Ya soy salvo. ¿Qué debo hacer ahora? – Dr. Charles Stanley

¿Alguna vez se ha preguntado qué sucede después de aceptar a Jesucristo como Señor y Salvador de nuestra vida? En este mensaje, el Dr. Stanley explica lo que realmente sucede cuando una persona invita a Cristo a morar en su corazón y cuáles son los pasos de fe que ha de seguir.

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locutor: En Contacto,
con el Dr. Charles Stanley.

Alcanzamos al mundo
con el evangelio de Jesucristo

por medio de una enseñanza
bíblica sólida.

Hoy en el programa En contacto

«Ya soy salvo,
¿qué debo hacer ahora?».

Dr. Charles Stanley:
Cuando acepto a Cristo,

¿alguna persona se sentó
a decirle:

«Permítame explicarle
lo que acaba de sucederle».

«Quiero hablarle de Dios
para que entienda quién es Él».

«Deseo explicarle quién
es Jesucristo

en su relación con Dios.

«Deseo que entienda
la presencia,

la labor y el poder
del Espíritu Santo

que comenzarán
a actuar en su vida.

«Quiero ayudarle a ver que ahora
que es cristiano tiene

ciertas responsabilidades.

«Porque ha dicho que está
dispuesto a ser seguidor

de Jesucristo».

¿Acaso alguien le dijo:

«Hay ciertas cosas que debe
saber ahora que es creyente»?

Deseo que escuche atentamente
porque hay un pasaje bíblico

que abarca todo esto.

Y si lo pienso por un momento,
verá que es un asunto serio

recibir a Cristo como
su Salvador personal

y decidir
voluntariamente seguirlo.

Así que le invito a buscar
Filipenses capítulo 2,

comenzando en el versículo 5 de
este capítulo 2 de Filipenses,

dice así: «Haya, pues,
en vosotros este sentir

que hubo también
en Cristo Jesús, el cual,

siendo en forma de Dios,
no estimó el ser igual a Dios

como cosa a que aferrarse,
sino que se despojó a sí mismo,

tomando forma de siervo,
hecho semejante a los hombres;

y estando en la condición
de hombre,

se humilló a sí mismo,
haciéndose obediente

hasta la muerte,
y muerte de cruz.

«Por lo cual Dios también
le exaltó hasta lo sumo,

y le dio un nombre que
es sobre todo nombre,

para que en el nombre de Jesús
se doble toda rodilla

de los que están en los cielos,
y en la tierra,

y debajo de la tierra,
y toda lengua confiese

que Jesucristo es el Señor,
para gloria de Dios Padre.

Note la está frase:
«Por tanto–»

O sea, con base en todo
lo anterior:

«Por tanto, amados míos,
como siempre habéis obedecido,

no como en mi presencia
solamente,

sino mucho más ahora
en mi ausencia,

ocupaos en vuestra salvación
con temor y temblor,

porque Dios es el que
en vosotros produce

así el querer como el hacer,
por su buena voluntad».

Ese es uno de los versículos
más importantes

en cuanto a vivir
la vida cristiana.

Quizás muchos lo leen y piensan:
«Me pregunto qué significa».

Así que quiero que pensemos
en algo aquí.

Pensemos en 3 asuntos, 3 cosas
que deseo que consideremos.

En primer lugar deseo hablar
sencillamente de esto:

y es la persona y el lugar de
Jesucristo en nuestra vida.

Quizás diga: «Oh he sido
cristiano por años y años».

Pero escuche bien.

¿Quién es Él?

Muchas personas piensan
que Jesús fue un hombre

que murió en la cruz
por sus pecados.

Veamos lo que dijo Pablo.

Dijo que Jesucristo es
el Hijo de Dios encarnado.

¿Qué significa eso?

Que Él era Dios,
quien vino en la carne,

anduvo entre los hombres,
e hizo posible

que entendiéramos quién
es Dios y cómo es Él.

Eso es lo que dice Pablo
en este pasaje.

Dijo: «se despojó a sí mismo,
tomando forma de siervo».

