Gratitud que sobreabunda – Dr. Charles Stanley
A veces perdemos nuestro gozo cuando nos dejamos atrapar por las responsabilidades, luchas y desafíos de la vida. El Dr. Stanley habla de cómo los cristianos deben rebosar de gratitud y nos recuerda la seguridad que tenemos en nuestra relación con Cristo.
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locutor: En Contacto con el
Dr. Charles Stanley celebra 45
años de la fidelidad de Dios y
de llevar el mensaje del
evangelio alrededor del mundo.
Hoy en el programa En Contacto,
«Gratitud que sobreabunda».
Dr. Charles Stanley: En 1621,
los colonizadores de esta nueva
tierra celebraron la primera
Acción de Gracias por la gran
cosecha que Dios les había dado.
Luego aparece George Washington
y en la toma
de posesión como presidente,
también reconoce el Día de
Acción de Gracias.
Y entonces llegamos a 1863,
hasta el presidente Lincoln,
quien hace del Día de Acción de
Gracias un día de fiesta real y
verdadero para dar gracias en
nuestro país.
Pero ¿qué pasa ahora?
Que el Día de Acción de Gracias
ha llegado a ser una mezcla de
festín, deportes y centros
comerciales; porque la gente ya
piensa de esa manera.
El otro día, alguien me dijo:
«Bueno,
quiero hacer unas compras…».
«¿Compras?», le dije.
«Pues para Navidad».
Y entonces, ¿qué pasó con el Día
de Acción de Gracias?
Le diré qué pasó con este día:
Si no está en su corazón,
no lo practicará.
Y a eso hemos llegado.
La nación más admirable y
bendecida de la tierra; pero nos
interesa mucho más lo material
que en Dios.
Le aseguro que las consecuencias
que vemos hoy vendrán a ser
mayores, a menos que cambiemos
de dirección.
Pero como suele suceder, lo que
nos hace cambiar son los apuros,
pruebas, pesares, tormentos,
martirios y demás.
Pero, por otro lado, hay muchos
de nosotros que aún amamos a
Dios y queremos ser agradecidos,
y reconocer de qué
se trata este día.
Pues bien, quisiera que vayamos
a Colosenses, donde Pablo habla
de abundar en acciones de
gracias.
Busquemos entonces el capítulo
2, un momento, y leamos lo que
dice en estos versículos.
Hablando de nuestra relación con
Cristo y de…
lo que eso significa, dice así
en el versículo 6…
Siempre que la Biblia dice: «por
tanto», eso significa: «con base
en lo que acabo de decir»…
«Por tanto, de la manera que
habéis recibido al Señor
Jesucristo, andad en él;
arraigados y sobreedificados en
él, y confirmados en la fe, así
como habéis sido enseñados,
abundando en acciones de
gracias.
Así que, Pablo les recuerda a
los creyentes de Colosas quiénes
son, dónde están, y también el
hecho de que, con base en eso,
deberían abundar en acciones de
gracias–Y pensando ahora mismo
en su caso particular,
¿podría decir
que es una persona agradecida?
¿Diría de todo corazón que es
una persona agradecida que
reconoce que Dios es la fuente
de todo?
¿Reconoce el hecho de que toda
bendición que recibe, según la
Escritura, proviene de Él?
Mire, la verdad es que una
persona realmente piadosa
es agradecida.
Muchos creyentes son gruñones;
su actitud no es piadosa, por lo
que no son agradecidos.
Quisiera entonces considerar lo
que dijo Pablo en cuanto a
quienes somos en Cristo y por
qué debemos estar muy
agradecidos por lo que
Dios nos da.
Eso es muy evidente en
este pasaje,
y me gustaría que lo veamos.
Quisiera leerlo de nuevo, ya
que me gustaría infundir
esta idea en su mente.
Vea lo que dice: «Por tanto, de
la manera que habéis recibido al
Señor Jesucristo» –como
Salvador y Señor, «partiendo de
esa base–dice aquí–esto es lo
que ha pasado en su vida y lo
que deben esperar».
De modo que es evidente, según
la Palabra de Dios, que su deseo
es que tengamos un corazón
agradecido.
Y bien, pensando en todo esto,
¿cuál es la clave para una
actitud que rebose de gratitud
hacia Dios?
En un momento le explicaré en
qué consiste esa actitud.
