La adversidad: ¿carga o puente? – Dr. Charles Stanley

Por medio de este mensaje el Dr. Stanley nos enseña que las adversidades pueden ser una carga o pueden ser el puente para acercarnos más a Dios. También, nos recuerda que el Señor siempre tiene un propósito específico con las pruebas que permite que lleguen a la vida de sus hijos. Este mensaje es parte de la serie “Principios de Vida (Vol. 5)”. Para más mensajes de Charles Stanley, incluyendo la transmisión de esta semana, visite www.encontacto.org/vea

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vida de fe constante y de

comunión con Dios

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[música]

locutor: En Contacto con el
Dr. Charles Stanley celebra 45

años de la fidelidad de Dios y
de llevar el mensaje del

evangelio alrededor del mundo.

Hoy, en el programa En Contacto,

«La adversidad:
¿Carga o puente?».

Dr. Stanley: Quizás en la
actualidad haya más personas

pasando por adversidades
comparado con otros tiempos.

En gran parte debido a ciertas
circunstancias financieras,

enfrentan lo que nunca habían
experimentado.

Nunca imaginaron perder sus
viviendas, o no poder pagar la

universidad de sus hijos.

Nunca pensaron en que no podrían
suplir todas sus necesidades

como lo habían hecho antes.

Nunca pensaron que un día
alguien vendría a decirles: «Ya

no te necesitamos en este
empleo».

La adversidad viene de muchas
formas.

Cuando pienso en esto, me doy
cuenta de lo universal que es.

No importa dónde viva, ni de
dónde venga, ni la cultura ni el

color, es indiferente.

La adversidad es solo
adversidad.

Lo que en verdad marca la
diferencia es nuestra actitud,

eso marca la diferencia.

Por eso cuando la actitud de
alguien es querer culpar a otra

persona, o endosar la
responsabilidad a los demás, las

cosas no saldrán bien.

Lo importante es tener una
actitud buena.

Así que con este mensaje deseo
que entendamos que la adversidad

en nuestra vida puede ser o una
carga abrumadora, una carga que

es pesada; que nos cansa, agota,
inquieta nos quita el sueño y

agobia, o la misma adversidad
puede ser como un puente que nos

conduce a una relación más
profunda con Dios.

Todo depende de nuestra actitud
y que entendamos lo que Dios

está haciendo.

¿Diría usted que en su vida la
adversidad es como una carga?

¿Le resulta muy pesada y le hace
pensar: «Señor, cuánto

aguantaré»?

¿O más bien la ve como una
oportunidad?

Como un puente sobre el cual
puede viajar por encima de esas

circunstancias y superar toda
esa adversidad que está allí

porque entiende que le conduce a
una relación más profunda con

Cristo.

El apóstol Pablo es el mejor
ejemplo en la Biblia de alguien

que no solo pasó por toda clase
de adversidades, sino que

entendió los principios más
básicos.

Escuche con atención el pasaje
que leeremos, y le animo a tomar

notas de estos puntos.

Le ayudarán a mantener la
actitud correcta y la meta

correcta; y a entender lo que
Dios está haciendo en su vida y

harán que su actitud cambie por
completo en cuanto a lo que sea

que esté pasando.

Así que le invito a buscar 2
Corintios 12.

Recordemos que en esta carta,
Pablo escribió sobre varios

aspectos que afectan a la
iglesia.

Y uno de los puntos que trató
aquí en los capítulos 11 y 12

fue su propia adversidad y lo
que tuvo que pasar.

Por ejemplo, en el capítulo 11
menciona varias cosas que tuvo

que sufrir.

Entre ellas, dice que fue
apedreado y dado por muerto en

Listra.

Padeció naufragio, abandonado a
morir.

Varias veces fue azotado con
varas.

Fue encarcelado vez tras vez
tras vez.

Trataron de asesinarlo
varias veces.

Así fue la vida del apóstol
Pablo desde su conversión.

Fue a Arabia a entender mejor la
Palabra de Dios.

Cuando regresó y comenzó a
predicar, tuvo una adversidad

tras otra.

