Confianza en medio de la angustia – Dr. Charles Stanley

El estrés es una presión que sentimos y que puede llevarnos a una situación de profunda ansiedad o angustia. ¿Cómo podemos hacerle frente al estrés? Debemos “dejar de luchar” y reconocer que Dios tiene el control.

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[música]

locutor: En Contacto, el
ministerio de enseñanza

del Dr. Charles Stanley.

Alcanzamos al mundo con el
evangelio de Jesucristo

por medio de una enseñanza
bíblica sólida.

Hoy, en el programa En Contacto,

«Confianza en medio
de la angustia.»

Dr. Charles Stanley: Era el
año 1944 y yo tenía 14 años.

Estábamos en guerra y
luchábamos en el Pacífico

y también en Europa.

Fue un tiempo de gran dolor y
crisis en este país, y de muchas

cosas racionadas: comida,
ropa, automóviles llantas

y todas esas cosas.

Fue una época de gran angustia,
porque muchos estadounidenses

morían en costas extranjeras.

Era un tiempo de mucho estrés
porque la gente no sabía lo que

pasaría, por todas las cosas que
oíamos sobre la guerra

y lo que estaba pasando.

Y las personas se sentaban en la
noche y escuchaban las noticias

mientras tomaban la cena.

Y era un momento de angustia
porque en ocasiones daban

informes sobre dónde estaba
cierta división y

lo que estaba
pasando en la guerra.

Una mañana, mi maestra de
ciencias sociales entró a clase

y dejó sus libros en la mesa y
tomó una Biblia y dijo: «Haremos

algo diferente esta mañana».

Y empezó a leer.

Y recuerdo que pensé
que ella iba a llorar.

Y luego nos contó que la
noche anterior había oído las

noticias; y su esposo estaba en
una división particular

de la que hablaron.

Estaban en una batalla
sangrienta y ella tenía miedo.

Y la verdad no recuerdo el
nombre de mi maestra, pero nunca

he olvidado ese salmo.

Y cuántas veces he acudido a él
al pasar por una dificultad o un

momento de temor y
recordar el Salmo 46.

Y quisiera que lo busquemos
porque este es

un maravilloso salmo de aliento.

Les hablaré sobre la confianza
en medio de los momentos

estresantes, de la vida,
momentos de Confianza en medio

de la angustia.

Y esta es una palabra de
aliento; y el salmista dice

comenzando en el versículo
1: «Dios es nuestro amparo y

fortaleza, nuestro pronto
auxilio en las tribulaciones.

Por tanto, no temeremos, aunque
la tierra sea removida, y se

traspasen los montes al corazón
del mar; Aunque bramen y se

turben sus aguas, y tiemblen los
montes a causa de su braveza.

Del río sus corrientes
alegran la ciudad de Dios,

el santuario de las
moradas del Altísimo.

Dios está en medio de
ella; no será conmovida.

Dios la ayudará al
clarear la mañana.

Bramaron las naciones,
titubearon los reinos; dio él su

voz, se derritió la tierra.

Jehová de los ejércitos está con
nosotros; nuestro refugio

es el Dios de Jacob.

Venid, ved las obras de Jehová,
que ha puesto asolamientos

en la tierra.

Que hace cesar las guerras
hasta los fines de la tierra.

Que quiebra el
arco, corta la lanza,

y quema los carros en el fuego.

Estad quietos, y conoced que yo
soy Dios; seré exaltado entre

las naciones;
enaltecido seré en la tierra’.

Jehová de los ejércitos está con
nosotros; nuestro refugio

es el Dios de Jacob».

Qué maravillosa
palabra de aliento nos da.

Bien, todos nosotros
experimentamos estrés

en la vida.

Y todos pasamos por algunas
circunstancias en las cuales

pensamos que el estrés es
más de lo que soportamos.

Y así, haremos una de 2 cosas al
enfrentar períodos

de estrés en nuestra vida.

Y de lo que quisiera hablar
en este mensaje hoy es de cómo

andar con confianza en
esos tiempos difíciles tan

estresantes, tan
angustiosos para todos.

