La Navidad nos enseña a dar – Dr. Charles Stanley
Como seguidores de Cristo, debemos ser dadores gozosos, ya que ese es el modelo que nos ha sido dado. En este mensaje, el Dr. Stanley nos recuerda que todo lo que tuvo que ver con el nacimiento de Cristo, involucró a dadores: el ángel, el dueño del mesón, los pastores, los magos, y Dios mismo. Cristo dio lo más que pudo: enseñanza, capacitación, tiempo, sanidad y, finalmente, su propia vida.
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[música]
locutor: En Contacto con el
Dr. Charles Stanley celebra 45
años de la fidelidad de Dios.
Hoy en el programa
En Contacto,
«La Navidad nos enseña a dar».
Dr. Charles Stanley: ¿Se
considera una persona que da o
que recibe?
No espero que conteste eso.
¿Se considera alguien que da o
que recibe?
Digámoslo así: ¿Se considera un
dador alegre, un dador feliz?
¿O preferiría ser quien recibe?
Ahora, ¿cuántos eran los que
recibían, siendo niños?
Todos lo fuimos.
Creo que debemos aprender a dar.
Pero he notado esto.
Las personas más felices que
conozco son las que dan.
Y la razón es porque siempre dan
de sí mismas.
Y no es sólo que den algo, sino
que se entregan a los demás.
Piensan menos en sí mismas y
piensan más en otras personas.
Y como seguidores de Jesús,
nuestro patrón es que seamos
dadores alegres, porque
así fue Él.
Eso fue lo que hizo toda su vida
en la tierra.
Y al llegar este tiempo de
Navidad, la gente piensa: «Tanta
compradera, vendedera,
viajadera, todo esto es
terrible»–Y alguien dirá: «Pues
no creo que todo
esto sea bíblico».
Bueno, en este mensaje deseo
mostrarle que sí lo es.
No estoy diciendo «cargue su
tarjeta de crédito al máximo».
No significa eso.
Entonces le invito a acompañarme
a Lucas capítulo 2, y deseo que
leamos los primeros versículos y
partiremos de ahí.
«Aconteció en aquellos días, que
se promulgó un edicto de parte
de Augusto César, que todo el
mundo fuese empadronado.
Este primer censo se hizo siendo
Cirenio gobernador de Siria.
«E iban todos para ser
empadronados,
cada uno a su ciudad.
«Y José subió de Galilea, de la
ciudad de Nazaret, a Judea, a la
ciudad de David, que se llama
Belén, por cuanto era de la casa
y familia de David; para ser
empadronado con María su mujer,
desposada con él, la cual estaba
encinta.
Y aconteció que estando ellos
allí, se cumplieron los días de
su alumbramiento.
Y dio a luz a su hijo
primogénito, y lo envolvió en
pañales, y lo acostó en un
pesebre, porque no había lugar
para ellos en el mesón».
Esa no es solo una historia.
Fue un acontecimiento que cambió
su vida, la mía, y cambiará las
vidas de las personas por toda
la eternidad.
Ahora, la pregunta es ésta: ¿Qué
me lleva a pensar que dar en
tiempo de Navidad es bíblico, es
Escritural?
Porque al ver bien
este suceso, por ejemplo,
todo tenía que ver con dar.
Comencemos con María.
María, la madre de Jesús, dio 2
cosas.
Primero, dio su cuerpo para que,
mediante el Espíritu Santo,
concibiera al Señor Jesucristo.
Dio su cuerpo.
Segundo, y la mayoría de la
gente no se percata de ello, dio
su reputación porque cuando el
ángel le anunció que nacería un
niño, concebido por el Espíritu
Santo, lo primero que vino a su
mente, aparte del misterio de
todo, y estoy seguro de que fue
un misterio hasta cierto punto,
fue la idea:
«¿Cómo voy a responder?».
«Estoy embarazada, y aún no
estoy casada».
Ella y José estaban
comprometidos, y en aquel
tiempo, un compromiso era igual
a un matrimonio, salvo que no se
consumaba sino después de un
lapso de tiempo.
Entonces, al ver que estaba
embarazada, sin estar del todo
casados, significaría que había
cometido adulterio, cuya pena
entonces era morir apedreada.
