El primer paso – Dr. Charles Stanley

En este mensaje, el Dr. Stanley explica que vivimos en un mundo donde las creencias de la gente están cambiando. Muchos han decidido que la Palabra de Dios ya no sirve de nada. Pero a pesar de este desafío, debemos recordar que la muerte sacrificial, sustitutiva y suficiente de Jesucristo en la cruz pagó por completo nuestra deuda de pecado. Si creemos que el Señor Jesús es el Hijo de Dios y confiamos en Él para nuestra salvación, seremos salvos.

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locutor: En Contacto, el
ministerio de enseñanza

del Dr. Charles Stanley.

Alcanzamos al mundo con el
evangelio de Jesucristo

por medio de una enseñanza
bíblica sólida.

locutor: Hoy, en el programa En
Contacto, «El primer paso».

Dr. Charles Stanley:
¿Recuerda usted cuando su primer

hijo dio su primer paso?

Oh, llamó a sus amigos y
familiares y dijo que fue

maravilloso, y fabuloso que haya
dado su primer paso, y todo era

tan hermoso.

Pero se da cuenta pronto de
algo malo, se meten en todo.

Se meten en esto, aquello, y
la actitud cambia por completo.

Pero, está bien.

Ese fue comienzo de una
nueva vida para ellos.

Y hay el comienzo de una
nueva vida para quienes

dan otro primer paso.

Porque hay muchas
personas que creen esto.

Piensan que con solo creer que
hay un Dios, de alguna forma o

manera, todo estará bien.

«Y cuando muera, iré al
cielo, o iré a algún lugar».

Nada dista más de la verdad.

Solo porque alguien crea que
Dios existe, no tiene nada que

ver, puedo creer en
muchas cosas que

no me afectan en lo absoluto.

Solo porque creo que hay un Dios
no tiene nada que ver con tener

una relación
personal con ese Dios.

Y si usted solamente cree que
hay un Dios, y no tiene una

relación personal con
Él, está en problemas.

Y este mensaje se
titula El primer paso.

Vayamos al
capítulo 16 de Hechos.

Para darle un poco de contexto
de lo que está sucediendo aquí,

Pablo y Silas estaban en
su segundo viaje misionero.

Y habían sido
echados en la cárcel.

Encarcelados; sus pies
estaban encadenados,

y los habían golpeado con varas.

Ahora, una cosa era azotar
con latigazos, pero con varas,

además era ilegal golpear a un
ciudadano romano con varas, o

ponerlo preso sin motivo
o razón de peso alguno.

Como resultado, dice la Biblia
en el versículo 25 del capítulo

16: «Pero a medianoche, orando
Pablo y Silas, cantaban himnos a

Dios; y los presos los oían».

¿Qué cree que cantaban?

No tengo ni idea de lo que
cantaban, en hebreo o griego,

pero de haber
tenido estos cantos,

hubiesen cantado:
«Jesús salva»…

y muchas otras
canciones que sabemos.

«Entonces sobrevino de repente
un gran terremoto, de tal manera

que los cimientos de la cárcel
se sacudían; y al instante se

abrieron todas las
puertas, y las cadenas

de todos se soltaron».

Piense en esto: «Despertando el
carcelero, y viendo abiertas las

puertas de la cárcel, sacó
la espada y se iba a matar,

pensando que los
presos habían huido».

Porque esa era la ley romana.

O sea, le daban autoridad, y
si no cumplía, lo mataban.

Entonces: «Mas Pablo clamó a
gran voz, diciendo: ‘No te hagas

ningún mal, pues
todos estamos aquí’.

El entonces, pidiendo luz, se
precipitó adentro, y temblando,

se postró a los pies de Pablo
y de Silas; y sacándolos, les

dijo: ‘Señores, ¿qué debo
hacer para ser salvo?'».

No mucho de que «¿hay un Dios?»
y esto y lo otro.

Le respondieron: «‘Cree en
el Señor Jesucristo,

y serás salvo, tú y tu casa’.

Y le hablaron la palabra del
Señor a él y a todos los que

estaban en su casa.

Y él, tomándolos en aquella
misma hora de la noche, les lavó

las heridas; y en seguida se
bautizó él con todos los suyos.

Y llevándolos a su casa, les
puso la mesa; y se regocijó con

toda su casa de
haber creído a Dios».

