La condición del corazón – Dr. Charles Stanley

En este mensaje, el Dr. Stanley traza la espiral descendente a la que nos lleva el pecado cuando creemos las mentiras de Satanás e ignoramos la Palabra de Dios. Pero no importa cuán oscuras sean nuestras vidas a causa del pecado, Dios está dispuesto y es capaz de perdonarnos, al igual que el padre de la parábola. Descubra cómo el simple arrepentimiento restaura nuestra relación con Él

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locutor: En Contacto
con el Dr. Charles Stanley.

Alcanzamos al mundo con el
evangelio de Jesucristo

por medio de una enseñanza
bíblica sólida.

A continuación por En Contacto,

El Dr. Stanley comienza
una serie titulada,

Bienvenido a casa:

La parábola del hijo prodigo, el
mensaje de hoy:

«La condición del corazón».

Dr. Charles Stanley: La
condición de nuestro corazón

determina la dirección de
nuestra vida.

No sé por cuál rumbo vaya usted
ahora, pero la condición de su

corazón no me refiero al corazón
físico, sino a su espíritu

determina la dirección de su
vida.

Si anda en la dirección
correcta, bien.

Si anda en la equivocada, será
fatal.

Es muy importante que andemos en
la dirección del

Señor Jesucristo.

Quizás tenga otras ideas, como
la mayoría, pero tarde o

temprano descubrirá que lo que
sea que Dios enseña en su

Palabra así es.

No como algunos creen,
sino como es.

En este pasaje bíblico en
particular, Jesucristo en

realidad describe cómo somos
todos.

Todos encontraremos nuestro modo
de ser en algún punto

en este pasaje bíblico.

Porque, o bien somos el pecador
que vive en pecado como este

joven; o somos rencorosos como
su hermano, o tenemos ese

espíritu de perdón como el
padre.

La historia del hijo pródigo nos
tiene a todos en algún lado, y

de eso quisiera hablar en este
pasaje en particular.

Así pues, quisiera que leyéramos
parte del capítulo 15 y,

busquémoslo por un momento.

Jesucristo les hablaba a los
fariseos, les contó algunas

parábolas aquí, les dio ciertas
ilustraciones.

Habló de la oveja perdida, habló
de la moneda perdida y luego

llegó al hijo pródigo.

Y tal vez esta sea una de las
historias más memorables que

haya contado el Señor, una de
las más efectivas.

Todos encajamos en este capítulo
de algún modo u otro.

Así que, hoy quisiera que
viéramos al hijo.

Dicen las Escrituras en este
capítulo 15, versículo 11:

«También dijo: Un hombre tenía
dos hijos; y el menor de ellos

dijo a su padre: ‘Padre, dame la
parte de los bienes que me

corresponde’; y les repartió
los bienes.

Y «No muchos días después,
juntándolo todo el hijo menor,

se fue lejos a una provincia
apartada; y allí desperdició sus

bienes viviendo perdidamente.

Y cuando todo lo hubo
malgastado, vino una gran hambre

en aquella provincia, y comenzó
a faltarle.

Y fue y se arrimó a uno de los
ciudadanos de aquella tierra, el

cual le envió a su hacienda para
que apacentase cerdos.

Y deseaba llenar su vientre de
las algarrobas que comían los

cerdos, pero nadie le daba.

Y volviendo en sí, dijo:
‘¡Cuántos jornaleros en casa de

mi padre tienen abundancia de
pan, y yo aquí perezco de

hambre!’ «Me levantaré e iré a
mi padre, y le diré: Padre, he

pecado contra el cielo
y contra ti.

Ya no soy digno de ser llamado
tu hijo; hazme como a

uno de tus jornaleros.

Y levantándose, vino a su padre.

Y cuando aún estaba lejos, lo
vio su padre, y fue movido a

misericordia, y corrió, y se
echó sobre su cuello, y le besó.

