El momento más importante de la historia de la humanidad – Dr. Charles Stanley
Basado en Lucas 24.13-18, este mensaje examina cómo la crucifixión representa el momento más importante de la historia de la humanidad. El Dr. Stanley explica que, por medio de la crucifixión de Cristo, Dios juzgó el pecado, derrotó a Satanás y nos reconcilió con Él. Para más mensajes de Charles Stanley, incluyendo la transmisión de esta semana, visite www.encontacto.org/vea
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locutor: En Contacto con el
Dr. Charles Stanley celebra
45 años de la fidelidad de Dios.
Hoy, en el programa
En Contacto,
«El momento más importante
de la historia de la humanidad».
Dr. Charles Stanley: ¿Cuál
es el momento cumbre
en la historia humana?
Pues si le preguntara eso
a la gente, por ejemplo,
si le pregunta a un historiador,
un filósofo o un científico,
quizás cada uno
diría algo distinto.
De hecho, casi a cualquiera
que le pregunte:
¿Cuál es el momento crucial
de toda la historia humana?
Tendría más de mil
respuestas distintas.
Pero si se lo preguntáramos
a Dios,
muy pronto vendría su respuesta
muy clara, muy rápido
porque creo que,
desde su perspectiva,
el momento crucial
en la historia humana fue
el momento de la crucifixión
de su Hijo Jesucristo.
Mucha gente no está de acuerdo
con eso,
tendrán que debatirlo con Dios.
Y entiendo por qué la lógica
diría, y desde otra perspectiva,
alguien diría: «Pues ese no
fue el momento crucial
de la historia humana, porque
fue un solo hombre que murió
entre 2 ladrones, 2 criminales».
Mire, la razón por la que
objetarían a esa respuesta
es solo porque no entienden
lo que pasó en la cruz.
De hecho, la mayoría de la
gente en verdad no entiende
lo que pasó en la cruz.
Al ver la cruz y ven
a Cristo colgado,
y clavado allí, tras haber
sido coronado con espinas,
y su herida final al costado,
y al ver todo lo que giró
entorno a la cruz y dicen:
«Cristo murió por mis pecados»,
o «Cristo murió en la cruz».
De lo que no se percatan es de
lo más importante que ocurrió
ese día; usted y yo nunca
lo entenderemos
al ver solo la escena.
Así que hoy quisiera mostrarle
por qué es el momento
más importante,
más esencial y cumbre
en toda la historia humana
es la crucifixión de Jesucristo.
Le invito a acompañarme
a Lucas 24;
y este pasaje en realidad
no describe la crucifixión,
pero deseo leerlo por
un versículo en particular.
Y por un lado es casi jocoso,
pero por otro lado es triste.
Cristo había sido crucificado
y resucitado de los muertos
y aquí van un par
de sus seguidores.
Aquí en Lucas capítulo 24,
desde el versículo 13,
se puede leer:
«Y he aquí, dos de ellos iban
el mismo día
a una aldea llamada Emaús,
que estaba a sesenta estadios
de Jerusalén.
«E iban hablando entre sí
de todas aquellas cosas
que habían acontecido.
«Sucedió que mientras hablaban
y discutían entre sí,
Jesús mismo se acercó,
y caminaba con ellos.
«Mas los ojos de ellos
estaban velados,
para que no le conociesen.
«Y les dijo: ‘¿Qué pláticas son
estas que tenéis entre vosotros
mientras camináis, y por qué
estáis tristes?’.
«Respondiendo uno de ellos,
que se llamaba Cleofas, le dijo:
‘¿Eres tú el único forastero
en Jerusalén
que no has sabido
las cosas que en ella
han acontecido
en estos días?'».
Cuando leí eso, y he leído este
versículo muchas veces,
cuando lo leí, caí de rodillas
de la risa, y le diré por qué:
porque solo Él sabía lo que
estaba pasando ese día.
Y le preguntaron: ‘¿Eres tú el
único forastero en Jerusalén
que no has sabido las cosas
que en ella han acontecido
en estos días?’.
Y Él era el único que sabía
lo que ocurrió el día
de su crucifixión.
«Entonces él les dijo:
‘¿Qué cosas?
Y ellos le dijeron: ‘De Jesús
nazareno, que fue varón profeta,
poderoso en obra y en palabra
delante de Dios
y de todo el pueblo’;
«y cómo le entregaron los
principales sacerdotes
y nuestros gobernantes
a sentencia de muerte,
y le crucificaron.
«Pero nosotros esperábamos que
él era el que había de redimir
a Israel; y ahora,
además de todo esto,
hoy es ya el tercer día
que esto ha acontecido.