Y cuando vino el alguacil, por
ejemplo, el resto del pasaje

dice que se morían de miedo
porque supieron que ellos eran

romanos, y era ilegal golpear
y encadenar a un romano así.

Entonces, lo interesante es
que se fueron libres, y los

magistrados querían que se
fueran lo más pronto posible y

que por favor no le dijeran a
nadie lo que les había sucedido.

Pero la declaración más
importante en toda esa serie es

ésta: Él dijo: ‘¿qué debo
hacer para ser salvo?’.

Pablo respondió muy claramente,
vea esto, un solo versículo:

Preguntó: ‘¿qué debo
hacer para ser salvo?’.

Y respondieron: «Cree…»,
Escuche, no en Jesús, sino:

‘Cree en el Señor Jesucristo,
y serás salvo, tú y tu casa’.

Cuando leo ese pasaje y veo
lo sencillo que parece ser,

considero lo que la
gente piensa acerca de Dios

y la salvación, lo que sea.

Permítame preguntarle.

Si alguien le
dijese: «Dime exactamente,

¿qué quieres decir
con salvación?»

¿Qué respondería?

¿Qué quiere decir con salvación?

Bueno, quizás tenga una buena
respuesta, pero deseo darle una

respuesta sencilla porque es
una definición sencilla,

totalmente cierta.

Y solo tiene que decir: La
salvación es la obra de la

gracia de Dios, escuche,
mediante la cual Él ¿hace qué?

Perdona nuestros
pecados y nos da ¿qué?

El don de vida eterna.

Eso es la salvación.

La obra de la gracia de Dios.

¿Qué es la obra de
gracia de Dios?

Su favor y amor inmerecidos y
como resultado de eso, por el

cual Él nos perdona
nuestros pecados, y nos da, no

lo ganamos por obras, Él nos
lo da, el don de vida eterna.

Si alguien le pregunta:
¿Qué es la salvación?

Esa es una definición sencilla
pero que clarifica todo.

La gracia de Dios es su
favor inmerecido, no ganado.

Él no nos salva
porque merezcamos algo.

Y muchas personas piensan que
si creen que hay un Dios o creen

que Dios existe, son salvas.

Pero realmente no lo son.

Así que deseo hablar de un
par de cosas principalmente, la

primera es ésta.

Nuestra condición espiritual
antes de la salvación.

Si usted le pregunta a cualquier
persona cómo está, quizás le

responda: «No tan mal».

Y lo que harían, y lo que harán,
es hablar de otras personas,

otras cosas o
circunstancias y decir: «¿Sabes?

Si soy bueno».

«Conozco a miembros de la
iglesia que hacen esto y

aquello, soy tan
bueno como ellos».

«No me preocupa el hecho de
ir al cielo porque

no hago nada malo».

Nada más lejos de la verdad,
porque todo eso se basa en lo

que cree que Dios piensa de
su conducta, su trabajo, su

actitud, su esto y aquello.

Y al decir por gracia, significa
su amor inmerecido, no ganado.

Dios no nos salva conforme
a lo que hacemos,

quiénes somos, qué tenemos.

Él nos salva sobre la base
de una relación personal con

Jesucristo, el Señor.

No importa qué más crea usted,
no puede negar esa verdad.

Y no puede esperar ser salvo
basándose en nada que haga.

Si la Biblia no es su
brújula, no tiene

una brújula genuina
que guíe su vida.

Así que no importa lo que
escuche decir al respecto.

«Pues yo creo tal cosa de
Dios y esta religión, aquella

religión», eso es irrelevante.

Si esta no es su brújula,
entonces tiene un gran problema.

Porque un día de estos
estará frente a Dios.

Un día de estos morirá.

Porque hay muerte física,
espiritual, y muerte eterna.

Muerte física,
quizás la experimentemos.

Dije Quizás pues
Jesucristo podría venir antes.

Muerte espiritual.

Muertos en, escuche, muertos
en transgresiones,

violando la ley de Dios.

Él dice que allí estamos.

Y ¿cuál es la
provisión de Dios para eso?

Su provisión es ésta, y es, la
provisión de Dios, permítame

decir, primero que
todo, es motivada por amor.

