Cuando nos adelantamos al plan de Dios – Dr. Charles Stanley

Si somos sinceros, la mayoría de nosotros admitiría que preferiríamos seguir nuestros propios planes a los de nuestro Padre celestial. Pero ¿qué bendiciones perdemos al adelantarnos al plan de Dios? En este mensaje, el Dr. Stanley nos asegura que siempre tenemos tiempo para esperar en Dios, y que dicho tiempo siempre estará bien invertido. Aprenda a entregarle sus planes a Dios, y confíe en que el tiempo de Dios es perfecto para todas las cosas. Para más mensajes de Charles Stanley, incluyendo la transmisión de esta semana, visite www.encontacto.org/vea

Dr. Stanley: Una de las
lecciones más importantes

en la vida es aprender
a escuchar a Dios.

Si no lo escuchamos, no sabremos
qué hacer.

Si lo escuchamos, entonces
debemos decidir si lo obedecemos

o desobedecemos.

Pero ¿cómo sabremos cómo quiere
Dios que vivamos si no

aprendemos a escucharlo?

Y no solo a escucharlo, sino
también a reconocer que el

tiempo de Dios es siempre
perfecto.

Y no siempre coincidimos con su
tiempo.

Quizá haya razones propias
egoístas; pero aprender a

escucharlo y también a acatar
su tiempo es una gran lección

en la vida.

Y mucha gente pierde
sus bendiciones al no esperar

el tiempo oportuno.

Tienen sus propias ideas,
se desesperan, se preocupan,

escuchan noticias, escuchan a
los demás y ahí siguen, sin

detenerse a pensar: «Dios, ¿cuál
es tu plan?

¿Qué quieres que haga?

¿Cuándo quieres que lo haga?

¿Cómo quieres que lo haga?

¿Cuál es tu voluntad en mi
vida?»

Creo que nuestro fracaso en
buscar su consejo y dirección

tocante al tiempo es un asunto
grave.

Acompáñeme al capítulo 12 de
Génesis.

Esto es lo que Dios dijo a
Abraham.

Le dijo: «Vete de tu tierra y de
tu parentela, y de la casa de tu

padre, a la tierra que te
mostraré haré de ti una nación

grande, te bendeciré,
engrandeceré tu nombre, serás

bendición.

Bendeciré a los que te
bendijeren, y a los que te

maldijeren maldeciré; y serán
benditas en ti todas las

familias de la tierra».

Bien, creo que más evidente no
podría ser; esto no podría ser

más claro.

Así que, Dios dejó muy, muy
claro lo que Abraham debía hacer

y lo que Él haría.

Pero en vez de seguir las
instrucciones de Dios, cometió

un desliz por aquí, y otro
desliz por allá.

Mire, preste mucha atención:
Dios nos conoce a la perfección.

Sabe cuál es su voluntad y
propósito para su vida y no hace

sugerencias.

Dios da órdenes porque sus
órdenes vienen de una mente, una

voluntad y un propósito del todo
perfectos.

Nunca le pediría que haga algo
que no encaje en su voluntad

para su vida.

Y su voluntad siempre es la
mejor opción.

Y si se fija en este pasaje de
la Biblia, no solo le prometió

un heredero, sino que dijo: «En
efecto, ve afuera y mira el

cielo y las estrellas.

Así será tu descendencia».

Y le dijo que serían esclavos en
Egipto cuatrocientos años, pero

le dijo que él iba a morir en
paz y en buena vejez, y que

tendría una tierra de herederos.

Y Dios hizo exactamente lo que
prometió.

Bien, fue decisión de Dios,
dice: «Haré tu nombre

grande».

Y todos los creyentes podemos
rastrear, rastrear nuestro

linaje hoy mediante Jesús,
hasta Abraham.

Vayamos al capítulo 16
de Génesis.

Habían pasado algunos años desde
que Dios le hizo la promesa.

«Sarai mujer de Abram no le daba
hijos; y ella tenía una sierva

egipcia, que se llamaba Agar».

Cuando dejó su hogar, se fue a
Canaán, tierra elegida por Dios.

Al llegar, había una gran
hambruna, así que, va hacia el

sur, a Egipto.

Y no tenía por qué traer a Agar
de Egipto a su familia.

