Nuestras convicciones en torno a la crucifixión de Jesucristo – Dr. Charles Stanley
Como el símbolo más famoso del cristianismo, la cruz está en todas partes —en obras de arte, en joyas, en logotipos, e incluso en mensajes publicitarios. Pero la cruz de Jesús es mucho más que un recurso de mercadotecnia o el símbolo de una religión; es la revelación más clara del amor de Dios al mundo. En este mensaje, el Dr. Stanley profundiza sobre la muerte de Jesús y cómo nos afecta a todos, aquí y ahora. Es posible que nos sintamos muy distantes de lo que sucedió en el Calvario aquel día, pero la crucifixión de Jesús sigue estando en el centro de la vida cristiana. Este mensaje es parte de la serie «Las convicciones que rigen nuestra vida». Para más mensajes de Charles Stanley, incluyendo la transmisión de esta semana, visite www.encontacto.org/vea
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Dr. Stanley: Este mensaje se
titula «Nuestras convicciones en
torno a la crucifixión de
Jesucristo».
Lo más probable es que usted
tenga muchas convicciones de
varias cosas.
Pero permítame decir esto, sin
creer esto, no tendrá el don de
vida eterna.
¿Cuáles son nuestras
convicciones en torno a la
crucifixión de Jesucristo?
Y le invito a 1 Corintios
capítulo 2.
El apóstol Pablo había sido
azotado y encarcelado en
Filipos, lo habían corrido de
Tesalónica, Berea, y
otros sitios.
Y Corinto quizás era la ciudad
más corrupta de aquel tiempo.
Así que al ir a Corinto, él dejó
muy en claro que no entraría en
ninguna discusión en cuanto a
sus filosofías.
Ellos creían de todo un poco.
Y él quería dejar muy claro que
hablaría de una sola cosa.
Veamos entonces el segundo
capítulo, desde el versículo 1,
dice: «Así que, hermanos, cuando
fui a vosotros para anunciaros
el testimonio de Dios, no fui
con excelencia de palabras o de
sabiduría.
Pues me propuse no saber entre
vosotros cosa alguna sino a
Jesucristo, y a éste
crucificado.
Y estuve entre vosotros con
debilidad, y mucho temor y
temblor; y ni mi palabra ni mi
predicación fue con palabras
persuasivas de humana sabiduría,
sino con demostración del
Espíritu y de poder, para que
vuestra fe no esté fundada en la
sabiduría de los hombres, sino
en el poder de Dios».
Al hablar de la crucifixión,
quizás todos tengamos diversas
ideas de lo que Dios tenía en
mente, pero mi propósito es
ayudarle a entender justamente
qué sucedió.
Fue más que sólo un hombre
colgado en una cruz.
¿En verdad qué ocurrió?
¿Qué tuvo lugar?
Además, ¿cómo nos afecta eso?
Y deseo que veamos el primer
capítulo de 1 Corintios.
Leamos un par de versículos,
desde el 23, que nos dan una
idea de cuán admirable era la
crucifixión de Jesús
para el apóstol Pablo.
Dice el versículo 23: «Pero
nosotros predicamos a Cristo
crucificado, para los judíos
ciertamente tropezadero, y para
los gentiles locura; mas
para los llamados, así judíos
como griegos, Cristo poder de
Dios, y sabiduría de Dios.
Porque lo insensato de Dios es
más sabio que los hombres».
Usualmente cuando la gente
piensa en la cruz, la llevan en
el cuello, o en una pulsera, o
colgada en alguna pared.
Así que la consideran ser un
símbolo del cristianismo.
Pero deseo que entendamos lo que
es realmente.
En verdad, ¿en qué consiste?
Pablo dijo, en lo que a él
respecta, que era el tema.
Y al acercarse a un grupo de
filósofos que querían conversar
de toda clase de ideas, les
dijo: «Vengo con una cosa
en mente».
«Quiero que entiendan lo que
pasó cuando Jesucristo
fue crucificado».
Y si alguien le preguntase,
quizá usted daría una respuesta
muy sencilla.
Pero al hablar de convicciones,
quisiera que escribiera lo que
es una convicción, de lo que
sea.
«Tener una convicción es estar
tan plenamente convencido de que
algo es totalmente cierto que
asume una postura sin importar
las consecuencias».
Entonces, si alguien hablara
de la cruz, ¿tomaría usted
una postura?
¿Acaso diría usted: «Sí, yo sí
creo en la cruz».
Bien, deseo que consideremos
varios puntos vitales de
la cruz, y que quizás no ha
contemplado.
