Gratitud en la adversidad – Dr. Charles Stanley
El agradecimiento debe ser una práctica constante para los creyentes, en especial cuando nuestra vida se complica. En este mensaje, el Dr. Stanley nos anima a permanecer agradecidos en medio de la adversidad. Con la gratitud viene toda una serie de beneficios que nos llenan de energía cuando nos sentimos abatidos: más conciencia de la presencia de Dios, confianza, alegría y menos ansiedad.
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locutor: En Contacto, el
ministerio de enseñanza
del Dr. Charles Stanley.
Alcanzamos al mundo con el
evangelio de Jesucristo.
por medio de una enseñanza
bíblica sólida.
Hoy, en el programa
En Contacto,
«Gratitud en la adversidad».
Dr. Stanley: Una cosa es ser
gratos cuando todo marcha bien,
pero cuando no todo marcha
bien, ¿cuál es su reacción?
Y a veces justificamos nuestra
mala actitud o mala disposición,
o nuestra ingratitud, diciendo:
«Bueno, Dios no debería
permitir que esto me pase».
O: «Si Dios es quien dice ser,
no permitiría que pasara esto».
Y quizás vean la Biblia y digan:
«Bueno, hay algunas partes de
la Biblia que no entiendo…».
Y en vez de regocijarnos,
alabarle y ser gratos a Dios por
ser quien es y por lo que ha
hecho por nosotros, a veces
dejamos que las dudas
disipen nuestra gratitud.
Pero hoy deseo que escuche con
atención, porque quisiera hablar
de por qué debemos
ser muy agradecidos.
Lo que Dios hace en nuestra vida
y las consecuencias de la obra
de Dios en nosotros.
Y le invito a acompañarme a 1
Tesalonicenses, y el apóstol
Pablo aquí en el capítulo 5,
terminando la epístola llega a
los últimos versículos y
dice mucho en cada versículo.
Pero en el versículo 16,
dice 3 cosas, como una tríada.
Número 1, dice:
«Estad siempre gozosos».
¿Es eso fácil?
No lo es.
Luego dice: «Orad sin cesar».
¿Es eso fácil?
No, realmente no.
Luego dice: «Dad gracias en
todo, porque esta es la voluntad
de Dios para con
vosotros en Cristo Jesús».
¿Es eso fácil?
No lo es.
Note en el versículo 18,
dice: «Dad gracias en todo».
Ahora ponga su dedo allí.
Vayamos a Efesios 5.
Que dice en el versículo 20.
Y luego hablaremos
de la diferencia.
Dice en el versículo 20: «dando
siempre gracias por todo al Dios
y Padre, en el nombre de
nuestro Señor Jesucristo».
Deténgase ahí.
Volvamos a leer.
«Dad gracias en todo, dando
siempre gracias por todo».
Ahora, aquí es donde creo que a
veces la gente se confunde, y si
usted no es creyente, si no es
cristiano, quizás diga: «Vea, de
ningún modo sería cristiano, si
hay que dar gracias por todo».
Así que permítame aclarar algo.
Cuando Pablo dice aquí: «Dad
gracias en todo en el nombre de
Cristo Jesús».
Mire, no puedo dar gracias a
Dios por cosas completamente
inconsistentes
con su naturaleza.
Por ejemplo.
Digamos que su hijo
pasa frente a un auto,
lo atropellan, y muere.
¿Acaso espera Dios que usted se
alegre y le dé gracias por eso?
No.
Y, por ejemplo, si llega a casa
de la iglesia y encuentra una
nota de su esposo o esposa, que
dice: «Solo te dejo esta nota
para decirte que me voy.
Me enamoré de alguien más y
voy a casarme así que hasta aquí
llegó nuestro matrimonio».
¿Acaso espera Dios
que esté agradecido?
No.
Entonces, cuando Pablo aquí en
1 Tesalonicenses, capítulo 5,
dice: «Dad gracias en todo».
O sea, en toda circunstancia,
¿puedo dar gracias por qué?
Que Él es mi Salvador, mi
Señor, mi Amo, mi Dios.
«Señor, no entiendo por qué
permites que pase esto pero en
medio de todo, te daré
gracias porque sé
que me ayudarás a sobrevivir.
«Me ayudarás a soportar el
dolor, a superar la tristeza, el
pesar, la pérdida y
toda la adversidad
que hay en mi corazón».
«Te daré gracias
porque me acompañarás».
Pero no es darle gracias a
Dios por lo que sucedió.
Cualquier cosa incompatible
con el carácter de Dios,
no le damos gracias por eso.
Esa no es la idea de Pablo.
Se refiere a nuestra relación
con Dios, y que podemos dar
gracias por lo que Él permita
en nuestra vida, porque nuestra
gratitud se debe a quién
es Cristo en nosotros.