Abraham fue una gran elección de
Dios, pero cometió errores.

Y cuando Dios dice algo, no
dice: «Hazlo si te parece.

No dejes de hacer esto y eso».

¡No!, Él dio instrucciones
claras porque conocía el futuro.

«Dijo entonces Sarai a Abram:
‘Ya ves que Jehová me ha hecho

estéril; te ruego, pues, que te
llegues a mi sierva; quizá

tendré hijos de ella'».

Y Abram escuchó la voz de Sarai.

Y siguió cometiendo errores.

Creemos que un hombre escogido
de Dios lo escucharía; pero

quiero que vea esto: «Y Sarai
mujer de Abram tomó a Agar su

sierva egipcia, al cabo de diez
años que había habitado Abram en

la tierra de Canaán, y la dio
por mujer a Abram su marido.

Y él se llegó a Agar, la cual
concibió; y cuando vio que había

concebido, miraba con desprecio
a su señora.

Entonces Sarai dijo a Abram: ‘Mi
afrenta sea sobre ti'».

Pero, ¿De quién fue esta idea,
realmente?

«‘Yo te di mi sierva por mujer,
y viéndose encinta, me mira con

desprecio; juzgue Jehová entre
tú y yo'».

Lo que vemos no es más que un
acto de desobediencia.

No pudo esperar a Dios y escuchó
las voces equivocadas.

Y la gente aún escucha voces
equivocadas.

No esperan a Dios; quieren todo
ya.

«Si no entiendo cómo podría
hacerlo Dios, yo mismo lo haré».

Mucha gente, la mayoría, vive en
desacuerdo con Dios, fuera de su

voluntad, actuando por su cuenta
porque el asunto no sale como

pensaron.

Dios tiene un plan para su vida
y si sigue ese plan, le irá

mejor, no importa lo que alguien
más le diga.

Si sigue su propio plan, estará
solo.

Recuerde esto, que el Dios que
lo creó, quien es infinito en

inteligencia, conoce todo su
pasado, su linaje, su presente y

su futuro.

Dios tiene el mejor plan para
usted, sea lo que sea, pero debe

aprender a escucharlo.

Si no aprende a escuchar a Dios,
¿cómo le obedecerá?

Si no le obedece, ¿cómo
experimentará las bendiciones

de Dios?

Es así de simple.

Enseña a sus hijos
a ser obedientes,

¿y vive en desobediencia?

Dios dice que obedezcamos porque
solo Él nos tiene lo mejor.

Y así, por su desobediencia y
renuencia a esperar en Dios,

Sarai logra lo que quiere.

Pero no solo logra lo que
quiere, sino muchos días y años

de dolor, aflicción, discordia,
conflicto y demás.

Así que, tiene un hijo y Abraham
tiene cien años.

¿Por qué Dios esperó tanto?

¿Por qué no hizo algo antes?

Porque quería proclamar ante el
mundo que su elección, su

estirpe sería un milagro de
Dios.

Tenía un plan, fíjese, y esa es
la razón por la que su vida de

oración debe ser tan importante
para usted.

Escuchar a Dios: Dios, ¿qué
quieres que haga?

Pienso en todo lo que sucede en
la vida de una persona, lo cual

es un claro ejemplo de lo que
pasó aquí.

No queremos esperar el tiempo de
Dios, sino que sea ya.

Por ejemplo, queremos comprar
una casa.

¿Es la voluntad de Dios o no?

Usted dirá: «Mire, hemos
esperado y esperado y ya basta

de esperar.

La queremos ahora».

Pero se adelantó a Dios porque
así le pareció y no le pidió su

dirección.

Yo creo que hay gente, por
ejemplo, que en su búsqueda de

un empleo en la vida, cuando
este aparece dicen: «Es mejor

que lo acepte.

Es lo mejor que puedo hacer».

Usted no lo sabe.

Nadie sabe lo que Dios planea
para usted.

Ya sea comprar algo, o casarse
con alguien, o lo que sea, ir

a la universidad, especializarse
en algo.

«Bueno, esto es lo que haré».

¿Le ha preguntado a Dios?

¿Lo ha dirigido Dios, o no?

Escuchar a Dios es parte vital
de la vida cristiana.

Escuchar a Dios es parte de la
vida.

Dios lo sabe todo y ha planeado
lo mejor para usted.

