Los fundamentos de la fe – Dr. Charles Stanley
Nos relacionamos con nuestro Padre celestial y con Jesucristo por medio de la fe. Sin embargo, este aspecto de la vida es uno que muchas personas malinterpretan o les resulta difícil de practicar.
Comience su día con
el devocional gratuito
En Contacto.
¡Suscríbase hoy mismo!
[música]
locutor: En Contacto
con el Dr. Charles Stanley.
Alcanzamos al mundo con
el evangelio de Jesucristo
por medio de una enseñanza
bíblica sólida.
Hoy, en el
programa En Contacto,
«Los fundamentos de la fe.»
Dr. Stanley: Hay 2 cosas que
son realmente esenciales para
una buena relación con Dios.
La primera es creer que Dios
es; la segunda es creer que Dios
siempre hará lo que
nos ha dicho que hará.
Aparte de esas 2 convicciones
básicas, no hay salvación ni
tampoco bendición.
De hecho, el autor de Hebreos
dice claramente que para agradar
a Dios «es necesario que el
que se acerca a Dios crea que le
hay, y que es galardonador de
los que le buscan»; o sea, que
hará justo lo que prometió.
La base fundamental de toda
la vida cristiana es la fe.
Así nos relacionamos con Dios y
así nos relacionamos con su Hijo
Jesucristo, pero esa es el área
de nuestra vida que quizá la
mayoría malinterpreta o se
le dificulta más practicar.
¿Puedo confiar en Dios?
¿Por qué no confío en Dios?
A menudo la vida
está llena de dudas.
Bien, este el inicio de una
serie titulada
«Cómo andar por fe».
Y acompáñeme a 2
Corintios capítulo 5.
Este mensaje se titula Los
fundamentos de la fe si así es,
fundamentos ¿qué quiero
decir con fundamentos?
Me refiero al punto de partida;
aquí empezamos a aprender a
andar, a caminar por fe.
Y lo que deseo que note en este
pasaje es que el apóstol Pablo,
le escribe a los corintios sobre
la vida y la muerte, y sobre la
condición de nuestro cuerpo,
lo que nos sucederá
después de morir.
Y al mismo tiempo que discute
eso, hace una declaración que
deseo que notemos.
Pero quiero que
veamos el pasaje completo.
dice en 2 de Corintios capítulo
5, versículo 1: «Porque sabemos
que si nuestra morada
terrestre–o sea, nuestro
cuerpo físico–«este
tabernáculo, se deshiciere,
tenemos de Dios un edificio–
este es otro cuerpo–«una casa
no hecha de manos,
eterna, en los cielos».
«Y por esto también gemimos–o
sea, en este cuerpo–«deseando
ser revestidos de aquella
nuestra habitación celestial;
pues así seremos hallados
vestidos, y no desnudos.
Porque asimismo los que estamos
en este tabernáculo gemimos con
angustia; porque no quisiéramos
ser desnudados, sino revestidos,
para que lo mortal sea
absorbido por la vida.
Mas el que nos hizo para
esto mismo es Dios,
quien nos ha dado las
arras del Espíritu.
Así que vivimos confiados
siempre, y sabiendo que entre
tanto que estamos en el cuerpo,
estamos ausentes del Señor
(porque por fe andamos, no por
vista); pero confiamos, y más
quisiéramos estar ausentes del
cuerpo, y presentes al Señor».
El apóstol Pablo dice: «Llegará
el día en que dejaremos estos
cuerpos; tendremos cuerpos
nuevos, seremos resucitados, lo
que prometió el Señor y
demostró sin duda
en su propia resurrección».
Pablo dice: «Tenemos el
privilegio de vivir por fe;
andamos por fe, así que no nos
preocupa la muerte, no tememos a
la muerte; no nos preocupa lo
que les pase a estos cuerpos.
Porque tenemos la gran promesa
de un cuerpo resucitado
y un hogar celestial».
Y dice: «Por tanto, no andamos
por vista, no nos guiamos por
sentimientos, no andamos
según las opiniones de otros, ni
andamos según nuestra
razón, solo andamos por fe».
La voluntad, el propósito y
el plan de Dios es que todos
aprendamos a andar por fe.
Y espero que tome algunas
notas, pues le daré un par de
definiciones al respecto.
Quisiera decirlo lo más sencillo
posible, pero es muy importante
que entendamos lo que dice la
Biblia sobre la fe y no lo que
nos dice el mundo.
Ahora, al pensar en términos de
la palabra fe y en la palabra
creer, quizá en nuestra cultura
hoy la gente diga: «Creo esto y
soy creyente, sí creo», y yo
creo en todo lo que dicen, tal
vez un mejor término
sería «confianza».