Usted cree en la cruz, y sabe
que Jesucristo murió en la cruz,
pero, ¿qué fue todo eso?
¿Qué fue la muerte de Cristo en
la cruz?
Pudo haber muerto de otra forma,
pero muy claramente, la Biblia
habla de su muerte en la cruz.
Así que deseo que veamos un par
de versículos.
Veamos en 1 Pedro 1.
1 Pedro capítulo 1, y vea el
versículo 20.
Le daré un par de versículos.
Y sé que será sensato y los
escribirá.
Escuche lo que dice Pedro aquí,
desde el versículo 19: «Sino con
la sangre preciosa de Cristo,
como de un cordero sin mancha y
sin contaminación», hablando de
la cruz, «ya destinado», mire,
«ya destinado desde antes de la
fundación del mundo, pero
manifestado en los postreros
tiempos por amor de vosotros, y
mediante el cual creéis en Dios,
quien le resucitó de los muertos
y le ha dado gloria, para que
vuestra fe y esperanza
sean en Dios».
Ahora, volvamos a Efesios
capítulo 1.
Estamos hablando de la cruz y de
cómo sucedió todo esto.
Desde el versículo
4, y note lo que dice:
«según» Dios «nos escogió en
él».
Se refiere a Jesús.
Mire, «Antes de la fundación del
mundo, para que fuésemos santos
y sin mancha delante de él, en
amor habiéndonos predestinado
para ser adoptados hijos suyos
por medio de Jesucristo, según
el puro afecto de su voluntad»,
esto es lo que dice.
Antes de que entráramos en
escena, Dios había planeado la
muerte de su Hijo para expiar el
pecado de toda la humanidad.
Antes de crearnos, Dios sabía
que pecaríamos.
Y deseo que notemos lo que dice:
«Antes de la fundación
del mundo».
Dios sabía quién sería salvo.
Sabía que usted sería salvo.
Y sabía quien no sería salvo.
Dios dispuso un gran plan
de redención para
toda la humanidad.
Así que Dios no reaccionó a
nada.
Fíjese en cómo lo dijo, y me
encanta este pasaje, cómo lo
dice en Efesios, leamos: «En
amor habiéndonos predestinado
para ser adoptados hijos suyos
por medio de Jesucristo, según
el puro afecto de su voluntad».
Fue su decisión.
Dios escogió salvarnos mediante
su Hijo.
Y al decir: «Nos escogió en
él antes de la fundación
del mundo».
La cruz se trata de cómo Dios
cumplió su plan predestinado
para salvarnos a cada persona
que será salva.
De eso se trata la cruz.
De que Dios planeó la salvación
de la humanidad.
Y no la planeó en el Edén
después de que Adán y
Eva pecaran.
Antes de la fundación del mundo
la planeó.
Fue motivado por 3 cosas.
O sea, ¿por qué Dios escogió
salvación para la humanidad,
sabiendo que el hombre caería?
Bien, su primera motivación fue
nuestra pecaminosidad.
La Biblia dice: «Por cuanto
todos pecaron y están
destituidos de la gloria de
Dios».
O sea, todos fallamos.
Todos pecamos.
Y me sorprenden algunas personas
que conozco.
Me encanta conocer personas
que no son creyentes,
porque veo lo que creen.
Y si hablo de pecado, hasta ahí
llega la conversación.
Siempre que hablemos de otra
cosa, está bien: «Me alegra
verle pastor».
Mm-mm-mm.
Pero si comienza a hablar de
pecado: Pero, mire, fue Dios
quien dijo: «Por cuanto todos
pecaron».
O sea, hemos violado,
quebrantado, la ley de Dios.
Todos hemos pecado y estamos
destituidos de lo que Dios
planeó para nosotros.
Y uno de sus propósitos, una de
sus metas, es el perdón.
Todos hemos pecado contra Dios.
Debemos confrontar el pecado de
algún modo.
Podemos ignorarlo y pagar el
precio o ser perdonados.
3 motivaciones: la pecaminosidad
del hombre.
Segundo, el amor de Dios.
Y deseo que veamos un versículo,
especialmente en Romanos 5.
Dios pensó en nuestra
pecaminosidad, pero también tuvo
en mente su gran amor por
nosotros.
Y aquí en Romanos 5, hay muchos
versículos maravillosos.
Pero vayamos al versículo 8,
cuando Pablo dice de una forma
tan hermosa.
«Mas Dios muestra su amor para
con nosotros, en que siendo aún
pecadores, Cristo murió por
nosotros».
Entonces, ¿qué lo motivó?
