El seguir a Cristo – Dr. Charles Stanley
Qué hace que alguien sea un seguidor de Cristo? ¿Ir a la iglesia? ¿Donar dinero a buenas causas? ¿Intentar ser una buena persona? La respuesta es en realidad mucho más simple: todo lo que hay que hacer es seguir al Líder. En este mensaje, el Dr. Stanley describe cómo caminar en los pasos del Señor Jesucristo, comenzando con entregarle nuestra vida y luego reflejar la vida de oración, servicio y sacrificio del Señor. No se deje atrapar por el cristianismo nominal, tome su cruz y siga al Líder. Para más mensajes de Charles Stanley, incluyendo la transmisión de esta semana, visite www.encontacto.org/vea
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Dr. Stanley: Si yo le hiciera
esta sencilla pregunta: ¿Es
usted seguidor de Cristo?
¿Cómo contestaría?
¿Es seguidor de Cristo?
Bien, si le preguntara eso a
algunas personas, dirían:
«¿Quiere decir que si creo
en Dios?».
No, solo le pregunto si es
seguidor de Cristo.
O tal vez respondan: «Bueno, sé
acerca de Él».
Esa no es la pregunta.
Y a menudo dirían: «Pues sí voy
a la iglesia».
Tampoco esa es la pregunta.
O quizás digan: «De vez en
cuando asisto a la iglesia,
sirven la comunión y participo».
No, le pregunté si es seguidor
de Cristo.
«Bueno, doy a buenas causas».
Esa no es la pregunta.
«Creo que soy buena persona».
No pregunté eso.
«Trato de llevar una vida buena;
no bebo ni le soy infiel a mi
esposa».
No le pregunté eso.
«Oro cuando siento la necesidad
de hacerlo».
No le pregunté, le pregunté si
es seguidor de Cristo.
Es sorprendente cuántas personas
tienen diferentes respuestas,
como: «Pues sí me considero una
persona religiosa».
Tampoco le pregunté eso.
«Bueno, mis padres eran muy
religiosos».
Ni eso le pregunté tampoco, y la
verdad es que todas esas
respuestas, cualquiera o todas
juntas, no equivaldrían a ser o
no ser seguidor de Cristo.
Mucha gente cree que si ciertas
actividades son propias de su
vida, o ciertas experiencias,
entonces eso lo hace seguidor
de Cristo, eso lo hace
cristiano; no siempre es así.
Así que vayamos a Mateo capítulo
4, versículo 18.
¿Es usted seguidor de Cristo?
Escuche lo que dice la Biblia,
versículo 18 de Mateo 4:
«Andando Jesús junto al mar de
Galilea, vio a dos hermanos,
Simón, llamado Pedro, y Andrés
su hermano, que echaban la red
en el mar; porque eran
pescadores.
Y les dijo: ‘Venid en pos de mí,
y os haré pescadores de
hombres’.
Ellos entonces, dejando al
instante las redes, le
siguieron».
¿Dónde encaja Cristo en su vida?
Pensando en eso, consideré que
el título de este mensaje sea:
El seguir a Cristo.
Entonces, lo que quisiera hacer
en este mensaje es darle las
actividades y las experiencias
de un verdadero seguidor de
Cristo, para que pueda decidir
si lo es o no.
Porque hay ciertas cosas que son
esenciales para un seguidor de
Jesucristo.
Muchas personas creen serlo,
muchas no están seguras, muchas
saben que no lo son, y muchas en
verdad son seguidores de Cristo.
Así pues, el propósito de este
mensaje es solo aclarar eso.
Espero que tenga un lápiz o un
bolígrafo, y un papel, y
quisiera que escribiera esto
porque cuando alguien le
pregunte: «¿Es seguidor de
Cristo?».
Puede decir «sí», en concreto,
si sabe cómo decir que sí.