Y el hijo le dijo: ‘Padre, he
pecado contra el cielo y contra

ti, y ya no soy digno de ser
llamado tu hijo’.

«Pero el padre dijo a sus
siervos: ‘Sacad el mejor

vestido, y vestidle; y poned
un anillo en su mano,

y calzado en sus pies’.

«Y traed el becerro gordo…».

Hagamos una gran fiesta.

¡Me encanta esto!

Así pasó.

Entonces, deseo que veamos algo
aquí, la Palabra de Dios es

verdad de Génesis al
Apocalipsis; y cuando Dios nos

da una imagen clara de algo,
quiere que entendamos cómo es,

no como pensamos que es, sino
como es en realidad.

Y la vida de este joven es un
ejemplo perfecto de dónde vive

la mayoría de la gente hoy, o
dónde quiere vivir, y quisiera

que se preguntara: ¿Adónde me
dirijo?

Si la condición de mi corazón
determina el rumbo de mi vida,

¿adónde voy?

¿Adónde me dirijo?

Así que deseo, en primer lugar,
que veamos el paso número 1,

tuvo un deseo en su corazón.

Después de un tiempo, decidió:
«Ya no quiero vivir más aquí de

esta forma.

Quiero disfrutar la vida como lo
hacen otros».

Así que fue a su padre y le
dijo: «Quiero me des mi parte de

la herencia que me corresponde y
déjame hacer lo que creo que me

gustaría hacer».

En su corazón pensaba: «Si a mi
papá le fue bien, también a mí».

Y su padre no discutió con él,
porque sabía que había resuelto

salirse con la suya.

Y dice la Biblia que su padre
dividió la herencia, y la

repartió entre los 2 hermanos.

Luego, al cabo de no muchos
días, ¿qué sucedió?

Dice la Biblia que tomó una
decisión, y fue que resolvió

vivir a su manera y donde
quería.

Ese siempre es un paso en falso
al olvidar que la condición de

nuestro corazón determinará el
rumbo de nuestra vida.

Mucha gente toma una decisión en
la vida sin darse cuenta de que

tal decisión está aquí en el
corazón, pero es lo que ocurre

después de la decisión.

Y el diablo–créalo o no, es
real–el diablo es muy sagaz al

hacernos creer que nuestra
decisión sin Dios es el

principio de la verdadera vida.

Así pues, este joven decidió
irse de su casa.

Me imagino que al hacerlo,
quizás se vistió con su mejor

traje y dijo: «Quiero lucir bien
dónde voy».

Dicen las Sagradas Escrituras
que tomó una decisión, se

marchó, y fue a un país lejano.

La Reina Valera dice a una
«provincia apartada».

Le pregunto: ¿Dónde queda un
país lejano?

Un país lejano es adonde
decidamos ir fuera de la

voluntad de Dios.

Recuerdo un domingo en la mañana
cuando una dama pasó adelante y

me contó lo que sucedía
en su vida.

Acababa de predicar sobre este
particular pasaje, y me dijo:

«Pastor, he estado en un país
lejano.

He estado viviendo en una
provincia apartada».

Mire, puede vivir en un
país lejano sin nunca

salir de su casa.

Si vive sin Dios en su vida,
vive en un país lejano.

Recuerdo que en ese mismo
mensaje, un joven pasó adelante

y me dijo: «Anoche me acosté con
mi novia.

Esta mañana, nos despertamos,
encendí el televisor, y allí

estaba usted».

Y me dije: «Sabía que no podía
seguir acostado

ni un instante más.

Me levanté, y ella me preguntó:
‘¿Adónde vas?'» Le contestó: «No

lo entenderás».

Y se vistió, vino a la iglesia,
fue salvo ese día; pasó adelante

dijo: «Quiero ser salvo hoy
porque he estado

en un país lejano».

Dondequiera que viva fuera de la
voluntad de Dios para su vida es

un país lejano, puede quedar a
una cuadra o a mil kilómetros

de distancia.

