Hambre y sed de Dios, Pt. 2 – Dr. Charles Stanley
¿Cuál es el motor de su vida? ¿Qué ocupa su tiempo e influye en todas sus decisiones? Podría ser su trabajo, una relación o un pasatiempo. Otras cosas pueden dar satisfacción temporal, pero solo la devoción al Señor Jesucristo satisface el alma. Para más mensajes de Charles Stanley, incluyendo la transmisión de esta semana, visite www.encontacto.org/vea
Reedifique y establezca una
vida de fe constante y de
comunión con Dios
Comience hoy mismo.
[música]
locutor: En Contacto con el
Dr. Charles Stanley celebra
45 años de la fidelidad de Dios.
Hoy, en el programa En Contacto,
«Hambre y sed de Dios», parte 2.
Dr. Charles Stanley: En
cualquier día de su vida, ¿cuál
es la más fuerte emoción que
siente?
¿Es ira, amargura,
desconfianza, ansiedad,
o es amor, confianza, gratitud
y acción de gracias?
Todos expresamos emociones hacia
otra gente en cualquier día, y
¿a quién expresa los
sentimientos más fuertes
que siente?
Y al pensar en esa persona o
esas personas y piensa en cómo
se siente, ¿esos sentimientos lo
envilecen o lo elevan?
Bien, ¿qué hay de esto?
¿Con qué frecuencia durante un
día piensa en el Señor?
¿Cuáles son sus emociones?
¿Qué siente?
¿Usted siente amor, aceptación?
¿Se siente bendecido?
¿Siente confianza?
¿O usted siente pena y vergüenza
y culpa e incertidumbre?
Es seguro que cualquiera que sea
nuestra relación con esa persona
y cuánto sepamos sobre esa
persona, afectará cómo nos
sentimos hacia ella.
Así, si tiene ciertos
sentimientos por alguien,
gobernarán, gobernarán su
relación y su acción y el
conocimiento que tenga de esa
persona gobernará cómo se siente
y cómo piensa.
Eso es cierto de nuestra
relación con Dios, así como con
otros.
Así que, al pensar en su
relación con Dios, ¿qué gobierna
esa relación?
¿Qué gobierna cómo se siente?
Es lo que sabe acerca de Él y el
tipo de relación que tiene.
Así, quisiera que veamos el
Salmo 63, porque en este Salmo
David expresa qué siente por su
Padre Celestial, qué siente al
respecto de su relación con Él.
Y de lo que quisiera hablar en
este mensaje es, hablaré de toda
esta idea de tener hambre y sed
de Dios.
Y verá algo en este pasaje que
creo que se lo recordará.
Veamos el Salmo 63, los primeros
8 versículos.
Él dice: «Dios, Dios mío eres
tú; de madrugada te buscaré; Mi
alma tiene sed de ti, mi carne
te anhela, en tierra seca y
árida donde no hay aguas, Para
ver tu poder y tu gloria, así
como te he mirado en el
santuario.
Porque mejor es tu misericordia
que la vida; mis labios te
alabarán.
Así te bendeciré en mi vida; en
tu nombre alzaré mis manos.
Como de meollo y de grosura será
saciada mi alma, y con labios de
júbilo te alabará mi boca,
Cuando me acuerde de ti en mi
lecho, cuando medite en ti en
las vigilias de la noche.
Porque has sido mi socorro, y
así en la sombra de tus alas me
regocijaré.
Está mi alma apegada a ti; tu
diestra me ha sostenido».
Escuche eso.
Dice: «Está mi alma apegada a
ti; tu diestra me ha sostenido».
En esos versículos expresa el
deseo anhelante de su corazón al
decir, como alguien que está en
un desierto añorando algo para
su sed, dice: «Te anhelo.
De madrugada te busco».
Y dice, por ejemplo, en el
texto: «Para ver tu poder y tu
gloria».
Busco algo que sé que es real.
Dice: «Porque mejor es tu
misericordia que la vida, mis
labios te alabarán».
Dice: «Lo que me motiva anhelar,
tener hambre y sed de Ti es lo
que sé que es real, que
experimenté».
Y dice: «Mis labios, eh, mis
labios te alabarán.
Te bendigo».
Dice: «Mi alma está saciada».
Es decir, se recuerda a sí mismo
la satisfacción que tiene en el
Señor.
