¿Qué significa nacer de nuevo? – Dr. Charles Stanley
«Todos necesitamos ser perdonados, todos necesitamos arrepentirnos y todos debemos entregarle nuestra vida a Dios si tenemos la intención de ir al cielo». —Charles F. Stanley En este mensaje, el Dr. Stanley aporta claridad al concepto místico del renacimiento espiritual. Para muchos de nosotros, la salvación puede parecer una idea demasiado abstracta para comprenderla, pero la verdad del asunto es que ella es la piedra angular de nuestra fe. Aprenda la verdad sencilla del evangelio: lo que significa nacer de nuevo. Para más mensajes de Charles Stanley, incluyendo la transmisión de esta semana, visite www.encontacto.org/vea
Dr. Stanley: El título de
este mensaje es: ¿Qué significa
nacer de nuevo?
Mucha gente tiene diversas ideas
y actitudes al respecto pero,
¿qué dice la Palabra de Dios?
Lo que importa es la actitud
de Dios, lo que quiere decir
con ese término, y el efecto
que tiene sobre todos nosotros.
Porque la verdad es que Dios
quiere que todos nazcamos de
nuevo para estar preparados para
ir al cielo, y alguien dirá:
«Bueno, ¿qué importancia tiene?»
Le diré la importancia que
tiene, la Biblia dice: «está
establecido para los hombres que
mueran una sola vez, y después
de esto el juicio», sí tiene
importancia lo que creamos, y
Dios nos ha dado este
maravilloso pasaje bíblico en
una conversación entre
Jesucristo y un judío fariseo
muy prominente.
Entonces quisiera que leamos
este pasaje bíblico y quisiera
estar seguro, al final de este
mensaje, de que sabe lo que
significa nacer de nuevo, cómo
puede suceder eso en su vida, y
la importancia que tiene para
toda su eternidad.
Entonces, vayamos a Juan
capítulo 3, y comencemos con el
primer versículo, dice así la
Sagrada Escritura: «Había un
hombre de los fariseos que se
llamaba Nicodemo, un principal
entre los judíos».
Tenía un puesto importante.
«Este vino a Jesús de noche, y
le dijo: ‘Rabí, sabemos que has
venido de Dios como maestro;
porque nadie puede hacer estas
señales que tú haces, si no está
Dios con él'».
O sea, lo había visto y lo había
escuchado.
De hecho, en el capítulo 7
Nicodemo defiende a Jesucristo
en una situación en la que sus
compañeros fariseos lo
criticaban.
Luego aparece en el sepulcro del
huerto; entonces: «Respondió
Jesús y le dijo: ‘De cierto, de
cierto te digo, que el que no
naciere de nuevo, no puede ver
el reino de Dios’.
Nicodemo le dijo: ‘¿Cómo puede
un hombre nacer siendo viejo?
¿Puede acaso entrar por segunda
vez en el vientre de su madre, y
nacer?’ Respondió Jesús: ‘De
cierto, de cierto te digo, que
el que no naciere de agua y del
Espíritu, no puede entrar en el
reino de Dios.
‘Lo que es nacido de la carne,
carne es; y lo que es nacido
del Espíritu, espíritu es.
Entonces deseo que pensemos en
lo que dijo Cristo: «El que no
naciere de nuevo, no puede ver
el reino de Dios».
O sea, si quiere ir al cielo,
más vale que nazca de nuevo.
Esa es la única forma
de llegar allí.
Entonces el Señor toma este
tiempo para explicarle lo que
significa.
Así pues deseo darle una
definición sencilla de lo que es
nacer de nuevo.
Nacer de nuevo es el acto de
Dios mediante el cual Él imparte
vida eterna a quienes están
muertos en sus transgresiones y
pecados, y al aceptar a Cristo
como su Salvador, es entonces
cuando se genera el cambio.
Todos debemos nacer de nuevo.
Cuando habla del reino de Dios,
se refiere al dominio soberano
de nuestro Dios sobre toda
la creación.
De inmediato cautiva la mente
y el corazón de Nicodemo.
Si estuviera en su lugar,
escucharía muy atento, porque lo
que le dijo Cristo a Nicodemo le
dice a todo el que sea sabio y
esté dispuesto a escuchar.
Porque: «El que no naciere de
nuevo, no puede ver el reino de
Dios».
No lo entenderá, ni entrará en
él.
Es muy importante que entendamos
la verdad de este mensaje.
Así que al decir: «el que no
naciere de nuevo, no puede ver
el reino de Dios», la
insinuación era: «Nicodemo, con
toda tu formación, toda tu
popularidad, todo tu poder, no
estarás allí a menos que haya
un cambio en tu vida».