Cualquier cosa que Dios permita
en nuestra vida, la usará para
bien porque leímos que Pablo
dijo: que «a los que aman a
Dios, todas las cosas ayudan a
bien, escuchen, a los que
aman, a los que conforme a
su propósito son llamados».
Incluso lo más
adverso y doloroso,
Dios lo usará
para nuestro bien.
¿Entendemos eso siempre?
No.
Dios no dijo que
teníamos que entenderlo.
Hay un viejo himno que dice
«lo entenderemos todo más allá».
Más allá, no
necesariamente ahora.
Pero Pablo se refiere a
que: «Ahora, en medio de todo,
podemos dar gracias a Dios».
Y lo que deseo hacer es que
pensemos en ¿por qué debemos
estar agradecidos
a Dios en todo?
Número 1, y le daré una lista:
Nos mantiene continuamente
conscientes de que caminamos
en la presencia de Dios, lo que
contribuye a una
vida consagrada.
Al darle gracias en todo,
recuerdo constantemente
que ando en la
presencia de Dios.
No camino solo, en cualquier
cosa que esté sufriendo,
cualquier cosa que me haga
llorar, cualquier pérdida que
sufra sé que camino en
la presencia de Dios,
y no estoy solo.
Y si algo es necesario, estando
en la tormenta, en dolor y
pérdida de un ser querido,
o alguna otra situación o
circunstancia, hay algo especial
en estar conscientes de la
presencia de Dios, «dad
gracias en todo»,
incluso en medio de todo.
Así que debemos dar gracias
porque ¿qué efecto tiene?
Contribuye a una vida
consagrada; pues si estamos
conscientes de su presencia,
consideraremos:
«¿Cómo ve Dios esto?
«¿Qué me ha
prometido Dios en el pasado?
«¿Cómo obrará Dios en esta
situación, circunstancia?».
Así que, creo que una de las
razones principales para dar
gracias es que nos recuerda
que caminamos en la presencia de
Dios–Y al comenzar su día
consciente de que anda en la
presencia de Dios, de que
Él mora dentro de usted.
Que pase lo que pase ese día,
pasará en la presencia del Dios
santo, amoroso, omnipotente,
omnisciente y omnipresente.
Que caminamos en su presencia.
¿Qué puede ser mejor que eso?
Hay una segunda razón, y es
que ser agradecidos nos motiva a
buscar el propósito de
Dios en todo lo que sucede.
Si estoy agradecido, buscaré el
propósito de Dios:
«Señor, no lo entiendo».
Y creo que todos podríamos
mencionar cosas que nos han
pasado en la vida, en las que
habríamos dicho:
«Señor, ¿qué estás haciendo?».
Mire, Dios no espera
que lo descifremos todo.
O sea, a veces Dios revela su
propósito, otras veces no lo
hace, quizás lo haga
en algún otro momento.
Pero a veces enfrentamos
circunstancias que nos sacuden:
«Señor, no esperaba eso.
No lo anticipaba».
¿Significa que
Dios le ha olvidado?
No.
¿Debo estar agradecido?
Claro que sí.
Aunque no entienda su propósito,
debo estar agradecido porque
Dios dice, escuche: «a los que
aman a Dios, todas las cosas les
ayudan a bien, esto es,
a su propósito son llamados».
Quienes andan en su voluntad,
Dios lo usa para su bien.
Si usted vive en pecado, o si se
decepciona de algo que Dios ha
hecho en su vida y dice: «Si
Dios me amara,
no permitiría esto».
Y decide alejarse de Dios,
no puede acoger esa promesa.
Dios, mire, ¿quién es este Dios?
El único que puede decir esto es
el Dios todopoderoso
y soberano del universo.
Dios dispone todo.
Eso le ocurrió a usted, a usted.
Dios dispone que todo
funcione para nuestro bien.
O sea, Dios cambia las peores
cosas para bien,
si confío en Él.
Y si tan solo puedo decir:
«Señor, no lo entiendo.
No me gusta.
Es doloroso.
Siento la pérdida».
«Esto no cuadra con lo que
pienso de Ti, pero confiaré en
Ti, porque eres Dios amoroso y
te agradeceré a pesar
de todo lo que siento».
Usted dirá: «Eso no es real».
¿Sabe cuándo será real?
Al hacerlo.
Y a veces pensamos: «Pues,
si no lo siento, no es real».
Mire, Dios es el mismo aunque
las cosas marchen bien o mal.
Dios no cambia.
Si Dios hace una
promesa, la cumple.
Una tercera razón para dar
gracias: Agradecer a Dios nos
ayuda a confiar en cuando
no entendemos el porqué.
Todos hemos pasado
por circunstancias
en las que no
entendíamos el porqué.
