su
concepción, aunque

geográficamente cubra mucho
territorio.

Pero en su mente, su espíritu,
su alma, todo su ser, andan

rodeados de gente a diario, pero
no tienen interés alguno en

impactar o influenciar a nadie
para bien.

Déjelos en paz, «solo
déjeme llevar mi vida

como quiero hacerlo.

Mientras las cosas vayan a mi
manera, no me preocupan los

asuntos de la vida de los
demás».

Totalmente indiferente a la
realidad.

Jesús no dijo: «Sugiero que sean
sal y luz».

Dijo: «Ustedes son la sal
de la Tierra,

ustedes son la luz del mundo».

O sea, deben tener un impacto,
deben ser influyentes.

La vida de la gente debe
cambiar para bien gracias

a nuestra influencia.

Recordemos que Jesucristo
viviendo en nosotros, y por

medio de nosotros, tendrá un
impacto, será, será influyente

donde sea que estemos.

Por ejemplo, cuando un padre se
propone enseñarles a sus hijos

ciertos principios por la
sencilla razón que quiere, que

sus hijos crezcan y sean
consagrados a Dios, eso es un

impacto intencional.

Hablamos de los creyentes,
hablamos de la gente a quien se

dirigió Jesucristo al decir:
«Ustedes son la sal de la Tierra

y ustedes son la luz del mundo».

Así que le formulo esta
pregunta: ¿La vida de quién está

impactando usted?

¿En la vida de quién ha influido
usted para bien?

Hablo de una influencia
espiritual.

¿Qué diferencia determina que
alguien le hayan conocido?

¿Qué diferencia marca en la vida
de alguien por conocerle, porque

le miran, porque le escuchan,
porque le observan?

¿Qué diferencia marca en la vida
de quien sea, que usted esté

vivo, alrededor de ellos, y que
ellos le rodeen?

¿Qué diferencia marca?

Luego plantéese esta
pregunta: ¿Quién está influyendo

en mi vida?

¿De qué se trata su
conversación?

¿Cuál es su conducta?

¿Cómo podría describirse?

¿Y qué de su carácter?

¿A quién le ha permitido que
influya en su vida?

¿A quién le ha permitido que
impacte su vida?

¿Quién está marcando una
diferencia en su vida?

Y la pregunta es: ¿Es para bien
o es para mal?

¿Hay alguien influyendo e
impactando su vida al punto de

hacerle alejar de las cosas de
Dios?

¿O más bien su influencia en su
vida está acercándole a Dios,

creando en su corazón
gran hambre, gran sed,

y un profundo anhelo por Dios?

¿Qué clase de impacto qué clase
de influencia tenemos en otros y

qué influencia tienen en
nosotros?

Pues es evidente en la Biblia
que Jesucristo no quiso que

fuéramos sal y luz solo en
nuestro propio envase; sino que

más bien, escuche, tengamos una
esfera de influencia.

Cuando pienso en esto, lo veo a
la luz de esto: Por ejemplo, si

está en la orilla de un lago y
digamos que toma una roquita o

piedrita y la arroja hacia el
agua, ¿qué pasa?

Bueno, cae con un blup y luego
de repente se forman ondas,

salen circulitos, pequeñas olas,
olitas, y se expanden más y más

hasta que por fin el agua queda
en calma de nuevo.

Ahora, dependiendo del tamaño de
esa piedra, si es una roca

pequeña, habrá pocas olas.

Si es una roca más grande, habrá
más olas.

Si es una roca grande, muchas
olas y llegan más lejos.

Al pensar en la clase de vida
que Jesús quería que viviéramos,

Él quería que lleváramos una
vida, escuche, no como granos de

arena arrojados al agua.

¿Cuántas ondas causaría un grano
de arena?

Casi ninguna.

Muy pocas.

¿Está satisfecho con llevar la
clase de vida en la que sus

olas, su impacto, su influencia
en los otros son

como un grano de arena?

¿O quiere que sea
como un ladrillo?

¿O tal vez como una gran roca?