Lo que sucedería, es que los
ancianos de la ciudad, al
descubrir que estaba embarazada
acordarían que fuese apedreada.
Así que, María dio mucho más de
lo que piensa la gente porque
tan pronto el ángel le habló, no
todo se volvió tranquilo.
Repentinamente, ella tuvo que
lidiar con contarle a José lo
que sucedería, y su reacción, la
reacción de la gente, la
reacción de sus padres.
Ella dio su cuerpo.
Dio su reputación.
La segunda persona que dio en
este suceso fue
César Augusto, el emperador.
Ahora, él pensó que había
decidido cobrarle impuestos a
todos, que significaba que
tendrían que viajar a sus
tierras natales, con sus
familias, e inscribirse para
pagar impuestos.
Pensó que la idea fue suya.
Lo que no sabía es que fue Dios
todopoderoso quien puso esa idea
en su mente y en su corazón.
Aunque era emperador romano, y
su palabra era ley.
O sea, podía quitarle la vida a
quien fuese, lo que quisiera.
Así que dio un decreto.
No se percató que Dios
todopoderoso, lo usaría a él, un
emperador pagano, para cumplir
un propósito divino.
Porque dice la Biblia que el
nacimiento de Jesús fue
profetizado en
Miqueas, por ejemplo,
que el Mesías vendría de Belén.
Pero ellos vivían en Nazaret.
Movió a esa pareja especial
de Nazaret a Belén,
donde habría de nacer el Mesías.
Entonces, si lo piensa, María
dio su cuerpo.
César Augusto dio su
decreto, que creía suyo,
para llevar a cabo su fin.
Cumplió su propósito, pero
también el propósito
de Dios todopoderoso.
Y alguien más dio algo.
En el camino de Nazaret a Belén,
un viaje bastante largo.
¿Qué sucede cuando llegan a
Belén?
No había lugar para hospedarse
porque había un gentío
por todas partes.
Y fueron de sitio en sitio,
tratando de encontrar un lugar
donde naciera Jesús, donde ella
pudiera dar a luz, y a todas
partes donde iban, no había
lugar, hasta que por fin, el
encargado de una posada dijo:
«No tenemos una habitación, pero
sí tengo un establo o granero»,
–en aquel tiempo era un
establo–«y pueden usarlo si
les sirve».
El de la posada solo tenía una
cosa para dar, y la dio.
él dio ese establo donde nació
Jesús, y al verlo pensamos qué
maravilloso que Dios dejara que
la segunda persona de la
Trinidad, soberano del universo,
naciera en un establo, y le
acostaran en un pesebre, en sus
primeros días de vida.
Luego, por supuesto,
sucedió algo.
La Biblia dice que el ángel
del Señor comenzó
a hablar a los pastores.
Y comenzó a decir que nació
un niño, un Salvador,
que traerá gozo al mundo.
Entonces, el ángel tenía algo
que dar, y fue el anuncio que
él dio, y toda esa hueste
celestial, a los pastores, que
había nacido Jesucristo, el
Salvador del mundo.
Y la mente humana piensa de esta
manera: «¿Por qué, por qué «por
qué Dios no habría
anunciado esto?
«Si un ángel le hubiese
hablado a César Augusto,
quizás él hubiese creído».
No.
Dios hizo que los ángeles
hablaran a los pastores.
¿Qué hicieron ellos?
La Biblia dice que de inmediato
fueron y hallaron a María, José
y al niño Jesús.
Me encanta lo que dice la Biblia
aquí, porque me acuerda de algo
que sucede hoy día.
Escuche: «Vinieron, pues,
apresuradamente, y hallaron a
María y a José, y al niño
acostado en el pesebre.
Y al verlo, dieron a conocer lo
que se les había dicho
acerca del niño».
Entonces les dijeron lo que
habían visto y escuchado: «Y
todos los que oyeron, se
maravillaron de lo que los
pastores les decían».
¿Qué dieron ellos?
Dieron un testimonio.
Dijeron: «El ángel nos habló,
«lo encontramos tal como nos
dijo el ángel.
«Debe ser el Mesías».
Así que los pastores dieron su
testimonio.
Luego, después del testimonio,
vinieron los reyes magos.
Y vinieron desde Persia.