¿Y usted tomará sus propias y
necias decisiones porque no

puede esperar?

Sí puede esperar, pero no
quiere; y deberá pagar el precio

por no esperar.

Mire su propia vida.

¿Vive según el plan y la
voluntad de Dios para su vida?

¿Le pide orientación y consejo
en su vida?

¿Le pregunta sobre el tiempo
oportuno en su vida?

¿O solo toma decisiones propias?

«No tengo tiempo».

Sí lo tiene.

Dios podría quitarlo de en medio
así nomás, si quisiera.

Sí tiene tiempo para esperar en
Dios.

Es lo mejor, siempre lo mejor.

Y bien, ¿qué ocurre?

Decidimos adelantarnos a Dios.

No tomamos buenas decisiones;
solo tomamos decisiones que nos

gustan de momento.

Y quisiera decirle a cada
universitario que antes de tomar

una decisión en su carrera
particular, en lo que quiere

hacer, o en su especialidad,
debe preguntarle a Dios.

No querrá perder su tiempo ni
malgastar su vida después de

graduarse.

Pero si cree que es bastante
listo para decidir sin necesidad

de Dios —¡he oído tantas veces
eso!

¿No necesita a Dios?

¡Claro que sí!

Si no cree que necesita a Dios–
Mire, ningún título superará su

ignorancia, si cree que no
necesita a Dios.

Usted puede obtener cualquier
título o diploma de cualquier

universidad; pero si cree que es
más listo que Dios, ya ha

fracasado.

¿Qué pasa entonces?

Escuchamos a los demás.

«Bueno, creo que debe hacer
esto».

¿Es lo que Dios dijo?

¿Es lo que Dios dijo o solo lo
que yo dije?

Y a menudo la gente es engañada
por la apariencia.

«Me quiero casar con ella porque
es hermosa».

De modo que decidimos de acuerdo
con la apariencia.

Esa no es la voluntad de Dios.

A veces solo es cuestión de
impaciencia.

«Yo creo en Dios, espero en
Dios, pero solamente esperaré

hasta aquí».

¿Se imagina decirle a Dios que
usted tiene un plazo limitado

que le dará antes de elegir a
alguien con quien casarse?

Y al casarse empieza una vida de
crisis, conflicto, separación y,

al fin, divorcio.

Escuchar a Dios es algo
indispensable para andar con

Dios.

Y andar con Dios es algo
indispensable para vivir una

vida que traiga satisfacción,
paz, gozo.

Todo lo que necesite,
Dios lo proveerá.

Y a veces la gente, por temor
al fracaso, se adelanta al plan

de Dios.

«Mire, si no hago esto, y si no
hago aquello, y si no hago tal

cosa, me perderé eso».

Preste mucha atención: Usted
nunca perderá, si obedece a

Dios.

Dios sabe todo sobre su futuro.

También sabe qué lo hace
tropezar, y conoce sus flaquezas

y las áreas donde lo ayudará a
vencer.

Si usted empieza en la vida sin
Dios, va en la dirección

equivocada.

Y cuando se somete a Él, permite
que Dios Todopoderoso, quien lo

sabe todo, lo lleve a tomar
decisiones correctas todas las

veces.

Pensando en mi propia vida, a
los catorce años ya sabía que

Dios me decía: «Debes predicar
el evangelio».

Es lo único que me dijo en ese
punto de mi vida.

Y acabé la secundaria y la
universidad, sabiendo lo que Él

quería que hiciera, así como al
terminar el seminario y lo

demás.

Dios le dirá lo que quiere que
haga si se lo pregunta.

No significa que le hará saber
su vida entera, pero sí el

siguiente paso, y el siguiente y
el siguiente y el siguiente.

Dios se interesa —escuche— en su
éxito, si le obedece.

No significa que tendrá éxito
siempre o que será rico, o que

tendrá todo en la vida cuando lo
quiera, sino que su vida estará

completa y llena de gozo, paz y
felicidad.

Habrá sufrimiento, dolor y
pérdida, sí; pero al final

sentirá satisfacción y plenitud
en la vida.

La gente teme fracasar si no lo
hace ahora.

Es la mentira del diablo.

No se trata de su edad, sino de
cuál es la voluntad de Dios.

Esa es la clave.