Luego le daré una prueba al
final para que determine, según
lo que es una persona
agradecida, si usted se incluye
en esa categoría o no.
Y bien, ¿cuál es la clave?
Pues quisiera que vea lo que
dice este pasaje un momento.
Dice así: «Por tanto, de la
manera que habéis recibido al
Señor Jesucristo, andad en él»;
Lo que dice es que cuando usted
recibe a Cristo como Salvador
personal–Hablamos del por qué
debemos ser agradecidos.
Fíjese; cuando usted recibió a
Jesucristo como Salvador, no lo
hizo basado en algo que había
hecho.
Recibió a Cristo como
Salvador; y además,
recuerde lo que
dice en Efesios 1.
Fíjese: Él lo escogió, lo
escogió antes de
la fundación del mundo.
Nadie aquí puede jactarse de ser
salvo.
Y alguien dirá: «Pues la Biblia
dice que es necesario tener fe,
y yo tuve suficiente fe para
salvarme».
Pues la Biblia también dice:
«por gracia sois salvos, por
medio de la fe; y esto no de
vosotros».
La salvación no viene de uno
mismo, ni tampoco la fe; se
trata de un don de Dios.
Dios le ha dado a cada creyente
el don de la fe.
Y bien, aquí dice, por ejemplo,
que los que hemos recibido al
Señor Jesucristo tenemos
entonces que andar en Él.
Así que, nuestra relación,
escuche, es una relación
que ha sido sellada.
En el momento que usted creyó
en Él como Salvador,
fue sellado como hijo de Dios.
Solo eso debería producir
suficiente gratitud
en nosotros mientras vivamos.
Pero no solo eso, sino que dice
que después de haber creído en
Él como mi Salvador, ahora puedo
andar en Él; es decir, podemos
andar en esa relación.
Usted puede tener esa clase
de relación estrecha
con Jesucristo,
quien no deja de cambiar su vida
y de trabajar en ella.
Es que así se comporta una
persona que está agradecida:
«Por tanto, de la manera
que habéis recibido
al Señor Jesucristo, andad en
él; arraigados y sobreedificados
en él…confirmados en la fe,
así como habéis sido
enseñados,
abundando en
acciones de gracias».
Esa es una persona que abunda en
acciones de gracias; hay algo
que es muy evidente en su vida.
Porque–escuche–una persona que
no entiende la Palabra de Dios y
una persona, digamos, que es un
creyente nominal pueden decir:
«Estoy agradecido».
¿Agradecido por qué?
«Bueno, por estar vivo».
Y agregan una lista de cosas.
Pero lo que quisiera que vea es
lo que Dios dice aquí, y es,
sencillamente, esto: que hay un
grado hasta el cual debiéramos
estar agradecidos con Él, pero
solemos pasar eso por alto.
Ahora en algunas cosas por las
que debemos estar agradecidos.
Si yo le preguntara por qué está
agradecido, es probable que la
mayoría mencione la salud, la
familia, o así por el estilo.
Pues bien, pasemos eso y
pensemos en todo aquello por lo
cual usted debería estar
agradecido…
¿Me escucha?
Diga: «amén».
con lo cual no tiene nada que
ver, salvo que lo ha aceptado.
Y bien, número uno: Fuimos
escogidos antes
de la fundación del mundo.
¿Alguna vez pensó agradecerle
a Dios eso?
No tuvo nada que ver con eso.
Hay otra cosa: El Espíritu Santo
mora en nosotros.
¿Y por qué es tan importante?
Porque es quien lo capacitará y
le dará dirección en su vida, y
el poder para hacer lo que Dios
lo llame a hacer.
Y estamos seguros eternamente.
Una vez que usted cree en
Cristo como su Salvador,
nadie puede borrar eso.
Nadie puede borrar su nombre
del libro de la vida
del Cordero en el cielo.
Seguros eternamente.
Luego, tenemos los dones del
Espíritu.
Cuando el Espíritu Santo vino a
su vida, ¿qué hizo?
Conociéndolo a usted
perfectamente y sabiendo la
voluntad perfecta de Dios para
su vida, le dio dones.
Dios le ha dado dones, lo ha
capacitado y lo ha preparado
para hacer cualquier cosa que lo
llame a hacer.
Eso es lo que hace.
No es algo que hacemos nosotros,
sino Él lo hace.