O sea, Jesucristo vino al mundo,
como el Hijo de Dios,

se despojó a sí mismo,
como siervo,

para obedecer a su Padre.

No solo eso, la Biblia dice
y estando

en la condición de hombre,

se humilló a sí mismo.

Como hombre,
como cualquier hombre,

pero sin pecado.

Y no solo eso, la Biblia dice
aquí que Él obedeció al Padre

hasta el punto de ir a la cruz.

O sea, la razón por la cual vino
Cristo fue a morir por usted.

Ahora, mucha atención.

Si Dios el Padre envió
a su Hijo Jesús y Él murió

en la cruz para hacer posible
que fuésemos perdonados,

nos relacionáramos con Dios
y fuésemos al cielo,

debe ser un asunto muy,
muy serio el vivir una vida

de pecado.

Porque el Padre envió
a su Hijo a la cruz a pagar

por todos nuestros pecados.

Fue la única forma de que
pudiésemos ir al cielo.

Él dice que vino, y fue
a la cruz a pagar

toda la deuda
de nuestros pecados.

Ese es Cristo y en eso consiste
su carácter.

Luego este pasaje dice
que por esta razón,

porque Cristo hizo eso: Dios
también le exaltó hasta lo sumo,

y le dio un nombre que
es sobre todo nombre,

que existe, o sea, el nombre
de Jesús es el nombre

más alto que existe.

Ningún otro nombre
tiene más calidad.

No hay otro nombre
más celestial.

Ningún otro tiene el poder,
y la fuerza que tiene

el nombre de Jesucristo.

Dios le dio ese gran nombre.

La Biblia también dice,
no solo eso,

dice que por esa razón:

«Dios también le exaltó
hasta lo sumo,

y le dio un nombre que
es sobre todo nombre,

para que en el nombre de Jesús
se doble toda rodilla

de los que están en los cielos,
y en la tierra,

y debajo de la tierra.

Es decir, Cristo vino
como Señor,

no solo como Salvador.

Toda rodilla se doblará y toda
lengua un día confesará

«que Jesucristo es el Señor»,

como Él dice para gloria
de Dios Padre.

Permítame interpretar
la palabra «Señor».

En esencia significa esto:
Él es el jefe.

Aquí Señor significa
gobernante Soberano,

el Creador, como lo describe
Pablo en Colosenses.

Él que creó todo lo que existe y
todas las cosas en Él subsisten.

Él es el jefe.

Cuando aceptamos
a Cristo como Salvador,

mire, no solo nuestros pecados
fueron perdonados,

sino que asumimos la posición
de seguidores.

Es decir, seguir a Cristo
quien es el Señor absoluto

de todas las cosas.

Y muchas personas que aceptan
a Cristo como Salvador,

¡nadie les habla de eso!

Dicen: «Bueno, acepté
a Cristo como Salvador,

y ya soy cristiano».

Cristiano, ¿para qué?

¿Para vivir cómo?

No hay otro nombre igual.

Es el Señor.

Toda rodilla se doblará,
toda lengua confesará, ¿qué?

confesará que Él: es el Señor,
para gloria de Dios Padre.

Esa es la voluntad del Padre
que lo confesemos nuestro Señor.

Quiero decir sencillamente esto,
en términos modernos,

veo a Cristo como mi Salvador,
también lo conozco

de una manera práctica:
es el jefe.

Tiene derecho a dirigir
cada paso en mi vida.

Él tiene el derecho
a decirme adónde ir.

Él tiene la autoridad,
la facultad y el poder

de no solo decirme qué hacer,
sino capacitarme para hacerlo.

Es el Señor de nuestra vida.

Pero en algún momento,
hemos separado a Jesucristo

como Salvador, de su Señorío.

Cuando negamos su posición
como Señor, es decir:

«Lo acepto como Salvador,

pero lo de Señor,
no estoy seguro de eso».

Mire.

¿Sabe qué?

No son 2 personas.

Él es Cristo nuestro
Salvador y Señor.

La Biblia dice que Él es
exaltado al punto de ser Señor,

porque, mire, eso le da gloria
y honor al Padre.

Entonces lo primero que hay que
recordar y entender por completo

quién es Él y qué lugar
ocupa en nuestra vida.