La condición de su corazón
determina dónde está y qué

sucede en su vida.

Entonces, dice la Biblia que
empacó sus pertenencias,

y se marchó.

Por primera vez viviría tal y
como quería hacerlo, esa siempre

es la mentira de Satanás.

Mire, Satanás siempre señala
algo que no tenemos, y solo nos

dice: «Si tuvieras eso, o a
fulana, o a fulano, o si

vivieras allá, o si estuvieras
aquí, si manejaras eso, si

pudieras vivir en una
casa como esa».

Siempre esto, aquello, y lo
otro; el asunto no es ese.

Satanás siempre pinta cuadros
que sabe que captan nuestra

atención, ese es su estilo.

Y con el panorama, viene la
seguridad: «Puedes tenerlo», si

hacemos lo que nos dijo, si solo
lo seguimos, podríamos obtener

lo que queramos.

Podríamos vivir donde queramos,
manejar lo que queramos, tener a

quien o lo que queramos, de solo
seguirlo.

Esos son los pasos en falso que
nos alejan de Dios Todopoderoso,

y así no funciona.

Y la Biblia dice que se marchó,
como es de esperar, habrá

pensado qué tiempo tan genial
pasaría.

Tenía la mitad de la herencia
de su padre, o sea,

dinero de sobra.

En segundo lugar, no tenía que
rendirle cuentas a nadie, que es

otra de las mentiras del
diablo: «No tienes que

rendirle cuentas a nadie».

Mire, debemos rendirle cuentas a
Dios 24 horas al día, ya sea de

24 o 104 años edad.

No tenemos el privilegio de
vivir sin rendir cuentas.

Tal vez viva sin dar cuentas
aquí en la Tierra a sus padres,

u otros, pero es responsable
ante Dios.

«Está establecido para los
hombres que mueran una sola vez,

y después de esto el juicio»,
porque todos daremos cuenta.

Así que se marchó, tenía grandes
sueños y su partida fue

maravillosa para él porque
ese era el principio

de una nueva vida.

¿Cuántas personas han cometido
ese error?

«Por primera vez viviré como
quiero vivir.

Nadie me dirá lo que puedo y lo
que no puedo hacer.

Puedo comprar lo que
quiera, adonde quiera ir,

tener a quien quiera».

La estrategia del diablo siempre
es esa.

O sea: «Si me sirves» -dice,
«solo mira lo que haré».

El problema con eso es que solo
nos dice la primera parte,

siempre hay una segunda parte
del mensaje que no menciona.

Y Satanás le pintó aquel
maravilloso panorama de engaño,

así que se marchó.

Pensaba que pasaría un tiempo
maravilloso.

Las Sagradas Escrituras son muy
evidentes, Dios no deja nada

fuera de la Biblia.

Entonces, ¿cómo gastó su dinero?

Lo gastó en fiestas, alcohol, en
parrandas, en lo que consideraba

que pasaría bien.

Mire, Satanás siempre ciega
nuestra mente a los efectos, a

la condición y las secuelas del
pecado–por el momento.

A la larga lo veremos, pero en
el momento,

enceguece las consecuencias.

Ahora mismo se siente bien, se
ve bien, lo tiene todo, así que

todo está bien.

Esa es la mentira del diablo:
«Estarás bien, conocerás mujeres

hermosas, puedes beber todo lo
que quieras.

¡Mira cuánto dinero tienes!».

Satanás nunca pregunta:
«¿Cuánto dinero tendrás

cuando termine contigo?».

Tampoco dice: «¿Cómo te
sentirás?

Al ser tan inmoral, por andar en
fiestas, bebiendo, en parrandas

y siendo promiscuo con
otras mujeres; luego

¿cómo te sentirás?».

Pero, mire, esa es la forma
en que el diablo

atrapa a mucha gente.