Tenga la bondad de acompañarme
a Romanos 5, versículo 5: «y la

esperanza no avergüenza;
porque el amor de Dios ha sido

derramado–No rociado–
derramado el amor de Dios ha

sido derramado en nuestros
corazones por el Espíritu Santo

que–mora en
nosotros–que nos fue dado.

Porque Cristo, cuando
aún éramos débiles,

a su tiempo murió
por los impíos».

Éramos incapaces de salvarnos.

«Ciertamente, apenas morirá
alguno por un justo; con todo,

pudiera ser que alguno
osara morir por el bueno.

Mas Dios muestra su amor para
con nosotros, en que siendo aún

pecadores, Cristo
murió por nosotros.

Pues mucho más, estando ya
justificados–O sea,

declarados justos–en su
sangre–es resultado de la

cruz–por él
seremos salvos de la ira.

Porque si siendo enemigos,
fuimos reconciliados con Dios

por la muerte de su Hijo, mucho
más, estando reconciliados»,

Traídos de vuelta a una relación
con Él–

seremos salvos por su vida.

Y no sólo esto, sino que también
nos gloriamos en Dios por el

Señor nuestro Jesucristo,
por quien hemos

recibido ahora la
reconciliación».

Traídos de vuelta a
una relación con Él.

¿Cómo puede hacer eso?

Porque si solo nos perdonara,
habría violado su propia ley.

«El alma que pecare
morirá», y todos hemos pecado.

¿Cómo puede Dios
perdonarnos justamente?

Y lo hace así, solo
de esta forma

y la única esperanza
de salvación.

Dios, en la persona de
Jesucristo, vino al mundo con el

propósito de morir
por nuestros pecados.

Y al hacerlo, vino al mundo
también a mostrarnos quién es

Dios y cómo es Él.

Dios lo envió al mundo, su
unigénito Hijo, con el propósito

principal de ¿hacer qué?

De morir en la cruz, derramar su
sangre, su sangre es expiatoria.

O sea, es sangre que paga
toda nuestra deuda de pecado.

Pero, mire, cuando Él vino al
mundo a morir en la cruz, Dios

puso en Jesús todos
los pecados de toda

la humanidad hasta Adán y Eva.

Y Jesús tuvo que ser Dios,
porque de haber sido alguien

más, solo hubiese podido
morir por su propio pecado.

Pero Jesús no pecó, fue el
Hijo perfecto de Dios,

el cordero perfecto.

¿Quién es la única
persona que dio su vida?

Primero, sin pecado; quien
dio su vida en sacrificio,

sustitutivo, considerado
suficiente a los ojos de Dios

para nuestros pecados?

Nada ni nadie sino Jesús.

Por eso dijo Jesús dijo: «Yo soy
el camino, la verdad y la vida,

nadie viene al
Padre sino por mí».

Usted dirá: «Bueno, ¿acaso
no es eso un poco arrogante?

No.

Es verídico.

Todo vuelve a la cruz.

Por ejemplo, si elimináramos
todas las enseñanzas de la cruz

del Nuevo Testamento, no
quedaría mucho, ¿qué tenemos?

¿Qué puede hacer el hombre?

Vea a su alrededor.

Pregunte donde trabaja, donde
vive, a sus amigos, familiares:

¿Crees que irás al cielo?

Bueno, algunos
dirán: «No lo sé».

Esa es una buena respuesta
porque luego usted podría decir:

«Yo sé que voy».

Pues eso suena un
poco arrogante.

No, ¿le gustaría saber por qué?
«Pienso que voy.

Creo que voy.
Sé que voy».

Si se retractan, quiere decir
que se sienten tan culpables que

no soportan escucharlo.

Ni quieren escucharlo.

Entonces hablemos de usted.

¿Es usted salvo?

Entonces, quisiera hablar de
cómo serlo, en un momento, pero

lo que deseo que veamos
principalmente es por qué Dios

perdona nuestros
pecados, una palabra: AMOR.

Dios nos ama.

Mire, si fuese por nuestras
obras, en otras palabras,

¿cuáles obras?

¿Algo sería bueno para
esta persona, y no aquella?

No podríamos
hacer lo mismo todos.

No tendríamos más que confusión
sin la sangre de Jesús.

Entonces, al ver lo que Él dice
de nuestra pecaminosidad y su

muerte, dice que todos pecamos y
fuimos destituidos de la gloria

de Dios, y estamos
de acuerdo en eso.