¿O quiere que sea como una
montaña?

Que su vida cause tales ondas,
tales olas, que sea como una

gran oleada en la vida de
alguien.

Pero seguramente no quiere vivir
sin tener una buena influencia y

un buen impacto en alguien.

Quizás alguien diga: «Bueno, no
sé cuánto abarque el alcance de

mi testimonio, de mi vida, no sé
cuál es mi caso».

Le diré ahora
cómo simplificar eso.

Quiero hablarle de algunas
maneras en las que puede,

escuche, usted puede generar esa
ondita que ha vivido solo para

sí–yo, yo mismo y mi otro
yo, lo que me interesa,

lo que me concierne.

Y solo abarca este espacio,
pero quiere que abarque

más y más y más.

Quiere que las pequeñas onditas
se conviertan en olas.

Quiere que las olas, escuche,
se conviertan en oleadas

en la vida de alguien.

No es que le dé la vuelta al
mundo con su influencia,

pero eso no lo sabe.

¿Quiere no producir solo
onditas sino generar olas

con su impacto e influencia?

Bien, comencemos con algo que
puede hacer, algo muy sencillo.

Del modo que Dios ha hecho
posible para cada uno de

nosotros, para que cada uno de
nosotros tenga el impacto de

nuestra vida con un notorio,
mayor alcance y funcione en

esferas más altas de
lo que creíamos.

Por ejemplo, vamos a
tomar la oración.

¿Cree que Dios contesta la
oración?

Sí.

¿Cree que su oración puede tocar
a alguien en cualquier parte

del mundo o en el espacio
si está allí?

Sí.

¿Quiere usted decir que cree que
cuando habla con Dios, Él

escuchará su oración e impacto,
contestará su oración e

impactará, influirá en la vida
de alguien?

¡Sí!

¿Qué tan lejos
puede llegar la esfera

de su influencia?

Hasta los confines de la Tierra,
hasta lo último de la Tierra,

porque de rodillas, puede
alcanzar, escuche, puede

alcanzar los lugares más
recónditos de la Tierra, en su

sala, en su dormitorio, donde
esté su cuarto de oración, donde

esté orando, alguien por
quien orar,

alguien cuya
vida sea cambiada.

Si quiere que su vida cuente en
gran manera, que impacte la vida

de otros, ocúpese haciendo la
única cosa que sabe que

impactará la vida de
alguien más

que cualquier otra
cosa que haga.

Y es hablando con Dios
Todopoderoso, escucha nuestras

oraciones alcanza nuestra vida y
cambia la vida de otros.

Luego está la palabra hablada.

Puede impactar la vida de otros
a menudo con muy pocas palabras,

y a veces es muy sencillo.

Va a una persona que ve que está
deprimida y desanimada, y

angustiada por cosas en su vida
y usted le dice: «Escucha, solo

quiero que sepas que te quiero y
te aprecio.

Sé que estás pasando un momento
difícil en tu vida.

Estoy orando por ti.

¿Sabes qué?

Lo vas a lograr.

Lo vas a lograr.
Dios te ayudará.

Él te alentará.

Él conoce tus necesidades.

Suplirá cada una de tus
necesidades.

Tenlo por seguro.

Dios lo hará porque te ama».

Usted dirá: «¿Pues qué importa
que le diga a alguien eso?»

Permítame preguntarle: Póngase
en el lugar de ellos: está

deprimido, no puede pagar su
renta, no puede pagar la cuota

de su auto, su esposo la
abandonó, su esposa lo dejó, y

no tiene ni idea de qué hacer
ahora.

Y alguien se acerca a usted y le
dice eso.

El impacto de las palabras:
puede ser algo sencillo, otras

veces puede ser más extenso.

Puede ser un mensaje que
escucha, un mensaje que ofrece,

pero marca la diferencia.

¿Quiere causar un impacto?

Piénselo muy bien, cuando todos
venimos a congregarnos cada

domingo, o a la iglesia adonde
asista, y usted da para el

ministerio del Señor Jesucristo
en esa iglesia, ¿qué pasa?

