La reconfortante cualidad de la fidelidad – Dr. Charles Stanley
En este mensaje, el Dr. Stanley explora cuatro maneras en que experimentamos la fidelidad de Dios. Descanse en el carácter digno de confianza de nuestro Padre celestial: Él nunca le desamparará, ni le dejará. Para más mensajes de Charles Stanley, incluyendo la transmisión de esta semana, visite www.encontacto.org/vea
Dr. Stanley: La fidelidad
es una de las cualidades
más importantes que hemos
de encontrar en nuestra vida.
Al pensar en lo que implica,
a veces hemos creído
en la gente,
hemos tenido fe en otros,
y nos han decepcionado.
Nos dicen algo
y hacen otra cosa distinta.
Luego hay quienes pasan momentos
muy difíciles en la vida,
momentos arduos, a menudo sufren
engaños o quedan endeudados,
o el caso que sea,
por la deslealtad de alguien,
falta de fidelidad.
Así que es una cualidad
muy importante, y le pregunto:
¿Entraría usted en la categoría
de alguien que es fiel?
Si dice que hará algo, ¿lo hace?
Cuando dice quién es,
¿en verdad lo es,
o lo toma a la ligera?
Dios no lo toma a la ligera.
Así que deseo titular
este mensaje: La reconfortante
cualidad de la fidelidad.
Cuando pienso en eso,
recuerdo este pasaje en Génesis,
capítulo 32.
Escuche un momento lo que dice
el versículo 9: «Y dijo Jacob:
‘Dios de mi padre Abraham, y
Dios de mi padre Isaac, Jehová,
que me dijiste: Vuélvete a tu
tierra y a tu parentela, y yo te
haré bien; menor soy que todas
las misericordias y que toda la
verdad que has usado para con tu
siervo»; Y tan solo vea su forma
de expresar gratitud a
Dios Todopoderoso, ¿diría que es
una persona agradecida?
Que examina su vida, y se ve
cuán fiel ha sido Dios, y está
agradecido por la fidelidad
de Dios para con usted.
Así pues, por toda la Biblia
hay muchos versículos acerca de
su fidelidad, y me gustaría leer
varios solo para que recordemos
cuán importante es.
En Deuteronomio capítulo 7,
versículo 9, dice:
«Conoce, pues, que Jehová
tu Dios es Dios, Dios fiel»,
Uno de sus atributos es que
al decir que hará algo, lo hará.
Salmo 33.4, dice: «Porque recta
es la palabra de Jehová, Y toda
su obra es hecha con fidelidad».
Hace lo que dice que hará:
fiel a sus promesas.
Salmo 36.5 «Jehová, hasta los
cielos llega tu misericordia,
Y tu fidelidad alcanza
hasta las nubes».
Salmo119.90 «De generación
en generación es tu fidelidad»;
Y Lamentaciones 3.23
«grande es tu fidelidad».
Claro, cuando pienso en esto,
pienso en lo que dice
2 Timoteo 2.13.
Escuche: «Si fuéremos infieles,
él permanece fiel»;
Nuestro pecado no nulifica,
no anula, la fidelidad de Dios.
O sea, a veces no somos fieles,
pero Dios sí lo es.
Nunca hemos confesado nuestro
pecado a Dios de manera genuina,
sincera,
sin que Dios nos haya perdonado.
No podemos mencionar
ni una sola promesa que Dios
no haya cumplido.
Así es Dios.
Él es Dios fiel,
quien cumple su promesa en toda
circunstancia de la vida.
Así que decimos que Dios cumple
su promesa, pero otro
de sus atributos es que Dios es
inmutable, o sea, Él no cambia.
Todo el mundo cambia.
Todos cambiamos,
pero Dios nunca cambia.
Cuando dice: «No te dejaré ni te
desampararé», ¿qué quiere decir?
Dios dice: «No te desampararé.
No te dejaré».
Fidelidad es uno
de los atributos de Dios
de los que dependemos.
Entonces, fidelidad, ser quienes
decimos ser, hacer lo que
decimos que haremos, como estilo
de vida, fue lo que Dios planeó
para todos sin excepción.
