Los valles en la vida del cristiano – Dr. Charles Stanley

Como creyentes, podemos encarar las dificultades con confianza y seguridad. Dios nos protegerá y velará por nosotros, sin importar las pruebas que experimentemos. En este mensaje, el Dr. Stanley explica cómo Dios usa nuestro dolor para captar nuestra atención, de manera que regresemos a Él.

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[música]

Dr. Charles Stanley:
El Hijo de Dios,

el Señor Jesucristo dijo:

«Yo soy el camino,
y la verdad y la vida,

nadie viene al Padre,
sino por mí.

Por tanto, vayan por todo
el mundo enseñando y predicando

el evangelio a toda criatura,
hasta lo último de la tierra».

locutor: En Contacto
el ministerio

de enseñanza bíblica
del Dr. Charles Stanley.

[música]

locutor: Hoy en el programa
En Contacto,

«Los valles en la vida
del cristiano».

Dr. Charles Stanley: El pasaje
para este mensaje

quizá sea el más conocido
de toda la Biblia.

De hecho, recuerdo cuando era
a penas un niño,

que todo el mundo debía
memorizar este pasaje.

Y, por lo general,
este pasaje era leído

en casi todos los funerales.

A menudo, se lee en el lecho
de alguien que esté

muy, muy enfermo.

Y sin duda muchos hemos leído
historias de hombres

en guerra quienes,
en momentos de gran temor,

sacaron de su bolsillo
el Nuevo Testamento,

el cual tenía los Salmos,
y comenzaron a leer con temor,

implorando valor
y la presencia de Dios, así:

Jehová es mi pastor,
nada me faltará».

Y lo invito a buscar
el Salmo 23.

Quisiera que leamos este Salmo.

Y hay una frase en particular
para enfatizar

que deseo analizar.

Y este mensaje se titula,

«Los valles en la vida
del cristiano».

Los valles en la vida
del cristiano.

Y si todos leyéramos
de la misma versión,

nos pondríamos de pie
para leer juntos,

pero como son muy diferentes,
quizás no tenga mucho sentido.

Así que, leamos desde
el versículo 1:

Jehová es mi pastor;
nada me faltará.

En lugares de delicados
pastos me hará descansar;

Junto a aguas de reposo
me pastoreará.

Confortará mi alma;

Me guiará por sendas de justicia
por amor de su nombre.

Aunque ande en valle
de sombra de muerte,

No temeré mal alguno,
porque tú estarás conmigo;

Tu vara y tu cayado me
infundirán aliento.

Aderezas mesa delante de mí en
presencia de mis angustiadores;

Unges mi cabeza con aceite;
mi copa está rebosando.

Ciertamente el bien y la
misericordia me seguirán

todos los días de mi vida,
Y en la casa de Jehová

moraré por largos días».

Bien, al pensar en este salmo
en particular,

deseo que veamos el versículo 4.

Fíjese en lo que dice
en este versículo 4:

«Aunque ande en valle
de sombra de muerte,

No temeré mal alguno,

porque tú estarás conmigo;

Tu vara y tu cayado
me infundirán aliento».

A menudo en la Biblia,
los valles son indicios

o simbolizan momentos
de dificultad, adversidad,

prueba, sufrimiento y dolor.

Y quisiera que viéramos este
pasaje a la luz del título,

que es este: «Los valles
en la vida del cristiano».

Y quisiera decir 3 cosas
básicamente,

y la primera es esta:

Las experiencias en los valles
son inevitables

en la vida de todo creyente.

Las experiencias en los valles
son inevitables

en la vida de todo creyente.

Por ejemplo, quizá sea
a nivel financiero,

tal vez por nuestra familia.

Quizá sea por salud.

Tal vez sea por ocupación
o en el caso que sea.

No es posible vivir en esta vida
sin pasar por esos los valles.

Una de las razones de ello es
por el resultado final

de esos valles, de lo cual
hablaremos en breve.

Vivimos en un mundo
de pecado y maldad.

