La promesa y el plan – Dr. Charles Stanley

No siempre entendemos por qué Dios actúa de la manera en que lo hace. Pero podemos estar seguros de que siempre tiene el control. En momentos así, es útil recordar que Dios ve el panorama completo y trabaja para cumplir sus propósitos. En este mensaje, el Dr. Stanley esboza siete verdades de las Sagradas Escrituras para recordarnos que no importa lo que veamos, podemos confiar en que Dios cumplirá todas sus promesas y completará su plan perfecto. Para más mensajes de Charles Stanley, incluyendo la transmisión de esta semana, visite www.encontacto.org/vea

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Dr. Stanley: De vez en
cuando, alguien me dice: «¿Sabe

qué?

Usted habló de cuán bueno es
Dios y que al aceptarlo como

Salvador personal entra a
nuestra vida, tenemos el

Espíritu Santo y todo mejora.

Pues acepté a Jesucristo como mi
Salvador personal y las cosas

empeoraron».

Y quizás todos hemos dicho eso
de cierta manera.

Creemos que al aceptar a Cristo
como nuestro Salvador todos

tenemos esas promesas en la
Palabra de Dios, y a veces

parece que lo que sigue es todo
un desastre después de lo que

creemos que es una promesa de
Dios.

Y a veces no podemos explicar lo
que Dios está haciendo, porque

queremos hacer lo correcto, pero
de algún modo no sale bien.

Pensemos en Moisés, por ejemplo,
desde que dejó la zarza

ardiente, obedeció a Dios,
estaba muy sorprendido de lo que

había escuchado y visto, así que
se fue de la zarza ardiente

comprometido a hacer lo que Dios
quería que hiciera, y lo hizo.

Y debía decirle a Faraón que
dejara ir al pueblo.

Pues Faraón, en lugar de
escucharlo, les duplicó el

trabajo.

Ya no solo hacer ladrillos, sino
buscar la paja para hacerlos.

Así que el enemigo número 1 en
ese momento en particular en la

vida de los hijos hebreos era
Moisés, porque Faraón había

duplicado sus responsabilidades
y sus requisitos.

Moisés estaba seguro de que
había hecho lo que Dios le dijo

que hiciera, pero el resultado
no fue el esperado.

Ahora, todos experimentamos eso
en la vida, cuando creemos saber

con exactitud qué dijo Dios, y
nos pasa lo mismo, no sale como

esperábamos.

Entonces, al ver este pasaje
bíblico, creo que es un pasaje

que describe lo que nos sucede.

Queremos hacer lo correcto,
creemos que hemos hecho lo

correcto, creemos que hemos
escuchado a Dios, no sale así y

nos Juzgamos y nos condenamos y
decimos: «Señor, no estabas

escuchando en nada», y sentimos
autocompasión y culpamos a Dios.

Entonces, ¿cuál es la solución a
todo eso?

Así que deseo que juntos vayamos
al tercer capítulo de Éxodo,

desde el versículo 10: «Ven, por
tanto, ahora, y te enviaré a

Faraón, para que saques de
Egipto a mi pueblo, los hijos de

Israel».

Esa era una gran responsabilidad
y requisito.

«Entonces Moisés respondió a
Dios: ‘¿Quién soy yo para que

vaya a Faraón, y saque de Egipto
a los hijos de Israel?'».

«Y él respondió: ‘Ve, porque yo
estaré contigo; y esto te será

por señal de que yo te he
enviado: cuando hayas sacado de

Egipto al pueblo, serviréis a
Dios sobre este monte'».

«Dijo Moisés a Dios: ‘He aquí
que llego yo a los hijos de

Israel, y les digo: El Dios de
vuestros padres me ha enviado a

vosotros.

Si ellos me preguntaren: ¿Cuál
es su nombre?, ¿qué les

responderé?'».

«Y respondió Dios a Moisés: ‘Yo
Soy El Que Soy’.

Y dijo: ‘Así dirás a los hijos
de Israel: Yo Soy me envió a

vosotros'».

Notemos esto y deseo que escriba
estas declaraciones: cuando

vengan los problemas, debemos
recordar sus promesas.

Y esas promesas son vitales como
parte de nuestras creencias.