De eso hablo Pablo en
la primera parte de este pasaje.

Ahora veamos que dice
en el versículo 11,

que dice: se doble toda rodilla
y toda lengua confiese.

Esa es la voluntad del Padre.

¿Qué pasa
en el siguiente versículo?

Habiendo dicho todo eso,
Pablo agrega, y dice:

«Por tanto, Es decir, «así que»,

«sin embargo», «ahora»,
«Por tanto, amados míos,

como siempre habéis obedecido,

no como en mi
presencia solamente,

sino mucho más
ahora en mi ausencia,

ocupaos en vuestra salvación
con temor y temblor».

¿Qué significa «ocupaos
en vuestra salvación

con temor y temblor»?

Pablo le escribió
a los creyentes.

Le diré en el primer versículo
de la epístola:

a todos los santos.

Habla a los cristianos.

Y en este pasaje en particular
dice que en su presencia,

ellos eran obedientes
y seguían al Señor, sirviendo,

y ahora en su ausencia,

seguían haciendo lo mismo
y eso era maravilloso.

Y les dijo esto: «Por tanto
ocupaos en vuestra salvación

con temor y temblor,
¿Qué quiso decir con eso?

Muchas personas creen esto,
y es la idea más engañosa

que Satanás ha perpetrado y
lo ha hecho muy exitosamente.

Cuando dijo
«ocupaos en vuestra salvación»,

mucha atención, no dijo
«trabajen por su salvación».

Siendo salvos
«ocúpense» en ello.

Hay una gran diferencia.

Porque mire,
muchas personas creen,

y les han enseñado si
eres bastante bueno,

si vives una vida buena iras
al cielo y Dios te aprobara.

Solo vive una vida buena,
¿qué es una buena vida?

Mire la falacia de esto porque,
esto es lo que mete Satanás

en multitudes de personas,
si pregunta a sus amigos,

si le pregunta a sus amigos
o compañeros de trabajo,

«¿por qué crees que cuando estes
frente a Dios Él te aceptara

en el cielo?».

«Bueno soy una persona Buena,
no soy malo, no robo,

ni miento, ni engaño,
nunca he estado preso,

trato de trabajar duro cada día
que puedo, o sea,

¿por qué no habría de ir?».

¿De qué se trata todo eso?

Solo se trata de mí.

Mucha atención.

Ese es uno de los asuntos
más críticos en la Biblia.

Dios no nos acepta
por nuestras acciones,

por la sencilla razón
que la salvación

no se basa en lo que hagamos.

La salvación se basa en lo que
hizo Cristo al ir a la cruz

y dar su sangre en el Calvario.

En eso consiste la salvación.

Porque mire, Dios quiere
justicia en nuestra vida.

Y no hay ni uno solo de nosotros
que sea justo.

Todos, sin excepción,
hemos pecado,

y pecado y pecado y pecado.

Nunca podríamos
jactarnos de justicia.

Solo de nuestras obras.

Pero, mire, en la cruz Dios
confrontó nuestro problema

de pecado, no nuestras obras.

Por naturaleza, vinimos
al mundo como pecadores.

No son nuestras obras,
es nuestro pecado.

Dios confrontó nuestro pecado.

Y le costó la muerte de su Hijo.

Al morir en la cruz, Cristo hizo
posible que todo aquel

que esté dispuesto a aceptarlo
como su Salvador,

sea aceptado por Él como hijo
de Dios y su nombre sea escrito

en el Libro de la Vida.

Así que quienes creen que van al
cielo por sus buenas acciones,

le digo que no vamos al cielo
por buenas acciones.

No hay ni un solo versículo
en la Biblia que lo pruebe.

Puedo darle muchos que
prueban lo contrario.

Si fuésemos al cielo
por las buenas acciones,

Dios habría cometido un gran
error al enviar a su Hijo

a la cruz para ser crucificado
por nuestros pecados,

el error más grande
de la historia humana.

Pero Dios no comete errores.

Él envió a su Hijo a la cruz
porque era la única vía.

Él pagó toda la deuda de pecado.

