La voluntad de Dios en nuestra vida – Dr. Charles Stanley

Usted ya le ha entregado su vida al Señor, pero ¿le ha entregado su día? Buscar la dirección y la provisión de Dios para cada día debe ser una prioridad en nuestros pensamientos, oraciones y decisiones. Aunque no podemos saber lo que nos depara el futuro, Dios tiene pleno entendimiento y sabiduría para dirigir nuestros caminos, no solo en las decisiones cruciales, sino también en nuestras preocupaciones diarias. En este mensaje, el Dr. Stanley nos habla de la importancia de buscar en Dios orientación para el día a día. Ningún aspecto de nuestra vida debe estar aislado de nuestro sabio y amoroso Creador. Cuando aprendemos a buscar a Dios en cada necesidad y preocupación, le damos el lugar que le corresponde como Señor de nuestras vidas. Para más mensajes de Charles Stanley, incluyendo la transmisión de esta semana, visite www.encontacto.org/vea

[música]

Dr. Charles Stanley:¿Dónde
entra la voluntad de Dios en

su vida?

O sea, ¿le pide su dirección, su
guía y provisión?

¿O se despierta en la mañana y
decide cómo vivirá el día?

¿O no lo piensa mucho?

Es una de esas personas que
sigue la misma rutina todos

los días.

Siempre y cuando tenga lo que
quiere, lo que cree que

necesita, no piensa mucho en
Dios.

Cuando pienso en eso, y pienso
en cómo actúa la gente sin Dios

en su vida, recuerdo cuando
llegué a la Primera Iglesia

Bautista, vine como pastor
asociado.

Y había 60 diáconos y 7 hombres
encargados de todo.

Y ya que yo no tenía autoridad,
no representaba un peligro para

nadie, me dejaban sentar en sus
reuniones.

Entonces estaba sentado en una
reunión, nunca lo olvidaré, y

cayeron en una breve discusión,
un desacuerdo, no lo resolvían,

no podían decidirse en algo.

Lo que se llevó quizás unos 45
minutos, y pensé: «No vamos a

avanzar en nada».

Entonces dije: «¿Por qué no le
preguntamos a Dios cuál es su

voluntad en esto?».

Nunca olvidaré la reacción.

El hombre sentado a mi derecha
era abogado, y dijo: «Deja a

Dios fuera de esto.

Esto es un asunto de negocios».

Bueno, cuando dijo eso, mi
respuesta fue: «¿Cómo podemos

dejar a Dios fuera de los
asuntos de Dios?».

Porque su voluntad es que
vivamos de cierta forma, su

voluntad afecta todo lo que
hacemos y decimos.

La voluntad de Dios es nuestra
guía.

La voluntad de Dios es el
principio mediante el cual todos

debemos vivir a diario, sea
quien sea.

Pero si nunca le pide a Dios
dirección en su vida, lo que

dice con su conducta su actitud,
es: «Puede hacerlo sin Dios.

No necesito su dirección.

No necesito su ayuda.

Puedo lograrlo sin Él».

Al vivir a diario sin consultar
con Dios: «Señor, ¿cuál es tu

voluntad?

¿Qué te complace?

¿Qué te honra?».

Si vivo a diario sin preguntar
eso, estoy diciendo que no

necesito a Dios.

O quizás usted diga: «Nunca
diría que no necesito a Dios».

¿Y qué de su conducta?

¿Qué de sus hábitos?

¿Se comporta como si no lo
necesita o como sí

lo necesita?

Si cree que Dios tiene una
voluntad soberana para su vida y

la tiene; si cree lo que dice la
Biblia acerca de Dios y de

nuestra relación con Él, ¿cómo
pasa día tras día sin

preguntarle: «Señor, ¿qué
quieres que haga con respecto

a esto?».

O sea, si pasamos el día
sin pedirle guía y dirección a

Dios, decimos con eso: «Puedo
encargarme».

¡Qué insensatez!

Qué insensato pensar que podemos
manejar la vida sin Dios en la

sociedad en la cual vivimos.