Hay 2 fuerzas que pelean
entre sí y son estas:

las fuerzas del bien
y las del mal.

Así mismo, hay situaciones
determinadas en la vida

que nos empujan a menudo
a experimentar esos valles.

Así que, al pensar en esto,
algo que quisiera mencionar

y también explicar
es el hecho de que hay razones

de por qué terminamos
en situaciones como valles.

Ahora, si usted es sabio,
tomará lápiz y papel

y no se perderá mucho de esto.

Porque quisiera decirle,
si está hoy aquí y dice:

«Pues nunca he pasado
por esas cosas»,

entonces debería prepararse
porque no es posible alcanzar

una cima sin llegar a un valle.

Hay valles en nuestra vida
y están ahí por varias razones.

Bien, hablemos, inicialmente,
de por qué pasamos por momentos

difíciles que son tan dolorosos,
tan desgarradores y que,

increíblemente, nos hacen sentir
tan indefensos.

Bien, una de las razones
es esta:

Y es que la oveja se aleja
sin saber del pastor.

Por ejemplo, si la oveja
se aleja del pastor,

por lo general se apartará
a los lugares equivocados.

Así, cuando decidimos
desobedecer a Dios,

decidimos transgredir su ley,
violar un principio,

lo que pasa es que acabamos
en el valle.

Y una de las razones por las que
sucede es que resultamos allí

por nuestras decisiones.

Una segunda razón por la cual
quizá terminemos en el valle

es por las acciones
de otras personas,

de alguien más.

Por ejemplo, un hombre me dijo
esta semana.

Se puso a contarme
de su profesión,

que cumplía con su trabajo,
era fiel,

era bien respetado en su oficio
en particular

y hacía muy bien todo.

Y por su convicción y porque
sentía que debía afirmar

su posición acerca de lo que
podía y no podía hacer,

lo despidieron así no más,
sin previo aviso.

Y de repente,
se encontró en un valle.

Tenía una familia que sostener,
sin empleo sin ingresos.

Así que en ocasiones,
es debido a las decisiones

de alguien más o sus acciones.

Y una tercera razón por la que
llegamos al valle es esta:

Se debe a que el pastor
nos guía hacia ese valle.

Verá, la razón por la cual
pasamos por esos valles

no siempre es por lo que hacemos
o por lo que hace alguien más.

A veces es el diseño
de Dios para nuestra vida.

Ahora, como resultado de eso,
lo que Él hace es guiarnos

a un lugar, y nos guía como
quiere y nos lleva adonde quiere

que estemos.

Por ejemplo, escuche esto,
hay 2 maneras de llegar

de este lado
de la plataforma al otro.

Una manera es la que
a la mayoría

nos gustaría elegir en la vida.

Al ver una dificultad,
lo que nos gustaría hacer

es tratar de evadir el dolor,
el sufrimiento, la prueba,

la tribulación, el rechazo
y llegar a donde vamos.

Es una forma.

Y a veces se puede llegar
de esa manera.

Pero a veces, si el buen pastor,
como lo llama la Biblia,

nos guía, es quien lo provoca.

Sabe que podría guiarnos
al camino que rodea.

No es problema para Él.

Sabe que hay
una senda alrededor,

pero, verá, lo que tiene
en mente es un propósito

para nuestra vida.

Y como ese propósito determinado
y ese destino son tan claros

para Él, entonces decide,
Dios en su gracia,

bondad y amor, decide no
guiarnos por la senda fácil,

sino llevarnos hacia
el valle de la dificultad,

la adversidad, la prueba,
el dolor y el sufrimiento

intenso como nunca
lo hemos experimentado.

Llegaremos al mismo lugar,
pero es la senda más difícil

y a veces es un hondo,
sombrío y riesgoso valle.

Vea lo que dijo.

Dijo, valles de sombra,
muerte, temor, maldad.

Estas cosas indican algo sobre
la dificultad de ese valle.