Dios nunca promete
decirnos por qué.
Promete estar conmigo, pase
lo que pase estará allí para
ayudarnos a encararlo y
superarlo, esa es su promesa.
Y algo en cuanto a la gratitud,
dar gracias a Dios nos ayuda a
recordar el hecho de que
no tenemos que entender.
Solo hay que ser
obedientes en el proceso.
Y creo que lo otro que sucede
es que es esencial para nuestro
gozo en medio del sufrimiento.
O sea, para regocijarme
de modo realista,
debo darle gracias a Dios.
Mucha atención.
El dolor y el sufrimiento que
está pasando quizás sea tan
profundo, tan intenso
y tan agobiante,
que al darle gracias a
Dios, no lo sienta.
Bueno, ¿qué piensa Dios de eso?
Dios piensa lo siguiente:
«Entiendo como te sientes.
«Conozco tu dolor, tu
pesar, tu sufrimiento.
sé que cuando me dices que
estás bien, son solo, son solo
palabras, porque es lo
único que puedes decir ahora».
Lo maravilloso de un
Dios amoroso es esto:
Cuando no puedo ni expresarlo,
Dios escucha.
Al sentirme rechazado, excluido,
herido, tan lleno de dolor,
quizás sea un dolor físico.
Si mi dolor grita más
fuerte de lo que hablo,
de algo estoy seguro.
Dios me escucha,
aunque más nadie escuche.
Puedo darle gracias.
Puedo darle gracias a
Dios pese a lo que sea.
Mire, puedo agradecer de labios,
y eso cuenta, hasta que pueda
dar gracias de corazón,
con mi alma, espíritu y ser.
Todo cuenta para Dios; pues
Él entiende cuán profundo
es nuestro dolor.
La razón por la cual lo sé es
porque Dios entendió lo que
sentía Jesús, cuando estaba en
la cruz, clamando: «Dios mío,
Dios mío, ¿por qué
me has desamparado?».
Cuando pienso en eso,
creo que Dios entiende.
Quizás cuando no lo sienta y no
sea sincero en cuanto a la ayuda
de Dios, Él entiende también.
Entendió a su hijo.
Nos entiende a nosotros.
También creo que podemos
decir cuando: «Gracias, Señor,
por los momentos difíciles».
Algo pasa con nuestra
experiencia que cambia o impacta
nuestro testimonio.
Entonces cuando podemos
decirle a alguien:
«Sabe, he pasado por eso».
O cuando podemos decir: «Sé lo
que es caminar en sus zapatos»,
«y puedo decirle que
entiendo por qué no cree.
Entiendo por qué sufre.
Entiendo por qué no quiere
hablar con Dios; que no
entiende lo que
Él está haciendo.
«Lo entiendo porque
yo pasé por eso».
Nuestro pesar, dolor,
sufrimiento, penas,
cargas, ¿qué hacen?
Abren la puerta de par en
par para otras personas que
necesitan ver adentro y decir:
«Hay alguien que me
entiende por completo».
Así que tenemos mayor impacto.
Además, nos ayuda a reemplazar
nuestra propia ansiedad por paz.
O sea, ya no tendrá ansiedad
sino una gran sensación de paz.
Y lo interesante de la
palabra griega «paz»,
en griego es «eirene»,
que significa unir.
Entonces, al pensar en la paz
de Dios, estamos unidos a Él.
Al pensar en la gran sensación
de su presencia y poder en
nuestra vida,
estamos unidos a Él.
Y cuando podemos darle gracias,
algo nos pasa por dentro.
Lo que pasa es que la ansiedad
en nosotros se desploma
y nos llena la paz de Dios.
Mucha atención.
Nada más ha cambiado.
Quizás físicamente
siga sintiendo lo mismo.
Emocionalmente quizás siga
sintiendo lo mismo
al pensar en eso.
Hay un sentido abrumador de
indescriptible paz que solo
viene mediante una relación
personal y estrecha con Cristo.
Entonces, ¿qué es lo más sabio?
Al pasar por algún trauma, ¿saca
la botella y bebe, o fuma, se
droga o tiene un amorío, o
huye de las circunstancias?
Es decir, ¿cómo reacciona?
Al volverse al
Señor Jesucristo,
quizás al principio
no lo sienta.
Tal vez ni sepa cómo decirlo.
Quizás le diga a Dios:
«Ni siquiera sé orar».
Está bien.
Dios conoce su corazón.
Hable con Él.
Siga orando, al rato estará
dándole gracias a Dios, le
sorprenderá porque esa es
la obra del Espíritu Santo.
Suavizar nuestro corazón, darnos
entendimiento, ayudarnos a ver
que Dios está presto, ¿qué dijo
Pablo también en esta epístola?