Quisiera que examinara su
corazón y se preguntara no si va
a la iglesia, si ha sido
bautizado, o tomado la comunión,
o ha hecho esto o lo otro,
sino: ¿Soy en verdad
un verdadero seguidor de Cristo?
Entonces, ¿cómo es un verdadero
seguidor de Cristo?
¿Cómo suena?
¿Cuáles son las evidencias?
¿Cuáles son las experiencias de
un verdadero seguidor de Cristo?
Así que espero que lo escriba
ahora.
Para ser seguidor de Cristo,
el paso número 1 es:
nacer de nuevo.
Juan 3.3 dice: «Respondió Jesús
y dijo: ‘De cierto, de cierto
os digo, que el que no naciere
de nuevo, no puede ver el reino
de Dios'».
O entrar al reino de Dios.
Así que el primer paso para ser
seguidor de Cristo es nacer de
nuevo.
Olvídese entonces del asunto de
la iglesia, el bautismo y todo
lo demás, es nacer de nuevo; lo
cual es cuestión de confesar sus
pecados, rendir su vida a
Cristo, aceptar su perdón en su
vida, y comenzar a andar en sus
caminos.
Primero que todo, nacer de
nuevo.
¿Ha nacido usted de nuevo?
Cristo no pudo haber sido más
claro al hablar de nacer de
nuevo.
No solo ser mejor, no solo
mejorar, sino nacer de nuevo
como resultado de su confesión,
arrepentimiento y entrega a
Cristo como Señor y Salvador.
Paso número 1, ¿lo anotó?
Diga amén.
Paso número 2, es que si es
seguidor de Cristo, será una
persona que ora.
Escuche este pasaje de
Jesucristo en Lucas 6, versículo
12: «En aquellos días él fue al
monte a orar, y pasó la noche
orando a Dios».
Quizás alguien diga: «Pues yo
oro».
Y ¿con qué frecuencia ora?
«De vez en cuando».
No, si en verdad es seguidor de
Cristo, la oración es parte
crucial de su vida.
De hecho, ¿cómo comienza el
día en este mundo
sin hablar con Dios?
Y ¿cómo se duerme en la noche
con seguridad perfecta sin
hablar con Dios?
¿Cómo afronta los problemas en
la vida sin oración?
Es decir, la oración debe ser no
solo un hábito, sino parte muy
importante de nuestra vida.
¿Orar por qué?
Orar por todo.
Jesucristo oró por muchas cosas,
pero deseo que notemos esto:
Mire, he aquí el Hijo de Dios,
comenzaba su día a solas
con Dios.
¿Cuántas veces he hablado de
comenzar el día con oración, a
solas, pasar un tiempo en
quietud?
Si desea ser seguidor de Cristo,
un seguidor hace lo que haga el
líder, ¿cierto?
Así que, primero que todo, nacer
de nuevo; segundo, hacer de la
oración un hábito muy vital en
nuestra vida.
Entonces le pregunto, la mayoría
aquí se consideran seguidores de
Cristo: ¿Dónde cabe la oración
en su vida diaria?
¿Es algo que hace si está en
problemas?
¿Si tiene necesidad?
¿Si está enfermo?
¿Si se acuerda?
¿O si casi tiene un accidente y
le da gracias a Dios?
Pero: «Orad sin cesar»,
dice la Biblia.
Jesucristo comenzaba su día, no
solo en este versículo sino en
otros, comenzaba su día a solas,
hablaba con Dios.
Claro, los discípulos que no
aguantaban tenían que
encontrarlo e interrumpirlo.
Pero, segundo, la oración es
una parte vital.
Tercero, si en verdad somos
seguidores de Cristo, debemos
escucharlo.
En Mateo capítulo 17, versículo
5, escuche lo que dice la
Palabra: «Mientras él aún
hablaba, una nube de luz los
cubrió; y he aquí una voz desde
la nube, que decía: ‘Este es mi
Hijo amado, en quien tengo
complacencia; a él oíd'».
Es su Palabra, y creo que una de
las debilidades más grandes
entre los creyentes es no
escuchar a Dios.