Y que la paga del
pecado es muerte.

Cuando Él viene a
nuestra vida, ¿qué pasa?

nos transforma.

No somos la misma
persona que solíamos ser.

Por ejemplo, Pablo lo dijo así:
«Por tanto, si alguno está en

Cristo», tiene esa
relación con Él–

y en breve hablaré de
cómo hacerlo.

Si alguno tiene esa relación,
dice: «Las cosas viejas pasaron;

he aquí todas son
hechas nuevas».

¿Qué pasa?

Hay una diferencia.

Cuando una vida es transformada
por el Señor Jesucristo, es una

vida distinta.

Andaremos de distinta forma.

Sonaremos diferente.

Nos veremos
diferente en cierto modo.

No necesariamente su forma de
vestir, pero algunas personas

deben cambiar su
vestimenta, sin duda.

Pero, por ejemplo, en Efesios,
el primer capítulo, vayamos al

versículo 13.

Dice: «En él–O sea, en Cristo,
si tiene una relación con Él

ahora, «también vosotros–
escuche–habiendo oído la

palabra de verdad».

¿Y cuál es ese mensaje?

«el evangelio de vuestra
salvación y habiendo creído en

él, fuisteis sellados con el
Espíritu Santo de la promesa,

que–el Espíritu
Santo–que es las arras.

Es una garantía de Dios–
de nuestra herencia–lo que

recibiremos–hasta la redención
de la posesión adquirida,

para alabanza de su gloria».

Ahora, piense en
esto un momento.

Vivir en pecado, desobediencia a
Dios, perdido, separado de Dios.

El único sustituto apto y
aceptable a Dios, la muerte de

su Hijo, Él es el
único sin pecado.

Pasó esto.

Cuando Él murió.

Abrió la puerta al mundo para
ser salvo, porque Él pagó toda

nuestra deuda, porque Él
era el perfecto hijo de Dios.

La salvación, como
dijimos, en un don de Dios.

¿Cómo funciona eso en
la vida de alguien?

Dijimos, bueno,
hay que creer en Él.

Y quisiera darle un par de
definiciones más por un momento.

La fe que salva, escuche, la
fe que salva es creer en Cristo

como una persona viva, el
Hijo de Dios para el perdón de

pecados y la vida
eterna con Dios.

Es creer en Cristo, entonces
cuando alguien dice: «Quiero a

Cristo como mi Salvador»,
entonces, ¿qué debo hacer?

Debo estar dispuesto a pedirle
perdón por mis pecados, y poner

mi fe en Él como el Señor y el
Hijo de Dios, quien fue a la

cruz y pagó toda mi
deuda al ser crucificado.

Estoy dispuesto a creer que Él,
por lo que ha hecho por mí y la

aceptación de Dios de
eso, estoy dispuesto a

creer que Él me salva.

Y al momento de hacerlo, Él dice
que el Espíritu Santo viene y

nos sella como hijos de Dios.

Usted dirá: «Bueno,
¿qué se supone que haga?».

La fe que salva es
poner mi confianza en Él.

No en Jesús como una idea, sino
en la persona de Jesucristo,

quien fue a la cruz, murió en
la cruz por nuestros pecados.

Pongo mi fe en Él.

Ahora, alguien dirá: «Bueno,
¿qué del asunto del Señorío?»

Y hay quienes dicen: «Quiero tu
salvación, Padre, pero no quiero

que me digas cómo vivir».

«Te doy gracias por tu perdón y
gracias por el don del cielo,

pero no me digas cómo vivir».

Señorío es dominio en mi vida.

guía en mi vida,
dirección en mi vida.

Él es quien toma nuestras
decisiones y nos muestra

la voluntad del Padre.

«No quiero eso.

Solo quiero su perdón y quiero
su salvación, y quiero ir al

cielo, pero no te
quiero como mi Señor».

Entonces permítame
explicar arrepentimiento.

Es un dolor
profundo por el pecado.

«Estoy avergonzado.

«Señor, lo siento por lo que he
hecho, renuncio a eso, ya no

quiero eso en mi vida», y un
compromiso sincero a dejarlo y

andar en obediencia a Cristo.

Ahora, preste mucha atención.

Esa es la confesión de
arrepentimiento genuino.