Porque ser desleal es decir algo
que no es cierto, o representar
algo que no es verdad.
Entonces, con eso en mente,
el Espíritu Santo
hace que parte de
su responsabilidad sea guiarnos,
dirigirnos y facultarnos
para que seamos fieles
en situaciones muy difíciles.
El Espíritu Santo es fiel
al expresar mediante nosotros
las cualidades que son conformes
a la naturaleza de Dios,
siempre actúa de esa manera.
No hará en nosotros
algo que no sea cierto de Dios.
Entonces, cuando envió
al Espíritu Santo,
Dios lo envió porque sabía que
no seríamos capaces de llevar
la vida cristiana solos.
Sin el Espíritu Santo,
no podemos.
Ni uno solo de nosotros tiene
la fortaleza, la energía,
la entereza y la fidelidad para
llevar la vida cristiana sin
la presencia del Espíritu Santo.
Lo envió, y por eso dijo:
«Quédense en Jerusalén hasta que
sean revestidos con poder
de lo alto».
«No están listos para
lo que les he llamado a hacer,
que es evangelizar el mundo.
No están listos hasta que el
Espíritu Santo, quien vivirá en
ustedes, les faculte y equipe,
venga y les unja con el poder
para hacerlo».
Entonces, si usted es creyente,
ha aceptado a Cristo como su
Salvador, fue sellado hasta el
día de la redención, como dice,
así que tiene a quien le
facultará para ser fiel en cada
circunstancia de la vida.
Cuando somos infieles, es el
mismo Espíritu Santo quien mora
en nosotros quien nos convence
de pecado.
La fidelidad es muy importante
para Dios, es importante
para los unos con los otros,
es importante
para nosotros mismos,
que tengamos la cualidad
de ser fiables en lo que decimos
que haremos.
Así que el Espíritu Santo nos
ha equipado, por eso, cuando
pienso en el Espíritu Santo,
lo considero el adiestrador
de Dios.
Él ha puesto en nosotros
el poder que nos adiestra
para hacer lo que decimos
que haremos,
así que tenemos a un Ayudador.
Jesucristo lo llamó el
Consolador: el Espíritu Santo.
Pensemos en eso por un momento,
y en algunos aspectos
muy específicos en los cuales
Dios ha prometido ser fiel
con nosotros cada día.
Uno de ellos es uno de los más
conocidos, y es 1 Juan 1.9,
se lo sabe de memoria.
Fíjese, veamos lo que dice:
«Si confesamos» estamos
de acuerdo con Dios sobre algo,
«Si confesamos
nuestros pecados»,
que hemos pecado contra Él,
«él es fiel».
Esta es la parte de Dios: «él es
fiel y justo para perdonar
nuestros pecados,
y limpiarnos de toda maldad».
¿Por qué pone allí eso
de «justo»?
Porque si Dios solo dijera:
«Muy bien, quedan perdonados.
Son perdonados».
Entonces el perdón
no significaría mucho.
«Fiel y justo para perdonar
nuestros pecados».
O sea, cuando Cristo fue
a la cruz y pagó nuestro pecado,
hizo posible con Dios,
legalmente, que «Si confesamos
nuestros pecados».
Estamos de acuerdo con Dios en
que hicimos lo malo, Él siempre
nos perdonará porque pagó
toda nuestra deuda de pecado,
tiene el derecho de perdonarnos.
Y siendo Dios fiel, siendo Dios
santo, si no hubiera perdón
en la cruz, entonces Dios
no cumpliría su Palabra.
Pero dice: «él es fiel y justo
para perdonar nuestros pecados,
y limpiarnos de toda maldad».
Esa es la promesa fiel de Dios
para nosotros.
Me parece interesante que Dios
hiciera ese versículo tan
sencillo, tan corto, tan limpio,
tan fácil de entender que si
estoy de acuerdo con Él en que
he pecado en su contra, si lo
lamento, Él me escucha, me ve;
Él es fiel, podemos confiar en
que ha perdonado nuestro pecado.
Ahora, ¿cuántas veces
ha confesado su pecado a Dios
y se ha ido y ha pensado:
«Señor, eso espero.