Entonces para culminar su lista,
escribe en el capítulo 11,

versículo 28, y dice: «y además
de otras cosas, lo que sobre mí

se agolpa cada día, la
preocupación por todas

las iglesias».

Habló de que le
presionaba cada día.

Es decir, no era algo que le
preocupaba de vez en cuando.

Sentía la carga a diario.

Cada día sentía la presión
de todas las iglesias

que había plantado.

Porque falsas doctrinas estaban
infiltrándose en esas iglesias.

Es decir, él tenía una gran
responsabilidad y oportunidad.

Pero la adversidad era gran
parte de todo eso.

Entonces, ¿Y qué aprendió?

¿Cómo lo superó?

¿Cuál fue su actitud?

Y en breve volveremos a este
pasaje para ver todo lo que él

aprendió, que podemos aprender
nosotros para ayudarnos a

enfrentar lo que sea en la vida.

Enfrentaremos adversidades.

La pregunta es:
¿Cómo lo haremos?

¿Cómo reaccionaremos?

¿Reaccionaremos de un modo tal
que triunfemos en lo que sea?

¿O lo haremos de modo tal que
trataremos de negarla?

Eso no funcionará.

Ni el alcohol, ni el sexo, ni
las drogas, funcionarán.

Ni cualquier clase de placer,
nada de eso nos funcionará.

¿Cómo hemos de enfrentarla?

¿Dejaremos que nos derrote?

¿O diremos: «Puedo manejarla de
otra manera»?

¿Realmente la confrontaremos?

En este mensaje deseo que veamos
varias verdades específicas que

aprendió el apóstol Pablo que
comparte en este pasaje, que nos

ayudarán en cualquier adversidad
de la vida.

Así que preste mucha atención,
por su propio bien, porque

vendrá la adversidad y
necesitará estas verdades, la

pregunta es: ¿Cómo reaccionará?

Las iré mencionando, y no
necesariamente en ningún orden

de importancia,
a mi modo de ver.

Entonces en primer lugar
comenzaré hablando de lo que

aprendió el apóstol Pablo,
y le animo a tomar notas,

él aprendió que
podía tener contentamiento en

medio de la adversidad.

Algo, algo que la mayoría
nunca aprende.

Tener satisfacción en medio de
la adversidad.

Por ejemplo, en Filipenses,
capítulo 4, versículo 11, el

apóstol Pablo habla de esto
mismo cuando escribe sobre lo

que le sucedía.

Dice el versículo 10: «En gran
manera me gocé en el Señor de

que ya al fin habéis revivido
vuestro cuidado de mí; de lo

cual también estabais solícitos,
pero os faltaba la oportunidad.

Lo habían sostenido pero
no habían podido

seguir haciéndolo».

Luego dice: «No lo digo porque
tenga escasez, pues he aprendido

a contentarme, cualquiera que
sea mi situación».

Ahora regresemos al capítulo 12,
donde pasaremos la mayor

parte del tiempo.

Comenzando en este versículo en
particular.

Notemos el verso 10.

Dice: «Por lo cual, por lo cual,
por amor a Cristo me gozo».

¿En qué?

«En las debilidades, en
afrentas, en necesidades, en

persecuciones, en angustias».

¡Eso acabaría con muchos!

Pablo dijo: «Estoy conforme
con esto».

Ahora, ¿Por qué pudo decir eso?

Porque sabía cómo reaccionar.

Él se dio cuenta de que estaba
aprendiendo algo en cuanto a su

relación con Jesucristo.

Aprendió que esas cosas no lo
derrotaban, sino que de un modo

podía tener contentamiento.

Y recordemos que Pablo escribió
las epístolas a los Filipenses,

Efesios y Colosenses las escribe
estando en prisión, había pasado

de una cárcel a otra.

Ahora escribía sobre algo que
había aprendido y es que podía

sentirse conforme en medio de
todo su sufrimiento.

Hay solo una manera de tener
contentamiento en la adversidad.

Y lo entenderemos cuando
hayamos visto todas

las lecciones que aprendió.

Segundo, deseo que notemos que
Pablo pudo experimentar la

fortaleza sobrenatural de Dios
en su debilidad.

Eso sucede en la adversidad.

La adversidad nos debilita
emocional o físicamente, en

cualquier aspecto.