Además, tenemos el privilegio
de tener una relación estrecha
con Dios.
¿Entiende lo que significa tener
una relación estrecha con Él?
Que puede hablar con Él,
escucharlo y orar a Él; que Dios
puede trabajar en su vida y
hacer todas las cosas que están
implícitas en una relación
personal y estrecha que
satisface toda necesidad y todo
deseo de su corazón.
Es algo que Él hizo.
Y asimismo, nos ha dado paz.
Muéstreme a alguien que no sea
creyente, y le mostraré a
alguien que no tiene paz, no
importa cuánto dinero tenga.
Y vea algunos creyentes que
estén fuera de la voluntad de
Dios sin paz.
Pero nosotros tenemos el
privilegio de la paz con Dios y
de la paz de Dios en nuestro
corazón.
¿Sabe cuál es la prueba final de
todo eso?
Cuando alguien se enfrenta a la
muerte, sabiendo que en
cualquier momento podría
acabarse todo, entonces ya no
dice en broma: «Creo más o
menos».
No.
O tiene paz, o no la tiene.
O tiene seguridad de lo que la
Biblia dice, «ausente del cuerpo
y presente al Señor», o no la
tiene.
No se puede bromear al respecto.
Es evidente y muy claro.
Luego tenemos el amor
incondicional de Dios.
Piénselo, en todo momento de su
vida Dios lo ama sin condición.
No lo ama si hace esto, o
aquello o lo otro.
Nada de eso, lo ama y punto.
Usted dirá: «¿Me ama aun cuando
peco?»
Sí.
«¿Y por qué no me detiene?»
Pues le da el privilegio de ser
lo bastante sabio, para no pecar
contra Él y andar en obediencia.
Pero lo ama igual.
«Si me ama–dice
usted–¿por qué
causa tanto dolor
cuando desobedezco?»
Porque lo ama.
Escuche, si no enviara
suficiente disciplina, usted
seguiría viviendo en pecado.
Todo eso es una expresión de su
amor por nosotros.
Luego está su presencia momento
a momento.
Mire, al levantarse por la
mañana, si vive solo, no estaba
solo; despertó en la presencia
de Cristo.
Se subió en su auto, y Él lo
acompañaba.
En la iglesia se sentó entre dos
personas que no conocía,
pero Él estaba ahí.
En otras palabras, la presencia
misma de Dios es un don de Dios
para cada uno de nosotros.
¿Cuándo fue la última vez que
dijo: «Señor, solo quiero
agradecerte, solo quiero
agradecerte por vivir en tu
presencia; y quiero darte las
gracias, Señor,
por tu provisión para mí»?
Dios ha prometido suplir cada
necesidad nuestra.
Uno no puede prometerle eso a
nadie, pero Él sí puede.
Y ahora pensemos en su promesa
de protegernos.
Nadie sabrá eso hasta que
lleguemos al cielo.
Y no estoy seguro de que Dios
nos muestre muchas cosas.
«Cuando llegue al cielo voy a
preguntar esto», decimos.
Pues no sé si al llegar al
cielo, eso tendrá gran
importancia en cuanto a lo que
ocurrió aquí abajo.
Ninguno de nosotros sabrá jamás
cuántas veces nos protegió Dios
de un accidente, o de algún mal,
o de lo que sea.
Nunca sabremos cuántas veces nos
protegió hasta que lleguemos al
cielo, o quizá no lo sepamos.
Pero el hecho es que siempre nos
protege en nuestra vida.
Y ahora esto: Tenemos la promesa
de una resurrección corporal.
Tenemos la promesa de tener
un cuerpo cuando
lleguemos al cielo.
Y la promesa de reconocernos en
el cielo.
¿De dónde vino eso?
De Dios.
Ninguna cosa que usted y yo
pudiéramos hacer
podría crear eso.
Y ahora piense en esto.
No sé dónde vive usted; pero si
yo preguntara cuántos de ustedes
quisieran vivir en una casa o un
hogar un poco mejor que donde
viven, quizá la mayoría diría:
«Bueno, si yo pudiera escoger,
lo aceptaría, si no me costara
nada».
¿Conoce el hogar que Dios ha
preparado para usted?
Mire, no sé todos los detalles,
pero sé esto: ¡todo en cuanto a
Dios es fantástico!
¡Todo en cuanto a Él es
perfecto!