En ocasiones estamos
en el valle porque Dios,

en su sabiduría, decide guiarnos
de la manera más difícil

para llevarnos al destino
que quiere.

Así que dice aquí: «Aunque ande
en valle de sombra de muerte».

Aunque lo hagamos.

Y quisiera que recuerde
lo que dice en este pasaje.

Note que hay 2 cosas aquí.

A veces lo que Dios dice
o lo que no dice

impacta igual que lo que dice.

Vea este versículo.

No dice esto, aquí no dice:
«Aunque quizá ande en el valle».

«Aunque tal vez lo haga.»

No.

«Aunque ande».

Porque, escuche, es inevitable.

Son experiencias
del todo inevitables

en la vida de toda persona.

Note algo más que no dice.

No dice: «Aunque, aunque corra,
me precipite y me apure

por el valle».

Así es como
me gusta atravesarlo.

Quiero pasar corriendo.

De hecho, quisiera vendarme los
ojos y pasar corriendo sin oír,

sin ver nada ni sentir nada.

Solo haz que pase,
Señor, haz que pase».

Pero ¿sabe lo que dice?

«Aunque».

¿Qué?
«ande en el valle».

No es quizá ni tal vez.

«Aunque ande en valle
de sombra de muerte».

Entonces, al hacer
esa afirmación,

lo que nos esta diciendo
es esto: «Sucederá».

Y no hay forma de evadirlas.

A veces tratamos,
pero no es posible.

Así, al decir: «Aunque ande
en valle de sombra de muerte,

No temeré mal alguno,
estarás conmigo».

Nos da la parte más importante
de todo este pasaje bíblico.

Esta es la parte más importante.

Porque si lo piensa un momento,
dice:

«Jehová es mi pastor;
nada me faltará».

Excelente.

Y dice que «nos guiará
a delicados pastos,

aguas de reposo;

restaurará nuestra alma y nos
guiará por sendas de justicia».

Pero ¿sabe qué?

Suponga que leemos
todo el salmo.

Habla de prepararnos una mesa
y de ungir nuestra cabeza

con aceite y de una copa
rebosante.

¿Suponga que omitimos esta
parte: «Tú estarás conmigo».

Si hubiera omitido esa parte,
el corazón y el núcleo

de este salmo faltarían porque
de eso se trata este salmo.

Es un salmo de consuelo
de certeza,

es un recordatorio para nosotros
de que pasaremos

por esas experiencias en la vida
que son tan difíciles,

dolorosas y duras, y que lo
único que tenemos es a Dios.

Entonces debe preguntar:

«Padre, ¿cuál es tu meta
para este valle en mi vida?

Y, Padre, ¿cómo debo reaccionar
ante esta experiencia

en mi vida?».

Siempre es sabio hacer
esas 2 preguntas.

Número 1: «Padre,
¿cuál es tu meta?».

Número 2:
«Señor, ¿cómo reaccionar

ante este valle en mi vida?».

Entonces, lo primero que hay
que notar aquí

es que las experiencias
en el valle son

del todo inevitables
en la vida de cada cual.

Es indiferente
la edad que tenga.

Un día de estos llegarán.

No importa lo rico o lo pobre,
lo culto o inculto,

su estatus en la vida;
las experiencias en el valle,

dificultades, apuros, pruebas,
sufrimiento, dolor,

siempre habrá esos momentos
y periodos en nuestra vida.

Lo segundo que quisiera
que note,

que es muy evidente aquí,
es esto:

Es que las experiencias
en los valles son momentos

dolorosos en nuestra vida.

No nos referimos a leves
dolores ni heridas menores.

Hablamos de una clase de dolor
intenso que es indescriptible.

Hablamos de una clase de daño
que no se le puede describir

a alguien más.

Hablamos de una clase
de desesperanza y desamparo

inexpresable con palabras,
valles profundos y sombríos

por los que Dios suele guiarnos.