Y algo interesante que deseo
leer en la Sagrada Escritura,

aquí iba Jesucristo rumbo a la
cruz en Lucas capítulo 22, si

desea acompañarme para leerlo.

Pasó unos 30 años de carpintero,
más o menos, y ahora había sido

evangelista, enseñando la
Palabra de Dios.

Y dice el versículo 39 del
capítulo 22: «Y saliendo, se

fue, como solía, al monte de los
Olivos; y sus discípulos también

le siguieron».

Allí iba, era su lugar de
oración.

Ahora, ¿qué estaba haciendo?

Porque la cruz estaba a un paso,
al día siguiente: «Cuando llegó

a aquel lugar, les dijo: ‘Orad
que no entréis en tentación’.

Y él se apartó de ellos a
distancia como de un tiro de

piedra; y puesto de rodillas
oró».

Escuche la oración del Hijo de
Dios: «Padre, si quieres, pasa

de mí esta copa».

O sea: «¿Hay alguna otra manera
de que compremos la redención de

toda la humanidad y eludir la
cruz?».

«Pero no se haga mi voluntad,
sino la tuya».

Jesucristo, que era el Hijo de
Dios, le preguntaba al Padre:

«¿Hay alguna otra vía salvo la
cruz?».

Y desde luego que no la había.

Ahora, ¿qué queremos decir con
la voluntad de Dios?

Si alguien le preguntara: «¿Vive
en la voluntad de Dios?».

¿Cómo contestaría eso?

No podría contestarlo sin saber
lo que es.

Así que escuche: «La voluntad de
Dios es lo que Dios aprueba y

determina llevar a cabo.

Y concierne a las decisiones de
Dios de qué hacer y qué

no hacer».

Piense en eso: «Lo que Dios
aprueba y determina llevar

a cabo.

Y concierne a las decisiones de
Dios de qué hacer y qué

no hacer».

¿Cuándo fue la última vez que
dijo: «Señor, ¿qué quieres que

haga en cuanto a esto?».

«Señor, ¿qué de mi relación con
ella o con él?

¿Qué en cuanto a mi empleo?

¿En qué universidad quieres que
estudien mis hijos?

Señor, ¿qué de mi relación con
este hombre o con esta mujer?

Señor, ¿dónde quieres que viva?

Señor, ¿cambio de empleo?».

¿Cuándo fue la última vez que se
abrió al Dios santo, quien lo

sabe todo y quiere lo mejor para
usted?

¿Cuándo fue la última vez que le
abrió su corazón y le dijo:

«Señor, muéstrame tu voluntad»?

¿Qué es lo que quieres que haga?

Mucha gente cree que no necesita
la voluntad de Dios.

Están viviendo conforme a como
quieren vivir, pero

son desdichados.

Muchas personas son infelices y
no se vuelven a Dios, porque

creen ser tan listas que lo
resolverán.

¿Por qué tenemos tanto
alcoholismo, tanta droga, y sexo

y todo lo demás?

La gente busca algo que
satisfaga ese sentimiento

interno que tienen, buscan algo
que las haga felices, buscan

algo o alguien que les complete,
cuando solo Dios puede

hacer eso.

Dios no nos creó, no nos equipó
para vivir felices, pacífica y

eternamente sin Él; no nos creó
así.

Nos creó para depender de Dios
Todopoderoso.

Y allí estaba el Señor
Jesucristo diciendo:

«¿Hay alguna otra manera?».

Reconociendo su dependencia del
Padre.

Y en su vida personal, ¿con qué
frecuencia la pregunta sobre

decisiones por tomar?

Siempre habrá decisiones, o le
preguntamos o no a Dios.

Vayamos por un momento a 2 Pedro
3, 2 Pedro capítulo 3.

Este es un versículo bíblico muy
interesante, 2 Pedro 3.17,

escuche lo que dice: «Así que
vosotros, oh amados, sabiéndolo

de antemano, guardaos, no sea
que arrastrados por el error de

los inicuos, caigáis de vuestra
firmeza».

O sea, cualquiera puede tropezar
y caer.

Dios quiere que lo miremos a Él,
que dependamos de Él, confiemos

en Él.