Le diré qué significa
y lo qué no significa.

Significa que si me arrepiento
de mis pecados, y vuelvo a

pecar, perderé mi salvación.

No significa eso.

Piénselo, si se arrepiente
de sus pecados, ¿qué dice?

Dice: «Señor, lo siento
por lo que hay en mi vida».

«No quiero esto en mi vida».

«No encaja con quién soy y
quién seré como hijo de Dios».

«Renuncio a esto».

¿Significa que ya no pecará más?

No.

Porque, mire, el estilo de vida
que teníamos, cualquiera que

haya sido, y de niño, por
ejemplo, no tuve nada

de eso en mi vida, pero…

si nos arrepentimos de
nuestro pecado, Dios lo acepta.

Entonces ¿qué?

Tal vez tenga que arrepentirme
de eso más de una vez.

Salvación es aceptarlo
como el Señor de mi vida.

Significa que Él está al mando.

Pero en mi debilidad y flaqueza,
Señor, perdóname, Dios mío.

No quería eso.

Señor, dije que no
volvería a hacerlo.

Todos hemos pasado por eso.

No significa que
perdió su salvación.

Significa que su debilidad
y flaqueza y nuestra vieja

naturaleza a veces emerge.

Entonces, ¿qué hacemos?

Le pedimos a Dios
que nos perdone.

Mucha atención.

Le pedimos que nos perdone y
limpie basándonos en lo que Él

hizo en la cruz.

Entonces, ¿dónde
queda el arrepentimiento?

¿Significa que somos
salvos por arrepentimiento?

No.

Somos salvos por
la gracia de Dios.

Pero el arrepentimiento es parte
del reconocimiento de Jesucristo

como el Señor y Amo de mi vida.

Alguien dirá: «Bueno, puedo
pecar todo lo que quiera

y luego ser salvo?

He conocido gente así,
muchas personas así.

Y, ¿sabe qué?

Nunca he conocido a ninguna, que
haya conocido bien, que no se

lamente profundamente de
haberse alejado de Dios.

Puede alguien alejarse de
Dios viviendo en pecado?

Sí pueden.

¿Significa que se perdieron?

No es así.

Pero significa esto.

La gran mano de Dios de
juicio vendrá sobre ellos.

Mire, eso es la gracia, su amor.

Dios es bondadoso en su amor.

Pero Dios también exige rectitud
y santidad en toda nuestra vida.

Y yo le diría a usted hoy:
¿Recuerda algún momento en su

vida en que puede decir: «Yo
sé que en ese punto de mi vida

puse mi fe en Jesucristo».

Dirá: «No lo entendí
todo en aquel entonces».

Bueno, tampoco yo.

Pero pasó esto.

Hice lo que hice, entendí por
completo que era pecador, y que

Dios me había salvado.

Y quizás hoy por primera vez en
su vida, usted ha entendido por

qué Jesús tuvo que morir Y la
única forma en que Jesús puede

justificarle como hijo de
Dios, es por haber muerto como

sacrificio por sus pecados.

Así que somos
salvos por su gracia,

bondad, amor, misericordia.

Y le animo, si aún no lo ha
aceptado como su Salvador,

dígale: «Señor,
estoy avergonzado

de la vida que he vivido».

«He dicho ser algo que no soy.

«Te pido que me
perdones y me limpies.

«Sí te reconozco como el
Señor y Salvador de mi vida.

Solo quiero que me limpies y
que me hagas uno de tus hijos».

Permítame decirle.

No hay que rogárselo.

Cuando usted acude a Dios con
sinceridad, Él contestará la

petición de su corazón.

Esa es mi oración por usted.

Padre, cuánto agradecemos
que no nos diste

una lista de prohibiciones.

Solo nos diste una afirmación.

Fe en la muerte expiatoria,
suficiente y sustitutiva de tu

Hijo en la cruz y la entrega de
nuestra vida

a Él como el Señor y Amo.

Gracias, gracias, gracias.

Te pido que todo el que escuche
esto, y aún no sea salvo, que ha

dependido de sí mismo para darse
cuenta de que no hay esperanza

fuera de la muerte expiatoria
y más que suficiente de

Jesucristo, el sustituto
único que tomó nuestro lugar.

En el nombre de Jesús, amén.

[música]