Y hay 2 formas de atravesarlos.

Y primero, quisiera hablar
sobre la forma más natural.

Es decir, cuál es la forma
natural de responder a los

momentos estresantes y
difíciles en nuestra vida.

Bien, la forma principal que
elegimos es luchar contra ellos.

Y quisiera definir 2
o 3 términos aquí.

Primero, al pensar en lo que
significa el estrés, el estrés

es una presión que sentimos; y
puede ser una presión contra

nosotros, o el sentir de
que somos arrastrados

en 2 direcciones.

Y luego está lo que llamamos
angustia, que es más o menos lo

mismo, excepto que al pensar en
la angustia, pienso en el hecho

de que ese estrés me lleva a un
lugar de verdadera y profunda

ansiedad e inquietud en mi
alma y dolor en mi sentir.

Cuando pensamos en
términos en luchar,

luchar significa contender.

Luchar significa pelear.

Luchar significa aplicar un
gran esfuerzo hacia algo.

Y así, pensamos en términos
de lucha, la Biblia dice aquí:

«Estad quietos, y
conoced que yo soy Dios».

Es curioso en este pasaje
que Dios nos da, que Él usa la

naturaleza como ejemplo para
describir lo que pasa

cuando hay gran caos.

Y dice en el versículo 2: «Por
tanto, no temeremos, aunque la

tierra sea removida, y se
traspasen los montes al corazón

del mar; Aunque bramen y se
turben sus aguas, y tiemblen los

montes a causa de su braveza».

A lo que se refiere aquí es a
esto: a los tiempos de estrés

que vienen cuando hay, cuando
hay terremotos, y dice: «Y se

traspasen los montes
al corazón del mar».

Cuando hay maremotos, dice:
«El bramido de sus aguas».

Y cuando Dios golpea las
montañas, dice que hasta los

montes tiemblan.

Luego sigue con la bendición
de que Él cuidará

de su propio reino.

Y notará que en el versículo 6
dice: «Bramaron las naciones,

titubearon los reinos; dio él
su voz, se derritió la tierra».

Es decir, en penosas calamidades
naturales y en tiempos de guerra

y peleas y
violencia y todo lo demás.

Y luego están esos
períodos estresantes que

tenemos en nuestra vida.

Nos despertamos el lunes,
revisamos nuestra agenda,

conocemos todas esas situaciones
y circunstancias que quizá vamos

a enfrentar, en ocasiones
esas situaciones estresantes son

resultado de problemas
financieros, problemas en casa

con los niños, por ejemplo,
o problemas en el trabajo.

Pero hay dificultades y
adversidad y tiempos

estresantes, vivimos en una era
estresante.

De hecho, es una buena
descripción

de la era en que vivimos.

Las presiones, lo que nos
arrastra, impulsan nuestra vida.

Y entonces tenemos que hacernos
esta pregunta:

¿cuál es la fuente de esto?

La fuente quizás sean varias
cosas.

Escuche:

Así que da lo mismo lo
que el diablo le lance.

Da lo mismo cuán pesadas
puedan parecer las cargas.

Da lo mismo cuál parezca
ser la causa de ese estrés.

Dios, el gran Dios, le permitirá
–triunfalmente, en victoria, en

silencio, en paz–, pasar por
ese estrés, para que el estrés

no se convierta en angustia,
sino que se convierta en

absolutas, escuche, absolutas
indescriptibles e incalculables

paz y serenidad que no podrá
entender y que

ni siquiera podrá explicar.

Solo sabrá que cuando Dios
dice que es nuestro amparo, es

exactamente lo que prometió.

Y ¿de qué se trata todo esto?

Mire lo que dice.

Aquí dice que
debemos conocer a Dios.

Si les preguntara hoy cuántos
conocen a Dios, es muy probable

que el 99% de ustedes levantaría
la mano, refiriéndose con eso

a que ha creído en Jesucristo
como su Salvador y,

como resultado de
eso, conoce a Dios.