Nos cansa, agota, y acaba.

El apóstol Pablo aprendió a
experimentar la fortaleza

sobrenatural de Dios.

Escuche lo que dice en el
capítulo en 2 Corintios,

versículo 10: «Por lo cual, por
amor a Cristo me gozo en las

debilidades, en afrentas, en
necesidades, en persecuciones,

en angustias; porque cuando soy
débil, entonces soy fuerte».

Habla de lo que había aprendido:
Él dice, «Aprendí que en los

momentos más débiles de mi
vida, cuando pienso

que no puedo seguir…»

¿Recuerda lo que dijo?

Sentía la carga diaria de las
iglesias.

Además fue apedreado, azotado,
trataron de asesinarlo.

Por eso dice que ha aprendido
que: «Cuando soy más débil,

siento aun más la presencia de
la fuerza y el poder

sobrenatural de Dios en mi vida
y puedo seguir.

Cuando pienso que no puedo «me
doy cuenta de quién es mi Señor,

¿Quién es mi fuerza?

¿Qué es esta vida dentro de mí?

La vida de Cristo».

El apóstol Pablo dice que cuando
pensaba que no podía más ganaba

conciencia de la presencia
fortalecedora de Cristo, que le

capacitaba y fortalecía.

Y siendo eso cierto, lo que
fuese que enfrentara, estas

verdades eran un puente que
lo ayudaban a pasar

por encima de todo.

También dice que aprendió,
fíjese, aprendió cuál era la

fuente que suplía todas sus
necesidades.

Notemos lo que dice, dice desde
el versículo 9: «Y me ha dicho:

Bástate mi gracia; porque
mi poder se perfecciona

en la debilidad’.

Por tanto, de buena gana me
gloriaré más bien en mis

debilidades, para que repose
sobre mí el poder de Cristo».

Dijo: «He aprendido que Cristo
es lo único que necesito.

He aprendido que al pasar
por estas dificultades,

cuando nadie puede ayudarme».

Y a menudo aun sus amigos lo
abandonaban.

Dijo: «He aprendido que en
cualquier necesidad me basta

tener a Cristo».

Conocerlo, amarlo, ser amado por
Él, gozar de su cuidado.

Precisamente por esa relación
estrecha que tenía con Cristo,

dice: «He aprendido que aun en
mi peor adversidad, esa relación

me da un sentido de suficiencia,
porque conozco sus promesas.

Dios ha prometido guiarme,
cuidarme y suplir cualquier

necesidad que pueda tener».

Conocemos el versículo en
Filipenses que dice: «Mi Dios,

pues, suplirá todo lo que os
falta conforme a sus riquezas en

gloria en Cristo Jesús».

Eso lo escribió alguien que pasó
mucho tiempo preso, fue

perseguido, apedreado.

¿De qué habla?

Habla de tener contentamiento.

Habla de tener la fuerza
sobrenatural de Dios en su vida.

Preparándolo y ayudándolo a
confrontar cualquier

circunstancia en la vida.

Porque cuando venía la
adversidad, Pablo veía en la

dirección correcta.

Viendo a Cristo.

Sabía, y a la vez había
aprendido, que había algo en su

relación con Dios que le ayudaba
a superar la adversidad.

Por esa razón, en Filipenses
dice que todos los guardias, del

palacio sabían que estaba preso;
y aun encadenado, Pablo

compartió su fe con esos
soldados.

Dios hacía milagros
mediante su vida.

Porque Pablo no se
dio por vencido.

No preguntó: «Señor,
¿dónde estás?»

Estaba aprendiendo algo, y es lo
que leímos en este pasaje,

aprendió que Dios era la
fuente que suplía

todas sus necesidades.

También se dio cuenta de
que podía confiar

en la fidelidad de Dios.

Podía confiar en la
fidelidad de Dios.

Es decir, que Dios sería fiel a
sus promesas.

Al pensar en esto, recuerdo lo
que dice en el versículo 10.

Dice: «Por lo cual, por amor a
Cristo me gozo en las

debilidades, en afrentas, en
necesidades, en persecuciones,

en angustias; porque cuando soy
débil, entonces soy fuerte».