Y le digo lo mismo: no importa
lo que haya hecho, ni a cuántas
iglesias haya ido, puede que sea
pastor, la única forma en la que
iremos al cielo es de la misma
forma que iría Nicodemo,
y es nacer de nuevo.
Entendemos el primer nacimiento,
pero Cristo lo dijo de una forma
inequívoca.
Pudo haber dicho: «El que no
haga esto, aquello y lo otro».
y hubiéramos tratado de hacer
esto, aquello y lo otro; pero
habló de nacer de nuevo.
Debe haber una transformación en
nuestro corazón, en nuestra
vida, que es tan evidente que
sepamos sin duda alguna que la
hemos experimentado o no.
Entonces, el Señor Jesús
comienza a explicarle y a
decirle: «Toda tu vida, todo lo
que has hecho no te ha facultado
para ir al cielo».
Entonces, ¿cuál es la naturaleza
de esto?
¿Cuál es la naturaleza, cuál es
la idea general de nacer de
nuevo?
¿Qué es esta experiencia?
Decimos: «No podemos tener un
segundo nacimiento físico».
Es una experiencia espiritual, y
Cristo procede a explicarla y
dice: «Es una experiencia
espiritual, es algo que el
Espíritu de Dios hace en la vida
de la persona».
Piénselo, muchos aquí que somos
salvos, primero el Espíritu
Santo nos dio convicción de
nuestro pecado.
Comenzó a ayudarnos a entender
que Dios nos amaba a pesar de
nuestro pecado.
El Espíritu Santo comenzó a
ayudarnos a entender que
nuestras buenas obras, lo que
tratábamos de hacer, no era
suficiente, ni adecuado para
hacernos aptos para el cielo.
Y por fin, el Espíritu Santo nos
llevó al punto de mostrarnos,
ayudarnos a entender lo que
significaba confesar nuestro
pecado, arrepentirnos y aceptar
a Cristo como nuestro
Salvador personal.
Y le dijo que es una experiencia
definitiva,
es una experiencia en la cual
el Espíritu Santo nos
da convicción.
Esta es una de sus principales
tareas: convencernos de pecado y
mostrarnos que la muerte del
Señor Jesucristo en el Calvario
pagó toda nuestra deuda
de pecado, hizo posible
que pidiéramos perdón,
nos arrepintiéramos de nuestro
pecado, nos alejáramos de él
y aceptáramos a Jesucristo.
Alguien dirá: «Bueno,
eso es muy sencillo».
Lo es, si estamos dispuestos.
Dice: «Danos vida eterna»,
lo que significa que nunca
pereceremos.
Tal vez usted haya asistido a la
iglesia por años, incluso toda
su vida, y al examinar su vida,
piensa: «Bueno, nunca he hecho
nada malo».
Desde su perspectiva, así que ve
todo lo bueno en su vida, lo
cual no cuestiono.
Nicodemo tenía una larga lista
de buenas acciones que había
hecho, y Cristo le dijo: «El que
no naciere de nuevo–»
Algo radical debe
ocurrir en su vida,
de lo contrario,
no irá al cielo.
Quizás diga: «Para usted a los
12 años, ¿fue algo radical?
Para mí lo fue, y lo radical fue
que de pronto me di cuenta de
que necesitaba el perdón de mis
pecados, y si moría sin Cristo,
sentía que estaría perdido, a
los 12 años.
Como sea, Dios le habló a mi
corazón y me mostró que
necesitaba un cambio radical en
mi vida.
Eso no ha cambiado.
Pero hay un solo camino que nos
hace aptos para el cielo, y es
la confesión y el
arrepentimiento del pecado, la
entrega de nuestra vida a Cristo
y Él dice que si lo hacemos,
nunca pereceremos.
Entonces al ver a Nicodemo y el
gran hombre que fue, pensemos en
la gente cuya vida hoy podría
darnos una impresión similar,
todo lo externo se ve bien.
Dios conoce lo interno, la
verdad es que todos hemos pecado
contra Dios una y otra
y otra vez.
Entonces lo que hacemos es ver
nuestro pecado, y ver lo que
hemos hecho, y lo que hemos
hecho de manera religiosa con
relación al Señor Jesucristo.
Luego entra en escena la Palabra
de Dios y frente a la Biblia,
las cosas cambian.
La verdad es que todos
necesitamos perdón.
Todos necesitamos arrepentirnos.
Todos necesitamos rendir nuestra
vida a Dios si queremos ir
al cielo.