Vayamos a Hebreos, por ejemplo,
y veamos un par de versículos

allí, en el capítulo 10,
versículo 23, la Biblia dice:

«Mantengamos firme, sin
fluctuar, la profesión de

nuestra esperanza, porque fiel
es el que prometió».

Y luego el versículo 36, dice:
«porque os es necesaria la

paciencia, para que habiendo
hecho la voluntad de Dios,

obtengáis la promesa».

Creo que quizás todos teníamos
la idea, al aceptar a Cristo:

«La vida está a punto de mejorar
para mí».

Y la mayoría de las veces es
así, y quizás de algún modo es

así, pero a menudo no de la
manera esperada.

Gente que ha vivido en pecado y
desobediencia a Dios, solo por

haber aceptado a Cristo como su
Salvador, mucha atención, no

significa que Él haya borrado
todas las consecuencias.

Sí significa que su nombre está
en el Libro de la vida del

Cordero, que sus pecados han
sido perdonados, sí quiere decir

que tiene una nueva vida, pero
todas las consecuencias no

desaparecen solo por pedirle a
Cristo que nos salve.

Entonces cuando vengan los
problemas, debemos recordar sus

promesas.

En segundo lugar, Dios le dijo,
por ejemplo, en el capítulo 6

versículo 1: Él dice: «Esto
puedes esperar: Faraón sacará a

los hebreos de Egipto», y justo
eso es lo que Moisés quería oír;

y esta es una promesa de Dios,
los sacará.

Y luego dice: «Endureceré el
corazón de Faraón».

Pues ahora eso cambió toda la
historia.

«Esto es lo que harás y luego me
dices que endurecerás el corazón

de Faraón».

A veces al pasar por dificultad,
nos parece que Dios obra del

otro lado.

Pareciera que estuviera a favor
del enemigo, pero Dios siempre

quiere que veamos más allá de la
circunstancia inmediata.

Porque Dios no solo actúa en una
molécula minúscula, en un

pequeño círculo, Dios obra con
el panorama completo en mente.

Por eso debemos aprender a
escuchar a Dios con atención.

Dios no comete errores, y cuando
le habla a nuestro corazón, y a

veces la gente dice: «Pues
supongo que oí mal a Dios».

No, no lo escuchó mal, sino
malinterpretó lo que Dios le

dijo.

Dios no dijo: «Haré todo fácil
para los hebreos», sino dijo:

«Los voy a liberar, y lo haré
endureciendo el corazón de

Faraón».

Bien, ya usted se sabe la
historia.

Endurecer el corazón de Faraón
hizo estragos en el pueblo

hebreo.

A veces cuando Dios nos hace una
promesa, escuche bien, no nos da

los detalles.

Y ¿por qué no?

Pues tendría que preguntárselo a
Dios.

Puede cuestionarlo si quiere,
pero escuche, Dios sabe cuál es

su propósito, y su meta siempre
es por nuestro bien.

Su propósito siempre es hacer
algo en nuestra vida que traiga

bondad y gozo a nuestros
corazones; pero a veces trae

dificultad, dolor y sufrimiento.

No hay promesa en la Palabra de
Dios que nos garantice una vida

sin sufrimiento, pena y dolor.

Entonces debemos recordar con
quién estamos tratando: con

Dios, quien nos ama
incondicionalmente, nos salva de

nuestro pecado.

No nos desamparará, y contesta
nuestras oraciones, pero no

promete salvarnos de todo
sufrimiento, pesar, ni incluso

de muerte.

Entonces, al ver esto, la
promesa de Dios a Moisés fue

maravillosa, pero no le dijo:
«Será fácil, será un éxodo

maravilloso, todo saldrá a las
mil maravillas.

Moisés, estarás sentado en la
cima del mundo».

Nada de eso.

Entonces lo tercero que deseo
que notemos es esto: Dios está

obrando para lograr su propósito
aun cuando ni siquiera lo

veamos, cuando no lo entendamos.

Y en Éxodo capítulo 7 versículo
5, dice: «Y sabrán los egipcios

que yo soy Jehová, cuando
extienda mi mano sobre Egipto, y

saque a los hijos de Israel de
en medio de ellos».

Dice: «Pasará esto.