Ahora veamos este versículo.

Dice que debemos ocuparnos
en vuestra salvación con temor

y temblor,
¿Qué quiere decir?

Significa esto,
sencillamente que,

mucha atención, que, escuche,
que debemos poner

nuestra experiencia de salvación
en forma práctica.

Debe ser funcional.

O sea, habiendo aceptado
a Cristo como Salvador,

debemos vivir lo que Dios
ha puesto en nosotros,

que es la vida de Cristo.

Al aceptar a Cristo
como Salvador,

la Biblia dice que
el Espíritu Santo viene a morar

en nosotros de una vez
y para siempre.

Mediante el Espíritu Santo
en nosotros

es que Dios actúa
en nuestra vida.

Así que es algo progresivo.

Dice: «ocupaos en vuestra
salvación con temor y temblor»,

Es decir, debemos vivir de
tal manera que la gente sepa

que somos diferentes.

Por eso dice que al aceptar
a Cristo como Salvador,

debemos ser sal.

Debemos marcar la diferencia.

Quizás sane a algunos
e inquiete a otros,

pero depende de su reacción.

Debemos ser como sal,
como sal y luz.

Impactar.

O sea, creyentes que viven
en rectitud reconociendo

de que el Señor es su jefe,
y lo siguen porque lo aman,

y entienden lo que Él
ha hecho por ellos.

Y luego, ¿qué pasa?

Su vida impacta
a otras personas.

Lo que deseo
que veamos es esto.

El que nadie le explicara
todo eso desde un principio

no es excusa.

Dirá: «Bueno, quiero hacer
lo mejor que pueda».

Bueno, está escuchando, Cristo
es el Señor de nuestra vida

y Él vive y actúa en nosotros
para cumplir su propósito

para nosotros.

¿Qué implica eso?

Implica que tenemos
una responsabilidad.

De eso se trata.

Y es que al aceptarlo
como mi Salvador,

Él escribe nuestro mi nombre
en el Libro de Vida.

Sé que voy al cielo.

Él me prepara un lugar.

Tengo una responsabilidad.

Dice ocupaos
en vuestra salvación.

Cristo es el Señor
de nuestra vida

y tiene el plan más maravilloso.

Pero hay que estar dispuesto
a seguir su liderazgo y guía.

Es decir, hay que levantarse
cada mañana reconociendo esto.

Que nuestra conversación
con otros,

que por nuestra conducta
y nuestro carácter,

tengamos algún tipo de impacto.

Eso es lo que Dios desea.

Hay quienes dicen: «Bueno,
pero yo no puedo predicar,

ni enseñar».

No tiene que hacer
ninguno de los dos.

Porque lo que hace es comunicar
un mensaje.

Sea que la persona dé el mensaje
desde una plataforma

o en medio de otros,
de cualquier forma,

comunica un mensaje.

Y la pregunta sería esta:
¿Qué mensaje está comunicando?

¿Es que ha sido salvo
por la gracia de Dios,

que tiene gozo y paz
en su corazón?

¿Comunica el mensaje que
el poder de Dios está actuando

en su vida?

¿Les está comunicando
que esta es la mejor vida?

¿Qué clase de mensaje les da?

¿Que Dios contesta
sus oraciones?

¿Que no tiene que preocuparse
ni angustiarse por nada?

Que su confianza está en Dios.

Comunica un mensaje.

Dice: «Ocupaos».

El apóstol Pablo los elogió
por su obediencia

tanto en su presencia
como en su ausencia.

«Ocupaos».

En su hogar, ¿qué tiene
en Cristo en lo cual se ocupa?

Y, ¿en su lugar de trabajo?

¿Qué ven los demás?

¿qué escuchan?

¿Qué implica la vida
que vive usted?

Cuando alguien cuenta
un chiste obsceno,

¿escucha y se ríe o se aleja?

Cuando sugieren algo
que en el fondo sabe

que es muy deshonesto,
¿dice que no?

¿Dice quizás?

¿O dice sí?

Cuando le invitan a algún lugar
que sabe que no es apropiado

para un hijo de Dios,
¿accede o se niega?