Entonces, cada día al despertar
deberíamos pedirle al Señor que

nos dé dirección para nuestra
vida ese día.

No sabe a quién conocerá.

No sabe si llegará o no a su
trabajo.

No sabe si su esposo o su esposa
estará en casa cuando llegue, o

en qué desastre están sus hijos
en la universidad.

Es decir, ¿vive en comunión con
Dios?

¿Busca su voluntad, su
propósito, su plan para su vida?

¿O vive y ya?

Y clama a Dios cuando siente que
en verdad lo necesita, cuando

algo escapa de sus manos para
manejarlo.

Dios tiene la mejor voluntad
para cada uno de nosotros.

Tiene el mejor plan.

No lo mantiene secreto.

No hay que hacer esto y aquello
para descubrir lo que Dios

quiere que hagamos.

Hay que preguntarle, y estar
dispuestos a hacer lo que

Él diga.

Pero la mayoría de la gente
nunca se detiene a considerar:

«¿Debería comprar eso?

¿Debería casarme con él o con
ella?».

Y toman decisiones por su
cuenta, sin Dios.

Cuando Jesús, el Hijo de Dios,
en esos momentos críticos de su

vida tomó un momento para
asegurarse:

¿Hay alguna otra forma?

Claro, el Padre dijo: es la
senda de la cruz.

Entonces, ¿diría que vive por la
voluntad de Dios?

¿O ha decidido que puede
manejarlo por su cuenta?

Ahora bien, recuerde esto: por
ser omnisciente, Dios tiene un

plan y una voluntad para nuestra
vida.

Tiene el mejor plan, y tiene una
voluntad que nos cuadra a

la perfección.

Nuestros talentos, facultades,
destrezas, todo encaja con lo

que Dios quiere hacer en nuestra
vida.

Usted dirá: «Pero no soy tan
talentoso como otros».

Eso lo entiendo.

Por ejemplo, si alguien me pone
en su equipo de pelota,

quizás pierdan.

O si estuviera en un taller
mecánico, quizás no sabría

qué hacer.

Para muchas cosas no soy apto,
para muchas cosas no

estoy preparado.

Pero usted está preparado para
algo.

O sea, Dios no lo excluyó a
usted.

Quizás sienta: «¿Para qué cuenta
mi vida?».

Su vida cuenta, porque recuerde:
Cristo al morir lo tenía en

mente a usted.

Nos tenía en mente a todos sin
excepción, tenía al mundo

entero en mente.

Quizás diga: «Esto fue hace 2
mil años».

¿Por qué dice que debemos orar y
hablar con Él ahora?

Hablar con Él a diario,
escucharlo, pedirle guía porque

Dios está escuchando en el
cielo.

Quiere escucharnos.

No hay ni un solo aspecto de
nuestra vida que debamos borrar

de nuestra relación con Dios.

Lo necesita en todo: en su
matrimonio, con sus hijos, con

su empleo, con todo lo mecánico
que acontece en la vida.

Todos lo necesitamos.

Y pasar día a día sin leer su
Palabra, sin pedirle dirección y

guía en nuestra vida, es decir:
«No lo necesito».

«O claro que sí».

¿Cuándo se pone de rodillas y
habla con Él?

¿Cuándo le rogó a Dios que le
diera sabiduría y dirección?

¿Cuándo tuvo que tomar una
decisión importante y dijo:

«Señor, no tomaré esta decisión
hasta que me muestres

qué hacer»?

¿O solo procedió a hacerlo sin
Dios?

¡Dios santo quiere lo mejor para
nosotros!

En ningún lugar de la Biblia
dice que Dios no quiera lo mejor

para nosotros.

Pero ¿se lo pedimos?

¿Buscamos su dirección?

O sea, su voluntad.

¿O estamos pidiéndole algo más?

Pero no importa quiénes seamos,
ni dónde estemos en la vida,

buscar la voluntad de Dios, su
mente, su propósito, su plan,

¿cuál es el siguiente paso que
quiere Dios en nuestra vida?

Tiene hijos, tiene nietos,
¿cuándo fue la última vez que

les habló de este tema?