Así que, hablamos acerca de un
grado de angustia que es mayor

que solo un poco de aflicción,
de un profundo grado de tensión

que se siente en todo el cuerpo
físico y sus emociones

y en su espíritu.

Todo dentro de usted
es puesto a prueba.

O sea, pareciera ser una especie
de enorme invasión a lo profundo

de su ser, de su espíritu,
de lo más recóndito de su ser.

Y cuando llora, su llanto
no es de sus ojos,

es llanto de su espíritu,
de lo profundo de su ser.

Hay un dolor indescriptible
al andar por algunos valles.

Ahora, lo que deseo compartir en
este momento es muy importante.

¿Sabe por qué la gente se llena
de pánico en el valle?

Por esta razón: La gente
se llena de pánico en el valle

y la razón por la que lo pierden
todo es porque

entran a esos valles profundos
y sombríos en la vida

sin una teología bíblica básica.

Toda su experiencia cristiana
es emotiva.

Alaban a Dios y todo es emoción:

«Si siento a Dios, está ahí.

Si no lo siento, no está».

Y gloria a Dios por esto,
gloria a Dios por aquello.

Animo que alaben a Dios.

Creo en adorarlo y alabarlo.

Claro que sí.

Pero, escuche bien, si su vida
cristiana es solo un asunto

de emoción, y escucha mensajes
y después se marcha,

esperando que quizá
recordará algo,

o los mensajes, los mensajes
solo lo hacen sentir bien,

no lo desafían, ni enriquecen
su mente, ni lo retan,

ni lo hacen pensar,
ni hacen que quiera practicar

esas verdades en su vida,
ni dedicar tiempo

a escribirlas y le permiten
aplicarlas a su vida

y a buscar esas
experiencias en la vida,

que lo ayudarán a aplicar
esos principios,

puedo decirle que cuando lleguen
esos valles sin

una teología básica que rija
su vida, le entrará pánico.

Sin duda acudirá al mundo
buscando algo.

Mire, hará esto: Lo más probable
es que halle un consejo

insensato, un mal consejo,
y eso solo agudizará

su valle y prolongará
su andar en ese valle.

Por eso es tan importante
que anote los principios,

que escriba lo que tiene
verdadero significado,

que esas experiencias son
inevitables en la vida de toda

persona y por qué entramos
a esos valles y cómo responder

y cómo no debemos responder.

Lo más sabio que puede hacer
es ahondar en este Libro,

leerlo, orar con él,
escuchar los mensajes

de los siervos de Dios.

Siempre y cuando
se apeguen al Libro,

escuche los mensajes
de los siervos de Dios,

escriba la verdad,
aplíquela a su corazón,

vea cómo se aplican a las vidas
de otros,

vea las consecuencias
de la desobediencia.

Esas son las cosas
que nos afirman

para cuando lleguemos al valle.

El Señor Jesucristo, quien
nos da la mano a cada paso

del camino,
nos seguirá recordando.

Porque ¿recuerda lo que dijo?

Dijo que enviaba al Espíritu
Santo para que nos recuerde

todas las cosas que
Él desea que recordemos,

que podamos aplicar a nuestro
corazón esas verdades básicas

que nos afianzan
nos dan solides,

y nos mantienen firmes,
sólidos y estables

en los momentos más difíciles
de nuestro andar cristiano.

Y hay varias cosas que quisiera
que notemos aquí

sobre estas experiencias.

Primero dijimos que son
absolutamente esenciales;

serán parte de nuestra vida
e inevitables.

Y segundo son dolorosas
y tercero, son provechosas.

Las experiencias tipo valle
son provechosas en la vida.

Y no significa que
al ser provechosas

no habrá ningún dolor.

Sí, habrá dolor.

Y aunque son provechosas,
el dolor y el grado de dolor

quizá sea el mismo.

Pero son provechosas
por varias razones.

Primero, son periodos de
descubrimiento para todos.

¿Qué descubrimos?

Podemos, escuche esto:

Descubrimos cómo es Dios
en el valle de una forma

que nunca lo descubriremos
estando en la cima.