Entonces le pregunto hoy, tal y
como es: ¿Cree que Dios le
aceptará en el cielo tal y como
es?
Quizás diga: «No planeo ir
todavía».
Tal vez no lo planee, pero puede
suceder algo y tenga que
hacerlo.
La pregunta es, mucha atención:
¿Estaría listo?
¿Cuál es su base para creer que
está listo?
Sé lo que piensa, comenzó a
pensar en todo lo bueno que ha
hecho; todo el dinero que ha
dado; todas las personas a
quienes ha ayudado, la clase de
vida que ha tenido, que nunca ha
estado preso, y nunca ha hecho
nada de esto, pero esa no es la
base de aceptación al cielo.
No es lo que hayamos hecho.
No fue lo que había hecho
Nicodemo.
Dice: «El que no naciere de
nuevo–«, a menos que haya una
experiencia espiritual por la
cual acepte a Cristo como su
Salvador, porque el Espíritu
Santo le convence de pecado y le
hace ver que no está listo para
encontrarse con el Señor.
O estamos listos o no.
Lo único que nos prepara es
nuestra relación con Jesucristo.
En ninguna parte de la Biblia
habla de nuestras buenas obras:
«nos salvó, no por obras de
justicia que nosotros hubiéramos
hecho, sino por su
misericordia», dice.
Así que le dice a Nicodemo: «El
que no naciere de nuevo no puede
ver el reino de Dios».
Entonces, cuáles son los
resultados, por ejemplo, en la
vida de alguien cuando dice:
«Sí, te pido, Señor, quiero
nacer de nuevo.
Confío en ti como mi Salvador,
te pido que me perdones de mi
pecado.
Quiero este cambio radical en mi
vida».
Entonces, primero que todo, hay
un cambio en nuestra relación
con Dios.
Mire, Nuestra relación con Dios,
antes de nacer de nuevo, éramos
enemigos de la fe porque
teníamos una vida distante.
No estábamos a su favor; o
estamos de su lado o en contra
suya.
Si vivimos en pecado,
estamos contra el reino de Dios,
contra Dios.
«Oh, nunca estaré en contra
de Dios».
En sus pensamientos, quizás crea
eso, pero la verdad es que si no
está de su lado, ¿del lado de
quién está?
No hay senda neutral.
O caminamos por la senda de
Dios, o por la del mundo.
Hoy vemos a nuestro alrededor lo
que le sucede a una nación
cuando tantas personas se han
alejado de Jesucristo, se han
alejado de la iglesia, ¿qué
ocurre?
Afecta todo para nosotros.
Así que es una relación
definitiva.
En segundo lugar, hay un cambio
en nuestra posición.
Antes estábamos separados de
Dios, separados de Cristo; pero
al nacer de nuevo, termina esa
separación.
O sea, somos parte del reino de
Dios.
Nuestros nombres son escritos en
el Libro de la vida, somos hijos
de Dios, no por un tiempo, sino
por siempre.
La salvación no se pierde.
Tal vez la opaque con el pecado,
pero algo es seguro, al pecar
contra Dios después de ser
salvos, el Espíritu Santo que
mora en nosotros nos convence de
pecado, nos muestra la verdad,
nos hace sentir afligidos para
volvernos a Dios.
Así que cambia nuestra posición
con Cristo, ahora estamos en
Cristo.
¿Qué significa eso?
Significa ser salvos, renacer,
rendir nuestra vida a Cristo.
Ahora Cristo vive en mí mediante
el Espíritu Santo, y vivo cada
día para Él.
Estoy en Cristo, cambio de
relación y de posición.
También hay un cambio de
actitud.
No podemos ser salvos sin que
haya un cambio de actitud.
Algo sucede cuando nacemos de
nuevo.
Ocurre lo siguiente: El Espíritu
Santo, quien nos convence de
pecado, quien nos mostró dónde
estábamos y lo que necesitábamos
hacer, quien nos dio sabiduría
para orar y pedirle a Dios que
nos salvara, el Espíritu de Dios
en nuestra ¿qué está haciendo?
Cambia nuestra actitud.
Mire, al ser salvo, la persona
de la Deidad, el Espíritu Santo,
quien mora en usted y lleva la
vida de Cristo, le convence de
pecado, le da seguridad,
aliento, y le ayuda en todo lo
posible.
La Biblia dice que le selló.
Hay una actitud determinada al
nacer de nuevo.
Luego, algo más que considero
necesario es un cambio en
nuestro destino.
Mire, mientras más nos
acerquemos a nuestro destino,
mas vale que estemos más
seguros.