No te daré todos los detalles,
pero recuerda que: «yo soy

Jehová, cuando extienda mi mano
sobre Egipto, y saque a los

hijos de Israel de en medio de
ellos».

«E hizo Moisés y Aarón como
Jehová les mandó; así lo

hicieron».

«Era Moisés de edad de ochenta
años».

Así que, Dios le aseguraba lo
que iba a suceder, pero no le

dio todos los detalles.

Y diré: «Haré esto».

Y a veces vemos la evidencia de
Dios en acción y no siempre

entendemos cómo lo hace.

Dios hace una promesa, usted
dirá: » Bueno, ¿siempre cumple

Dios su promesa?»
Sí.

¿Nos da siempre los detalles?

No, porque es así como crecemos
en nuestra fe, creyéndole,

confiando en Él cuando no
entendemos.

En ninguna parte Dios promete
que entenderemos.

Promete cumplir su Palabra.

Promete que estará con nosotros.

Promete suplir nuestra
necesidad, pero no que siempre

entendamos.

A veces vemos la evidencia de
Dios obrando en nuestra vida,

otras veces no podemos verlo.

O sea, Moisés no podía prever lo
que Dios tenía en mente.

Y cuando Dios le dijo: «Te usaré
para liberarlos», y luego ve lo

que pasa, es normal que lo
cuestione: «Señor, dijiste

esto».

Pero debemos recordar que Dios
no siempre da detalles.

¿Escuchó eso?

Bueno unos cuantos de ustedes
sí.

Dios no siempre nos da detalles,
¿amén?

Pues así nos damos cuenta de si
confiamos o no en Él.

Por lo general, cuando Dios
habla de algo bueno que hará, lo

que hacemos es que nuestra mente
salta de hoy a lo bueno.

Así que no nos gusta pensar en
cuál es la diferencia entre la

promesa de hoy y lo bueno de
mañana.

Puede pasar mucho en ese lapso
de tiempo.

Lo que sucede aquí es que tomó
la muerte del hijo de Faraón

para convencerlo de que dejara
ir al pueblo Pero justo eso fue

lo que planeó Dios.

Él sabía lo que tendría que
suceder antes de que Faraón

dejara ir al pueblo.

Así que piense en todas las
plagas, y demás, de lo que

hablaremos luego.

Pero, Dios está obrando para
lograr su propósito, pero no

siempre de las maneras que
esperamos.

Entonces, lo cuarto que deseo
que apunte en todo esto es:

Debo confiar
en que Dios cumplirá su

promesa.

Nuestra responsabilidad no es
entenderlo todo, sino confiar en

que Dios cumplirá su promesa,
ese es un requisito: «Fíate de

Jehová de todo tu corazón, y no
te apoyes en tu propia

prudencia.

Reconócelo en todos tus caminos,
Y él enderezará tus veredas».

Así que mientras más difíciles
sean nuestras circunstancias,

más grande será nuestra lucha.

Y en algunas luchas que
enfrentamos, lo único que

tenemos es su Palabra, la
Palabra viva de Dios: la Biblia.

Y lo que Dios le dijo a Moisés,
y lo que tenemos hoy en las

Sagradas Escrituras, es lo
mismo.

Es el mismo Dios que le dio esta
promesa a Moisés, quien nos hace

promesas a nosotros.

Entonces, ¿qué tenía Moisés?

Mucha atención, lo único que
tenía era esto: «estaré

contigo», «estaré contigo».

Dios le dijo muchas cosas, pero
lo único que tenía era: «estaré

contigo».

Deseo que pensemos en esto, eso
es lo único que tenemos.

Todo lo demás podríamos perderlo
en un segundo.

Todos nuestros planes podrían
fallar, nuestras posesiones

podrían quemarse o estrellarse,
o lo que sea.

No tenemos garantía de nada como
creyentes sino la presencia, el

poder y el amor de Dios
Todopoderoso, solo tenemos eso.

Y pienso en la gente que pasa la
vida invirtiendo en esto y

aquello, acumulando y acumulando
y acumulando; y lo que hacen es

negar esto.

Tratan de obtener más seguridad.

Mire, la seguridad no se
encuentra en la bolsa de

valores, ni en los centros
comerciales, en ninguno de estos

sitios; la seguridad solo se
halla en la presencia del Dios

vivo, solo eso tenía Moisés.