Dios es el Dios soberano del
universo, Señor, Amo de todo,
quien requiere nuestra
obediencia, rendición, y nuestro
reconocimiento de su dominio
como Dios en esta sociedad y en
el mundo.
¿Cuántos estamos escuchándolo?
¿Cuándo fue la última vez que se
puso de rodillas, o se retiró a
un lugar en particular a orar, y
dijo: «Señor, hoy no te diré
nada, solo quiero escucharte»?
Quizás diga: «He escuchado a
Dios y no me ha dicho nada».
¿Sabe por qué?
No ha tenido la actitud
correcta.
El Dios soberano del universo,
quien le amó tanto que envió a
Jesucristo a morir por sus
pecados, siempre está disponible
para escuchar las oraciones de
sus hijos que vienen a Él con
sinceridad.
No significa ir a Dios después
de confesarle todo, porque a
veces vamos a Él para confesar y
arrepentirnos de nuestros
pecados lo que sea.
Pero un seguidor de Cristo es
alguien que ora y escucha a
Dios, a la vez que habla con Él.
Así que le pregunto: ¿Ha nacido
de nuevo?
¿Qué lugar tiene la oración en
su vida?
¿Con qué frecuencia toma
tiempo para escuchar a Dios?
O ¿es usted el único que habla?
Mucha gente ora así: «Señor,
vengo a ti hoy por mis
necesidades.
Las conoces todas y confío en
que me protegerás, guardarás y
cuidarás, y sabes lo que
quisiera tener.
Sabes todo lo que está en mi
lista.
Y confiaré en ti, en que me
cuidarás hoy, en el nombre de
Jesús, amén».
Todo eso se trata de mí, lo mío,
y yo.
Nada de eso es para adorar al
Dios Santo, quien merece nuestra
lealtad y obediencia al andar
fielmente delante de Él.
Número 4: para ser seguidores de
Cristo hay que creer en Él.
Este versículo sencillo: «Porque
de tal manera amó Dios al mundo,
que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él
cree, no se pierda, mas tenga
vida eterna».
Confiar en Dios, tener fe en Él,
Juan 3.16, por ejemplo, ese
versículo es esencial para que
lo sigamos.
Si no creo en Él, no haré lo que
dice.
Si no creo en Él, no lo
obedeceré.
Si no creo en Él, no andaré en
sus caminos.
Si no creo en Él, viviré
enfocado en lo que quiero,
cuando lo quiero, sea lo que
sea.
¿Puede usted decir con
sinceridad «vivo por fe»?
Confío a Dios mis necesidades,
mis dificultades, mi dolor.
Confío en Dios cuando enfrento
una tentación.
¿Qué parte tiene la fe en mi
diario andar, en mi vida
práctica?
Entonces, número 5, si somos
seguidores de Cristo debemos
obedecerlo, lo obedeceremos.
Juan 8.12, dice: «‘Yo soy la
luz del mundo; el que me sigue,
no andará en tinieblas, sino que
tendrá la luz de la vida'».
O sea, «el que me sigue, el que
me obedece».
Si en verdad soy seguidor de
Cristo, la obediencia es
fundamental, además, es el deseo
de mi corazón.
Si entiendo quién es Jesucristo,
sería un tonto si no lo
obedeciera.
La Biblia dice: «Porque la paga
del pecado es–» ¿Qué?
Sonó muy débil.
«Porque la paga del pecado es–»
¿Qué?
Muerte, correcto.
¿Por qué querría pecar contra
Dios, si sé que al final habrá
muerte?
No solo muerte física; podría
ser muerte a mi facultad de amar
a alguien; podría ser muerte a
la oportunidad de que Dios
bendiga mis ingresos por haberlo
desobedecido con ellos, y así
podríamos seguir con la lista.
La obediencia es esencial para
ser seguidores de Cristo.
Quizás alguien diga: «¿Por qué
dedica tanto tiempo a esto?».