Y a veces tememos que nos
perderemos algo.

Luego está el problema
de la falta de fe.

«Mire, no creo que Dios tenga
un plan para mi vida.

No creo que tenga que esperar.

No creo esto, no–«.

¿Qué es lo que cree?

Es decir, si no cree a Dios,
¿en qué cree?

Si no cree que Dios tiene una
voluntad para su vida, ¿está

aquí por accidente, o debido a
sus padres, y todo depende de

usted en este mundo loco y
arruinado?

¿Depende de usted decidir lo que
va a hacer y dónde lo hará, y

todo eso?

Me pongo a pensar en cuántos
estudiantes no estarían hundidos

en deudas al terminar la
universidad, debiendo dos mil

dólares o más a la facultad.

¿Es lo que Dios quería que
hiciera?

Él siempre nos tiene lo mejor.

No dice lo más fácil,
sino lo mejor al final.

Así que, pagamos
las consecuencias al no esperar

en Dios.

Un ejemplo perfecto: Sara dijo:
«Bien, ya he esperado bastante

y ya he envejecido y no podré
tener hijos.

Así que, tomemos a esta esclava
egipcia y que sea mi sustituta».

Esa no era la voluntad de Dios.

Dios la perdonó a pesar de eso;
y no fue el único error

que cometió.

Pero aquello–fíjese, parecía
lo más simple y correcto.

No siempre podemos fiarnos
de la apariencia.

Ni podemos fiarnos
de su importancia.

Ni tampoco fiarnos de cuántas
voces lo aprueban.

¿Cuál es la voluntad de Dios
en su vida?

Por tanto, hay consecuencias
cuando nos adelantamos a Dios y

una de ellas es que nos privamos
de lo mejor de Dios.

Piense en esto: Usted puede
adelantarse y tomar una decisión

y arreglárselas por un tiempo,
o incluso toda la vida; pero se

ha perdido lo mejor de Dios.

Mire, no tenemos más que
un viaje aquí.

Lo sabe, ¿no es cierto?

Solo tenemos un viaje.

Bien, ¿por qué tomar otro rumbo
cuando no debemos?

Nos privamos de lo mejor de
Dios.

Retrasamos el propósito de Dios
en nuestra vida.

Cuando nos desviamos, el
propósito de Dios se interrumpe,

no se completa.

Equivocamos el rumbo, y a veces
la gente debe pasar por un

desastre antes de entregarse a
Dios y estar dispuestos a decir:

«Señor, quiero hacer tu
voluntad.

Lo eché a perder todo.

Te pido que me perdones».

¿Lo perdonará?

Sí.

¿Lo sacará adelante?

Sí.

¿Podrá cumplir su voluntad en su
vida?

Tal vez sí, tal vez no.

Depende de lo que sea.

¿Dios da una segunda
oportunidad?

Tres, cuatro, cinco —¡aleluya!—,
diez, once, doce,

toda clase de opciones.

Pero cada vez que nos damos
prisa y elegimos mal, perdemos.

Y luego, experimentamos
discordia en nuestra vida.

Cuando no esperamos en Él, habrá
discordia.

La vida produce situaciones que
crean discordias; pero si nos

entregamos a Él, nos permitirá
continuar, crecer en medio de

ellas, ser mejores a causa de
eso y seguir su voluntad, sea

como sea.

Asimismo, sufrimos decepciones
en la vida.

¿Fuera de la voluntad de Dios?

Se decepcionará.

Yo creo que mucha gente piensa
que lo tiene todo, y toman un

rumbo en la vida fuera de la
voluntad de Dios, diciendo:

«Mire, ¿qué puede pasar en esta
situación?

Con tanta bendición, no hay duda
de que hacemos lo correcto».

No necesariamente.

Quizá sus padres puedan costear
sus estudios y parte de su vida;

pero eso no significa que esté
en la voluntad de Dios.

Y no los tendrá siempre.

Lo importante es ¿qué quiere
Dios?

Y también tiene que preguntarse:
«Soy lo bastante sabio para

hacer un alto ahora y decir:
‘¿Señor, qué quieres en mi

vida?’ ‘¿Qué deseas hacer en
ella?

¿Cuál es el paso que sigue según
tu plan y tu voluntad?'».