Mucha atención, desde muy
temprana edad en la vida de ese

niño, usted debe presentarles
esta verdad: que Dios tiene una

voluntad y un plan para su vida.

Recuerdo que desde que nacieron
mis hijos, me postraba junto a

la cama cada noche estando en
casa y elevaba esta oración:

«Muéstrale a Andy y a Becky tu
voluntad para sus vidas»; les

decía eso una y otra vez.

«Pídale a Dios que le muestre la
voluntad para su vida.

Pídale a Dios que le muestre su
voluntad para su vida».

Crecieron creyendo eso.

Vea lo que está pasando en las
universidades.

Vea lo que sucede, toda la
borrachera y sexo, y todo el

desastre, ¿sabe lo que buscan?

Buscan algo que los satisfaga.

Abuelo, abuela, mamá, papá,
tienen la responsabilidad de

presentarles a sus hijos a
Cristo.

No solo eso, usted debe ser
parte de sus vidas, interfiera

en sus vidas, dé su opinión en
sus vidas, recuérdeles que sin

Jesucristo no pueden triunfar en
lo que Dios les llamó a hacer.

Quizás ganen mucho dinero.

Tal vez hagan muchas cosas.

Puede que el mundo piense que
son geniales.

Pienso en toda la gente que no
puede ni contar su dinero, pero

les aseguro esto: son infelices.

Sin Dios, no se puede ganar
suficiente dinero.

Mire, cuando se vive en pecado
no se puede hacer más nada hasta

que no se confronte el problema
del pecado.

Y por eso hay tanto de todo lo
otro que hemos mencionado.

Dios le ama.

Dios tiene una voluntad y un
plan para su vida.

Usted dirá: «Tengo 50 años y
acabo de ser salvo.

¿Cuál es la voluntad de Dios
para mí?».

Él le toma donde está y, mire,
sabe cómo vencer su pasado.

¿Borrará todos los errores?

No.

Pero lo que hará es facultarle
para que pueda vencerlos;

ayudarle a tener una perspectiva
distinta de la vida; permitirle

tener una relación con Cristo
que le sorprenderá.

Todo el mundo comete errores.

Todos pecamos.

Todos hemos caído a veces por
algo.

Dios quiere lo mejor para
nosotros, mire, hasta nuestro

último día.

¿No es interesante lo que Dios
tiene que hacer a veces para

hacernos pensar?

Y pensar con sabiduría, con
sobriedad, y hacer las preguntas

indicadas: «Señor, ¿cuál es tu
voluntad en mi vida».

Y Jesucristo quiere que vivamos
nuestra vida en sumisión a su

voluntad porque eso es lo mejor.

¿Cree que Dios tendría un plan
para su vida que seria fatal?

No, no creo.

¿Acaso quiere decir que su plan
siempre es fácil?

No.

Mucha gente pasa por cosas muy
difíciles en la vida.

No significa que a Dios no le
importe, ni que estén fuera de

su voluntad.

Pero quiere decir que Dios les
ha confiado en una situación

para que dependan de Él en
maneras en las que quizás

algunos de nosotros no lo
hacemos.

Entonces, al pensar en cuál es
la voluntad de Dios.

Esa es la pregunta que debemos
hacer todos.

Entonces le pregunto: ¿cuándo
fue la última que le dijo:

«Señor, cuál es tu voluntad para
mi vida en este momento»?

Usted dirá: «He cometido
errores, así que no hay

esperanza para mí».

Sí hay esperanza.

Comienza con confesión,
arrepentimiento y la entrega de

nuestra vida a Dios.

Preste mucha atención, si me
escucha diga amén.

No hay desastre del cual Dios no
pueda sacarle.

Tal vez sea doloroso, pero le
sacará adelante.

Dios le ama.

Sabe por qué cometemos errores.

Le aseguro que hará un desastre
de su vida si no confía en que

Dios le dé guía y dirección para
su vida.

Nadie puede guiarle como Dios.

Él lo sabe todo de usted, conoce
sus limitaciones, sabe lo que ha

perdido, sabe los deseos de su
corazón,

sabe que usted no tiene lo que
tienen otras personas; pero sabe

por qué le creó y quiere que se
sienta realizado en la vida.