Señor, eso pido.
Señor, O sea, si dice que Dios
es fiel, significa esto: Lo que
dice que hará, eso hará.
Ahora, ¿Es eso cierto de usted?
Pues eso debe contestarlo entre
usted y Dios.
En segundo lugar, y es: la
fidelidad de Dios limita el
poder de nuestra tentación.
Ahora, usted recordará
en 1 Corintios 10 versículo 13,
quizás debamos leer este pasaje,
casi todos lo sabemos
de memoria.
Capítulo 10, versículo 13:
«No os ha sobrevenido ninguna
tentación que no sea humana;
pero ¿Qué?
Fiel es Dios, Mire: que no os
dejará ser tentados más de lo
que podéis resistir, sino que
dará también juntamente con la
tentación la salida, para que
podáis soportar».
O sea, cuando somos tentados
tenemos la promesa de Dios
Santo, que Él limita todas
nuestras tentaciones.
Algunas personas son más fuertes
que otras.
Algunas son como un monigote
para el diablo.
Algunas personas son
incondicionales, fuertes,
obedientes, fieles, siervos
leales de Dios.
Dice que esta es su promesa:
Dios no dejará que el diablo nos
tiente más de lo que podamos
resistir al confiar en Dios.
Se refiere a los creyentes.
Ahora, los no creyentes, no
tienen ayuda alguna.
Escuche lo que dice: «No os ha
sobrevenido ninguna tentación
que no sea humana; O sea, hay
toda clase de tentaciones.
Dios es confiable.
Dios es fiel.
Él no os dejará ser tentados más
de lo que podéis resistir.
Así que la Biblia dice que Dios
promete que no tenemos que
rendirnos a la tentación porque
Dios Santo ha puesto un límite a
cada tentación que enfrentemos.
Ahora, si usted dice: «Señor, si
hubieras hecho esto, yo no
hubiera hecho tal cosa».
No, no, no, no, Dios dice: «Te
he dado esta promesa, que pongo
un alto a la tentación.
Solo llega hasta lo que yo
diga».
Es una promesa de Dios, ¿cree
que Dios cumple sus promesas?
Sí lo cree, estoy seguro.
Entonces le pregunto: al ser
tentado, ¿cae?
Cede a la tentación y dice:
«Señor, sabes que soy débil en
esto, ¿por qué dejaste que
pasara?».
Eso no funciona.
Quizás piense que funciona para
usted.
Porque Dios dice: «Le pongo
límite».
Todos hemos sido tentados de
muchas formas.
Cualquiera que diga: «Bueno,
nunca he sido tentado», acaba de
mentir.
Quizás mucha gente tendría que
decir: «Soy tentado a diario».
Si enfrenta la misma tentación a
diario, lo mejor es que no vaya
al mismo lugar a diario.
O, si va al mismo lugar a
diario, cuidado con lo que vea.
Cuidado con lo que mire, lo que
capte su atención.
La lujuria es un gran arma del
diablo.
Es un deseo intenso de hacer
algo, es decir, de pensar en
algo, que es un acto de
desobediencia a Dios.
Dios dice: «Le puse un límite».
Luego dice en Filipenses 4.7:
«Y la paz de Dios, que sobrepasa
todo entendimiento, guardará
vuestros corazones y vuestros
pensamientos en Cristo Jesús».
O sea, esta es su promesa cuando
nos angustiamos por algo.
Ahora, alguien dirá: ¿Es la
ansiedad un pecado?
Veámoslo así, no deberíamos
estar ansiosos, pero a veces
algo nos afecta y de pronto
sentimos ansiedad.
Sobre todo si tiene que ver con
un ser querido que quizás esté
en problemas, o algo le sucedió,
o enfermedad, o lo que sea.
Todos pasaremos por esos
momentos en la vida cuando nos
sentiremos angustiados por algo.
Si usted fuera al médico, y le
dijera que su corazón está muy
mal, quizás se angustie y su
corazón empeore por lo que le
dijo el médico.
Pero hay veces en las que
sentimos angustia, a veces
sentimos ansiedad, al ver a
alguien hacer algo que sabemos
que será un desastre si no le
ponen un alto.