¿Alguna vez tuvo ese sentir por
Dios, que su alma se apega a Él,
que lo anhela, que lo quiere,
que quiere una relación más
íntima con Él o una mejor
relación?
¿Quiere sentirse más cerca de
Él?
Bueno, de eso se trata el tener
hambre y sed de Dios.
Se trata de estar mucho más
cerca de Él.
Se trata de una relación más
íntima.
Se trata de ser atraído a Él,
moverse hacia Él, se trata de
aprender quién es Él y comenzar
a disfrutarlo a un nivel que
nunca antes lo había disfrutado.
A lo que me refiero con hambre y
sed y una relación creciente con
Él es solo esto: es este
insaciable deseo por Él.
No puede explicarlo totalmente.
Es algo dentro de usted que lo
ansía.
Se siente movido hacia Él,
atraído hacia Él.
Siente a veces como si algo lo
empujara hacia Él.
Hay un anhelo que continúa en su
corazón.
Y quisiera preguntarle, ¿alguna
vez lo ha sentido?
¿Es Dios un extraño o es un
amigo íntimo?
¿Tiene una cálida, íntima y
personal relación?
¿Nunca tiene suficiente de Él?
¿O es alguien que está en la
periferia de su vida?
Y debe preguntarse esto, y cómo
responda a esas preguntas
indicará cuál es su relación,
dónde está en su relación con
Dios, y dónde Él quiere que
esté.
Quisiera que pensemos en toda
esta idea porque escuche, la
verdad es que Él quiere esa
clase de relación con todos.
Y, una relación hambrienta y
sedienta es una pasión por Dios.
Es un anhelo por Él.
Lo puso ahí el Espíritu Santo.
De hecho, cada persona que nace,
nace con un vacío en su vida que
solo Dios puede llenar.
Y así cuando llegan a la vida,
si eso se nutre como debería,
esa persona será salva y luego
crecerá en su relación.
Si no se nutre, no se cuida, esa
persona puede ir naturalmente en
la otra dirección pensando poco
o nada sobre Dios en absoluto.
Y quizá algunos sienten que es
exactamente donde están.
«¿Por qué debo tener una
relación con Él?
Nadie me habló de Dios.
No sé nada sobre Dios.
Es un extraño en el Cielo que se
supone que juzga y ama a otros.
¿Qué sé yo de Él?»
De eso quisiera hablar.
Hablarle sobre cómo puede tener
la clase de relación con Él que
es más poderosa, más íntima, más
satisfactoria, más cimentada y
segura que cualquier relación
humana que pueda tener en la faz
de esta Tierra.
Entonces pensemos en ello.
Si solo Él puede satisfacer el
corazón, y solo Dios puede.
Si solo Él crea esa gran hambre
en nuestro corazón por Él que
nos atrae, hace que lo
anhelemos, tira del corazón, nos
jala, a veces nos empuja para
llevarnos a una relación con Él.
Debemos preguntar: «Señor, ¿cómo
sabré si la tengo o no?»
Alguien dice: «Bueno, me
gustaría tenerla en mi vida.
Tal vez la tenga, tal vez no».
Lo que me gustaría es darle
algunas indicaciones para que
sepa con absoluta certeza, puede
que sea de aquellos que
verdaderamente desean, anhelan
una más profunda e íntima
relación con Él.
Porque la verdad es que la
mayoría de las personas no.
Las iglesias están llenas de
gente que son algo tibias.
Aman a Dios hoy domingo, piensan
en Él un par de veces en la
semana.
Van a la iglesia a veces, dan un
poco a veces, dan propina a Dios
y no diezmo.
Y así, lo que pasa es que no
están satisfechos.
Pero al menos pueden mantener su
conciencia tranquila y la
próxima semana vuelven y hacen
algo.
No estoy hablando de eso.
Hablo de cuáles son las
verdaderas, genuinas evidencias
piadosas de un hambriento,
sediento y anhelante deseo de
Él, una relación con Él que es
íntima y muy satisfactoria.
Bueno, ¿tiene un lápiz y una
hoja?
Quisiera que apunte.
Porque este es un tiempo para
ser absolutamente honesto.
Y mire, no crecemos a menos que
seamos abiertos y transparentes
con Dios.
Y a veces eso requiere ser
transparente ante otra gente y
alguien más.
Si realmente quiere esta clase
de relación, si quiere esta
clase, escuche, de intimidad con
su Padre Celestial.
¿Cómo puedo tener intimidad con
mi Padre cuando ni lo veo?