«Por nada estéis afanosos
sino sean conocidas vuestras
peticiones», ¿Quiere
decir sin ansiedad?
No, no quiere decir eso porque a
veces nos abruma
la ansiedad de inmediato.
Pero no se quede allí.
«Estoy ansioso
ahora, pero, Señor…»
Cuando empiezo a orar y a darle
gracias a Dios en medio
de mi ansiedad, ésta se
convierte en paz.
Y a veces leemos la Biblia y
decimos: «Eso quiso decir».
No es que nunca nos
sentiremos ansiosos.
Pero al estarlo, nos volvemos a
Dios y la ansiedad
se convierte en paz.
«No lo entiendo, Señor,
pero quiero agradecerte
que estés en control.
Te doy gracias
porque sabes cada detalle.
Te doy gracias
porque sabes mi futuro.
Gracias porque tienes
un plan para mi vida.
Quiero darte gracias
porque resolverás todo.
No me gusta.
No lo entiendo.
Y Señor, me duele mucho;
pero quiero darte gracias,
gracias, gracias
porque no me has dejado.
«Me ayudarás en esto».
Y Dios lo hará.
La gratitud es parte de esto.
Entonces, y es una de las
cosas más difíciles al estar muy
dolidos, en nuestro ser, es
enfocarnos en Dios en lugar de
nuestras circunstancias.
Si me enfoco en las
circunstancias, pasa esto: El
dolor se vuelve intolerable.
La paz me elude.
Nada pareciera salir bien.
Si me enfoco en lo que está
sucediendo y me enfoco en lo que
creo que es la
situación y las circunstancias.
Si ese es mi enfoque,
no tendré paz alguna.
Si ese es mi enfoque, no
tendré gratitud alguna.
Debo enfocarme en lo
que sé que es cierto.
Mire, en lo que sea que
enfrente, esto es cierto.
Si usted es seguidor de
Cristo, esto es cierto.
Si no lo es, no es cierto.
Si usted es seguidor de Cristo y
está pasando un mal momento
en su vida, sea lo que sea,
tiene esto por seguro.
Número 1: no está solo.
Número 2: Dios está con usted.
Número 3: Dios le ama.
Número 4: Está
eternamente seguro.
Y puedo seguir y seguir, con lo
que sucede cuando empezamos
a verlo desde la
perspectiva de Dios.
Porque Él es esa clase de Dios.
Ahora, si usted no tiene
a Cristo, ¿entonces qué?
¿Tiene a qué aferrarse?
Puedo decirle que sin
Jesús, no tiene a qué aferrarse.
Si no ha aceptado a Cristo como
su Salvador personal,
este es el momento perfecto.
Entonces, dice: «¿Qué hago?».
En primer lugar, dígale
que cree quién es Él.
«Señor, creo en quién eres.
No lo entiendo todo.
Pero creo en quién eres.
Creo en el testimonio de la
Escritura que enviaste a Jesús
al mundo con el
propósito de morir en la cruz.
Y de algún modo, aunque no lo
entienda todo, Señor, de algún
modo, leo en la Biblia que
su muerte hizo posible
que me perdonaras
de mis pecados».
Y eso sucedió.
Al derramar su sangre,
fue su vida, Él la entregó.
Entonces al clamar a Dios
para que perdone
su pecado, Él lo hará.
No tiene que rogarle, hacer
promesas, no hará tal cosa, no.
Pídaselo.
Dice que si confesamos nuestros
pecados, Él es fiel y justo para
perdonar nuestros pecados y
limpiarnos de toda maldad.
Y luego dice que somos
perdonados, escribe nuestro
nombre en el Libro de
vida, el libro eterno.
Al morir irá al cielo, no por
ser perfecto, sino porque el
Hijo perfecto de Dios pagó el
precio perfecto para
que usted fuese perdonado.
Sería una gran pena
que muriera sin Cristo,
especialmente si ha
escuchado la verdad.
Y no importa lo que enfrente en
la vida, puede ser perdonado.
Dios cambiará su futuro eterno,
si usted lo hace sinceramente.
Y esa es mi oración por usted.
Padre, oh cuán, cuán,
cuán agradecidos estamos.
Y aunque pudiéramos mencionar
tantas cosas, con una basta:
Agradecidos por Cristo, de
quien viene toda
cosa buena y bendición.
Te pido que todo el que escuche
este mensaje sea tan sabio que
reciba a Cristo
como su Salvador.
Y todo el que esté pasando por
dificultad, dolor, sufrimiento,
y toda clase de
adversidad, esté,
no por sentimiento sino por
elección, dispuesto a darte
gracias por lo que
estás haciendo.
Cualquiera sea su razón, te
dé gracias por
tu propósito en su vida.
En el nombre de Jesús, amén.
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