Dios nos ha hecho una promesa,
Él cumple cada promesa, y esa
promesa es que podemos tener la
paz de Dios, y note lo que dice,
fíjese: «que sobrepasa todo
entendimiento».
O sea, Dios dice: «Te daré una
paz que no puedes entender».
«La paz de Dios, que sobrepasa
todo entendimiento».
Lo que Pablo dice es que hay
momentos y situaciones
que no entendemos, y pensamos:
«Dios mío, ¿dónde estabas?
«Señor, esto fue
lo que dijiste».
«Esto es lo que dice tu Biblia,
pero mira lo que permitiste».
¿Qué pasa?
«¿Dónde estabas cuando pasó
esto?
¿Por qué dejaste que ella o él
hiciera esto?
«¿Por qué permites que mis hijos
se metan en estas situaciones?».
«La paz de Dios, que sobrepasa
todo entendimiento».
¡Gracias a Dios por ese
versículo!
Hay cosas que no entendemos.
En algunas situaciones pensamos:
«Señor, si nos amaras no
dejarías que pasara eso».
«Señor, ¿por qué dejaste que eso
le pasara a fulano?
¿Por qué te has quedado allí de
brazos cruzados viendo el
desenlace de todo esto?».
Sobrepasa todo entendimiento,
toda comprensión.
Él guardará nuestros corazones y
mentes en Cristo Jesús.
Hay personas que se vuelven
alcohólicas porque no saben
confrontar ciertas situaciones
en la vida y van a la botella.
O gente que se enreda en
adulterio de cualquier tipo, a
la gente le pasa de todo.
Es decir, hay tantas
circunstancias, Dios entiende
cuán traumáticas, cuán difíciles
y cuán dolorosas son.
Esto es lo que dice:
«Y la paz de Dios».
Es la paz de Dios,
no la explicación de alguien,
no una botella, no un amorío.
«La paz de Dios, que sobrepasa
todo entendimiento, guardará
vuestros corazones y vuestros
pensamientos ¿Cómo?
En Cristo» O sea, mi relación
con Cristo me guardará
de que pierda la esperanza.
Mi relación con Cristo me
guardará de que culpe a Dios,
y lo acuse, o me aleje de Dios,
y de su voluntad La paz de Dios
guardará nuestros corazones
y mentes en Cristo Jesús.
Grandes promesas de Dios,
la fidelidad de Dios.
Piense en esto, desde el momento
en que usted aceptó a Cristo,
el Espíritu Santo vino
a su vida y está allí.
Él es quien nos convence
de pecado, nos da consuelo
y seguridad en la vida.
Él también es quien limita
el poder de Satanás
en nuestras vidas.
Escuche 2 Tesalonicenses 3.3
«Pero fiel es el Señor.
Mucha atención:
fiel es el Señor.
Podemos confiar en Él que os
afirmará y guardará del mal.
Esa es la promesa de Dios.
Y cuando la gente dice:
«El diablo me obligó a hacerlo».
No fue él.
La decisión fue suya.
Decidió no creerle a Dios,
y llamarlo mentiroso,
quien dice: que os afirmará
y guardará del mal.
Quizás ha dicho:
«No, Dios, si fueras Dios, tú».
Mm-mm-mm-mm.
Esta es su promesa.
Aquí hay 4 promesas sencillas:
La primera es el perdón de
nuestro pecado, una promesa
sencilla; limita nuestra
tentación; nos da paz en medio
de nuestra ansiedad;
y limita el poder de Satanás
en nuestras vidas.
Con esas 4 promesas en su vida,
puede enfrentar cualquier cosa,
y todos son versículos sencillos
que se sabe de memoria.
Si ha venido a esta
congregación, o a una iglesia
donde el pastor sea fiel al
predicar la Palabra, ya se sabe
esos versículos.
Pero los combina en una cápsula
de fidelidad.
«Porque Dios es fiel, no me
doblegaré ante eso».
«Porque Dios es fiel, no lo
entiendo, pero confiaré en Él».
En otras palabras, puede hacer
una lista con estos
4 versículos: perdón de pecados,
limita el poder de la tentación,
paz en medio
de nuestra ansiedad;
limita el poder de Satanás.