Mire, porque Él es absolutamente
perfecto Porque Él sabe cómo en
su asombroso poder sobrenatural
relacionarse con usted en el
interior, en su ser más íntimo.
Eso no es problema para Él.
Usted tiene una relación con
alguien más y su intimidad
fluye, dependiendo de su actitud
o de cómo se sienta o lo que
sea.
Dios no es así.
Ahora nosotros por nuestra
parte, podemos flotar de vez en
cuando.
Pero hablo de la clase de
relación que lo satisfará cada
día de su vida.
¿Cuál es la primera cosa, la
primera evidencia?
Escuche esto.
Estas respuestas son simples,
pero son la respuesta.
Por eso les pido que sean
honestos y escuchen atentos.
No emitan juicios en este
momento.
Solo escuchen.
Una de las primeras evidencias
de que alguien tiene un genuino,
hambriento y sediento deseo de
Dios, ese tipo de relación es:
tendrá un amor, tendrá un
interés, tendrá un deseo por la
Palabra de Dios.
Es decir, este Libro se
convertirá en prioridad en su
vida.
Este Libro es todo sobre Dios.
Nos revela quién es Dios, cómo
piensa, qué hace, qué dice, cómo
obra en nuestra vida, las
consecuencias del pecado, las
consecuencias de la obediencia.
Todo está aquí en un libro.
Ahora, si voy a desarrollar una
relación con Él, quiero saber
cómo piensa.
Quiero saber cómo razona,
conocer sus planes.
No hay tal cosa.
Nunca conocí alguien en estos
años que tuviera una piadosa,
profunda, permanente devoción y
hambre y sed de Dios, que no
tuviera hambre y sed de la
Palabra del Dios vivo.
Quieren, ellos quieren
conocerlo.
Y al leer a lo largo de los
años, no solo grandes cristianos
que Dios usó de grandes maneras,
sino otra gente, y conozco
mucha, uno se da cuenta en la
conversación, esta persona tiene
hambre de Dios.
No lo calla.
La Palabra, escuche, ahí
buscamos conocimiento,
sabiduría, fortaleza y guía en
nuestra vida.
Y esto pasará.
¿Tiene hambre y sed de Él?
Va a tener hambre y sed de lo
que Él dice sobre dónde está
usted en su vida, qué está
pasando, qué sucede y cómo Él
puede actuar en su vida en ese
punto.
Pero y, bien ¿qué pasa como
resultado?
Edifica su fe.
Escuche.
¿En qué se edifica su fe?
No solo edifica su fe en las
páginas de la Palabra, edifica
su fe en la persona de Dios.
Esta, esta es la revelación de
Dios.
No adoramos este Libro.
Adoramos al Dios que se revela
en este Libro.
Y lo que pasa es que empezamos a
emocionarnos.
¿Y sabe qué pasa?
Cada vez que abre este Libro, es
como buscar oro.
Sabe que hay algo precioso aquí.
No quiere perdérselo.
Y todo lo que debe hacer es
comenzar, ir en pos de esta
relación con Él.
«Dios, habla a mi corazón.
Que tu Espíritu me muestre la
verdad, ¿qué significa este
versículo?
¿Qué me está diciendo?»
¿Sabe qué pasará?
Su fe comenzará a crecer.
Va a, va a cavar como, como
alguien entusiasmado con lo que
descubrirá, porque hallará una
pepita de verdad tras otra.
Un principio tras otro que
guiará su vida.
¿Sabe qué hace?
Lo equipa para enfrentar la
vida, para vivir.
Puede enfrentar cualquier cosa
cuando tiene esa relación con
Él.
Bien, la segunda cosa, evidencia
de que tenemos este tipo de
relación de hambre y sed con Él
es esta: Amará pasar tiempo con
Dios.
¿Cómo puede pasar tiempo con
Dios cuando Él está allá afuera?
No.
Dios es, escuche.
Cristo dijo: «Yo moro en
ustedes».
Si alguien tiene un amor genuino
por Dios, querrá pasar tiempo
con Él.
Usted querrá pasar tiempo con
Él.
«Bueno, estoy muy ocupado».
Volvemos a la misma excusa.
Estar ocupado, es, le diré lo
que hace.
Por qué no dice: «Dios, estaría
feliz de tener, yo, este tipo de
relación, pasar tiempo contigo,
pero estoy ocupado.