Dijo: «Sé que mi Dios será fiel
y cumplirá su palabra.

Que Él suplirá mis necesidades.

Que nada me faltará para
enfrentar toda y cualquier

situación circunstancia
de la vida».

Mire, cuando alguien comienza a
dudar de la fidelidad de Dios

debido a la adversidad, Dios
quiere que nos volvamos a Él y

le preguntemos: «¿Has sido fiel
en el pasado?

¿Has cumplido tu palabra?

¿Hiciste lo que prometiste
en tal situación?

¿Qué pasó cuando oré?».

Es decir, la verdad es que si lo
pensamos bien, Dios no puede

dejar de ser fiel.

Ese es su carácter y su
naturaleza y ya que su

naturaleza es ser fiel, podemos
confiar en Él en medio de

cualquier circunstancia, no
importa lo que sea, podemos

contar con que Él será quién
dice ser, y que hará lo que dijo

y nos ayudará, pase lo que pase.

Otra verdad que
aprendió aquí considero

que es sumamente valiosa.

Dijo, por ejemplo, él aprendió
que Dios valoraba más su

servicio que sus deseos.

Mucha atención a lo que dice en
el capítulo 12, versículo 7.

Dice así, por ejemplo: «Y para
que la grandeza de las

revelaciones no me exaltase
desmedidamente, me fue dado un

aguijón en mi carne, un
mensajero de Satanás que me

abofetee, para que no me
enaltezca sobremanera»; Dice

esto, aquí hay una lección
muy valiosa.

El apóstol Pablo aprendió que
desde la perspectiva de Dios, Él

sabe exactamente qué nos
llevará a una relación

más profunda con Él.

Mire, Dios está tan deseoso de
llevarnos a una relación con Él

que es viva, eterna, grata,
indescriptible, que pasará por

alto nuestros deseos ¿para qué?

Pasará por alto nuestros
deseos para prepararnos

para que le sirvamos.

Pero si decidimos ay pobre de
mí, y todo lo demás, perderemos

la oportunidad más maravillosa
que tendremos no solo de ser

siervos de Dios sino de
desarrollar una relación

profunda con Él en medio de la
adversidad que no vendrá

de otra forma.

Luego algo que también aprendió
el apóstol Pablo es que aun en

la adversidad, Dios fortalecía
su mensaje a sus seguidores.

Y es interesante porque aquí en
Filipenses, Pablo estaba preso y

lo que ocurría era que algunos
de sus seguidores allí no eran

muy comprensivos con él
en sus sufrimientos,

más bien lo criticaban.

Por eso dice Pablo en el
versículo 13: » …de tal manera

que mis prisiones se han hecho
patentes en Cristo en todo el

pretorio–Ellos eran quienes
defendían al emperador.

«…y a todos los demás.

Y la mayoría de los hermanos,
cobrando ánimo en el Señor con

mis prisiones, se atreven mucho
más a hablar la palabra

sin temor».

Luego dice: «Algunos, a la
verdad, predican a Cristo por

envidia y contienda; pero otros
de buena voluntad».

O sea, lo que quiso decir es que
aun en nuestra adversidad, Dios

actúa en nuestra vida.

¿Y qué hace?

Fortalece nuestro mensaje.

Porque cuando pasamos por
dificultades y sufrimientos en

la vida, y comenzamos a entender
cómo actúa Dios en nosotros,

nuestra fe, por ejemplo, se
fortalece.

También aprendió a ver todo como
proveniente de Dios.

Que es un principio básico para
evitar que una persona se vuelva

amargada, resentida y hostil.

Escuche lo que dice
en este pasaje.

Dice, por ejemplo, en el
versículo 7: «Y para que la

grandeza de las revelaciones no
me exaltase desmedidamente, me

fue dado un aguijón en mi carne,
un mensajero de Satanás que me

abofetee, para que no me
enaltezca sobremanera»; Ahora,

¿de dónde vino eso?

En última instancia, Dios tuvo
que haberlo permitido.

Es decir, Dios Pudo
haberlo evitado.

Pero lo permitió.

¿Qué estaba haciendo?

Permitiendo esas cosas
en su vida.