Permítame preguntarle: ¿Por qué
dedicó la mayoría de esas
primeras horas y días en la vida
de sus hijos diciéndoles «debes
hacer esto»?
«Quiero que crezcas y seas–»
¿Qué les enseñaba a sus hijos?
¿A hacer qué?
A obedecerle, porque quería que
crecieran y fueran lo mejor
posible.
Si sigue a Cristo, lo obedecerá.
Si no lo obedece, le agradecerá
por darle suficientes penas,
problemas y pruebas para
corregir la distracción en su
vida.
La obediencia a Dios es
fundamental, y a la gente no le
gusta hablar de obedecer a
Dios, quieren hablar de
cuán bueno es Dios.
Pues claro que Dios es bueno, y
¿sabe una de las razones por las
que es bueno?
Porque nos enseña a obedecerlo a
Él, quien es la fuente de todo
lo bueno en nuestra senda.
Ahora, espero que esté
escribiendo estas cosas, y
espero que antes de acostarse
esta noche, las examine.
De hecho, sería buena idea tener
esta lista junto a su cama, para
que diga: «Bien, Señor, sé que
soy tu seguidor, sé que he
nacido de nuevo, estoy orando,
estoy escuchándote».
O sea, examínese.
Un verdadero seguidor de
Jesucristo hará cada una de
estas cosas.
Hasta ahora, tenemos razón,
¿cierto?
Amén.
Sonó muy débil,
pero ya se despertarán.
Debemos obedecerlo y, asimismo,
debemos amarlo.
Si vamos a seguir a Cristo, lo
amaremos.
Escuche Marcos 12.30: «Y amarás
al Señor tu Dios con todo tu
corazón, y con toda tu alma, y
con toda tu mente y con todas
tus fuerzas».
Vea esto: «Y amarás al Señor tu
Dios con todo tu corazón».
Uno no dividido, mitad en el
mundo y mitad con Dios.
«Con todo tu corazón, y con toda
tu alma».
O sea, con todo su ser, con toda
su personalidad.
Y él dice: «con toda tu mente».
O sea, mucha atención, si amo a
Dios con toda mi mente, tendré
cuidado con lo que pongo en mi
mente, con lo que pienso, en
quién pienso, y la clase de
pensamientos que tengo.
Si en verdad soy seguidor de
Cristo y lo amo con todo mi
corazón, alma y mente, tendré
mucho cuidado con lo que pongo
en mi mente.
Mire, no puede amar a Dios con
todo su corazón y sentarse a ver
en la televisión algo que dañe
por completo su mente, rete su
sentido de obediencia, desafíe
el sentido de pureza en su
corazón; no si en verdad lo ama.
Y llegamos a este tema de
amarlo, ese amor influirá en lo
que pienso, mi forma de pensar,
adónde voy, lo que digo, lo que
hago.
Amar cubre cada aspecto de
nuestra vida.
Así que pienso en la gente que
dice: «Claro que sí, soy
creyente, soy seguidor de
Cristo»; sin embargo, ni
siquiera han pensado en cómo sus
actividades señalan si son o no
creyentes.
Asimismo, compartirlo; o
sea, hablarle a alguien más
acerca de Él.
Escuche lo que dijo en Mateo 28,
versículo 19, se sabe estos
versículos: «Por tanto, id, y
haced discípulos a todas las
naciones».
O sea, proclamar la Palabra,
llevar la verdad de su Palabra a
todas las naciones.
A quienes nos aman, a quienes
nos odian.
Pienso en cómo ese versículo
se lleva a cabo hoy
en el mundo entero.
Hay gente que arriesga su vida
24 horas al día para llevar la
verdad sencilla del evangelio a
la gente a su alrededor.
Jesucristo envió a sus
discípulos a un mundo de odio,
enemistad, amargura y muerte;
pero es nuestra responsabilidad
proclamar su Palabra.