Dios escogió esos
hombres, ¿para qué?
Mire, preste mucha atención, no
solo asombrarse de la estrella
que vieron, sino hacer algo al
respecto.
Fue tan brillante que captó su
atención.
Empacaron sus cosas y dijeron:
«Tenemos que seguirla».
Entonces, hicieron aquel
recorrido como mejor pudieron.
Y hallaron al Señor donde la
estrella les guió.
Y le dieron oro, incienso y
mirra, y lo adoraron.
La Biblia dice que regresaron
por otra ruta porque Herodes
trataba de matar a todos los
niños pequeños.
Así que cada persona en el
nacimiento de Jesús dio algo,
desde María hasta los reyes
magos.
Entonces cuando alguien dice:
«Toda esta regaladera en Navidad
no tiene nada que ver con
Navidad».
Claro que sí.
El tiempo mismo de la Navidad es
un tiempo para dar.
Piénselo–
es un tiempo maravilloso para
expresar nuestro amor y aprecio
por otras personas, así como
nuestro amor y devoción a Dios
todopoderoso por darnos el mejor
regalo de todos que fue su Hijo,
nuestro Salvador.
Porque aquí también
Dios dio algo.
Dio a Jesús, su Hijo unigénito,
para que viniera al mundo y
muriera como un sacrificio vivo
por nuestros pecados.
Él fue sin pecado el Cordero de
Dios que llevó nuestro pecado.
Que Jesús viniera al mundo para
morir fue la mejor noticia que
el mundo podía recibir.
Todo en torno al
nacimiento de Jesucristo
había alguien dando algo.
Pero hay algo que deseo que
notemos algo más sobre el tiempo
de Navidad y es esto: Jesús no
solo se dio a sí mismo, la
Biblia dice que cada suceso
en su vida
se caracterizaba por dar.
Piénselo un momento.
Cuando Él vino al mundo, después
de llegar a los 30 años, Él dejó
de ser, dejó de ser carpintero–
Y ¿qué pasó?
Una de las maneras en las que
se entregó fue
en enseñar la verdad.
¿Cuándo empezó?
Empezó a los 12 años de edad en
el Templo.
Usted recordará que hablaba con
los fariseos y saduceos, y
haciendo y contestando
preguntas, cuando su familia lo
encontró, querían
regañarlo un poco.
Y Él dijo: «Tengo que ocuparme
de los asuntos de mi Padre».
Entonces, si comenzó desde
pequeño, piénselo.
Los siguientes años, hasta que
llegó a los 30, estudiaba la
Palabra de Dios.
Leía y estudiaba la Palabra,
escuchaba la enseñanza de sus
padres, escuchaba lo que
enseñaban en las sinagogas.
Cuando llegó el tiempo de
empezar su ministerio,
estaba bien preparado.
Se entregó así mismo al sanar a
los enfermos.
¿Y recuerda a Bartimeo?
Sentado en la vereda en las
afueras de Jericó, y escuchó que
Jesús venía y que había sanado a
muchas personas.
Entonces dice la Biblia que
clamó a Jesús y le dijeron
que se callara.
Así que empezó a dar gritos:
«Jesús, hijo de David, ten
misericordia de mí».
Y la Biblia dice que Jesús se
detuvo.
Y me encanta en la Reina Valera
una frase, donde dice:
«Jesús, deteniéndose…»
Y eso ha sido de bendición para
mí, que Jesús se detuviera en su
camino, nunca volvería a pasar
por ahí, pues iría a la cruz.
Jesús se detuvo por un pobre
ciego mendigo que a los ojos del
mundo en su época, era inútil y
sin valor alguno.
Él se detuvo y lo sanó.
Jesús siempre estaba dando.
Por eso, como creyentes, un
verdadero seguidor de Jesús
será un dador.
No es dar solo en Navidad; sino
todo el año.
Pero quiero decir que dar en
Navidad, no tiene nada de malo.
En ese espíritu, los
creyentes debemos vivir
los 365 días del año.
Si a vamos a ver, el Padre dio a
su Hijo, el Señor Jesucristo.
Dios nos ha dado generosamente,
mire, Él le ha dado incluso
antes de que usted naciera.
Para ser verdadero seguidor
de Jesús, debe dar,
es su estilo de vida.