Una de las cosas más grandes que
aprendió fue a verlo todo como

proveniente de Dios.

Luego aprendió algo más.

Y es que nos volvemos mucho más
aptos para consolar a otras

personas cuando hemos
pasado por adversidades

y hemos sido consolados.

Pablo lo dice de otra forma en
este pasaje en particular.

Pero volvamos al primer capítulo
de esta carta.

Estamos en el capítulo 12,
vayamos nuevamente al capítulo

1, donde comienza esta carta a
los Corintios, diciendo:

«Bendito sea el Dios y Padre de
nuestro Señor Jesucristo, Padre

de misericordias y Dios de toda
consolación, el cual nos

consuela», mucha atención, «el
cual nos consuela en todas

nuestras tribulaciones, o
adversidades, para que podamos

también nosotros consolar a los
que están en cualquier

tribulación, por medio de la
consolación con que nosotros

somos consolados por Dios».

Más adelante en el versículo 8:
«Porque hermanos, no queremos

que ignoréis acerca de nuestra
tribulación que nos sobrevino en

Asia; pues fuimos abrumados
sobremanera más allá de nuestras

fuerzas, de tal modo que aun
perdimos la esperanza

de conservar la vida».

Eso era lo que pasaba.

¿De qué hablaba?

Decía que Dios, al consolarlo
en esas situaciones,

lo había preparado para
consolar a otros.

Uno solo puede consolar
genuinamente a alguien cuando

también ha sufrido, ha sentido
el dolor, el rechazo, cuando uno

ha sentido necesidad y ha estado
en el rumbo equivocado.

Cuando uno ha tenido pérdidas y
pérdidas en la vida, y de algún

modo Dios nos ha dado su
maravilloso consuelo.

Pablo aprendió que somos
mucho más impactantes

cuando hemos sufrido más.

Cuando tenemos que recibir
consuelo entendemos lo que

significa consolar a otros.

Entonces al hablar de todo lo
que aprendió y de cómo enfrentar

la adversidad, escuche, lo que
dijo fue esto: «Al enfrentar la

adversidad, entiendo que Dios
está preparándome en medio de

ese proceso, equipándome para
consolar a alguien más.

Y aunque no me guste la
adversidad, debo preguntarme:

«¿Cuándo soy más efectivo?».

Cuando he sufrido lo mismo, y me
he sentido igual.

¿Estoy dispuesto
a sentir lo mismo?

¿A sufrir lo que sufren?

¿El mismo dolor?

¿Estoy dispuesto a sufrir
pérdida si eso me ayuda a ser el

consolador que otros necesitan?

Pablo dijo: «Claro que sí».

Y lo que he aprendido es que en
mis necesidades y mis heridas,

soy más fuerte y más efectivo
al consolar.

Luego el apóstol Pablo menciona
algo más dice, que aprendió que

Dios tiene un propósito
específico en la adversidad.

Escuche lo que dice en el
capítulo 12 dice: «Y para que la

grandeza de las revelaciones».

¿A qué se refiere con eso?

El libro de Apocalipsis es una
«revelación»–en

singular–porque fue una
revelación profética.

Pero cuando Pablo habla de las
«revelaciones» que tuvo, se

refiere a esas situaciones y
circunstancias en las que Dios

le reveló a él esta verdad y
aquella verdad aquella otra y

esta otra.

Pablo habla de la grandeza de
las revelaciones que Dios le

dio, y dice que para evitar que
se volviese arrogante y

orgulloso dice: «…me fue
dado un aguijón en mi carne,

un mensajero de Satanás

que me abofetee, para que no me
enaltezca sobremanera»; Ahora,

ahora pensemos en esto.

Cuando pasamos por alguna
situación muy difícil, quizás le

preguntemos: «Señor, ¿cuál es tu
propósito en esto?»

De hecho, deberíamos
preguntárselo:

«¿Cuál es tu propósito?».

El apóstol Pablo dijo que sabía
cuál era el propósito.

Mucha atención, si Dios tiene,
escuche, si Dios tiene un

propósito para todo lo que
permite en nuestras vidas,

¿diría usted que es un propósito
bueno o malo?

Tal vez no esté seguro de la
respuesta.