Vivir en pecado,
desobedecer a Dios

y tener abundancia momentánea.

Pero eso no dura, porque, mire,
es un paso en falso.

Así que el joven vivió por un
tiempo como quería, pero después

de un tiempo, dice la Biblia que
comenzó a divagar un poco porque

mire, no hay sexo que baste, ni
bebida que baste, ni parranda

que sacie, ni muchas amistades,
ni lo mismo una y otra vez,

comenzó a ver a su alrededor y a
pensar: «Bueno, ¿qué haré ahora,

y qué vendrá después?»

Así pues, comenzó a sentirse un
poco insatisfecho.

El pecado siempre lleva a un
punto de insatisfacción total.

No podemos estar satisfechos con
el pecado.

Así que el joven andaba errante;
luego se encontró en necesidad.

Es decir: «Esto ya no me
satisface.

¿Qué pasa?

He tenido todo lo que quería
y todo lo que soñaba,

y falta algo».

Quizás de vez en cuando
pensaría: «Allá en casa, esa

comida maravillosa que preparaba
mamá.

Tenía a papá, quien
podía preguntarle;

mamá siempre estaba allí».

Pero luego hacía eso a un lado,
y pensaba: «Bueno, tengo que

superar eso, así que otro trago,
otra mujer».

Podía olvidarlo por un rato,
hasta que su carencia se volvió

más y más apremiante.

Ahora, preste atención, el
problema es que Satanás nunca

dice lo que vendrá.

Siempre quiere que piense en el
hoy, cómo se sienta, lo que

tiene o no puede tener.

Pero no le habla de los
tiempos que vendrán,

porque quiere destruirle.

Así que de pronto el joven se
dio cuenta de que tenía cada vez

menos recursos, hasta que
por fin no le quedaba

nada de dinero.

¿Qué de sus amigos?

Hay muchas personas que nos
hacen pensar que son nuestros

amigos siempre que tengamos algo
para dar.

Si no tenemos nada que darles,
le sorprende cómo se esfuman

frente a nuestras narices.

O: «Bueno, ¿qué pasó con fulano
y zutano?»

Pues ha estado ocupado.

«¿Qué de esta otra persona?

¿Qué de aquello?».

Así que allí estaba, bebió todo
lo que quiso.

Tuvo todas las mujeres que
podría querer, todo el placer

que podría imaginarse, pero no
planeó algo.

No pensó en la hambruna que de
pronto vino a la provincia.

Mire, no podemos prever las
trampas del diablo.

No podemos, aunque creamos que
sí, no podemos.

Él aparecerá tarde o temprano,
para hacernos caer de

una manera u otra.

Pienso en cuántos hogares rotos,
cuántas vidas deshechas, cuántos

cuerpos destruidos, porque la
gente escucha la mentira del

diablo: «Estarás muy bien».

¿Y qué les dice?

«Eres la excepción.

Eso les pasó a ellos, no te
pasará a ti».

Claro que sí.

Al cabo de poco tiempo, dice la
Biblia que comenzó

a tener necesidad.

Al final tuvo que buscar
trabajo, no sé quién lo habrá

empleado primero, pero terminó
en el puesto más bajo

que podía tener un judío.

Siendo un joven judío,
terminó cuidando cerdos,

que comían algarrobas.

Eran cerdos que comían
algarrobas, y allí estaba él en

una pocilga, alimentando a los
cerdos.

Tuvo que haber pensado: «¿Cómo
llegué a este lugar?

Lo tenía todo y ahora no tengo
nada».

Y empeoró más, había tan poca
comida en el corral que se

peleaba con los cerdos por las
algarrobas, si se las comían, no

le quedaba nada.

Muy lejos estaba eso de tenerlo
todo: con padres maravillosos,

un estilo de vida maravilloso,
lo tenía todo, una familia

maravillosa, se sentía amado,
cuidado, todo estaba bien.