Eso significa que debo hablarle
a alguien, pero le pregunto:
¿Cuándo fue la última vez que,
de forma intencional y
deliberada, escogió a alguien
que usted sabía que en verdad
necesitaba conocer al Señor
Jesús, que necesitaba ser salvo?
¿Cuándo fue la última vez que
les dijo algo?
Tal vez solo algo breve, o
alguna invitación, lo que sea,
para llevarlos adonde puedan ser
salvos y comenzar a seguir a
Cristo.
Él les dijo eso a sus
discípulos, pero su intención
era que todos lo hiciéramos.
Ir por todo el mundo y predicar
el evangelio, sí; pero debemos
decirles cómo, 1 por 1.
No tenían televisión, ni radio,
ni micrófonos, ni nada; pero
transformaron el mundo de aquel
entonces.
Hoy tenemos el privilegio de
llegar a cada rincón de la
Tierra donde vivimos.
Tenemos la facultad y la
capacidad de llevarlo, pero la
verdad es esta: no estoy seguro
de cuán genuino sea yo, si no
estuviera interesado en alguien.
Una cosa es decir todo el mundo,
pero ¿qué de alguien?
Todo el mundo conoce a alguien a
quien decirle algo, al menos
despertar su atención respecto a
su relación con Dios.
Eso es un verdadero seguidor de
Cristo.
Es decir, no lo seguimos a
ciegas, sino que seguimos a
Cristo siendo sensibles a las
personas que nos rodean, quienes
no lo siguen, y lo necesitan con
urgencia.
Todos conocemos a alguien hoy
que necesita a Cristo en su
vida.
Mire, un verdadero seguidor de
Cristo no cierra sus oídos, ni
sus ojos, ni sus sentimientos.
Somos sensibles a gente a
nuestro alrededor que necesita a
Cristo con urgencia.
Desde luego, número 8: servirle.
Si somos seguidores de Cristo,
le serviremos de alguna manera.
Escuche lo que dice la Palabra
en Juan 12.26: «Si alguno me
sirviere, mi Padre le honrará».
Más claro que el agua: «Si
alguno me sirviere, mi Padre le
honrará».
¿Quiere que Dios le bendiga?
Esta es una de las promesas más
breves en la Biblia: «Si alguno
me sirviere, mi Padre le
honrará».
Todos tenemos la facultad de
servir al Señor de algún modo.
«Pues ¿cómo sirve al Señor?».
Sirviendo de algún modo a
alguien más.
Hay muchas formas de servir al
Señor, pero el asunto aquí es
que Él quiere que nos demos
a otros.
Pensemos en esto, ¿no fue eso lo
que Él hizo?
Vino al mundo, vivió 30 años, en
los que trabajó como carpintero;
luego dedicó sus últimos años a
predicar el evangelio, a
compartir la verdad, y murió en
la cruz por nosotros.
¿Qué hacía?
Servía al Padre.
Y cada vez que hacemos algo que
es agradable a Dios, sabio,
útil, ya sea en palabra o hecho,
¿qué hacemos?
Servimos a Dios, eso hacen los
verdaderos creyentes.
Los seguidores de Cristo no son
egocéntricos, sino que ven a su
alrededor.
Los seguidores de Cristo pueden
sufrir con la gente que sufre.
Los seguidores de Cristo pueden
discernir cuando alguien a su
alrededor sufre, y a nadie más
parece importarle o entender.
Los seguidores de Cristo están
dispuestos a servir a otros al
dar, al alentarlos de alguna
forma, al proclamarles la verdad
del evangelio, o presentarles la
verdad del evangelio aunque no
quieran escucharla.
Los seguidores de Cristo marcan
la diferencia.
Desde luego, esta es una que no
nos gusta: los seguidores de
Cristo sufren por Él, están
dispuestos a sufrir por Él.
Filipenses 1.29, un versículo
maravilloso: «Porque a vosotros
os es concedido a causa de
Cristo, no sólo que creáis en
él, sino también que padezcáis
por él».