Hay cosas sobre Dios, aspectos
de Dios caminos de Dios

que todos descubriremos
en las experiencias

de los valles más profundos,
sombríos,

peligrosos y dolorosos,

de los que no tendremos ni
asomo estando en la cima.

Así funciona la vida.

Y Dios se revela en el valle
de una forma que jamás

se revelará en la cima.

Tendremos un vislumbre de Dios
y lo veremos de maneras

como no lo veríamos
de otro modo.

También, al pensar en lo que,
lo que descubrimos de Dios aquí,

aquí descubrimos, descubrimos
una intimidad espiritual

y una sensación de quietud.

Dice que nos guiará
a lugares de descanso.

Escuche con atención.

En el momento más agudo,
sombrío,

oscuro de su experiencia
en el valle,

puede haber la sensación
más sobrecogedora,

e increíble sensación de paz,
descanso, quietud y confianza

que solo tomados de la mano
del Hijo de Dios

podemos experimentar.

Jehová es mi pastor;
nada me faltará.

Ni paz ni quietud
ni tranquilidad,

aun cuando el caminar
más sombrío,

doloroso y agudo sea parte
de su experiencia.

Así que, dice aquí
que descubriremos algo.

Y descubrimos algo
sobre nosotros,

no solo sobre Dios.

No solo un millón
de cosas sobre Dios,

sino también algo
de nosotros mismos.

Mire, es muy fácil sentarnos
en la iglesia o en la casa,

si todo va bien, y decir:
«Yo creo en Dios.

De verdad creo en Él».

«Gloria cantemos,
al Salvador,

que por nosotros vino
a morir».

¡Aleluya!

«Gracia sublime».
Creo en todos esos himnos.

«Creo en la Biblia
de principio a fin».

Pues bien,
pero le preguntaré esto:

Cuando llega el dolor
y el desaliento

es tal que lo abruma,
entonces ¿en qué cree?

Descubrimos cosas de nosotros
mismos en los valles

más profundos y sombríos,
descubrimos cuánta valentía

en verdad tenemos, descubrimos
el grado de nuestra fe,

descubrimos el nivel
de nuestra fe,

descubrimos si el concepto
propio se basa en Dios,

en alguien más o en lo que
piensan otros,

descubrimos la naturaleza
de nuestro carácter,

descubrimos si
podemos resistir o no,

descubrimos cómo es
en verdad

nuestro carácter
al pasar por esas cosas

que hacen que
nos sintamos impotentes

y sin poder hacer nada, y solo
podemos depender de Dios.

Descubrimos cosas
de nosotros,

quizá algunas cosas
de las que solemos presumir,

y cuando el dolor
se intensifica tanto,

que de pronto dejamos
de presumir.

Y descubrimos en qué consiste
nuestro verdadero sistema

de valores en la vida.

Descubrimos las verdaderas
prioridades en la vida.

Y lo que pasa,
escuche muy bien,

esto es importante, verá,
por esta razón hacemos

grandes hallazgos en los valles
más profundos y dolorosos,

es la razón.

Porque Dios tiene un modo
de aumentar el nivel del dolor

al punto de que es tan doloroso,
que nada más importa en la vida.

¡Nada más!

Absolutamente nada más importa.

Mire, Dios sabe
cómo arrebatarnos

todo de lo cual dependemos.

Nos arrebata, emocional,
física o materialmente,

todas las cosas en absoluto,

para que Cristo no tenga
competencia como Señor

en nuestra vida y no haya
desafíos a su mandato,

reino y señorío en nuestra vida.

Y entonces ¿qué hace?

Nos quita todo a lo cual
nos aferramos

y en lo cual nos apoyamos.

Y tiene una forma muy dolorosa
de hacerlo.

No culpo a Dios por el dolor.

Solo digo que hay cosas
que permite

y cosas a las que da inicio.

Sea que las permita
o las inicie,

eso no tiene importancia,
la meta primordial de Dios.