Lo que lo motivó fue su amor por
nosotros.
Su amor produjo nuestra
salvación.
3 motivaciones: nuestra
pecaminosidad, estábamos
perdidos.
Segundo, su amor lo motivó a
hacer algo.
Y lo tercero que lo motivó fue
su justicia.
Ahora, mucha atención
porque esta es la esencia
del evangelio.
Dios dijo: «El alma que pecare
morirá».
Todo el que peca contra Dios es
responsable ante el juicio, y
comparecerá ante el juicio.
¿Cómo un Dios amoroso salva a
un mundo pecador y sigue
siendo justo?
Recordará, por ejemplo, que en
el Antiguo Testamento, se
sacrificaban machos
cabríos, corderos, becerros,
palomas, etcétera.
Todo eso era símbolo de algo.
Era el relato de una historia.
Era el relato de una verdad, que
eran simbólicos de lo que
sucedería una sola vez y
para siempre, y es la muerte
de su Hijo.
Pero, ellos no entendían todo
eso en aquel entonces.
Entonces, lo que pasaba era
que Dios se mantenía fiel
a sí mismo.
Él se preparaba para pagar por
nuestro pecado y su muerte
sería expiatoria.
Jesús, Dios encarnado, expió
nuestro pecado, saldó toda
nuestra deuda con su vida.
Nadie más pudo hacerlo porque
todos hemos pecado contra Dios.
El único que ha vivido sin
pecado es Jesús
porque Él era Dios en la carne.
Él vino con el fin principal de
morir una muerte expiatoria.
No cualquier muerte, sino una
expiatoria.
Una muerte que sirviera de paga.
Jesús vino como la paga de Dios
por nuestros pecados.
Y murió para cumplir todos esos
símbolos, toros, corderos,
cabras, todo eso, eran solo un
presagio de lo que sucedería.
Entonces al ir a la cruz, Jesús
murió como paga por
nuestros pecados.
Entonces, al hablar de la cruz,
lo que tuvo lugar fue
una transacción.
Nuestro Padre celestial envió a
su Hijo, no solo para vivir esos
33 años, sino con el propósito
principal de morir.
Tenía que ser deidad.
Tenía que ser el Hijo de Dios,
una persona de la Trinidad
porque nadie más podía morir por
nuestros pecados, ya que todos
hemos pecado contra Dios.
Así que la cruz es el ejemplo,
la esencia, el núcleo de la
vida cristiana.
No es solo algo de lo cual
cantamos, leemos y pensamos:
«Bueno, me encantan esas
palabras de la cruz».
No.
La cruz es la esencia de la vida
cristiana.
No seríamos salvos sin la cruz.
Entonces, al pensar en la cruz,
somos declarados justos
ante Dios, al aceptar al Señor
Jesucristo como nuestro
Salvador personal.
Regresemos a Romanos 3 por un
momento.
Pienso en este versículo en
particular, que a menudo las
personas se lo saltan.
Pero la Biblia dice en Romanos
3:25.
Leamos desde el versículo 23,
que lo sabemos de memoria: «Por
cuanto todos pecaron, y están
destituidos de la gloria de
Dios, siendo justificados
gratuitamente por su gracia,
mediante la redención que es en
Cristo Jesús a quien Dios puso
como propiciación», como
sacrificio expiatorio,
«por medio de la
fe en su sangre».
La cruz es la paga de pecado.
Y la cruz se trata de Jesús,
cuya vida fue completamente sin
pecado y perfecta, cuando vemos
su vida y lo que
sucedía en ella,
Él vino a morir.
Recuerde que hay 3 cosas que
Dios tenía en mente: Nuestra
pecaminosidad, su amor y su
justicia.
Y lo que satisfizo su justicia
fue la muerte de su Hijo Jesús
en la cruz.
Ahora, pensemos un momento en
Hebreos 9.
Y si vemos estos versículos,
comenzando desde el versículo
24.
Escuche lo que dice: «Porque no
entró Cristo en el santuario
hecho de mano», como el Lugar
Santísimo en el Templo,
«figura del verdadero».
Escuche: «Sino en el cielo mismo
para presentarse ahora por
nosotros ante Dios».
Ahora dice: «Y no para ofrecerse
muchas veces», pero
solo una vez: «Como entra el
sumo sacerdote en el Lugar
Santísimo cada año con sangre
ajena».
Lo mismo: «De otra manera le
hubiera sido necesario padecer
muchas veces desde el principio
del mundo; pero ahora, en la
consumación de los siglos, se
presentó una vez para siempre
por el sacrificio de sí mismo
para quitar de en medio
el pecado».