Mucha atención, mientras
más conscientes estemos

del Señorío de Cristo,
que mora en nosotros,

y más conscientes estemos
de su presencia,

más rápido daremos
la respuesta correcta.

Tenemos la responsabilidad
de vivir en rectitud.

Él nos llama a ocuparnos
en ella.

Debemos vivirla.

Es nuestra responsabilidad.

Así que en primer lugar,
Él dice,

debemos saber el lugar que
Cristo ocupa en nuestra vida.

Y segundo, darnos cuenta de
que tenemos una responsabilidad.

Somos responsables de vivir lo
que Él ha puesto en nosotros.

Lo tercero
es sencillamente esto.

Que todos nosotros tenemos
este recurso poderoso.

Escuche lo que dijo.

Pablo dijo: «Por tanto,
amados míos,

como siempre habéis obedecido,
no como en mi presencia

solamente, sino mucho más ahora
en mi ausencia ocupaos

en vuestra salvación
con temor y temblor».

¿Qué quiere decir eso?

¿Acaso es que debemos
tener miedo?

No, significa esto.

Lo que digo con frecuencia.

Debemos tomarlo seriamente.

No podemos ver a Cristo
y su Señorío a la ligera.

Es decir, ¿tiene importancia?

¿Importa lo que decimos,
lo que hacemos, lo que vemos,

los lugares adónde vamos?

Sí importa.

Con temor y temblor
significa esto.

No es miedo a cometer
algún error,

todos cometemos errores.

Pero significa tomarlo en serio,

tomar en serio que Cristo
es nuestro Señor.

Y que lo tomemos tan en serio
que pensemos cuidadosamente

antes de tomar
cualquier decisión.

Antes de decir,
«haré esto o haré aquello»,

ponerme de acuerdo con alguien
en cuanto a algo

que quiera hacer de lo cual
no estoy seguro.

Mire, si Cristo es nuestro Señor
es un asunto serio.

Porque, mire, se trata
de la vida eterna.

No se trata de
unos cuantos años,

sino de la vida eterna.

Se trata de
la recompensa eterna.

Estamos hablando de tomar
en serio lo que dijo Cristo:

«Sígueme».

Al aceptarlo como Salvador,
no escuchamos una voz audible,

pero le digo algo.

Su Espíritu le dijo al nuestro:
«Sígueme» «Nunca te desviaré».

«Siempre te guiaré bien».

Me encanta lo que dice y cómo
lo dice en este pasaje.

Lo último que dice es esto:
«porque Dios es»,

en el versículo 13,

«porque Dios es el que
en vosotros produce

así el querer como el hacer,
por su buena voluntad».

Permítame mostrarle
por qué esto es importante.

Significa esto.

Dios es quien coloca
en nosotros su voluntad.

Él nos dirá lo que quiere
que hagamos

en toda y cada situación.

Y si Él quiere
que hagamos algo,

Él pondrá esa voluntad
en nosotros.

Él dice no solo
nos da su voluntad,

además Pablo dice,
usa el término «energizar»

en nosotros el hacer.

O sea, Dios nunca nos pedirá
hacer algo

para lo cual no nos facultará.

Así que cuando el Señor
le habla a alguien,

y he conocido a hombres
que Dios ha llamado a predicar

el evangelio y dicen:
«No puedo».

Se rebelan contra Dios y dicen:
«No puedo hacerlo».

No creen ese versículo.

Este es un versículo poderoso.

Escuche lo que dice, lo que sea
que Dios nos llame a hacer,

Dios es el que
en vosotros produce así

el querer como el hacer,

por su buena voluntad».

Lo que significa que si Dios
pone el deseo

en nuestro corazón,
podemos contar con Él.

Él estará allí para
hacerlo realidad.

Lo que sea que Dios nos llame
a hacer Él está comprometido

a facultarnos, darnos dirección
y fuerza para hacerlo realidad.

¿Qué puede alentarnos
más que eso?

Lo que sea que enfrentemos en
la vida Dios actúa en nosotros.

Si es su voluntad, lo hará.

Así que no depende de nosotros.

Recordemos este versículo.