No hay duda al respecto de
que así empieza a conocerlo.

Comienza a conocerlo al poner su
confianza en su Hijo, Jesucristo

como su Salvador.

Bueno, ¿qué hay del no creyente
cuando le pregunta

si conoce a Dios?

Lo más probable es que diga:
«Sí, conozco a Dios», y empiece

a decirle que ora y que Dios
responde a su oración; y le dirá

que ah, ah, que cree en la
Biblia–la cual no conoce y la

mayoría no cree en ella.

Y le dirá las razones por las
que conoce a Dios, pero usted

sabe que no es verdad.

Yo entiendo, mire, entiendo por
qué una persona que no ha creído

en Jesucristo como Salvador,
entiendo por qué no conoce a

Dios, aunque crea que sí.

Ha leído la Biblia y piensa:
«Sabe, yo creo que Dios

es el Creador.

Creo que comenzó todo esto.

Y, sí, creo que su Hijo murió en
la cruz y, sí, creo estas cosas

que los cristianos
dicen sobre Dios.

Sí, creo todo eso».

Pero no lo conocen.

Pues bien, mire, creer algunas
cosas sobre Él no hace

que conozca a Dios.

Escuche, pero no quiero tratar
con la persona que no lo conoce,

que no es creyente.

Quiero tratar un momento con la
persona que dice: «Sí, he creído

en Cristo como mi Salvador».

Pero el asunto no es si ha
creído en Él como Salvador,

sino ¿lo conoce?

Mire, Él no dijo: «Estad quietos
y conocedlo como Salvador».

Él dijo: «Estad quietos»; mire,
dice: «Estad quietos»

y ¿qué más?

Dice: «Conoced que yo soy Dios».

Bien, le haré una pregunta.

Lo más probable
–la mayoría aquí–,

lo más probable es que
usted sea creyente.

Creyó en Cristo
como su Salvador.

Sabe que es cristiano.

Le preguntaré esto, dígame:
¿Qué sabe acerca de Dios?

¿Lo conoce personalmente?

Al creer en Jesucristo como
Salvador, vea lo que hace la

gente: Dicen: «Creí
en Él como Salvador.

Sé que es mi Salvador.

Y la mayoría de los cristianos,
me temo, conocen a Cristo como

su Salvador, el perdón de sus
pecados, que irán al cielo al

morir, que Él los ayuda en
tiempos de apuros

y que responde a su oración.

¿Sabía que Dios no está contento
con que solo sepa eso sobre Él?

Si ama a alguien,
querrá conocerlo.

Y si ama a alguien y quiere que
lo amen, querrá que lo conozcan.

Dios quiere que lo conozcamos,
porque Él sabe que es el corazón

y el centro, es lo real, mire,
es el punto crucial para poder

pasar por toda clase de
dificultades y situaciones

estresantes, sin importar
la forma que tomen,

sin importar de
cuál fuente sean.

La clave, para atravesar todo
victoriosos y con paz en el

corazón es conocer a este Dios.

Así que, permítame preguntarle
esto: «¿Usted lo conoce?»

Dirá: «Claro que sí».

Si le diera un trozo de papel y
un lápiz y le dijera: «Escriba

en esta hoja todo lo que sabe
sobre Dios y que podría defender

con la Palabra».

Es la forma de confirmarlo.

Mire, si digo: «Escriba lo que
sabe», y dice: «Mire, oí a él

decir esto y lo oí decir
aquello, y creo esto

y creo eso».

Pero ¿qué sabe?
¿Qué conoce?

¿Cuánto conoce a Dios?

¿Lo conoce personalmente
como amigo cercano?

Él, escuche, Él quiere que lo
conozcamos no solo como Salvador

sino como Señor y
Amo de nuestra vida.

Y la mayoría lo conocen
como Salvador, no como Señor.

Ah, verá, a la mayoría de
los cristianos no les interesa

conocerlo como Señor,
quieren conocerlo como Salvador,

proveedor y protector.

Y si necesitan saber
algo más, se lo dirán.