Quizás diga: «Bueno, no sé por
qué tengo que sufrir para ser
cristiano».
Tal vez nunca tenga que sufrir
para ser cristiano, pero si
quiero seguir a Cristo,
es probable que sufra
de algún modo.
Quizás piense: «Bueno, los
pastores no sufren».
No se ha puesto en nuestros
zapatos.
Así pues, si sigue a Jesucristo,
sufrirá.
Preste atención, sufrirá el
rechazo de algunos, tal vez
sufra con su situación
económica, o sufra por su
empleo, puede que sufra, en sus
relaciones.
Si es un verdadero seguidor de
Cristo, hay gente que no le
querrá en su círculo.
¿Sabe por qué no lo quieren?
Porque los hace sentir
incómodos.
Porque su personalidad tiene
algo que no encaja con ellos.
Aman el mundo, usted no.
No bebe lo que beben, ni va
adónde van, ni viste lo que
visten; así que hay algo en
usted que no les cuadra.
Pero la Biblia dice que debemos
sufrir por Él.
O sea, debemos estar donde
necesitamos estar, seamos
aceptados o no.
Debemos hacer lo que tengamos
que hacer, les guste o no.
Hay que compartir el evangelio,
sea aceptado o rechazado:
verdaderos seguidores de Cristo.
Ahora, si los ha escrito, que
espero que sí, póngalos en su
casa junto a su cama, y esta
noche antes de dormirse, véalos.
No tiene que decir todo lo que
he dicho, solo: nacer de nuevo,
orar, escuchar, creer, obedecer,
amar.
Fíjese, cuando justo antes de
dormir repasa algo así, se
duerme con eso en mente, eso es
lo último en lo que piensa, toda
la noche su mente programa esa
verdad en su razonamiento.
Cuando se despierta en la
mañana, si repasó todos esos y
dijo: «Señor, quiero ser
seguidor de Cristo hoy, gracias
porque he nacido de nuevo», y
repasa toda la lista.
No le tomará mucho en
aprendérselos de memoria, porque
su mente se ha programado para
pensar como Dios quiere que
piense.
Y ¿qué sucede?
Dios transforma nuestra vida sin
siquiera darnos cuenta de lo que
sucede, y esa es mi oración por
usted.
Hoy está aquí, quizás esté de
visita, o tal vez lleve varios
domingos asistiendo, pero no ha
nacido de nuevo.
No ha aceptado a Cristo como su
Salvador, ni le ha rendido su
vida; ese es el primer paso, y
le animo porque, mire, lo demás
no cuenta.
Mmm-mmm-mmm olvídese de los
demás hasta que dé el primer
paso, porque todos los demás
tienen de base el primero.
Si está dispuesto a pedirle al
Señor Jesús que perdone sus
pecados, y rinde su vida hoy a
Él, y quiere edificar sobre este
fundamento que es su fe en
Cristo, Él está dispuesto a
perdonar sus pecados y a
comenzar hoy mismo con usted,
dándole la vida más maravillosa
que podría imaginarse.
¿Amén?
Amén.
Oremos.
Padre, te damos gracias porque,
en tu infinita sabiduría,
hiciste la verdad tan sencilla
para que todos la entendiéramos
a fin de andar en obediencia a
tu voluntad.
Graba estas verdades en nuestros
corazones y mentes.
Padre, te pido que traigas a la
memoria de cada persona que
antes de apagar la última luz,
vuelva a leer esto y te pida que
actúes en su corazón.
Y después de encender la luz
mañana, que vuelvan a leerlo.
Y Señor, que traigas a su mente
uno o todos estos a lo largo del
día en su trato con otros.
Al escuchar sus penas, sus
problemas, sus cargas.
Somos tus seguidores, Señor;
queremos ser tus seguidores
genuinos e impactar
la vida de otros.
Te damos gracias
en el nombre de Jesús, amén.
[música]