Usted dirá: «Bien, ¿cómo sé que
Dios me hablará?».

Porque lo prometió.

Dijo así, escuche bien, dijo,
este es Dios: «Él actúa a favor

de quien espera en Él».

Cuando decimos: «Señor, no sigo
más; quiero saber cuál es el

siguiente paso en mi vida»; Dios
estará ahí y nos dirá cuál es si

confiamos en Él.

Pero si usted no confía, no
tendrá su dirección.

Dios no puede dirigirlo si vive
en pecado.

Tiene que elegir.

Asimismo, imagino que en algún
momento estará a la espera de

una derrota tras otra y quizá de
la destrucción en su vida.

Vea lo que pasa en la vida de
los demás.

No tiene que ser así.

Así que, el asunto es cómo
viviré mi vida.

¿La viviré según la voluntad de
Dios y lo seguiré?

Quizá no tenga esto y lo otro,
pero querré saber cuál es su

voluntad para mi vida.

¿No es cierto que la dicha, el
gozo, la paz, el contentamiento

y la satisfacción son más
valiosos que un montón

de dinero?

Son mucho más valiosos,
mucho más valiosos que la

notoriedad y todo lo demás; pero
es nuestra decisión.

Todos decidimos eso a diario.

¿Seré obediente a Dios hoy, o no
lo seré?

¿Seguiré los pasos de un Dios
que me ama incondicionalmente,

que ha prometido darme dirección
y ha prometido proveer para mi

vida y darme lo mejor?

¿Lo escogeré a Él?

¿Escogeré la voz de Dios, o
escucharé el llamado del mundo e

iré hacia allá?

Es una opción.

Y ojalá pudiera hablar con cada
uno de ustedes ahí que ya han

estropeado su vida.

Tomó decisiones en su vida por
las que ahora sufre.

Déjeme decirle esto: Dios lo
perdonará si le pide perdón

y entrega su vida a Jesucristo.

Y pienso en todos ustedes,
que atraviesan situaciones

y circunstancias, y que están
donde saben que no deben estar,

arruinando su vida y su futuro.

Si está dispuesto a parar y a
pedirle a Dios que lo perdone, y

recibe a Cristo como su Salvador
y le entrega su vida, lo

aceptará donde se encuentra y
cambiará del todo su vida.

La decisión es suya.

Si confesamos nuestros pecados,
fiel y justo es Dios para

perdonarnos y llevarnos en la
dirección correcta.

¿Usted lo haría?

¿Quiere lo mejor de Dios?

Le aseguro que nadie más puede
elegir eso por usted.

Dios ha elegido lo mejor.

Si desea escuchar, puede
experimentar lo mejor.

Dios está dispuesto
a perdonarlo, limpiarlo de su

pecado y darle un nuevo inicio.

Es su decisión.

Y mi oración es que tome
una decisión sabia.

Él escucha.

Y recuerde esto, que es algo que
no puede cambiar, no puede:

Usted siega lo que siembra.

¿Qué ha estado sembrando?

Y siega más de lo que siembra.

¿Dónde está usted?

Y siega después de sembrar.

No puede evitar o esquivar
lo que siembra.

Puede ser perdonado, pero eso
no cambia nada.

Mientras tenga la oportunidad,
pida perdón a Dios,

y que le limpie.

Pídale un nuevo comienzo.

Ya tenga dieciséis o sesenta,
puede tener un nuevo comienzo.

¿Será el plan original que Dios
tenía para su vida?

No, pero lo aceptará donde está.

Usted no sabe si llegará a los
sesenta y siete o no; tampoco

cuánto tiempo vivirá.

Así que, si lo piensa bien, es
hora de una decisión entre usted

y Dios por medio de su Hijo
Jesús: Entréguele su vida a Él

y vea lo que hará.

Quedará sumamente sorprendido.

Y esa es mi oración por usted.

Padre, gracias porque puedes
salvar a cualquiera.

Estás dispuesto a salvar
a cualquiera.

El perdón que Jesús proveyó
mediante su muerte en

el Calvario soluciona cualquier
clase de pecado.

Te pido que toda persona que
oiga este mensaje pare, piense,

confiese y se arrepienta de su
pecado y te dé su vida; y luego

te vea actuar admirablemente
en ella.

En el nombre de Jesús, amén.