Así no es como Dios
quiere que lo conozcamos.

Él dice: «Estad quietos, y
conoced que yo soy Dios».

«Conoce que no soy solo tu
Salvador, sino tu Amo y Señor.

Conoce que te amo
incondicionalmente.

Conoce que el perdón de tus
pecados me costó

a mi Hijo unigénito.

Conoce que tengo más atributos
que la misericordia y que soy un

Dios justo; que soy omnipotente,
omnisciente y omnipresente; que

soy un Padre celestial amoroso
y que te veo como

uno de mis hijos.

Tengo una voluntad y
un plan para tu vida.

Quiero lo mejor para tu
vida en cada situación.

Te reprenderé si me desobedeces.

Quiero que entiendas mis caminos
y cómo actúo y lo que me motiva.

Debes saber que tengo lo
mejor en mente para ti.

Debes saber que cuando sientas
dolor, sufrimiento y dificultad,

si me lo permites, lo convertiré
en algo bueno para tu vida.

Quiero que entiendas los
principios de la Biblia.

Quiero que
comprendas mi Palabra.

Quiero que conozcas a
esos hombres y mujeres

y cómo obré en sus vidas.

Quiero que seas obediente a mí.

Quiero que me absorbas, que
seas absorbido por mi Palabra.

Quiero que pienses como yo.

Quiero que sepas lo que pienso».

A eso se refiere Dios cuando
dice así dice: «Estad quietos, y

conoced que yo soy Dios».

Bueno, eso me lleva a esta
pregunta, cuando dice: «Estad

quietos, y conoced que yo soy
Dios», ¿Quién es este Dios?

Escuche lo que dice.

Dice así: «Aquí está el
Dios en que puedes confiar».

Vea esto.

Versículo 1: Él es
«nuestro amparo».

Es un lugar al que puedo correr.

Es mi «fortaleza»
cuando estoy muy débil;

es mi «pronto auxilio».

Gracias a Dios dijo «pronto».

Y note lo que dice:
«en las tribulaciones».

En hebreo, significa
«en lugares estrechos».

Cuando estoy en aprietos y
siento la presión

y siento el estrés, ¿qué dice?

Dice que es un pronto, un
pronto auxilio cuando

estoy en aprietos.

Luego, si se fija bien, no solo
dice eso, sino que dice así en

el versículo 7: «Él
es nuestro refugio».

Y si se fija, 2 veces dice,
versículos 11 y 7:

«está con nosotros».

Ahora acompáñeme al salmo
18, un momento;

y quisiera que note algo aquí.

Este salmista, el
salmista comienza aquí

con una perspectiva distinta.

Vea lo que dice en el primer
versículo: «Te amo, oh Jehová,

fortaleza mía.

Jehová, roca mía y castillo
mío, y mi libertador; Dios mío,

fortaleza mía, en él confiaré;
mi escudo, y la fuerza de mi

salvación, mi alto refugio».

¿Qué dicen estos salmos?

Esto es lo que dicen: Que
cuando llegamos a tiempos muy

estresantes y angustiosos
en la vida,

mire a quién tenemos,
mire quién es.

Escuche, este es, este es
Elohim, infinito en poder.

Este es Jehová Dios,
absoluto en su fidelidad.

Este es el Señor del universo.

Es el Amo de todas las cosas.

Y es el Dios que dice: «Yo seré
tu poder, Yo seré tu amparo.

Soy tu fortaleza.

Soy tu roca, soy tu fuerza,
soy tu escudo, soy tu salvación.

Soy todo lo que necesitas.

No tienes que luchar.

No tienes que pelear.

No tienes que contender.

No tienes que batallar.

¡Confía en mí!

¡Descansa en mí!»
Ese es el mensaje.

Tengo una opción.

Puedo luchar con la vida
o descansar en el Señor

Jesucristo, mi bendito Salvador,
que será todo lo que necesito,

no importa cuál sea el asunto.

Este es Dios y dice así:
«Yo quiero que me conozcas».