Puede atravesar lo que sea,
si lo cree, si confía en Dios.
Ahora, es interesante al leer la
Palabra de Dios, y luego vienen
estos momentos difíciles, nos
damos cuenta de si creemos o no.
Entonces, preste atención,
seremos puestos a prueba; eso es
de esperar.
Quizás alguien diga: «Bueno,
¿por qué?
O sea, si Dios me ama, ¿por qué
me ha de probar?».
¿Por qué cree que lo hace?
Dirá: Si Dios todo lo sabe,
no tiene que probarnos
para ver lo que haremos.
Él ya sabe lo que haremos.
Dios no nos prueba ni permite
algo en nuestra vida para
descubrir lo que haremos.
Dios sabe lo que haremos, Él
quiere que nosotros sepamos, si
somos fuertes, si somos débiles
o si hay un pecado a la puerta a
diario.
Pienso en cuántas personas se
despiertan, odian beber, pero
van a hacerlo.
Al despertarse saben que el
adulterio, la fornicación y
otros pecados sexuales no están
bien, y las enfrentarán de
nuevo.
Nuestro Dios dice que Él es
fiel, le pone un límite.
Preste atención, Él le pone un
límite personal en su vida a lo
que usted tenga que enfrentar o
no, y Dios no permitirá que sea
tentado más de lo que pueda
resistir, es una promesa de Dios
Santo.
Alguien dirá: «Bueno, Dios sabe
que soy débil en ese aspecto.
No debería permitir eso».
No.
Dios sabe que es débil en ese
aspecto y quiere fortalecerle
para que ya no se despierte cada
mañana, o no se acueste cada
noche enfrentando alguna actitud
o alguna situación que
confronte.
Dios es fiel.
Él cumple su promesa.
Asimismo, cuando la Biblia, por
ejemplo, hace referencia al
fruto del Espíritu, que lo hace
en Gálatas 5, la fidelidad, se
refiere al estilo de vida que
hemos de tener.
O sea, debe ser parte de nuestro
estilo de vida.
Alguien dirá: «¿Cómo es su
estilo de vida?».
Pues trato de ser, hacer y lucir
lo mejor posible; confiar en
Dios en lo que sea.
Dios tiene las mejores opciones
para nosotros.
Debo decidir si escogeré su
camino o el mío.
Si escojo el mío, me meteré en
problemas.
Si escojo el suyo, saldré del
problema.
Saldré victorioso del problema.
Saldré del problema confiando en
Dios, quien limita cualquier
prueba que esté enfrentando.
Pensemos en esto, la Biblia dice
que cuando el Espíritu Santo
mora en nosotros, tendremos
cierto estilo de vida.
O sea, que si andamos en el
Espíritu, confiando en Él,
seremos consagrados a Dios.
O sea, será Él a quien
seguiremos.
¿Es usted una persona consagrada
a Dios?
La gente le conoce como
cristiano, como creyente en
Cristo.
¿Es así usted?
Leales.
¿Le conocen como alguien leal?
Hará lo que diga, estará allí
donde diga, dará lo que diga;
ayudará cuando diga.
¿Es usted leal?
¿Pueden los demás contar con que
estará de su lado en una
situación difícil?
Tercero: inquebrantables.
O sea, los mismos cada día.
No esto hoy y aquello mañana.
¿Pueden creer lo que dice?
¿Pueden confiar en que diga la
verdad?
Firmes.
¿Es usted firme?
O sea, estable, no se deja
sacudir por esto y aquello.
Pueden contar con usted.
Confiables, creíbles,
solo decimos la verdad.
Quienes le conocen, pueden
decir: «Fulano es muy confiable,
si lo dijo, puedes creerlo».
Responsables, o sea, cuando
decimos que estaremos allí, o
que daremos algo, eso haremos.
Cuando decimos que haremos algo,
lo hacemos.
O sea, ¿quienes le conocen
dicen: «Una cosa tiene él o
ella, es responsable»?
Obedientes ¿puede decirse de
usted que es alguien que trata
de obedecer a Dios?