Y pienso en la gente
que es muy adinerada,

cuya vida gira alrededor
del dinero.

De eso hablan, es el–
es el tema de su conversación.

Comienzan
sus conversaciones así.

Solo les importa eso en la vida.

Le puedo asegurar que la
experiencia en el valle vendrá

porque Dios no permitirá
jamás que sus hijos se aferren,

dependan, confíen,
se enfrasquen, se llenen,

se agobien completamente
y permitan que esas cosas

se vuelvan dioses en su vida.

Y entonces ¿qué hace?

Nos lanza a la experiencia en el
valle para quitar de nosotros,

arrancarnos todas aquellas
cosas que desafíen

su lugar de preeminencia
en nuestra vida.

Y en ocasiones son cosas
que ni siquiera consideramos

desafiantes para Dios.

Pero, mire, esto se nos hace
difícil de entender.

Dios no quiere que dependamos
de nada salvo de Él,

solamente de Él.

Somos hijos de Dios que pasamos
por experiencias en el valle,

y aprendemos a depender de Él,
solamente de Él.

Y ¿qué hace Dios?

Mire, quita
todas aquellas cosas,

salvo a sí mismo.

Y aunque sea doloroso
y difícil para nosotros,

todo acaba glorificando a Dios
porque nos empuja hacia Él

y aprendemos cosas
de nosotros

que no aprenderíamos
de otro modo.

Y Dios nos lleva a una actitud
de dependencia en Él.

Y por eso al llegar
a ese período doloroso,

nos damos cuenta de que Él es lo
único y no hay nada más sino Él.

Y ¿qué pasa?

Aún en el valle, tranquilidad,
calma, quietud de espíritu.

Así que hay descubrimientos
acerca de Dios,

de nosotros mismos y sobre
su propósito en nuestra vida.

Por ejemplo, algunos sabemos
el propósito de Dios

en nuestra vida y otros no.

Y es interesante cuántos
jóvenes que han venido

a nuestra congregación,
estudiantes en Georgia Tech

vinieron a estudiar,

y sus padres pagaron
sus estudios.

Iban a ser ingenieros,
administradores y todo eso,

y luego, algo sucede en su vida.

Todo se viene abajo, son
arrojados al valle y ¿qué pasa?

Es en el valle donde Dios
comienza a alejarlos

de todo lo que sea que pase
en sus vidas.

No siempre, no siempre es
un valle que hayan escogido.

No siempre es un valle,
por ejemplo,

que Dios necesariamente
haya creado o iniciado,

pero es un valle.

A veces es el divorcio
de sus padres.

A veces es el colapso económico
de sus padres

y ya no pueden pagar
sus cuentas.

A veces son dificultades y
apuros por los que atraviesan.

Puede ser algo así.

Y proceden a decir: «No sé
qué hace Dios en mi vida».

Y al final,
tras este valle profundo,

sombrío, peligroso y traidor,
¿sabe cuál es su conclusión?

«Dios me llamó a predicar
y me resistí porque quería

ganar dinero
y le dije a Dios

que les daría a los misioneros».

Es una mentira del diablo.

¿A cuántos no ha engañado así?

«Daré dinero a las misiones,
a los misioneros.

Señor, si me ayudas a ganar
millones de dólares,

te lo daré todo».

Le aseguro que si toda
la gente que ha dicho

que si ganara millones
se los daría a Dios,

sobraría el dinero y trataríamos
de ver qué hacer con él

pero eso no es cierto
y Dios tampoco cree esa mentira.

Pero ¿cuántos de esos jóvenes
están en el campo misionero?

¿Por qué?

Porque llegaron al valle y fue
en el valle donde les quitó todo

y todas sus esperanzas
y captó su atención.

Y dijeron: «Oh, ¿es eso lo
que me has llamado a hacer,

Señor?

Sí, sí puedo ver eso».

Y a veces en esa experiencia
en el valle,

Dios siempre afirma su propósito
en nuestra vida.