Mire, debe darle a Dios no es
porque lo necesite, es porque
necesitamos reconocer
continuamente que Dios es la
fuente de todo lo que
necesitamos.
Por eso dar es tan importante,
y para llevar
el evangelio al mundo.
Y Jesús lo enseñó.
Dijo, el Señor dijo: «Dad y se
os dará, medida buena, apretada,
remecida, y rebosando…»
¿Qué quiso decir?
¿Dar dinero?
No necesariamente.
Es dar cualquier cosa.
Dar amor.
Dar verdad.
Algo monetario.
Dar su compañía.
En otras palabras, dar es parte
de la vida del creyente.
Entonces, eso enseñó Jesús.
Y no solo eso, eso practicaba la
iglesia del Nuevo Testamento.
Dice en Hechos capítulo 4, que
vendían sus bienes y daban entre
sí para que
no hubiese necesidad,
en la iglesia primitiva.
Y desde luego, en 2 Corintios
9:6, Pablo nos dice que si damos
generosamente, así cosecharemos.
Si damos escasamente, así
cosecharemos.
Depende de cómo decidamos vivir
nuestras vidas.
Como seguidores de Jesús,
¿cómo podemos ser
otra cosa que dadores?
Piense en el objeto material más
valioso que alguien
le ha obsequiado.
Piénselo por un instante.
¿Aún lo tiene?
¿Ya le queda pequeño?
¿Lo rompió?
¿Lo vendió?
O sea, el objeto más valioso,
¿todavía lo pule?
¿Cuál es el objeto más valioso
que le han obsequiado?
Compare eso con el don
de vida eterna.
No hay comparación.
Al aceptar a Jesucristo como su
Salvador personal, Él perdonó su
pecado, escribió su nombre en el
Libro de vida, dice que prepara
una morada en el cielo para
usted.
Pero hasta que Él le llame,
le llama a vivir como
agrada a Dios.
Y le ha dado la presencia del
Espíritu Santo, quien hace
posible que viva en santidad.
Y no solo vivir como agrada a
Dios, sino proclamarlo.
Cantamos el himno: «Ve, dilo en
las montañas».
¿Qué tal decírselo al vecino?
O sea, trabaja con gente que
necesita escucharlo.
Vive con gente que necesita
escucharlo.
El mundo necesita escuchar la
verdad del evangelio
de Jesucristo.
Si no le diera nada a nadie esta
Navidad, sino decirle: «Quiero
compartir algo contigo».
Y les dice lo que ha hecho
Cristo en su vida.
Mire, la verdad es que,
alguien dirá: «Bueno,
no puedo dar un testimonio».
Sí puede.
«No tengo un testimonio».
Sí lo tiene.
La pregunta es, si Cristo está
en su vida, y usted anda en
obediencia a Él, ¿cómo puede
reservárselo?
No tiene idea del impacto
que puede tener
en la vida de alguien.
Porque, recuerde esto.
Mucha atención, el mismo
Espíritu Santo que moró en
Pedro, Santiago, Juan, Tomás y
toda la multitud, es el mismo
Espíritu que mora en usted.
Y es el mismo Espíritu Santo con
el que Dios les equipó para
evangelizar al mundo entero.
No tiene idea de quién mora en
usted, lo que puede hacer, la
vida de quién puede cambiar.
Le pregunto, ¿Puede nombrar a
alguien, a quien usted le ha
explicado el evangelio y que
aceptó a Jesucristo
como su Salvador?
¿Puede mencionar a una persona?
Piénselo.
El mayor regalo que se le ha
dado a usted como creyente, ¿no
puede nombrar a una persona
a quien le ha dado
el mismo regalo?
El don de vida eterna en Cristo.
¿Cómo podemos reservárnoslo?
Todo en el nacimiento de Jesús
era dar.
Todo acerca de su vida, era dar.
Todo en la iglesia del Nuevo
Testamento, era dar.
Y todo acerca de nuestra vida,
debe ser igual.
¿Se da cuenta de cuán rico es?
¿Cuánta riqueza tiene?
Piense en cuánta verdad del
evangelio sabe, que la mayoría
del mundo no ha escuchado
ni una sola vez.
Ha estado en la iglesia por años
y años.