Así que no se trata de una
celebración en Semana Santa,
se trata de la muerte del Hijo
de Dios, quien vino en la
persona de Jesucristo.
Se trata de la paga de nuestro
pecado.
Pero hay algo más que deseo que
notemos y es esto.
La crucifixión de Jesús fue un
suceso que nunca podrá
ser duplicado y nunca
necesitará ser repetido.
Fue un suceso único.
Nunca, nunca, duplicado, porque
Jesucristo vino, murió y
ascendió al Padre.
Nunca podremos duplicar eso.
Nunca.
Un momento en la historia, un
momento en la vida de toda
la creación.
Allí Dios encarnado,
su Hijo Jesús,
murió por los
pecados del hombre.
No solo eso.
Nunca necesita repetirse.
Piense en esto.
No sabemos la edad del mundo.
O sea, Dios lo sabe, hay toda
clase de estimados de la edad
del mundo.
Mire, una vez, un día, en una
cima, en una cruz, Jesús
murió en la carne humana para
expiar todos los pecados de la
humanidad, desde Adán hasta la
segunda venida de Cristo.
Él pagó nuestra deuda.
No tiene que repetirse, porque
ese es el poder de la muerte
de Jesús.
Él tomó sobre sí todo el pecado
de la humanidad.
Porque, mire, fue Dios, en la
persona de Jesús, quien murió
para pagar una deuda que asumió
por nuestros pecados.
Y Él pagó la pena.
Y por último deseo mencionar
algo más.
Escuche esto.
La muerte de Jesucristo lo
cubrió todo.
Todo.
No hay nada que le iguale.
Nada se le compara.
Entonces, al morir, afectó a
todos, pasado, presente
y futuro.
Y vivimos conscientes de la
presencia de Dios todopoderoso.
Mire, nuestro futuro está fijo,
si su nombre está en el Libro de
vida del Cordero, si ha aceptado
a Cristo como su Salvador.
La cruz no es algo que se lleva
en el brazo o en el cuello.
Se trata del momento más crucial
de la historia humana.
Nada, nada, nada, nada le
iguala.
Nada puede hacer lo que hizo.
Jesús murió por nuestros
pecados.
Se trata del Hijo de Dios, quien
nos amó tanto que fue a la
cruz y pagó nuestra deuda
por completo.
Siendo eso cierto, ¿ha aceptado
usted a Cristo como su Salvador?
Me refiero a que si ha aceptado
a Jesucristo como el Hijo
unigénito de Dios, quien fue a
la cruz, murió por nuestros
pecados, llevando sobre sí
nuestra deuda.
¿Lo ha aceptado usted como su
Salvador, Amo y Señor?
¿Ha creído en Él para el perdón
de sus pecados?
Cualquier otra cosa que usted
haga será insuficiente.
Mire, la razón por la cual no
necesita repetirse es porque
fue todo suficiente.
Una vez en toda la historia
humana, Jesús murió por
sus pecados.
O bien lo acepta, como su
Salvador personal, o hace esto:
Acepta el peso y la culpa de
todo su pecado ante el Dios
santo, y su separación de Él por
la eternidad.
Es Jesús o ningún camino.
No es «un» camino.
Es el único camino.
Porque fue el único que pagó
nuestros pecados, y esa paga fue
aceptada por el Padre.
¿Cómo lo sabemos?
De eso se trató la resurrección.
La declaración de Dios, «todo
pagado», esta es la prueba.
La prueba está en la
resurrección.
Cuán bendecidos somos de ser
salvos.
¡Cuán bendecidos!
Pero es un mensaje que hay que
dar al mundo entero.
Esa es nuestra tarea, como
seguidores de Jesucristo.
Padre, te amamos y alabamos
por tu bondad y amor
para con nosotros.
No podemos ni entenderlo.
Nuestras mentes no pueden captar
lo que hiciste en la cruz.
Pero has dejado bien claro que
no querríamos enfrentar la vida
sin Jesús como nuestro Salvador.
Te pido, Padre, por alguien que
está aquí sentado, o por alguien
que está escuchando o viendo.
Que sean sabios ahora mismo para
elevar esta oración: «Oh Padre,
he pecado contra Ti una y otra
vez, una y otra vez.
Vengo a Ti, no porque merezca
nada.
Vengo a reconocer que soy
pecador.
Y te pido que perdones mis
pecados, creyendo que Jesús pagó
el precio en la cruz.
Te pido que me salves ahora
mismo, en el nombre de Jesús.
Amén».
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