Porque escuche lo que dice en
Juan capítulo 5, versículo 24.
Dice, por ejemplo: «De cierto,
de cierto os digo: ‘El que oye
mi palabra», como está
escuchándola hoy, «y cree al que
me envió», o sea, cree en Dios,
«tiene vida eterna; y no vendrá
a condenación, mas ha pasado de
muerte a vida».
Piense en esto, cuando sabemos
que hemos nacido de nuevo, no
hay que preocuparse por perder
la salvación.
La gente le dirá: «Bueno, si
haces esto, o si haces aquello,
te perderás».
No, recuerde, y por eso es tan
importante marcar los
versículos, marcarlos.
Fuimos sellados por el Espíritu
Santo de la promesa, sellados
como hijos de Dios.
O sea, piense en cuán
maravilloso es Dios.
No solo nos salvó, no solo hemos
nacido de nuevo, pero Dios dice:
«Quiero que estén seguros el
resto de su vida.
Los sellaré con la tercera
Persona de la Trinidad».
Dios nos ha sellado con su
presencia en nosotros para que
nunca tengamos que preguntarnos
si podemos ser salvos y
perdernos.
Si vive en pecado, sin
convicción, lo más probable es
que nunca fue salvo.
Le diré por qué, el Espíritu
Santo es el Espíritu de Dios
quien mora en usted, le selló
como hijo de Dios, por tanto,
al pecar contra Dios,
el Espíritu Santo que mora
en usted le dará convicción.
El Espíritu de Dios está
en su corazón para sellarle,
asegurarle, y para darle
sabiduría, guía y dirección
en la vida cristiana,
de eso se trata.
Si sabe que no ha nacido de
nuevo, si lo cree pero no está
seguro, sea lo que sea, resuelva
eso hoy, ahora mismo.
No le incumbe a nadie más,
es entre usted y Dios.
Nadie más importa en este
momento, usted y su relación
eterna con Dios es lo único que
importa, y usted es el único que
puede determinar lo que eso
será.
Ha escuchado la verdad, es
cuestión de orar: «Me entrego a
ti, Señor, de una manera nueva,
y quiero estar seguro».
Porque si no tiene la seguridad
de haber nacido de nuevo,
no tiene seguridad de nada
en la vida, nada.
Oremos.
Padre, amamos tu Palabra,
gracias por hacerla clara y
sencilla.
Te pedimos que tu Espíritu
Santo, quien actúa en momentos
de confesión, arrepentimiento y
renacer, te pido que el Espíritu
Santo dé convicción a cada
persona aquí que aún no ha
nacido de nuevo.
Dales convicción, no de sus
muchos pecados, sino de la
decisión más importante, pedirte
no solo que perdones su pecado,
sino que cambies su destino
eterno, y les des el don
de vida eterna.
Te pido, Padre, que les des la
gracia para hacer esta oración
como sea que decidan hacerlo:
«Padre celestial, hoy quiero
estar seguro de mi relación
contigo».
Quizás algunos oren: «Sé que
no he nacido de nuevo.
Hoy te pido, en la confesión de
mi pecado, en mi corazón
contrito, te pido que produzcas
ese nuevo nacimiento en mi vida,
para salvarme, para darme el don
de un nuevo nacimiento.
Acepto la obra del Espíritu
Santo ahora en mi vida,
al sellarme como hijo de Dios
y facultarme para la vida
a la cual me has llamado.
Confiaré en ti, Señor, a diario,
para darme la fortaleza para
andar en la senda de rectitud,
para llevar una vida consagrada.
Sé que si flaqueo o fracaso,
me perdonarás, pero nunca me
desecharás, nunca me harás a un
lado, porque estoy seguro en ti
por la eternidad.
Es mi oración en el nombre
de Jesucristo».
Ahora, si sabe en su corazón que
ha nacido de nuevo, pero ha
fallado, se ha equivocado,
ha pecado contra Dios, sigue
confesando el mismo pecado.
¿Estaría dispuesto a hacer esta
oración?
«Padre, perdóname por mi desidia
espiritual.
Perdóname por mentirte,
por tratar de impresionarte, que
hago bien, pues sé en mi corazón
que llevo una vida pecaminosa.
Hoy quiero hacer un cambio
en mi vida.
Te pido que el mismo Espíritu
Santo que me salvó me faculte,
y quiero hacer una entrega
absoluta de mi vida otra vez,
que pueda llevar una vida
consagrada, santa, agradable
a ti, una que te dé gozo,
y que me permita compartir
este gran mensaje con otros.
Te lo pido en el nombre
de Jesús, amén.