El testimonio y la presencia se
ven, y ¿hasta dónde llega?

Eso nunca podrá medirlo.

Pero abarca mucho más de lo
que se imagina,

y llega mucho más lejos.

Porque su impacto, su
testimonio, su presencia a

través de alguien más llevará
el evangelio adonde

usted nunca podrá ir.

Nunca subestime, escuche, el
alcance y la esfera de

influencia que usted puede
tener, ya sea en su negocio

o en donde sea.

Si lo hace para la gloria de
Dios, es con el propósito de

escuche, ser obediente a Dios.

Él dice que somos sal y luz.

No espera que todos
hagamos lo mismo.

Hay muchas cosas, muchas
destrezas que no tengo, la

mayoría de cosas que no tengo.

Pero otras personas las tienen y
pueden usarlas para la gloria de

Dios, pueden tener una
influencia.

Escuche, el mundo quizás no
los conozca por nombre,

Dios lo conoce a usted.

Y lo importante es que Dios sabe
lo que usted está haciendo y

¿qué está haciendo?

Ser sal donde Dios quiere que
usted sea sal.

Ser luz donde Dios quiere que
usted sea luz.

Cuando pienso en lo que esto
está haciendo alrededor del

mundo, está echando fuera la
oscuridad de la vida de cientos

de miles de personas.

Un día de esto, escuche, habrá
millones de personas en línea.

¿Por qué?

Hay un hambre de Dios.

Hay un anhelo por conocer al
Señor Jesucristo como Salvador.

Hay hambre en el mundo hoy por
tanto pesar, problemas,

dificultades, dolor,
sufrimiento, pobreza,

enfermedades y dolencias.

La gente está más abierta al
evangelio que nunca antes.

Escuche, tenemos la mayor
oportunidad de ser sal y luz que

hemos tenido en
toda nuestra vida.

¿Dónde comienza?

Comienza donde usted
vive, con sus destrezas,

habilidades y talentos.

Escuche, Dios espera y quiere
que su esfera de influencia,

escuche con atención, su
intención es que su esfera de

influencia llegue tan lejos y
abarque tanto como las

habilidades, destrezas,
talentos, dones y oportunidades

que Él le ha dado.

O sea que la de algunas personas
llegará más lejos, pero también

significa que mientras más
dones, talentos y oportunidades

tenga, más responsabilidad
tendrá.

Y pienso que con frecuencia,
sobre todo las madres sienten:

«Bueno, ¿qué influencia puedo
tener?»

Mire, decía que lavar los
platos, ahora la lavadora de

platos, de ropa, limpiar toda la
casa y lo demás.

A veces tienen que trabajar,
etcétera.

Y es natural que piense en mi
madre obviamente.

La influencia que mi
madre tuvo en mi vida,

no puedo ni describirla.

Impactó absolutamente mi vida
por completo como nadie más.

¿Sabe qué?

Solo estudió hasta el sexto
grado.

Así que no me enseñó mucho
conocimiento, pero fue lo que

vi, y lo que sentí, lo
que sin duda,

influyó en mi vida para siempre.

Trabajaba en un telar, ganaba 9
dólares con 10 centavos a la

semana por 40 horas.

Siempre teníamos ropa, un poco
de comida en el refrigerador.

¿Pero sabe lo que hacía?

Nadie conoce a Rebecca,
pero yo sí.

Ella estampó en mi vida que
nunca sería, que nunca hubiera

considerado no obedecer a Dios
y cumplir su propósito

y plan para mi vida.

Lo vi en ella.

Cuando no tenía nada, era fiel,
leal, obediente al Dios vivo.

Se arrodillaba junto a mí todas
las noches que recuerdo

y oraba conmigo.

¿Cómo me enseñó a orar?

No con muchas palabras, sentía
su presencia a mi lado.

Eso fue cuando era niño.

Crecí, fui a la universidad,
venía a casa, antes de dormirme,

mi mamá se arrodillaba a orar
por mí, eso hacía, hablaba con

Dios, decía mi nombre–que aún
lo escucho.