Cuando fue a ver a Faraón, lo
único que tenía, y piense en

esto, a este mismo Moisés lo
sacaron de Egipto 40 años antes.

Habían pasado 40 años, era otro
Faraón, no lo conocía salvo lo

que sabían de él.

Y Moisés volvió, cruzó el
desierto, a decirle a Faraón:

«Debes dejar ir a los hebreos».

Pues eso era un chiste.

O sea, piénselo.

«Vienes aquí con una vara de
pastor de ovejas a decirme que

libere a 2 millones de esclavos
que están construyendo todos mis

monumentos y ¿crees que voy a
escuchar eso?»

Como era de esperar, no le
creyó.

Así que deseo que apunte esto.

Número 5: Debemos recordar que
Dios es el soberano del universo

y todo está en su poder.

Y mi versículo favorito es en el
Salmo 103.

Me escuchará citarlo muchas
veces, pero le invito a

acompañarme a buscarlo.

Salmo 103, versículo 19, Él
dice: «Jehová estableció en los

cielos su trono, Y su reino».

O sea su poder, su amor, todo lo
que es, ¿qué hace?

«su reino domina sobre todos».

Quiere decir que el poder de
Dios Todopoderoso domina sobre

todo.

Recuerde una de las cosas que le
dijo Dios a Moisés antes de ir a

ver a Faraón: «Estaré contigo.

Estaré contigo».

Mucha atención, lo que Dios le
dijo a Moisés nos lo ha dicho a

cada uno de nosotros que somos
seguidores de Cristo.

«Estaré contigo hasta el fin del
mundo, y más allá».

Al aceptar a Cristo como
Salvador, el Espíritu Santo

viene a nuestra vida a sellarnos
como hijos de Dios.

Entonces no es que hagamos esto
con nuestro poder, sino que

caminamos con la fortaleza y el
poder; así que es el poder de

Dios.

Entonces, lo que sea que le
pidamos, lo que, lo que

necesitemos en la vida, Él es el
Dios soberano del universo, o

sea que es capaz y poderoso para
hacer lo que se necesite hacer

en nuestra vida.

Ahora, mucha atención, piense en
esto por un momento, al aceptar

a Cristo como nuestro Salvador,
estamos de acuerdo en que Él

escribió nuestros nombres en el
Libro de la vida del Cordero,

que vino a nuestra vida mediante
el Espíritu Santo y nos selló

para siempre como sus hijos, no
podemos perdernos, sellados para

siempre.

Él vive en y mediante cada uno
de nosotros su voluntad mediante

el poder del Espíritu Santo,
tenemos esa relación con Él.

Eso significa que tenemos la
intervención de la presencia y

el poder de Dios en cada aspecto
de nuestra vida.

Tiene al Dios soberano del
universo, al mismo que caminó

con Moisés para que viera a
Faraón, y pudo haberlo

aniquilado en un instante de
haber querido.

Pero al Dios decir: «Estaré
contigo», Faraón no pudo hacerle

nada a Moisés pues Dios estaba
con él.

A veces olvidamos a quién
tenemos dentro de nosotros y lo

que tenemos al tenerlo a Él.

Así pues, tenemos la confianza
de que Dios cumplirá su Palabra.

Lo sexto que deseo que escriba
es esto: A menudo Dios tiene un

plan inesperado para suplir
nuestras necesidades, Dios

siempre tiene una razón, una
meta y un propósito.

Y una de las razones por las que
permite que pasemos por

dificultad, dolor, rechazo y
todo lo demás es para enseñarnos

a confiar en Él, para enseñarnos
que en los momentos más duros y

más dolorosos, Dios está
haciendo algo bueno en nuestra

vida.

Quizás al preguntarle a un
hebreo en aquel tiempo cuando

venían las plagas y pasaba todo
eso a su alrededor: «¿Es Dios

bueno?»
Ellos no entendían por completo

todo lo que estaba pasando.

Moisés sabía lo que estaba
sucediendo.

Porque, ¿qué tenía Dios en
mente?

¿Qué hizo Dios?

No los dejó ir y ya.

Al irse, dice la Biblia que
saquearon a los egipcios.

O sea, se llevaron sus riquezas.