Así que Dios, haz lo necesario
para que no esté ocupado».
¿Sabe qué es lo horizontal?
Dios podría diseñarlo para que
así lo único que hiciera es
pensar en Él y leer su Palabra.
Eso de estar ocupado es la
mentira del diablo y es su
engaño.
Así no opera Dios.
Y pienso en cuando pasamos
tiempo con Él, ¿qué dice eso?
Esto es lo que dice.
¿Qué le dice a usted, mujer,
cuando su esposo dice: «¿Sabes
qué?
No trabajaré hoy.
Pasaré este día contigo».
¡Guau!
¿Qué pasó?
¿Sabe lo que Dios nos dice?
«¿Qué hay de pasar tiempo
conmigo?
¿Qué hay de amarme lo suficiente
como para estar solo conmigo y
vamos a hablar?»
Mire, si su vida de oración solo
se centra en: «Dios, conoces mis
necesidades hoy: A, B, C, D, 64,
65, 98, 99, 100».
Y todo lo que hizo fue suplicar
a Dios.
No estamos hablando de eso.
Hablo de entrar en su Palabra,
meditar en su Palabra y luego
hacer ¿qué?
Hablar con el Padre.
Escuche atento.
La mayoría pasa su tiempo de
oración, número 1, hablando de
ellos y sus necesidades.
¿Sabe qué?
Puede orar demasiado y no amar a
Dios.
Puede pasar mucho tiempo orando
y no construir una relación
íntima con Él.
¿Por qué?
Porque tiene su mano extendida.
Muchos tienen ambas manos
extendidas.
¿Sabe lo que le agradaría, qué
le agrada a Él?
Uno de los indicativos de que
tenemos una relación profunda y
duradera y una creciente hambre
y sed de Él es que queremos
hablarle de Él.
«Padre, sé que, sé que eres un
Dios de gracia.
Señor, a veces no siento».
Es decir, lo que pasa es esto.
Cuando ama a alguien, le gusta
hablar de ellos.
Quiere oírlo hablar.
Y si ama a alguien, tiene que
expresárselo.
Y lo que pasa es esto: cuando
tiene una relación con Él
hambrienta y sedienta, va a
querer pasar tiempo con Él,
hablando con Él.
Querrá pasar tiempo con Él
escuchándolo.
Si desea una relación personal
con Él, y comienza a buscarla,
Dios comenzará a hablarle de
formas que nunca soñó.
Tendrá que creer en mi palabra
porque no puedo probarlo, salvo
que puedo probarlo en mi vida y
la vida de muchos otros que
dicen: «¡Sí!
Dios habla.
¡Sí!
Lo deja claro.
Sí, Él da guía.
Sí, Él sabe cómo llevarnos a la
decisión correcta».
Sí, lo sabe.
Cuando ora, ¿qué le pide?
¿Usted habla, para decirle
cuánto lo ama?
¿Expresa su gratitud hacia Él?
¿Le agradece por ser el Dios que
es?
Y cuando lee la Biblia y ve cómo
obró en la vida de la gente y,
¿usted le agradece por cómo obró
en la vida de David aquí?
¿Lo alaba por el hecho de que
tiene tantas cosas en la Biblia
que aplican a nosotros y suenan
como nosotros al estar en
problemas o ser tentados o en
dificultad o apuros?
Cuando comprende quién es Él,
qué desea para usted, cómo Él
actúa, no tiene que rogar,
suplicar y vivir en inseguridad.
Puede vivir con la más sublime
seguridad.
Hay una tercera cosa y es esto.
Tan evidente para mí, que cuando
tiene una relación con Dios
hambrienta y sedienta, ¿sabe qué
pasa?
Es liberado.
Escuche, Dios comienza a
liberarlo de la atracción y la
influencia del mundo.
No puede explicarlo.
Tan solo no lo siente.
¿Por qué?
Porque ahora su alma se está
deleitando en Dios mismo.
Su espíritu se deleita en Dios
mientras lo escucha y lee su
Palabra y, y habla con Él.
Escuche, Él lo está alimentando.
Él lo sacia, apaga esa sed en
usted.
Y ¿sabe qué pasa?
Las cosas que pensó que debía
tener, piensa: «Eso, eso no es
tan importante».
Lo que pasa es que se libera de
la atracción del mundo.
Y veo mucha gente hambrienta y
sedienta de tanto y pienso: Oh
Dios, si tan solo supieran que
no cuesta nada ir al Padre.