Y dice: «Estad», dice,
«estad quietos porque este,

este es el Dios que soy».

Ahora debemos
preguntarnos esto:

¿Qué queremos decir
con conocerlo?

Escuche, no es solo conocerlo ni
solo saber de Él, sino conocerlo

de forma personal.

Mire, si conoce a alguien
personalmente,

tiene una relación con él.

Y, escuche, cuanto mejor sea
la relación, mejor lo conoce.

Lo cual nos trae a lo que Él
dice: «Estad quietos,

y conoced que yo soy Dios».

Y la siguiente pregunta es
esta: ¿Qué tanto lo conozco?

Le preguntaré esto: ¿Cómo
llega a conocer a alguien?

¿Cómo conoce usted a alguien?

Número 1, pasando tiempo con él.

Pase tiempo con él.

Así es como se conoce a alguien.

Él dice: «Estad quietos, y
conoced que yo soy Dios,

el Dios al que sirves.

Quiero que sepas
que yo soy Dios.

que me conozcas como Dios».

Pase tiempo con Él.

Y ¿sabe qué?

Nadie sabe lo que Él sabe.

Nadie puede hacer por
nosotros lo que Él hace.

No hay nadie que
aquiete mi espíritu como Él.

No hay nadie que me saque de un
momento angustioso

tan rápido como Él.

Hablar con
alguien a veces ayuda.

Nadie, mire, nadie puede
permitirle descansar en medio de

una dificultad que
no desaparecerá.

No puede zafarse, no puede huir
de ella, no puede desprenderse,

¡está atrapado en eso!

¿Cómo vivo con paz y
satisfacción y gozo–y

escuche–indescriptible gozo,
cuando parece

que estoy atrapado en algo?

Le diré cómo: Si usted lo
conoce, puede vivir como sea,

créame que sí.

Mire, preste atención,
quiero dejar esto bien claro.

No estoy diciendo que deba vivir
en una situación en la que sufre

un abuso físico de tal
forma que es peligroso.

Nunca lo diría.

Estoy hablando de cosas
distintas a eso y no solo porque

algo es arduo, duro y difícil.

Tampoco digo que nunca
deba alejarse de algo.

Si Dios le dice que se
aleje, es mejor que lo haga.

Dios nunca le dirá
que viole su Palabra.

Esa es la clave.

Nunca le dirá que haga algo que
viole la Palabra del Dios vivo.

¿Cómo conocerlo?

Pase tiempo con Él.

¿Cómo conocerlo?

De esta manera:
Descubra lo que piensa.

Nunca lo conoceré hasta que sepa
lo que piensa porque eso

es lo que realmente es.

Y ¿cómo averiguo
lo que Dios piensa?

Me sumerjo en este Libro
que me dice lo que piensa.

O escucho un mensaje, o leo otro
libro o algo que me diga

cómo piensa Dios.

¿Cómo piensa Dios?

¿Cómo conocerlo?

Observo lo que Dios
hace en la vida de otros.

Y observo también lo
que Dios hace en mi vida.

Porque, mire, una de las formas
de descubrir cómo es Dios es

observar lo que
hace en nuestra vida.

Y luego, pasará un tiempo,
daremos la vuelta y diremos:

«Dios, ¿qué haces en mi vida?

Ayúdame a entender
lo que está pasando».

Mire, si me vuelvo observador de
lo que Dios hace en la vida de

otros, aprenderé algunas
cosas, lecciones poderosas.

Aprenderé cómo piensa Dios.

Aprenderé a qué se refiere
cuando, cuando Dios dice:

«Quiero que hagas esto».

«¿Por qué me
pides que haga eso?»

Mire, entenderé quién es Él
y cómo es, cuando empiece a

entender cómo piensa Dios.

Entonces, escuche, nunca
entenderá cómo piensa Dios hasta

que esta Palabra se convierta en
algo que no solo lee para decir

que leyó toda la Biblia, sino
que empezó a absorber, empezó a

leer entre líneas y
decir: «Dios, ¿qué les decías?

¿Qué sentían ellos?