No hace nada a medias; no deja
nada desenganchado, desprendido.
Y dice: «Voy a preparar lugar
para vosotros.
«Y si me fuere y os preparare
lugar y lo ha hecho, vendré otra
vez, y os tomaré a mí mismo,
para que donde yo estoy,
vosotros también estéis».
Y el último aspecto
que quisiera mencionar no es
ninguno de estos.
De todas las cosas físicas en
las que puedo poner mi mano, la
cosa por la cual debemos estar
más agradecidos es la Palabra
de Dios.
Aquí descubrimos quién es Él.
Piense cuán bendecido es usted.
¿Qué pasaría si estuviera
en otro idioma que
no pudiéramos entender?
Y bien, hemos mencionado unas 13
cosas por las que debemos estar
agradecidos y con las que usted
no tiene nada que ver,
salvo aceptarlas.
Entonces, ¿cómo podemos ser
gruñones?
¿Por qué no abundar en gratitud
al pensar que Dios ha hecho
todo eso por nosotros?
Y cada creyente tiene el
privilegio de disfrutar
de eso o no.
Y una buena prueba de la
verdadera relación de una
persona con Dios es si es
agradecida o no.
No son simples «gracias», sino
gratitud que sobreabunda.
Estamos tan agradecidos por lo
que Dios ha hecho y hace en
nuestra vida, que no podemos
contenernos.
Por eso no puedo imaginarme a
alguien que no esté dispuesto a
compartir su fe.
¡Mire cuánto hay que contar!
Piense en lo que tiene que
contar.
Tiene el conocimiento más
asombroso y el mensaje más
asombroso que el mundo haya
escuchado o que escuchará jamás.
Tiene que emocionarse al
contarlo.
Ahí lo tiene; está en su ser.
Tenemos este mensaje asombroso y
esta posesión maravillosa de lo
que acabamos de descubrir aquí.
Lo que quisiera hacerle es una
prueba amistosa; y si usted me
mira o me escucha, le daré unos
momentos para que busque una
hoja y algo para escribir.
Y quisiera hacerle una prueba
breve, para ver si entra en la
categoría de una persona que es
agradecida.
¿Qué clase de creyentes somos?
Es decir, ¿hay algo que
sobreabunde en mi vida?
¿O mi vida parece un fondo
arenoso?
¿Estoy rebosando como un río?
Sobreabundo ¿en qué?
Se lo mostraré en un momento,
quisiera que haga esta prueba,
ahora, si no quiere hacerlo
saldrá perdiendo, y como dicen,
quizás le de miedo.
Tal vez le de miedo averiguarlo,
lo que podría hacer es tomar
nota de esto y luego puede
ponerle una señal al lado, si
cree que ese es su caso o una
marquita, pero debemos ser
honestos y no mirar la hoja
ajena, ¿está listo?
Muy bien, Número uno: Si tiene
un corazón agradecido,
tendrá una actitud positiva.
No podrá evitar tener una
actitud positiva.
Vea lo que Dios está haciendo en
su vida.
Segundo, será consciente de la
presencia de Dios.
Si usted tiene un espíritu
agradecido, será consciente de
la presencia de Dios, porque
sabe que es Él quien trabaja en
su vida, creando las cosas que
usted disfruta, y quizá
dificultades, apuros y dolor,
pero aún es consciente de que
Dios está ahí y le ayuda a
avanzar.
Lo tercero es un espíritu
humilde.
La persona que tiene…
un corazón agradecido es una
persona con un espíritu humilde
porque reconoce que todo es de
Dios y nada es suyo, y que es la
fuente de toda cosa buena que
viene a su vida.
Hay un espíritu humilde.
Luego habrá una actitud de
tranquilidad en cuanto a usted.
Una persona que abunda en
gratitud es pacífica.
¿Por qué?
Porque ha puesto su confianza en
Él, ve cómo trabaja en su vida,
es bendecida de muchas formas y
es consciente de eso.
Mire, hay mucha gente que es muy
bendecida y ni se da cuenta de
eso; por tanto, no es
agradecida.
Luego, alguien que tiene un
espíritu agradecido es amable
con los demás.
Si usted tiene un corazón
agradecido, será amable
con los demás.
«¿Qué puedo hacer por él?»
«¿Qué puedo hacer por ella?»
«Me pregunto cómo podría ayudar
a esa persona».