No quiere que sea desdichado,
quiere que se sienta realizado

en la vida.

Usted lo refleja si lo aceptó
como su Salvador.

Dios quiere lo mejor para usted,
está dispuesto a hacer lo mejor

si usted rinde su vida a Él, se
entrega a Él, y le pregunta:

«Señor, ¿qué quieres que haga en
esta situación?».

Él contestará esa pregunta.

Dios no se hará oídos sordos.

No importa lo que usted haya
hecho; dónde haya estado, con

quién lo haya hecho y el
desastre que haya hecho.

¿Escuchará?

Si clama a Dios, lo hará.

Si se pregunta lo que Dios hará
por usted, preste mucha

atención, en primer lugar, vea
la cruz, tanto así le ama Dios.

Eso es lo que ha hecho por
usted.

Primero, murió para que tenga
vida y la tenga en abundancia.

Él murió para poder perdonarle
de todos los desastres que ha

hecho en su vida.

Murió para poder sacarle de eso,
para darle un nuevo comienzo y

una nueva esperanza.

Nunca olvidaré a una hermana que
estaba sentada en la segunda

banca un domingo.

Coloqué una de mis fotografías
en la pantalla, era de un velero

que había naufragado.

Un hombre estaba trabajando con
eso, y le di la vuelta un par de

veces y por alguna razón pensé:
«Más vale que lo fotografíe».

Le tomé una foto.

Ella estaba en la segunda banca,
2 semanas después, dijo:

«Quiero decirle algo».

Me conmueve relatar esto.

Me dijo: «He hecho un desastre
tal de mi vida, estaba lista

para claudicar», y dijo: «cuando
dijo que aquel viejo velero que

volvería a navegar, Dios me
dijo:

‘y tú también, volverás
a navegar'».

Y puedo decirle esta mañana:
acaba de escuchar la verdad, eso

es todo.

Tal vez sea reconfortante o muy
inquietante, pero le ruego en el

nombre de Jesús, no ignore lo
que ha escuchado porque tiene

una oportunidad de que Dios
cambie su vida desde hoy.

Le contaré otra historia.

Compré un auto en otro estado, y
tuvieron que traérmelo.

No es porque no podía comprarlo
aquí, sino que vi lo que

quería allá.

Así que me lo trajeron en un
camión y estaba tapado y un

hombre lo destapó.

Me conmueve tanto contar esto.

Cuando colocó mi auto en el
garaje, me dijo: «Dr. Stanley,

quiero decirle algo.

Estuve preso, en verdad arruiné
mi vida; y en la cárcel

escuchábamos casetes y a veces
la radio», él dijo: «la razón

por la que me alegra tanto
traerle este carro es porque

estaba escuchando y Dios cambió
mi vida; para mí es un honor

traerle este carro para decirle
gracias por predicar la verdad

que me llegó y me salvó».

Dios le salvará a usted, si lo
deja.

Cambiará su vida, si lo deja, y
esa es mi oración.

Padre, te amamos, alabamos y
damos gracias porque tu meta no

es juzgarnos sino amarnos,
perdonar nuestros pecados,

darnos una segunda oportunidad.

No dijiste que tendríamos que
merecerlo, sino que

nos rindiéramos.

Te pido que toda persona que
escuche este mensaje no pueda

evadir, no pueda evadir la
verdad, y sea lo suficientemente

sabio para entregarte su vida.

Te pido por cualquier persona
sentada aquí que no sea salva,

que te confiese sus pecados,
Señor, rinda su vida.

Dales un nuevo comienzo.

Y que cualquiera que vea o
escuche, en cualquier parte del

mundo, se dé cuenta de que estás
allí también.

Harás por ellos lo que dijimos,
pese a todo; no importa donde

hayan estado, ni el desastre
hecho de sus vidas; eres el Dios

de segundas, terceras, cuartas,
quintas, décimas oportunidades.

Te pido que bendigas a todo el
que se vuelva a ti.

En el nombre de Jesús.

Amén.