Mire cómo está ahora.

Muchas personas han vivido esta
historia.

De hecho, conoce a algunas.

Conozco a algunas, a unas
cuantas traté de advertirles lo

que sucedía y no me escucharon.

Porque, mire, el diablo es
experto en cerrar nuestros oídos

a la verdad.

«Vaya, él es el pastor.

Él es tu amigo cristiano.

Pues ¿qué, qué sabe de ti?»

Y a menudo al tratar de decirle
a alguien: «Necesito contarte lo

que está pasando.

Veo que ocurre algo en tu
vida…»

«Mira, no te inmiscuyas en mis
asuntos».

Y pienso en este joven en la
pocilga, en lo que comenzó a

pensar: «Lo tenía todo.

Tuve todo lo que creía que
quería.

Obtuve lo que quería tener, y
¿dónde me llevó?

Me llevó al punto más bajo de mi
vida.

Me quedé sin ropa, sin dignidad,
sin mi sentido de valía.

No tengo nada; me muero de
hambre».

Y aquí un falso sueño en su
corazón lo hizo

terminar en un chiquero.

Mire, no todos los chiqueros
fueron destruidos

hace miles de años.

Hay pocilgas hoy.

Donde sea que viva sin Dios en
su vida, quizás se vea bien, tal

vez tenga todo lo que quiera,
pero si espiritualmente no tiene

a Dios, sigue en una pocilga.

Mientras que escuche al diablo,
mientras se niegue a entregarle

su vida a Dios, empeorará más y
más y más.

Solo le pregunto: ¿Dónde está en
esta cuesta hacia abajo?

Comenzó con todo, pero ¿dónde
está ahora?

¿Está usted satisfecho dónde
está ahora?

No.

¿Sabe salir de eso?

No.

Deseo mostrarle cómo y cómo
decirle, no importa cuán hundido

esté, cuán distante esté de
Dios, quisiera recordarle que

Dios no ha dejado de amarle.

Tal vez usted no se sienta apto
para recibir un abrazo, un beso.

Quizás a sus ojos no se
sienta apto para

nada, pero Dios aún le ama.

Es cuestión de tomar una
decisión.

El joven estaba en el último
escalón.

Se esfumaron todos sus amigos.

Se le acabó todo el dinero.

Perdió toda su dignidad.

No quedaba nada, solo él y los
cerdos.

Me pregunto con quiénes se
asocia usted, ¿son personas que

están en su misma condición?

Escuche lo que le pasó, dice la
Biblia: «Y volviendo en sí».

Mucha gente necesita volver en
sí, porque, mucha atención, el

Espíritu Santo de Dios hará su
obra en nosotros una y otra vez,

y nos recordará la oferta de
amor que Dios nos da, la oferta

de su presencia, de su poder y
lo que necesitemos en la vida,

Dios lo suplirá, Él tiene la
oferta.

Dice la Biblia: «Y volviendo en
sí, dijo: ‘¡Cuántos jornaleros

en casa de mi padre tienen
abundancia de pan, y yo aquí

perezco de hambre!’ Ahora,
podría detenerse allí.

Mucha gente está allí.

Beben todas las noches.

Parrandean todos los días.

Han perdido este empleo y el
otro.

Viven en pecado, y la verdad es
que quizás sonrían en su rostro,

pero en el fondo de su corazón
sufren tanto, sus corazones

están deshechos.

Están muy avergonzados para
volver a casa.

Quizás no tengan hogar.

Tal vez se han herido tanto que
no pueden volver a casa.

Lo que deben decir es: ¿Qué
puedo hacer?

Escuchemos lo que dicen las
Sagradas Escrituras.

Dice, en ese nivel bajo: «Me
levantaré e iré a mi padre, y le

diré: ‘Padre, he pecado contra
el cielo y contra ti’.

La solución perfecta.

Mire, esa siempre es la acción
correcta.