¿Quién conoció a Rebecca?

El asunto no es ese, el
asunto es una madre,

una madre que trabajaba.

Hoy las llamamos madres
solteras.

Como quiera llamarla, el asunto
no es ese.

El asunto es este:
impacto, sal, luz.

No una opción, sino un mandato.

Alguien dirá: «Bueno, ¿cómo
sabré cuán amplio es el alcance

de mí, de mi esfera
de influencia,

hasta dónde llegará?»

Nunca lo sabrá, y
permítame recordarle algo:

no es problema suyo.

No es asunto suyo
cuán amplia sea.

Mire, nos gusta contar,
anotar victorias,

hablar de esto y de éxitos.

¿Sabe qué?

Nada de eso es bíblico.

¿Qué hacemos?

Lo vivimos a diario.

Lo obedecemos a diario.

Dejamos que Él viva mediante
nosotros cada día.

¿Sabe?
Él es quien cuenta.

Además, no podemos contarlo de
todos modos.

¿Cómo se cuenta el impacto y la
influencia en la vida de

personas que nunca nos lo dirán,
y que quizás, escuche, ni

siquiera se den cuenta sino
hasta años después en la vida?

Solo le digo esto: no se pierda
el privilegio diario de dejar

que Jesucristo, el Hijo de Dios,
viva en y mediante usted de tal

manera que quienes le conozcan
quieran también conocer la

fuente de su fuerza, la luz de
su vida, el agua de su alma, el

gozo de su corazón, la paz y la
tranquilidad que nos cautiva

por completo cada día.

Eso es lo que nos pide que
seamos.

Dice: «Quiero que sean sal
y que sean luz».

Le pregunta es: ¿Cómo
describiría el sabor de su sal?

¿Cómo describiría el brillo de
su luz?

¿Hay cosas en su vida que hacen
que su sal sea impura?

Testimonio débil.

¿Que causan que su luz sea
tenue?

Mal testimonio.

Entonces límpielo.

Pídale a Dios que limpie su vida
y dígale que quiere que la llama

de su lámpara brille; que la
sal de su vida

sea fuerte e impactante.

Luego déjelo decidir cuál será
su alcance.

No trate de contar ni trate de
medir.

Es absolutamente imposible, solo
puede medirse a cabalidad cuando

estemos en el juicio de Cristo y
demos cuenta por nuestra vida, y

nos sorprenderemos.

Quizás nos sorprendan las
oportunidades que perdimos.

Y tal vez nos sorprendan, al
menos un poco, las oportunidades

que aprovechamos.

Habrá un día en el que
rendiremos cuentas.

Lo último que querremos es haber
vivido y pararnos frente al Hijo

de Dios, Jesús, quien dio su
vida en la cruz porque nos ama;

Y mirar el pasado y darnos
cuenta de que perdimos la

oportunidad más maravillosa que
se nos dio de dar testimonio de

alguna manera a una
o más multitudes

de quién es Jesucristo.

Usted es sal y también es luz,
así que la pregunta es: ¿Está

dispuesto a ser tan salado como
pueda, tan brillante como pueda,

que la esfera de su
influencia sobrepase

todos sus sueños
y su imaginación?

Padre, cuán agradecidos estamos,
nos diste un versículo tan

sencillo, al decirnos que somos
sal y luz.

Todos podemos sin duda
identificarnos con eso, y mi

oración hoy es que el Espíritu
Santo grabe este mensaje tan

profundamente que aún antes de
salir de este lugar, seamos

sensibles a la gente
que nos rodea.

Que al ir a trabajar mañana,
reconozcamos que deseas

vivir a través de nosotros.

Que con la pureza de nuestro
corazón y nuestro motivo, nos

emocionaremos al ver lo que
podrás hacer en y mediante

nosotros, en la vida de otras
personas, no solo hoy o mañana,

la próxima semana, el siguiente
mes o año, sino por el resto de

nuestra vida y por la eternidad.

En el nombre de Jesús, amén.

[música]