Luego, será generoso, porque
reconoce lo que Dios
hace por usted.
Su gratitud hacia Dios hará que
sea una persona generosa.
Y fíjese, lo que hará
será buscar formas
de ayudar a alguien más.
Buscará la forma de mostrar su
gratitud.
Y lo que yo he descubierto desde
hace mucho es que, si agradezco
lo que Dios hace en mi vida,
entonces me motivo
automáticamente a querer hacer
algo por alguien más.
Creo que a menudo retenemos
cosas, cuando lo que debemos
hacer es dar gracias a Dios por
eso y entregarlas.
Y al entregarlas, vea lo que
pasa; se lo aseguro.
Ya he vivido lo suficiente para
saber que así funciona: Cuando
usted entrega lo que tiene, Dios
ya tiene listo algo por aquí que
le dará para sustituirlo.
Y en cualquier aspecto de su
vida, ya sea dinero, ropa o lo
que sea que entregue, Dios le
volverá a dar algo a cambio.
Esa es la generosidad de Dios.
Por tanto, Él quiere que
nosotros también seamos
generosos, siendo desprendidos.
Estaremos listos a compartir lo
que tenemos.
Y, en realidad, lo haremos
con gozo.
Porque una persona agradecida…
eso es algo que está en usted y
fluye sencillamente; es decir,
no debe sorprenderse.
Esa persona será expresiva.
Por ejemplo, si alguien tiene
una actitud de gratitud, tendrá
que expresarla, tendrá que
hablar de ello.
No alardea, lo que hace es
decir: «Esto lo que Dios está
haciendo en mi vida».
O quizá diga: «Déjeme decirle lo
que hará en su vida, si confía
en Él, si cuenta con Él, si
realmente cree en su corazón que
lo que dice es cierto, y que
suplirá todas sus necesidades,
sea lo que sea».
Y usted no será egoísta, pues
¿qué sucede?
Dios ya le ha mostrado cuánto
puede bendecirlo.
Pero al inicio dijimos que una
actitud positiva de la
conciencia de la presencia de
Dios suele volverse negativa.
Estamos tan absortos en
nosotros mismos,
que no reconocemos
lo que Dios hace.
Una persona agradecida será una
persona expresiva,
y también será cordial.
Ahora bien, no creo que a muchos
nos guste toparnos
con gente gruñona, porque…
no hay nada agradable en ellos.
«Esto no sirve,» «aquello está
mal», «él hizo esto», «ella hizo
aquello»; y ahí van sin parar.
Y la verdad es que, si
alguien es realmente
agradecido será, cordial.
¿Por qué?
Porque tiene un corazón tierno.
No hace falta mucho para
conmover el corazón de una
persona agradecida.
Así son ellos.
Luego tenemos este concepto de
algo que es contagioso.
Bien, todos conocemos gente que
al verla, nos hace sonreír.
¿Amén?
Permítame preguntarle: ¿No es
cierto que hay gente en su vida,
que el solo pensar en ella le
hace sonreír?
Mire, hay algo en cuanto a ellos
que es contagioso.
Y cuando usted los mira, no se
queda ahí esperándolos.
Va y les estrecha la mano…
«¿Cómo le va?
¡Cuánto gusto verlo!»
Hay algo en ellos.
¿Qué es?
En el fondo, es Jesús que está
en ellos.
Si yo le dijera: «¿Qué le agrada
de ellos?», tal vez al principio
no pueda decirlo; pero yo se lo
diré: Su corazón está
vinculado al de ellos.
Hay una conexión entre dos
personas agradecidas.
Cordialidad, franqueza, nobleza,
honestidad, libertad…
¿De qué se trata?
Porque una persona agradecida
está arraigada y fundada en
Jesucristo; y el amor de Cristo
está en ella, el perdón de
Cristo está en ella y la
comprensión de Cristo también
está en dicha persona.
Asimismo, esa persona estará
motivada.
Escuche, alguien agradecido está
motivado.
Motivado para dar, compartir,
servir y todo lo demás.
Está motivado.
Asimismo, tendrá un espíritu de
servicio.
Tendrá un espíritu de servicio,
porque quiere ser usado, quiere
dar de sí mismo, quiere hacer lo
que Dios quiere que haga.
Y por lo tanto, tendrá un nivel
alto de fe.