¿Cómo obraste en la vida de
Abraham, la de Moisés, la de

David y la de Daniel?

¿Cómo obraste en Pablo?

¿Cómo actuó tu Hijo?

Ciertamente no luchaba.

Cristo pasó por las
más enormes penurias,

dificultades y
pruebas de la vida.

Y ¿qué?

Había una abrumadora sensación
de paz interior y quietud.

¿Sabe por qué?

Porque Cristo nunca
luchaba con su Padre.

Lo conocía y dijo: «Si me
han visto, han visto al Padre.

Yo y el Padre uno somos».

Sin lucha, sin contienda,
sin guerra, sin conflicto.

Tenía una relación
realmente perfecta.

Para conocerlo, debo pasar
tiempo con Él, debo averiguar

cómo piensa.

Y ¿sabe una cosa?

Para conocerlo, debo
poder decirle cómo pienso.

«Señor, esto es lo que pienso.

Esta es la forma en que lo veo.

Esto es lo que pasa en mi vida».

Debo ser abierto y transparente.

Luego, para poder, para
poder conocerlo, debo ser capaz,

escuche, no solo de decirle lo
que pienso, sino tomarme tiempo

para escucharlo, oírlo responder
a lo que pienso y lo que siento.

Usted dirá: «Dios nunca me
habló de forma audible».

No es necesario.
Él es mayor que eso.

Mire, no limite a Dios a
hablar de forma audible.

Dios sabe hablar, mire,
directamente de su Espíritu a

nuestro espíritu y sobrepasar
cualquier cosa audible.

Es un Dios infinito.

Él, escuche, nosotros
escuchamos con nuestros oídos.

Nos escuchamos, como decimos,
con el corazón, con el espíritu.

Escuchamos a Dios, mire,
lo escuchamos

de Espíritu a espíritu.

No hay nada, no
hay nada tangible.

Es perfectamente
intangible, realmente perfecto.

Va directo de su
Espíritu al nuestro.

Sabemos que Dios nos ha hablado.

Hemos orado y preguntado a
Dios: «Señor, ¿qué haré?»

Sabemos lo que dice de
Espíritu a espíritu.

Empezamos a entender, empezamos
a saber realmente

cómo es este Dios.

Pasamos por dificultades,
nos meten, en situaciones

estresantes, pero, ¿cómo
aprendemos quién es Dios?

Cuando vemos cómo acomodó las
circunstancias de nuestra vida

en ese momento para sacarnos
de ahí y darnos la victoria.

¿Cómo lo conocemos?

Cuando entendemos lo que
hace cuando sufrimos la mano

correctora de Dios.

¿Qué está haciendo?

Nos enseña algo sobre sí mismo.

Usted dirá: «Es
algo que no me gusta».

Nos enseña cuánto nos ama.

Nos enseña que nos ama
tanto que no dejará

que sigamos con el pecado.

Nos ama tanto que nos vuelve
a empujar hacia

el centro de su voluntad.

«Estad quietos, y
conoced que yo soy Dios».

Escuche, ¿cómo sé cuál
es el Dios correcto?

El Dios, escuche, el Dios que
se ajusta a la descripción de su

Palabra es el Dios correcto.

Hay muchas personas que
dicen que cree en Dios

porque tiene sus propios dioses.

El problema con sus dioses es
que sus dioses no piensan, no

hablan, no actúan, no son
infinitos, no son nada.

Barro, figuras, mire, son
figuras de la mente de alguien,

algún sueño que tienen
de algún dios que…

Escuche, los dioses del
hombre se ajustan

a la teología del hombre.

La teología del hombre siempre,
mire, siempre, sin excepción, la

teología del hombre siempre
gratifica la carne

de algún modo.

La teología de Dios–que es la
verdad de Dios–

es lo que es santo,
justo y bueno.

Es lo que me levanta.

No me permite que
vaya hacia abajo.

Conocer a este Dios escuche, es
lo más importante que conoceré;

es conocer al Dios de la Biblia.