O sea, pongo mi confianza,
me comprometo con eso.
La palabra «creer» o
«confiar» conlleva acción.
Si busca estas 3 palabras en el
idioma griego, amar, servir, y
agrega la palabra «creer»,
las 3 palabras tienen la misma
terminación, y en griego
las terminaciones
son muy importantes.
Y estas son palabras de
acción: Si yo amo a alguien debo
reaccionar; si sirvo a
alguien, voy a actuar;
si creo, voy a actuar.
Por ejemplo, puede leer los 40
versículos de Hebreos 11, y 19
veces la Biblia dice que alguien
creyó, sea Abraham, o Jacob, o
Moisés, o Noé; todos ellos
creyeron; y al creer, la Biblia
dice que actuaron.
Entonces, en el Nuevo
Testamento, puede leer todo el
Nuevo Testamento y cada vez que
alguien cree o deposita su fe,
hay una acción; es una acción
interna que mueve la voluntad.
Entonces, cuando pensamos en
términos de creer, no se trata
de una creencia estática que
dice: «Sí, creo», nunca se
mueve, nunca
actúa, no tiene acción.
La palabra en sí es una palabra
de acción, algo tendrá que pasar
en su vida y en la mía al
poner nuestra confianza, al
comprometernos con
Dios Todopoderoso.
Bien, la gente dice: «Pues, yo
creo»; y claro, están pensando
siempre así: «Sí, creo
que me levantaré mañana.
Creo que las puertas de la
iglesia estarán
abiertas cuando llegue».
Creen de todo, pero nos
referimos a la fe bíblica,
estamos hablando de la fe,
hablamos del compromiso,
hablamos de un nivel de
confianza que tiene
que ver con cosas eternas.
Así que al definir
la fe, ¿qué es la fe?
Bien, usted podría decir algo
como esto: Que la fe es la plena
convicción de que nuestro Dios
es quien dice ser y que nuestro
Dios hará exactamente
lo que dice que hará.
Ahora, la voluntad, el propósito
y el plan de Dios
es que vivamos por fe.
Bien, el apóstol Pablo
dijo: «por fe andamos».
¿Qué quiso decir con eso?
Cuando el apóstol Pablo usó el
término «andar», solía referirse
a la conducta el estilo de
vida, a la manera de vivir.
«Así es como debemos vivir».
Y recordará que en otras
ocasiones dijo, por ejemplo, que
no andemos en la carne sino en
el Espíritu; y que andemos en
amor, vivamos por amor, y
que andemos en el Espíritu.
Y lo que quiso decir fue
esto: «Así debe ser
nuestro estilo de vida».
Si alguien les dijera, o alguien
les preguntara: «¿Vive usted por
fe?», me pregunto
cuántos dirían que sí.
Tal vez la mayoría de nosotros
diríamos: «Pues, sí», queriendo
decir: «Bueno sí, la mayoría de
veces»; o «en ocasiones»; o «En
ciertas cosas se me
dificulta confiar en Dios».
¿Sabe?
Eso no significa que no viva por
fe, y de eso hablaré en breve.
Lo que deseo que note aquí es
lo que el apóstol Pablo quiere
decir al hablar de andar
por fe, no por vista,
ni por sentimientos.
La mayoría de la gente no anda
por fe, sino por lo que ven,
sienten o piensan.
«La razón dice así y es lo
que haré»,
a menudo excluyendo a Dios.
Y aun a veces, cuando se
incluye, es incluido de esta
manera: «Creo que debo hacer
esto y, Señor, confío en que me
ayudes»; en vez de decir:
«Señor, ¿qué quieres que haga?
¿Cuál es tu voluntad,
tu propósito y tu plan?»
La voluntad, el propósito
y el plan de Dios
es que todos andemos por fe.
Ahora, ¿qué quiere decir eso?
Lo siguiente: Cuando
despertamos en la mañana,
¿qué debemos decir primero?
Yo no podría dictarle a nadie
qué pensar, pero puedo decir lo
que siento y pienso.
O sea, al despertar en la
mañana, lo primero que quiero
pensar es: «Padre…».
¿sabe por qué?
Todo el día deberé tomar
decisiones, atender gente, hacer
lo que Dios me ha
llamado a hacer.
Así que yo sé, que al abrir mis
ojos o al estar consciente; o a
veces antes de abrir mis
ojos, sé que hoy necesito
que mi Padre camine conmigo.
Sé que hoy tendré que depender
de Dios y confiar en Él para
todas las cosas.