Si solo supieran cuán vacíos,
fútiles y desilusionados estarán
cuando se termine.
Él desea, escuche, una relación
con nosotros que nos libere
emocionalmente de estas cosas.
Luego, creo que otra indicación,
otra indicación de tener una
relación fuerte y devota con Él,
hambre y sed de Dios, y es,
escuche, su deseo de comunión
con otros creyentes.
Él dijo: «No dejando de
congregarnos, como algunos
tienen por costumbre».
Es decir, una persona que tiene
un deseo hambriento y sediento
de Dios, una relación íntima,
estará en la Casa del Señor,
adorándolo.
Usted dice, he oído gente
decirlo: «Soy salvo, estoy
bautizado.
No creo que deba pertenecer a
una iglesia para ir al Cielo».
Eso es correcto.
No debe pertenecer para ir al
Cielo, pero se perderá lo mejor
de Dios, se perderá las
bendiciones que le reservó por
la simple razón, escuche, le
diré lo egoísta que es eso.
Si me escucha diga «amén».
Así de egoísta es esto.
No necesito ir a la iglesia.
Lo que dice es: «La única
persona que me interesa soy yo.
No quiero ir a la iglesia, y por
ende no iré a la iglesia».
¿Ha caído en la cuenta de que
Dios puede ponerlo en esa
comunidad porque quiere usarlo
para bendecir a alguien más?
Porque conoce exactamente a las
personas que lo escucharán, que
lo escucharán a usted.
Son personas que sienten la
libertad de compartir sus
cargas.
Hay algo sobre usted que confían
en contarle sobre su corazón y
lo que pasan, y Dios quiere
usarlo.
Es un egoísmo absolutamente
egocéntrico decir: «No necesito
una iglesia.
Puedo ir al Cielo sin ella».
¿Es esa su actitud por la
iglesia?
¿Es una persona que duerme hasta
tarde el domingo porque, después
de todo, trabajó 6 días esa
semana?
Lo entiendo.
Muchas veces trabajo 7 días.
¿Sabe qué?
Ya quiero llegar aquí.
No porque soy el pastor.
No veo la hora de llegar aquí
para estar entre el pueblo de
Dios, tener comunión y escuchar.
Mire, escuchar y cantar y la
música, lo que le hace a mi
alma.
Lo que debe preguntarse es esto.
¿Cómo puede decir que ama a un
Dios y tiene una relación con
Él, cuando Él ama a su pueblo
pero usted no quiere tener
comunión con él?
No funciona.
Una persona que tiene un deseo
hambriento y sediento de Él,
escuche, va a querer
compartirlo.
No puede guardárselo para sí.
Tenemos un ineludible
mandamiento, una comisión del
Señor Jesucristo y esto dice en
esencia: «Habla de mí.
Habla de mí.
Habla de mí hasta que aprendan
de mí.
Habla de mí hasta que me sigan.
Habla de mí hasta que se
bauticen.
Habla de mí hasta que
multipliquemos iglesias por
todo el mundo.
Habla de mí».
Usted dice: «Soy cristiano, pero
creo que deberíamos evitar
ciertas cosas».
Sí debería hacerlo, en especial
el pecado.
Pero no se queda a Cristo para
sí.
Escuche, Él viene a su corazón
para ser entregado.
Por esa razón viene, para ser
entregado, salvarnos, hacernos
aptos y entregarnos.
Y lo entregamos.
¿Tiene usted esa relación con
Él?
Dice: «Bien, siempre he creído
que debo mantener eso en
privado».
No.
Así que pensemos en ello.
Mencioné 5 indicativos de si
tiene esa clase de relación, esa
intimidad con Él.
¿Cómo respondería eso usted si
fuera absolutamente honesto?
¿Diría que sí o que no?
Sea lo que sea, quisiera darle
algunos pasos que puede tomar
para ir en pos de ello ahora
mismo.
Muy simple.
¿Complejo?
más o menos Muy simple.
Escuche esto.
¿Quiere empezar esa clase de
relación?
Primero, debe conocer al Señor
Jesucristo como su Salvador
personal, número 1.
Debe hacerlo, es el paso número
1.
Confiar en Él como su Salvador,
perdonador de sus pecados.
¿Luego qué?
Debe tomar una decisión.
Paso 2, debe tomar una decisión.
Quiero la clase de relación de
la que habla.