Por tanto, si ese es el más
precioso conocimiento, debería

pasar más tiempo aprendiendo
quién es Él, y no perdiendo el

tiempo, perdiendo un
tiempo precioso y valioso.

Mire, cuando muramos,
dejaremos este mundo

y todo lo que hay en él.

Todo lo que aprendí que se
refiere a este mundo

no tendrá importancia.

Cuando estemos en la presencia
de Dios, todo lo que aprendimos

acerca de Él, todo lo aprendido
en nuestra experiencia personal

con Él, todo será importante
para toda la eternidad.

Qué es esta vida sino,
mire, solo un breve período de

educación para
descubrir quién es este Dios

¡con el cual pasaremos
a la eternidad!

¡Piénselo!

La eternidad que
pasaremos con Él.

Si ama a alguien, a su esposo
o esposa, o a quien ame mucho,

quizá podría decir: «¿Sabe qué?

Me gustaría pasar la
eternidad con esa persona

porque la amo demasiado».

Le diré algo: Pasará la
eternidad con Dios y este es el

momento de conocerlo.

La verdad es que si voy a
vivir en paz, si voy a vivir sin

luchar, voy a tener que
aprender, escuche, ¿quién es?

¿Quién es este Dios, y
qué significa en mi vida?

Al pensar, por ejemplo, en los
personajes de la Biblia –y aquí

es donde aprendemos mucho sobre
Dios–, piénselo un momento,

piense dónde halla a Moisés.

Lo halla en el desierto.

¿Dónde halla a David?
En la ladera con sus ovejas.

¿Dónde halla a Elías?
Junto al arroyo.

¿Dónde halla a Isaías?

En el templo,
recibiendo una visión de Dios.

¿Dónde halla a Ezequiel?

Río abajo.

¿Dónde halla a Cristo?

Con frecuencia en las
montañas, hablando con el Padre.

¿Dónde halla al apóstol Pablo?

En Arabia, solo,
escuchando a Dios.

Y Juan, en la isla de Patmos,
desterrado por el emperador

romano; desterrado a la isla
de Patmos, solo, solo con Dios.

Por lo tanto escuche bien.

No puedo decirle; puedo decirle
esto, pero no con suficiente

eficacia: Los más importantes
momentos en su vida y en mi

vida; los momentos que no solo
me ayudan a comprender quién es

Dios y cómo es, sino los
momentos que más aquietan mi

espíritu; los momentos que hacen
que toda la prisa y el apuro y

el estrés y la angustia y las
frustraciones, los temores y las

ansiedades realmente queden
reducidos a nada, son esos

momentos de calma, de quietud,
al permitir que mi nivel de

confianza alcance su pináculo
para decir: «Padre, entrego eso.

Gracias, mi Dios, por
no tener que manejarlo.

Gracias por decir que eres mi
amparo, mi fortaleza, mi pronto

auxilio en las tribulaciones.

Eres mi refugio, eres
a quien puedo acudir.

Eres mi fuerza de salvación,
la roca donde estoy firme,

totalmente inconmovible,
el escudo que me protege.

Eres mi libertador en
cada batalla de la vida».

¿Sabe cuándo tenemos
nuestro mejor destello de Él?

Cuando nos callamos y nos
quedamos a solas con Él y

decimos: «Padre, quiero
que te muestres a mí».

Y aun cuando pase por una
tormenta muy difícil, escuche,

cuando se encuentre en una gran
angustia y confusión, si quiere

salir de eso rápido, debe hacer
esto: Debe recordar esto: No

luches contra eso, quédate
quieto, descansa en Él, confía

en lo que Él hará por ti.

Nuestro omnipotente,
omnisciente, omnipresente Dios,

que dice, mire, que es
nuestro pronto auxilio en las

tribulaciones, Él me permitirá
afrontar esto confiadamente,

valientemente, victoriosamente;
de tal forma que saldré

conociéndolo mejor, con un
amor y una relación con Él más

profundos, y con una
paz perfecta,

realmente más allá
de la comprensión.

[música]