Lo entiendo.

Mire, ¿qué clase de Dios es Él?

Nuestro Dios es bueno
y perfecto.

Él nos ama incondicionalmente.

Entonces lo que Él permita en
nuestra vida, es con un

propósito específico.

Tiene algo en mente y ese
propósito no solo es bueno para

Dios, sino bueno para nosotros.

¿Qué dice la Biblia?

Dice, «…a los que aman a
Dios, todas las cosas

les ayudan a bien».

Pero lo sacamos de contexto y lo
interpretamos como que es todo

lo dulce, amoroso,
riquezas, fama.

Todas las cosas, también,
sufrimiento y adversidad.

Pero malinterpretamos
esa palabra.

Colocamos allí solo lo que
queremos.

«Y sabemos que a los que aman a
Dios, todas», todo es todo,

«todas las cosas les
ayudan a bien».

Para nuestro bien porque Él nos
ama.

Entonces al pensar en eso, si
verdaderamente lo creemos,

aunque sea algo doloroso, que no
nos guste, sabemos que conforme

a lo que dice la Biblia, Dios lo
usará para nuestro bien.

Y claro, otra lección que
aprendió fue a gozarse en medio

de su adversidad.

Me encanta leer
Filipenses porque tiene

versículos maravillosos.

Le invito a buscar Filipenses
capítulo 4.

Pablo escribe esto: «Regocijaos
en el Señor siempre.

Otra vez digo: ¡Regocijaos!».

Lo escribió en la cárcel; en una
prisión romana.

Y habla de regocijarse.

¿Por qué?

Porque había aprendido en todas
las cosas que le sucedieron, en

lugar de tenerse lástima, o
querer escaparse de la cárcel, o

hacer que alguien lo rescatara,
y pasar días y noches rogando:

«Señor, rescátame, sácame de
este lugar».

¿Qué hacía él?

Meditaba en todas esas
experiencias en su mente y en su

corazón, aprendía, y cosechaba
la recompensa más grande de

quién es el Dios a quien
él servía.

Así que cualquier adversidad
que enfrentemos

casi siempre es incontrolable.

Pero debemos decidir qué
pensaremos al respecto.

¿La consideraremos como un
puente que Dios nos construye

escuche, para llevarnos a una
relación profunda con Él, un

puente que nadie más puede crear
para nosotros?

Que nos lleva a una relación con
Dios que nunca en la vida

podríamos llegar a imaginarnos.

Una relación por la cual Cristo
murió para hacerla posible.

Una relación que revolucionará
su vida por completo; le

preparará para ser un gran
siervo de Dios.

¿O solo quiere auto
compadecerse?

¿Con alcohol, sexo, cualquier
cosa que distraiga su mente?

Es interesante que su mente
nunca se distrae.

Es la propuesta de Satanás.

O tome la propuesta de Pablo:
«Este es un puente y pasaré por

encima de todo esto porque sé lo
que hay del otro lado, esa

relación preciosa,
indescriptible y eterna

con Jesucristo».

De eso se trata.

Así que cualquiera que sea su
adversidad, pregúntele al Señor:

«Dios mío, ¿cómo he actuado?

¿Cómo he respondido?»

Permítame decirle, quizás usted
no sea cristiano, y se pregunta

de qué se trata todo esto.

Se trata de Dios captando
su atención.

Enviándole suficiente dolor,
angustia, sufrimiento para

acercarle a Él.

Puede resistirse.

Puede rebelarse en su contra,
pero solo le traerá más dolor.

Lo que Dios quiere es que usted
reconozca que fue creado para

Él, no para usted mismo.

Él quiere que confiese su
pecaminosidad, su insuficiencia,

y confíe en su perdón mediante
su Hijo Jesús, quien murió en la

cruz y pagó toda su deuda de
pecado.

Entregue su vida a Él
y véalo trabajar.

Usted dirá: «¿Me quitará la
adversidad?»

No necesariamente.

Porque, mire, Dios sabe cuánto
de eso necesita para ser la

persona que Él quiere que sea.

Tiene 2 opciones:
O rebelarse o rendirse a Él,

que es lo mejor y mi oración
es que lo haga.