Vea lo que dice, Dios produce
el querer y el hacer.

Es muy sencillo pero poderoso.

Porque esta es la promesa
maravillosa de Dios.

Lo que sea que Dios nos pida
podemos confiar plenamente

que Él nos capacitará y equipará
para hacerlo,

no importa lo que sea.

Si estamos seguros de que
es la voluntad de Dios,

que Él nos llamó a hacerlo
y no alguien más.

Ahora quisiera mencionar
otra cosa muy significativa

que dice el apóstol Pablo
en el versículo 13, dice:

«Dios es el que en vosotros
produce así el querer

como el hacer,
por su buena voluntad».

Y, ¿qué es eso?

¿Cuál es la buena voluntad
de Dios?

¿Qué cree que alegraría
más a Dios en su vida?

Al ver su vida hoy,
humanamente hablando,

¿de qué vería Dios en usted

que le agradaría
en su buena voluntad?

Mire, su buena voluntad
es que nosotros le sigamos

y seamos como Cristo.

Mientras nos ocupamos en nuestra
experiencia de salvación,

que seamos como Cristo.

Ese es su plan.

Eso es lo que más gloria le da.

Mucha atención.

Mire, ante los ojos de Dios,
en lo que nos convertimos

es más importante
que lo que hacemos.

Pablo dijo que Dios hará en
nosotros conforme a su voluntad,

y eso le alegrará.

El versículo que lo prueba
es Romanos 8:29.

Dice que Dios predestinó,
que nos predestinó,

¿para qué?

Para que fuésemos transformados
a la imagen de su Hijo.

Esa es la voluntad de Dios.

Ese es su propósito y plan
para nuestra vida

si reconocemos su Señorío.

Él es el Señor,
el jefe de nuestra vida.

Si a usted no le gustan
los jefes,

recuerde esto Dios es amoroso,
bondadoso, generoso,

y pudiera seguir
con sus atributos maravillosos.

Él es el jefe.

Él nos guía por nuestro propio
bien y por su buena voluntad.

Dice que a Dios le agrada
que usted y yo andemos

en su Espíritu.

A continuación, le daré 4 puntos
y me gustaría que lo escribiera,

porque son como 4 cápsulas
que resumen todo este sermón.

Note esto.

Debemos estar conscientes
continuamente de que

Jesucristo es el Hijo de Dios
encarnado.

Él reina en nuestras vidas.

De eso es lo primero que
debemos estar conscientes,

de su lugar y su posición
en nuestra vida.

Segundo, tenemos
la responsabilidad personal

de vivir lo que Él
ha dispuesto para nosotros,

que es una vida recta.

Es nuestra responsabilidad.

Tercero, no es solo su voluntad
que lo hagamos,

sino que Él produce en nosotros
el que lo llevemos a cabo.

Tenemos esa gran promesa.

Y su meta primordial
para nosotros es que seamos

semejantes a Cristo,

conformados a
la imagen de su Hijo.

Es sabio escribir esto.

Y si escucha a alguien que
acaba de aceptar a Cristo,

le aseguro que será de gran
bendición que se siente

con esa persona y le diga:
«Déjeme mostrarle 4 cosas

que le ayudarán en todo
su andar cristiano,

porque en eso consiste
la vida cristiana.

Padre, te amamos,
alabamos y agradecemos

por el gran compromiso
que has hecho

que produces en nosotros
el querer y también el hacer.

Te damos las gracias.

Así que nunca estaremos
en la posición de no poder hacer

tu preciosa voluntad.

Te pido por quienes escuchan
este mensaje

y aún no son salvos.

Lo han pensado,
pero no han aceptado a Cristo,

han hablado de eso,
hasta lo han considerado

pero por alguna razón
no lo han hecho.

Graba en sus corazones
que este es un asunto serio,

un asunto eterno.

Se trata de la muerte
de Cristo en la cruz,

y su disposición de vivir cada
día en y mediante nosotros

la vida maravillosa,
consagrada y plena y grata.

Te amamos y alabamos, Padre,
por amarnos tanto hoy,

en el nombre de Jesús.

Amén.

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