Y a veces no podemos ver lo que
Dios está haciendo.

Y la última declaración es esta:
Dios nunca llega tarde con su

liberación, nunca tarde.

Quizás oremos por mucho tiempo
por algo.

Tal vez pasemos por dificultad,
pesar, lo que sea; pero Dios

nunca llega tarde con su
liberación.

Tal vez sea tarde según nuestra
agenda, no la suya.

Los hebreos, mire, esperaron 400
años.

Usted dirá: «Pues eso me suena a
demora».

No en la mente de Dios.

Pues la pregunta es: ¿Cuál es el
propósito de Dios?

Mucha atención, estaba
demostrándole a la nación de

Israel, o sea a los hebreos,
demostrándoles algo que nunca

olvidarían.

Les dirían a sus hijos, a los
hijos de sus hijos, hasta el

siglo 21, y más adelante hasta
que Cristo vuelva, que el Dios

de los hebreos es el único Dios,
Jehová, y que Él es el soberano

del universo.

Ese es el Dios en quien creemos
y a quien servimos.

Y por eso podemos cantar y
alabar a Dios y no avergonzarnos

de que creemos en Él en toda
circunstancia de la vida.

Entonces si recuerda, cuando
vengan los problemas, confiamos

en Dios.

No tratamos de descifrarlos.

Dios nos ha dado todas estas
promesas en la Biblia.

«No te dejaré ni te
desampararé».

«Estaré contigo pase lo que
pase».

«Nada te faltará, te llevaré en
la tempestad, y tienes seguridad

eterna».

¿Sabe usted cuán bendecido es?

Piense en cuánto nos quejamos y
cuán bendecidos somos.

Y la promesa no es de
cualquiera, es del Dios soberano

del universo quien tiene el
poder de bendecirnos como Él

quiera; edificarnos en la fe y
hacer de nuestra vida un ejemplo

y un testimonio al no creyente
en su lucha.

Quizás usted sea una de esas
personas que está luchando hoy.

Tal vez no sepa si cree o no en
Dios.

No puede darme una buena razón
para no creer en Él.

Aquí hay cientos de páginas
escritas en la Palabra de Dios

para creer en Él.

Y dice: «Porque todo aquel que
invocare el nombre del Señor,

será salvo».

No tal vez, será salvo.

Esta bondad del Dios a quien
servimos y en quien creemos; es

el Dios de gracia, amor y
perdón.

Le desafío, si no ha aceptado a
Cristo como su Salvador, a que

rinda su vida a Él.

Quizás usted no entienda muchas
cosas de la Biblia.

Hay muchas cosas que yo no
entiendo, tal vez no lo hubiera

hecho de esta manera u otra,
pero es a la manera de Dios, que

es perfecta porque Dios sabía lo
que buscaba.

Él perdonará su pecado, si se lo
pide.

No porque usted vaya a ser
mejor, ni por las promesas que

le haga, sino porque el Hijo de
Dios murió en la cruz, dio su

sangre y salva a todo aquel que
clame a Él.

Así como el ángel de la muerte
pasó por Egipto, y sin sangre en

los dinteles habría muerte; hoy
si no lo acepta como su

Salvador, si no cree en la
sangre de Cristo, no cree en la

crucifixión; no cree en el Señor
crucificado, un día se

presentará ante Dios a dar
cuenta y todas sus excusas serán

nulas y en vano.

Le invito a pedirle a Cristo que
le salve y déjelo que cambie hoy

su vida y la gobierne para
siempre.

¿Amén?

Pongámonos de pie.

Padre, te amamos, te alabamos y
te damos gracias por la

maravilla de tu Palabra, por la
manera en que obraste en la vida

de tus siervos desde Génesis
hasta Apocalipsis.

Te pido que nos recuerdes una y
otra vez, Señor, cuando sea

necesario, que Tú nunca cambias.

Dijiste que no cambiabas y no lo
harás.

Tenemos el gran privilegio de
clamar a ti en cualquier y cada

circunstancia de la vida.

No tienes un oído sordo a tus
hijos.

Te damos gracias, te bendecimos
y te alabamos hoy porque tenemos

el privilegio de clamar a ti y
la seguridad de que

nos escucharás.

En el nombre de Jesús, amén.

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