Y lo que pasa es que
Dios nos edifica, nos afianza,

nos fortalece y hace
lo que estamos haciendo

mucho más efectivo.

Pero le diré algo más.

No es solo un tiempo
de descubrimiento,

sino también de preparación.

Ahora, la preparación
no es fácil.

Piense en esto.

Nos pone en el valle,
y recuerde esto:

Dios nunca, nunca permite
que pasemos por el valle

o nunca inicia la experiencia
en el valle,

sin tener un propósito en mente.

Al otro lado de ese valle,
Dios tiene una labor,

tiene un propósito,
tiene un plan.

Por eso el valle
nunca es un destino.

No es en el valle,
ni a su alrededor,

sino hasta el final.

Aunque ande en valle
de sombra de muerte,

No temeré mal alguno,
No es ahí, es al final.

Tiene un propósito en mente.

¿Y qué hace Dios en el valle?

Nos prepara para el propósito,
sea cual sea.

Y bien, ¿qué hace?

Usa herramientas
que no nos gustan.

Por ejemplo, a veces
es la humillación.

Otras veces, como Él dice,
es para pulirnos, limpiarnos,

purificarnos, renovarnos.

En la experiencia del valle,
todo el dolor y el pesar

que sentimos tiene un abrumador,
asombroso,

glorificante y divino propósito
detrás de todo.

Y es por eso llegaré
al último punto en un momento.

Por eso el siguiente punto
es absolutamente esencial.

Porque cualquiera que sea
su propósito y lo que sea

que Él permita, lo que hace
mi experiencia en el valle

provechosa o un momento doloroso
de pérdida, es cómo responda.

Y mire, hay 2 formas
de responder negativamente,

sea que nos empujen al valle
o que lleguemos

por nuestras circunstancias.

Y en el valle

¿Cómo respondemos?

Nos rebelamos contra Dios:

«Dios, ¿por qué permites
esto en mi vida?».

Buscamos una salida.

Tratamos de hallar
un pequeño desvío de la senda,

algún arroyo,
algún desvío pensando:

«Debe haber una salida
del valle».

Y nos rebelamos.

Queremos escapar.

Queremos culpar a alguien más
por estar en el valle.

Culpar a otros siempre es señal
de nuestra inmadurez espiritual.

No importa lo que pase,
cómo llegamos ahí.

Al final, Dios permite que
estemos allí en el valle.

Así que nos quejamos,
hay autocompasión,

lloramos y gemimos y,
culpamos a Dios,

culpamos a otros.

Y, escuche, mientras haga eso,
vea lo que pasa.

¿Sabe cómo es?

Como si Dios se detuviera
con usted en el valle.

Aún lo lleva de la mano, pero
se detiene o disminuye el ritmo.

¿Sabe por qué?

Porque está refinando,
purificando, limpiando,

forjando el carácter,
cambiando y transformando.

Y ¿qué más?

Preparándonos para
lo que tiene en mente.

¿Cuál es la respuesta correcta?

Una vez dije el propósito
y quisiera decirlo

al final de este mensaje.

La respuesta es esta:
No importa cuál sea

la naturaleza del valle.

La respuesta siempre es esta:

«Padre, ¿cuál es tu meta en mi
vida en esta experiencia?».

Y segundo: «Padre,
¿cómo quieres que responda

en esta experiencia?».

«Padre, todo lo que tengo
te lo entrego hoy a ti,

sin reservas alguna,
sin restricciones.

Soy tu exclusiva propiedad».

Y por lo tanto: «Padre,
todo lo que tengo es tuyo.

Abro mis manos,
puedes tomar lo que te plazca,

todo es tuyo».

Y, escuche, cuando estamos en
el valle y esa es la respuesta,

Dios Todopoderoso
en su soberanía,

sabiduría y amor nos guiará
a cada paso al cruzar

por el valle.

En segundo lugar, el dolor
puede ser casi insoportable,

pero la gloria al otro lado
hará que ese dolor desaparezca.

[música]