No que sea perfecto, pero sin
duda trata de obedecer a Dios.
Lo conocen como alguien así.
También, fructíferos,
que nuestra vida cuente.
Su vida cuenta,
marca la diferencia,
está influyendo en alguien.
Y la verdad es que influimos en
nuestros compañeros de trabajo,
quienes viven en nuestra casa,
influimos en ellos de alguna
manera u otra.
Y por último, diré fieles.
Así que, fíjese, si vive
en obediencia, es consagrado
a Dios, leal a Dios,
inquebrantable ante el pecado,
firme, confiable, responsable,
obediente, fructífero, fiel.
Quizás diga: «Pues, ¿todo eso
en la vida de una persona?».
Ya lo tiene a Él.
¿Qué puede hacer
en su propia fortaleza?
Todos nos equivocamos.
Lo que Dios busca en todos
nosotros, mucha atención,
es que le creamos al punto que
confiemos en Dios para todo en
cada circunstancia de la vida.
Usted dirá:
«Pues aún no estoy ahí».
La mayoría de la gente
aún no está ahí.
Dirá: «¿Cuándo llegaré ahí?»
No puedo contestarle eso.
Si me pregunta: ¿Puedo confiar
en Dios para todo?
Tengo 2 ideas.
Creo que puedo,
pero hay situaciones
que no he enfrentado; no lo sé.
Solo sé que en esta etapa de
mi vida creo que puedo confiar
en Dios prácticamente
para lo que sea.
Pero no me jactaría de eso.
Nunca le diga a nadie que dije
que podía manejar
cualquier cosa y todo.
He pasado por muchas cosas,
pero hay gente que ha pasado
por situaciones y circunstancias
que yo no he pasado.
Así que debemos ser pacientes
los unos con los otros.
Si vemos a alguien tropezar,
no apresurarnos en juzgar.
Quizás tengamos
la misma oportunidad.
No lo llamamos oportunidad,
pero en otras palabras, eso es,
cuando se trata de aprender a
confiar en Dios, tenemos
oportunidades para confiar en
Dios en cada circunstancia de la
vida.
He conocido gente que ha pasado
por situaciones que me han hecho
pensar: «Dios mío, espero tener
la fe y la fidelidad que han
tenido al pasar esa tormenta en
la vida».
Nunca se jacte de cuánto tiene.
Confíe en Dios.
Entonces, ¿lo describe esto a
usted como persona?
Sus acciones, sus hechos, sus
pensamientos, que es una persona
consagrada a Dios.
Él es primero.
Es leal a Dios.
No lo niega.
Usted no niega que es creyente.
Es inquebrantable.
No está arriba hoy y abajo
mañana.
Está firme en su vida cristiana.
Se mantiene firme, comprometido.
Es confiable.
Lo que dice es lo que hará.
Es responsable.
O sea, alguien puede confiar en
que hará lo que prometió hacer.
Es obediente, según lo que sabe
que la obediencia requiere en su
vida.
Es fructífero.
Su vida marca la diferencia en
la vida de alguien más.
Y es fiel, o sea, es quien dice
ser; hace lo que dice que hará;
y será lo que dice que será.
¿Amén?
Padre, cuán agradecidos estamos
que al salvarnos no nos dejaste
aquí para que nos arregláramos
como mejor pudiéramos; porque
sabes, Señor, que no siempre
hacemos lo mejor posible, pero
conoces el deseo de nuestro
corazón.
Te pido por quienes luchan hoy,
quizás viven en un hogar donde
nadie más es creyente, o su
esposo o esposa no lo es, o sus
hijos les hacen pasar momentos
difíciles, el caso que sea.
Gracias por vivir dentro de
nosotros y por darnos estas
promesas para ayudarnos a ser
todo lo que quieres que seamos.
Gracias por estos pasajes
bíblicos sencillos que
transforman nuestras vidas y en
verdad nos reconfortan.
Te amamos, y alabamos y damos
gracias porque tu Palabra dice,
y sabemos por experiencia, que
eres Dios fiel; y nos encanta
cantar: «Grande, Señor,
es tu fidelidad».
Oramos en el nombre de Jesús,
amén.