Quiero este íntimo, profundo,
hambriento, sediento, anhelo en
mi corazón por Dios.
Lo quiero por encima de todo.
Tome una decisión, un
compromiso.
Luego le pide a Dios orando:
«Señor, enséñame cómo tener esta
relación contigo.
Esto es lo que quiero, Padre.
Mi alma se extiende a ti, Padre.
Mi corazón tiene hambre de ti,
Dios.
Construye esta relación entre
nosotros».
Número 4, usted va, tiene que ir
a la Palabra y empezar a leer.
Pero ahora lee por razones
diferentes.
No lee para enseñar una lección,
no para predicar un sermón, no
para responder la pregunta de
otro.
Ahora lee y medita en la Palabra
de Dios para usted.
Señor, habla a mi corazón.
Muéstrame algo sobre ti hoy.
Muéstrame algo sobre mí.
Y cuando lo haga, estará
dispuesto a confesar y
arrepentirse de lo que está mal.
O, le agradece y alaba por las
cosas que están bien.
Así que entra en la Palabra de
Dios y escuche, Él comenzará a
trabajar en su corazón de las
formas más asombrosas.
Confesión, arrepentimiento, muy
importante.
Cuando, escuche, esto es muy
importante.
Cuando llega a un pasaje y Dios
lo convence de algo, o sigue
adelante, escuche, o lidia con
eso y sigue adelante
desarrollando su relación, esa
relación, escuche, hasta donde
llegue.
Hasta donde llegue.
Si detengo mi confesión,
arrepentimiento y no lidio con
el pecado, lo que le estoy
diciendo a Dios es: «Solo vales
esto para mí.
Solo vales esto en mi vida».
Y cuando dice: «Dios, limpia mi
corazón.
Me arrepiento de mi pecado,
confío en ti, Dios, para tu
perdón, ¿sabe qué pasa?
Él simplemente lo acerca más y
más porque es el deseo de su
corazón.
Y luego solo diré algo más.
Todo se reduce a esto.
¿Quiero esa clase de relación?
Todos esos pasos son necesarios.
No hacerlos una vez, sino
continuamente.
¿Voy a flaquear y caer a veces?
Sí, pero sigo adelante.
Él conoce su corazón.
Pero lo principal es esto.
Si estoy dispuesto a ser
obediente a Él en esas áreas, lo
que sea que Él requiera sin
importar qué, puedo seguir en
esa relación.
Pero le digo en mi propia vida.
Miro atrás y veo momentos en mi
vida cuando fue lo más lejos que
pude ir, lo más lejos que
llegué.
Y clamé a Dios: «Habla a mi
corazón».
Y finalmente, el Señor me decía:
«No iremos a ningún lado hasta
que lidies con eso».
Y le digo, cuando lidia con lo
que Él saca a relucir, algo pasa
en la relación.
Se vuelve más dulce, más gozosa,
más plena, más satisfactoria, y
se entusiasma más por Él.
Pero si hay algo en su vida que
Dios señale, y pretende
aferrarse a eso pase lo que
pase, lo que dice es: «Una
profunda, duradera e íntima
relación contigo no es tan
valiosa como a lo que me
aferro».
Y la verdad, eso es necio.
Lidie con ello y deje que Dios
lo bendiga con lo mejor.
Si pudiera abrir su cabeza y
verter todo esto en ella,
atornillarlo muy fuerte para que
no escapara, lo haría, pero no
puedo.
Aquí es, aquí, escuche.
Aquí es donde decimos: «Es
tiempo de decidir».
Es ahora su decisión porque ha
oído la verdad.
Es su oportunidad de decidir,
¿seguiré con mi tibieza?
¿O quiero tomar en serio mi
relación con Él?
Aquí está el problema.
Ha oído tanta verdad en este
mensaje sobre esa relación,
puedo decirle esto.
Si se propone en su corazón
seguir siendo tibio, se le
vendrá el mundo encima de su
vida.
¿Cree que Dios va a derramar su
verdad una y otra vez?
¿Y sigue viviendo esa clase de
egoísta, egocéntrica y tibia
vida y Dios lo ignora?
No, no lo hará.
A quien mucho se le da, mucho se
le demanda.
Al que mucho se le confía, más
se le pide.
Y le digo que si es una persona
sabia, le dirá a Él hoy: «Padre,
quiero esa clase de permanente,
profunda, anhelante, sed, hambre
de ti en mi corazón por encima
de todo.
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