Así que necesito comenzar
hoy donde debo comenzar: en mi
relación con Dios, afirmando mi
relación, afirmando mi unidad,
mi unión, mi amor y
mi devoción a Él.
Hemos de, escuche, hemos
de hacerlo,
porque vamos a andar por fe.
Y ¿qué implica eso?
Pues implica lo siguiente:
Significa, por ejemplo, que le
pediré su guía hoy y esto es lo
que dice: «Fíate de Jehová de
todo tu corazón, Y no te
apoyes en tu propia prudencia.
Reconócelo en todos tus caminos,
Y él enderezará tus veredas».
«Quiero agradecerte por el gran
privilegio que tengo, y por la
gran promesa que me
has dado, Señor».
Significa que si quiero andar
por fe hoy, voy a tratar de
buscar su mente y su corazón y
buscar su dirección para cada
faceta de mi vida; no
algunas sino todas.
Mire, andar por fe no es algo
que hagamos
unas veces y otras no.
Andar por fe significa que
voy a depender de Él, que voy a
confiar; voy a depender de
que mi Padre celestial me dé
dirección durante el día; voy
a depender
de que Él supla cada
necesidad que tenga.
Bien, todos vendremos con
necesidades ante Él, pensando:
«Hay necesidades que
debemos suplir nosotros».
¿Quién dice?
«Mi Dios, pues, suplirá todo
lo que os falta conforme a sus
riquezas en gloria
en Cristo Jesús».
Así que confiaré en que
Dios supla toda necesidad hoy.
Porque, mire, para poder andar
por fe, hay que depender
de Dios en todo.
Cuento con Él, Él es mi
Padre; y espero que supla
mis necesidades.
Voy a agradecerle, confiando
en que perdonará mis pecados.
Cuando tropiece hoy y caiga,
y tropiece en el día,
voy a confiar en Él.
Creeré que Dios me levantará, al
haber perdonado mi pecado y me
hará avanzar en la vida.
Confiaré en Dios en
cada relación que tenga.
Confiaré en Él en lo
que necesite decir
y necesite recordar.
Confiaré en Él al enfrentar
esas cosas difíciles cuando
no sé qué hacer en ese momento.
Confiaré en Él para saber
cómo responder a las críticas y
responder a los elogios.
Confiaré en Él respecto a
las necesidades de otros
en las que siento involucrado.
Confiaré en Él y si necesito
compartir un testimonio de lo
que Cristo ha hecho por mí, lo
haré en el Espíritu y según Él
me guíe y me muestre
para causar un impacto.
Confiaré en Él para no tener que
tratar de impresionar a nadie,
sino influir en la vida de
alguien hoy, no importa quien
sea, para que él también
quiera conocer
al mismo Cristo que conozco.
Confiaré en Él hoy de modo
tal que ni siquiera tenga que
preocuparme por mi futuro ni mi
seguridad eterna; solo confiaré
en que al despertar en la
mañana, despertaré en los brazos
de un Padre amoroso.
Despertaré plenamente seguro
en la persona de Jesucristo.
Despertaré cada mañana,
consciente de que en la cruz se
resolvió mi salvación
eterna de una vez para siempre.
Así que, andar por fe significa
que Jesucristo dominará mi
mente, Jesucristo dominará y
controlará mis decisiones,
Jesucristo será
el centro de todo.
Mire, la mayoría de la gente
cree que su vida es el centro
del mundo y que todo lo
demás gira a su alrededor.
Pero veamos cómo es.
Digamos que, por ejemplo,
esto representa a Cristo.
Así vivimos la vida: Pase lo
que pase en el día, toda la vida
gira alrededor del Hijo
de Dios
porque es el núcleo
de nuestra vida.
Al aceptar a Cristo como su
Salvador personal, la Biblia
dice que Cristo vino a nuestra
vida en la presencia y el poder
del Espíritu Santo,
y por eso está allí.
Ahora, ¿por qué Dios mandó al
Espíritu Santo a nuestra vida?
¿Para qué?
Para facultarnos, mire,
para ayudarnos a andar
por fe todos los días.
Mire, Él quiere ser
parte de cada decisión.
Quiere ser parte
de cada relación.
Cuando vengan los problemas, las
pruebas, las persecuciones, las
dificultades, las penas
y angustias, ¿sabe qué?
Él está ahí.
Mire, escuche, existe una
convicción plena de que nuestro
Padre, nuestro Dios, atento, se
involucra en cada circunstancia
y cada necesidad
de nuestra vida.