O sea, volvió en sí.

Mi oración por usted es que,
quien quiera que sea, donde sea

que escuche, cualquiera sea su
situación, tal vez esté tan bajo

como el hijo pródigo, o incluso
más bajo.

pero no está sin esperanza ni
desvalido, si escucha lo que

estoy por decir.

Porque el amor de Dios por usted
no ha cesado, aun consciente de

lo que ha hecho y lo que está
haciendo con su vida.

Puede que tenga 24 años y ya la
haya arruinado.

Tal vez a los 18 años se
avergüence tanto que no pueda

volver a casa.

Quizás haya dejado a su familia.

Tal vez llevaba una doble vida,
pero quiero decirle esto: No

será feliz, no encontrará paz,
ni gozo, ni suficiente dinero.

No puede tener un buen concepto
de sí, ni estatus que le

mantenga a flote, porque el
Espíritu Santo actuará y le

convencerá de pecado.

Si sigue escuchando, le diré lo
que puede hacer.

Puede cambiar todo eso si
recuerda: El Padre celestial le

ama, a pesar de todo su pecado,
su desobediencia, su borrachera,

su sexualidad, todo lo que ha
hecho en su vida,

Dios aún le escucha.

Si está dispuesto a pedirle
perdón por sus pecados, no trate

de justificarlo: «Señor, he
pecado contra ti

como hizo este joven.

Me levantaré y diré: Iré a mi
padre y diré:

«he pecado contra el cielo y
contra ti.

«Ya no soy digno de ser llamado
tu hijo»; ¿Está dispuesto a

decirle eso a Dios?

¿Dispuesto a decirle: «Señor, he
pecado contra ti»?

«Me he alejado de ti.

Sabía que no estaba bien, me
hice oídos sordos al evangelio.

Te pido que hoy me perdones mis
pecados.

No hago promesas, solo te
entrego mi vida, Señor,

rindo mi vida a ti.

Te pido que me salves, me
perdones, me limpies.

Te pido que hagas lo que dijiste
en la Biblia y es escribir mi

nombre en el Libro del Cordero.

Te entrego mi vida, te doy
gracias por perdonar mi pecado.

Señor, quiero ser una
nueva persona

desde ahora en adelante».

Sé que eso fue muy rápido, pero
captó el mensaje.

Lo único que tiene que hacer, si
no recuerda nada: «Señor,

escuchaste lo que dijo eso es lo
que creo».

¡Ja, ja, ja!

Eso es lo que siento, Señor.

Cambiará su vida, allí sentado,
no importa dónde esté; quizás

esté aquí, o a 15 mil
kilómetros.

Dios le perdonará, le limpiará,
enderezará su vida, le hará una

nueva persona.

¿Está dispuesto a aceptarlo como
su Salvador y Señor?

¡Qué historia tan maravillosa y
sencilla!

Porque su padre lo recibió, la
Biblia lo dice de la forma más

hermosa: «Y levantándose, vino a
su padre.

Y cuando aún estaba lejos, lo
vio su padre».

Nunca lo olvidó.

Debió haber lucido muy distinto
a cuando partió.

«lo vio su padre, y fue movido a
misericordia».

Su padre salió corriendo,
corrió.

No esperó a la confesión.

Esta es una escena maravillosa:
«y corrió, y se echó sobre su

cuello, y le besó».

«Y–Dice la Biblia: «el hijo le
dijo: ‘Padre–Comenzó a

confesar sus pecados, su papá le
abrazaba todo el tiempo.

Perdonándolo,
prometiéndole: «Haré esto,

te perdono por completo.

Para mostrártelo, tenemos el
mejor atuendo, anillo, las

mejores sandalias».

¿Sabe qué?

Esa es una historia sencilla,
pero es la verdad

de cómo Dios ve las cosas.

Dios le salvará del desastre que
ha hecho en su vida, si lo deja.

[música]