La gente con un espíritu
de gratitud tendrá
un nivel alto de fe.
¿Por qué?
Porque ven a Dios trabajando en
sus vidas una y otra vez; y
miran lo que está haciendo.
Sencillamente, es parte de su
manera de pensar.
Luego, podríamos decir que serán
fructíferos.
Una persona con un corazón
agradecido quiere entregarse,
quiere involucrarse, quiere que
Dios la use; no quiere sentarse
por ahí buscando siempre algo
para sí misma.
Y yo agregaría una última cosa,
y es que estará gozosa.
Una persona agradecida, ¿sabe
una cosa?
Todo podría estar mal en su
vida, de algún modo, hay
gozo en su interior.
No necesariamente alegría,
sino gozo.
El gozo es esa sensación y esa
actitud indescriptibles que, sin
importar lo que suceda, hay una
efusión positiva, una efusión y
un derramamiento de
gratitud, porque Dios
está haciendo algo en su vida.
Ahora bien, sin ver las hojas
ajenas–no puede ver las
demás–revise la suya y vea cómo
le fue.
¿Señaló todas las cosas que cree
que son ciertas en usted?
¿Les puso alguna marca?
¿O le dio miedo hacerlo?
Pues lo que tiene que resolver
es esto: ¿De veras estoy
agradecido por lo que Dios ha
hecho en mí?
¿De veras estoy agradecido por
lo que hace en mí?
¿Estoy agradecido por los
maravillosos privilegios
y oportunidades?
¿Estoy agradecido por lo que me
da y por todas las cosas
de que hemos hablado?
Si no lo está, solo hay alguien
que puede cambiar eso.
Hoy puede decidirlo: «Señor,
quiero ser un creyente, un
seguidor de Jesús que abunda en
gratitud».
Y si revisa su lista y tiene una
marca en ella, diga: «Trabajaré
en esto; y en esto y en
esto, porque eso es
lo que quiero ser».
¿Sabe lo que pasará?
Dios le abrirá puertas con sus
conocidos que no había abierto
antes, porque Dios usará su
espíritu para alcanzar
a esa persona.
Puede ser gente, escuche, puede
ser gente en su vida que está
sufriendo; y de algún modo, Él
empezará a trabajar en su vida y
en la de los demás como nunca
se imaginó.
Y ¿sabe una cosa?
No habrá ningún esfuerzo.
No tendrá que hacer ningún
esfuerzo.
¿Por qué?
Debido al fluir, la influencia
de Dios en su vida.
Todo este asunto se trata de la
influencia de Dios, su amor, su
bondad, misericordia,
generosidad y todo eso
que fluye por su ser.
Es su propia decisión.
Quizá diga: «Ni siquiera soy
creyente «¿Funciona conmigo?»
No.
Porque, mire, empezamos diciendo
que hay que estar en Cristo,
fundado, arraigado, y
sobreedificado en Él.
Se trata de su relación con Él
cuando Él viene a su vida, y
usted está dispuesto a confesar
su pecado, a arrepentirse de él
y a entregar su vida a Jesús,
quien fue el sacrificio
expiatorio final en el Calvario
que Dios envió y profetizó mucho
tiempo atrás desde el huerto del
Edén, cuando Adán y Eva pecaron.
¿Recuerda lo que dice la Biblia?
Se cubrieron con hojas de higo.
Dios los cubrió con pieles.
Significa que había matado algo
y derramado sangre; la primera
indicación del sacrificio
expiatorio de su Hijo.
Jesús fue a la cruz por usted.
¿Cómo no entregarle su
vida a Él, mire,
y todo su destino eterno?
Usted morirá; no hay duda de
eso.
La Biblia dice que el hombre
debe morir, y después el juicio.
Usted morirá, e irá a algún
lugar.
«Creo que voy a desaparecer»,
dice usted.
Puede creer eso, pero se dará
cuenta demasiado tarde
de que no fue así.
Usted decide si recibe a Cristo
como su Salvador y mire cómo
inculca en su vida todo esto que
hemos dicho.
No hay nada mejor que eso.
No hay nadie que pueda
prometerle algo así,
excepto Cristo.
Yo le suplico en el nombre de
Jesús que le entregue su vida.
Deje que cambie su vida.
¿Y sabe una cosa?
Sobreabundará en gratitud por
toda la eternidad.
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