Verá, andar por fe es andar en
sumisión a Dios; es andar de
modo tal que Dios
tenga el control absoluto.
Ahora, al hablar de ser sumisos
o de rendirnos a Él, creo que la
mayoría de la gente piensa: «Voy
a entregarle a Dios esto y esto.
Yo me encargaré de
esto y aquello».
No, si en verdad estoy
comprometido con Dios; si en
verdad estoy rendido a Él,
tendrá acceso a todo en mi vida.
Tendrá acceso a todas las cosas.
Por tanto, no hay
nada que retener.
Permítame preguntarle esto:
Cuando enfrenta alguna situación
o circunstancia en su vida,
¿cuál es su primera reacción?
Si es algo difícil, ¿dirá:
«Padre, te necesito,
confío en ti»?
Vea lo que pasa.
Dios quiere que vivamos de
tal modo, que nadie tenga que
recordarnos que oremos ni
recordarnos que lo busquemos, ni
que nadie tenga que
preguntarnos: «¿Has orado?»
Y esa mire, es la reacción
natural y normal,
y debe ser rápida.
La reacción natural al enfrentar
cualquier cosa es decir: «Padre,
¿qué quieres que haga?
«Gracias, Dios, eres
soberano y tienes el control».
Entonces ¿cómo
aprendemos a andar por fe?
De esta forma: Voy a hacer una
petición; pondré a Dios a prueba
sin tratar de tentarlo.
Solo haré una petición.
Y ¿sabe qué?
Cuando Dios me contesta o me
ayuda en esto, ¿sabe qué pasa?
Cuando eso ocurre, es una capa
más sobre mi cimiento de fe.
Mi base está en Cristo, es
una base sólida, pero tengo que
edificar sobre la base
del Hijo eterno de Dios.
¿Cómo edificaré sobre eso?
Confiaré en Dios y lo veré
actuar, lo veré cumplir ¡y le
daré las gracias!
Pero tendré lo que merezco.
En segundo lugar,
¿qué debo hacer?
Debo persistir en su Palabra y
descubrir qué dice la Biblia
acerca de Dios.
Preste atención, si no sabe
quién es el Dios en quien
confía, ¿cómo confiar en Él?
Pero cuando persistimos en la
Palabra, veamos lo que dice: La
Biblia dice que Dios me
ama, también que suplirá mis
necesidades; y dice que Dios
es santo y me perdonará; o sea,
cuando comienzo a estudiar las
Sagradas Escrituras, pasa algo
con mi entendimiento de
la naturaleza de Dios.
¿Sabe lo que pasa?
Es como, como, es como echar
sobre todos mis cimientos, sobre
mi base, es como echar todos
mis cimientos el aceite
que hace que todo funcione.
Este, este es Dios, y así es Él.
Y si, si esto es lo que Dios
es, si esto es lo que Dios es,
puedo confiar en Él.
Mire, si viene a la iglesia,
trae su Biblia, la lee con
nosotros y la lleva a casa, y
la deja a un lado, quizá aprenda
ciertas cosas, pero Dios
lo quiere en su Palabra.
Mire, Él quiere, Dios quiere que
usted absorba la verdad,
Él quiere que vea las palabras,
que recuerde lo que dice,
que vea sus promesas.
Mire, cuanto más entiendo las
promesas de Dios, su naturaleza
y cómo actúa, más
fuerte y firme será mi fe.
Así pues, si quiero aprender
a andar por fe, haré las
peticiones y veré qué pasa.
Por ejemplo, si Dios no contesta
mi oración y me muestra que no
era su voluntad,
«gracias, Padre,
tenías en mente algo mejor».
¿Sabe qué?
Aun cuando no conteste, si
entiendo que Dios tenía algo
mejor en mente,
¿sabe qué hace eso?
Fortalece mi fe.
¿Qué dice eso?
Que Dios me ama tanto que,
escuche, ni siquiera me dará lo
que sabe que no
es bueno para mí.
¡Gracias a Dios!
Quizás no me agrade en el
momento y tal vez me irrite;
quizás me enoje y le diga:
«Señor, ¿cuál es el trato?»
Y Dios dice: «El trato es el
mejor acuerdo y esto es lo mejor
que puede pasarte.
Así es como funciona».
Aunque no reciba lo que quiero
y Dios me muestre por qué,
¿qué hace Él?
Afirma mi fe.
Me ama mucho para darme
algo que no debo tener.
Bien, ¿cómo
aprendemos a hacerlo?
Flaqueamos, caemos,
cometemos errores,
pero hay que hacer esto.