Mucho de lo cual no recuerda,
pero en su mente subconsciente,
porque así la formó Dios, todo
lo que ha escuchado de la verdad
del evangelio sigue ahí.
Un día de estos, si inventaran
una manera de recordar todo lo
que uno ha escuchado, ¿no sería
genial?
Bueno, sería si
está viviendo bien.
No así si está viviendo mal.
Lo que quiero que vea es esto.
Vea, vea el potencial que usted
tiene.
Si en este tiempo de Navidad,
usted decide: «En esta Navidad
deliberadamente buscaré
«explicarle el evangelio a
alguien que sé que no es salvo».
Solo una persona.
Usted dirá: «Pues no me
escucharán».
No sabe si escucharán o no.
Una persona–
dele ese regalo a una persona
esta Navidad.
Quizás no tomen una decisión.
Mire, usted no es responsable de
cómo reaccionen.
Solo es responsable de
hablarles.
Dirá: ¿Pues cómo lo haré?
Pídale a Dios que le haga
sensible a la gente a su
alrededor, y que cuando Él abra
la puerta, usted tenga la
valentía de entrar y hablarles.
Y no hay que, no tiene que citar
muchos pasajes bíblicos.
Solo dígales: «Solo quiero que
sepas que un día Jesucristo vino
a mi vida y la cambió, y nunca
he vuelto a ser el mismo.
«Oh, paso por problemas
y sufrimientos,
como todo el mundo
pero no hay nada como
tenerlo a Él».
En menos de 30 segundos, puede
darles un testimonio.
Mire, quizás no le respondan
nada, pero no lo olvidarán.
¿Sabe la razón por la
cual lo sé?
Dios todopoderoso no los dejará.
No hay regalo que supere ése.
Y si usted no ha aceptado a
Cristo como su Salvador
personal, no tratamos de ser
religiosos, ni construir
iglesias, solo le damos el
mensaje del evangelio; porque es
el único mensaje que
le llevará al cielo.
El único mensaje que le dará la
fuerza hoy para soportar las
cosas en la vida que a menudo
no espera ni anticipa,
ni ha planeado.
Si le pide al Señor Jesucristo
que perdone sus pecados, no
basándose en cuán bueno es, o
que lo merece, sino en el hecho
de que al ir al cruz, Él murió
por nuestros pecados
y los del mundo entero.
Así de poderosa fue esa cruz.
Si está dispuesto a pedirle
perdón a Dios y rendir su vida a
Él, Él lo perdonará, escribirá
su nombre en el Libro de vida,
le preparará un lugar en el
Cielo, de ahí en adelante, será
morada del Espíritu Santo para
que pueda hacer por otros, lo
que alguien hizo por usted.
No recibirá en Navidad un regalo
mejor que éste
ni dará un mejor regalo
de Navidad
que el evangelio de Cristo.
Espero que lo haga.
Padre, te damos gracias por
este mensaje
que transformó nuestras vidas.
Y el mensaje que puede
transformar cualquier vida, en
la faz de la Tierra.
Gracias por quienes trabajan en
el área de traducción,
traduciendo el evangelio de
Jesucristo a cada idioma sobre
la faz de la Tierra.
Para que a todo el que has
creado y puesto aquí, pueda
escuchar la verdad.
Te amamos, Padre, y queremos
expresar nuestro amor como Jesús
expresó el suyo, dándolo a otras
personas.
En el nombre de Jesús.
Amén.
Bien, si usted aún no lo ha
aceptado como su Salvador, le
animo a hacerlo hoy.
No sé, no sé cómo alguien vive
Navidad tras Navidad sin Cristo.
Le digo algo.
Puedo decirle cómo es vivir con
Él Navidad tras Navidad.
He vivido con Él Navidad tras
Navidad por 68 Navidades.
Y no hay vida como la del
creyente.
Y no hay como dar el dar con
gozo, dar generoso.
Y solo le diría que si desea
la vida a plenitud,
es Jesús, es su camino.
Él tiene un llamado para usted.
Dirá: «No lo he escuchado».
Tiene un llamado en su vida.
Y Dios le llama que acuda a Él,
que se entregue a Él para que
pueda recibir todo ¡lo que Dios
planeó para usted!
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