Mire, para aprender a andar
por fe, recuerde esto, debemos
recordar ciertas cosas.
Para empezar, cuando falle y
piense: «Señor, me equivoqué»,
lo que debe hacer es no
autocompadecerse y hundirse en
el cieno y pensar:
«Bueno, Señor, me equivoqué.
¿Cómo podrías confiar en mí?»
(aunque no había confiado),
«¿Cómo podrías ya
más confiar en mí?»
Y ¿qué pasa?
Recuerde esto: El desánimo
destruirá su fe
si no tiene cuidado.
Todos nosotros hemos flaqueado y
fallado, y nos hemos asustado,
diciendo: «Dios mío,
¿qué pasará ahora?»
Pero ¿sabe que eso
no enoja a Dios?
Mire, no puede defraudar a quien
no tiene expectativas de usted,
y Dios no tiene expectativas de
nosotros, somos polvo, frágiles;
Él nos entiende.
Y por lo tanto, no
tengo que desistir.
Y mire, una de las claves no es
cuántas veces flaquee y caiga,
en el proceso de
aprender a andar por fe.
La clave es escuche, no es
cuánto ni cuán seguido caiga,
sino qué hago cuando caigo.
Me levanto, le doy gracias a
Dios por perdonarme y limpiarme,
agradezco a Dios por
mostrarme mis dudas, temores,
angustias e inquietud.
Y gracias a Dios por amarme
lo suficiente para seguir.
Así que nos levantamos y
seguimos adelante,
pero, sin renunciar.
Y ¿qué ocurre?
Poco a poco, día a día, al
confiar en Él; semana tras
semana al confiar, mes tras mes,
al confiar en Él; año tras año
al confiar en Él, ¿qué sucede?
Fortalecemos siempre nuestra fe;
nuestra fe se vuelve más firme,
y más firme, y más
fuerte y más fuerte.
Mire, si las cosas, escuche,
si las cosas que le molestaban
cuando fue salvo aún molestan
y le preocupan y enojan, debe
hacerse esta
pregunta: «¿Aún sigo?
Escuche, «¿aún sigo en el
kínder en lo que a fe respecta?
¿Dónde estoy, Señor, en mi fe?»
Ahora, así forja Dios la fe;
lo dije y lo repito: Problemas,
pruebas,
dificultad, y adversidad.
Mire, si en verdad queremos
entender cómo es Dios, y quiero
que fortalezca mi fe, debo
estar dispuesto
a que me echen al fuego.
Debo estar dispuesto a afrontar
dificultades y adversidad.
Mire, la fe que nos sostiene
en la vida no se forja
con solo leerla en un libro.
Mire, lo que la
activa es la experiencia.
La experiencia
hace que funcione.
Pero mire, ¿qué le da
impacto a su testimonio?
Su experiencia, el hecho de
haber pasado por eso, atravesar
por las aguas profundas, por el
fuego, caminar por las pruebas.
Ha pasado por la adversidad,
por momentos de gran necesidad,
cuando no parecía posible en el
mundo suplir esas necesidades y
Dios las suplió.
¿Cómo aprendemos?
Aprendemos viviendo, confiando,
fallando, enfocándonos de nuevo
en Dios y avanzando en la vida.
Le haré una pregunta:
¿está dispuesto a rendir
su vida a ese Dios?
Cuerpo, alma, espíritu, dinero,
relaciones, matrimonio, familia,
hijos, todo, ¿puede con eso?
¿Dejará que Él lo maneje?
Dirá: «Ni siquiera soy creyente.
¿qué hay de mí?».
Bueno solo esto; aquí
es donde debe empezar.
Debe hacerse la
siguiente pregunta:
«¿Creo en el testimonio de la
Palabra de Dios, que el que no
naciere de nuevo; ni acepte
a Cristo como
su Salvador se perderá
por la eternidad?
¿Lo cree?
¿Cree que Cristo fue a la cruz
y murió y pagó toda
su deuda de pecado?
¿Lo cree así?
Debe comenzar aquí y estar
dispuesto a aceptar esa verdad y
debe estar dispuesto a
decirle: «Señor Jesús,
te confieso hoy mis pecados.
Yo creo lo que dices en la
Biblia; creo que tu muerte en el
Calvario pagó por mis pecados.
Y te acepto como mi Salvador.
Creo que lo que
hiciste borrará mi pecado.
Confío en que
perdonarás mis pecados.
Te acepto como mi
Salvador y Señor».
En el momento en que lo haga, en
ese momento se convierte en hijo
del Dios vivo y
emprende un viaje
en el que todos aprendemos
a andar por fe.
[música]