«Aunque también nos han
asombrado unas mujeres
de entre nosotros, las que antes
del día fueron al sepulcro;
«y como no hallaron su cuerpo,
vinieron diciendo que también
habían visto visión de ángeles,
quienes dijeron que él vive.
«Y fueron algunos
de los nuestros al sepulcro,
y hallaron así como las mujeres
habían dicho,
pero a él no le vieron.
«Entonces él les dijo:
‘¡Oh insensatos,
y tardos de corazón
para creer todo lo que
los profetas han dicho!
«‘¿No era necesario que el
Cristo padeciera estas cosas,
y que entrara en su gloria?'».
Ahora, si le preguntan:
«¿Qué pasó el día de
la crucifixión de Cristo?
¿Qué pasó en la cruz?».
Lo primero que quisiera decir
es esto:
y es que Dios juzgó el pecado el
día de la crucifixión de Cristo.
Al Él ser crucificado,
Dios juzgó el pecado.
Esto profetizó en el huerto del
Edén cuando les dijo a Adán
y a Eva: «De todo árbol
del huerto podrás comer;
mas del árbol de la ciencia del
bien y del mal no comerás;
porque el día que de él
comieres, ciertamente morirás.
Luego recordará que por toda
la Biblia Dios nos advierte
del pecado.
Dice: «el alma que pecare,
esa morirá».
En Romanos capítulo 1,
habla muy claro
en el verso 18 dice que
la ida de Dios,
la animadversión de Dios,
su odio, hacia el pecado.
«La ira de Dios se revela desde
el cielo contra toda impiedad
e injusticia de los hombres
que detienen con injusticia
la verdad»; Dios odia el pecado.
Al decir que juzgó el pecado,
eso mismo hizo, porque por toda
la Biblia vemos que Dios expresa
su oposición vehemente a todo
pecado, por la sencilla razón
que sabe su poder destructivo
en la vida de una persona.
Con tan solo leer un periódico,
una revista, ver la televisión,
escuchar la radio, vemos las
graves consecuencias del pecado
en la vida diaria de la gente
casi todos los días.
Dios juzgó el pecado en la cruz.
Cuando decimos que Dios juzgó
el pecado en la cruz,
esto es lo que significa: Dice
que Cristo cargó nuestro pecado
en su cuerpo.
Lo cual significa, mucha
atención, que Dios encapsuló
todo el pecado de la humanidad,
desde Adán
hasta la última persona
que viviere.
Encapsuló todo ese pecado
con su penalidad, ¿y qué hizo?
Lo colocó sobre la persona de
Jesucristo, su Hijo unigénito.
Colocó todo ese pecado sobre Él,
y luego al hacer eso,
¿qué hizo Dios?
Mató a su Hijo unigénito,
lo mató y se separó de Él,
como un pecador.
Le puso el peso total de todo
nuestro pecado,
Él llevó todo nuestro pecado,
toda nuestra culpa.
Cualquiera pudiera tener
suficiente pecado en sus años
de vida, que solo
nuestro pecado bastaría.
Pero multiplique eso
por cientos,
miles y millones de veces.
Dios puso en su Hijo unigénito
la suma total, encapsuló todo
el pecado y lo puso sobre
la vida y el cuerpo
de su Hijo unigénito y luego,
lo condenó.
La palabra clave, si pudiera
pedir una palabra
que lo abarque todo,
es substituto.
Mire, Cristo fue a la cruz con
nuestra deuda de pecado,
y mi deuda de pecado,
cada pecado que hemos cometido,
que cometeremos,
además del de todo
el que ha vivido.
Dios lo puso todo sobre Él.
Y al hacerlo, luego lo mató.
O sea, crucificó a su Hijo
unigénito.
Así que al decir que Dios juzgó
el pecado en la cruz,
pues eso hizo.
Mire, Dios juzgó y condenó el
pecado en la persona de su Hijo.
No hay nadie que haya vivido, ni
que pueda vivir, con quien Dios
haya podido hacer eso; porque
todos hemos pecado contra Dios.
Así que tomó uno sin pecado para
llevar el peso y la penalidad
del pecado de toda la humanidad.
Pero hay algo más que hizo en
la cruz que lo hizo el momento
más importante de la historia
humana: que venció a Satanás.
Alguien dirá: «Un momento,
claro que Satanás no fue vencido
porque obra a diario».
Vemos a nuestro alrededor todo
lo destructivo que hay
en el mundo hoy, y vemos
que Satanás está detrás
de gran parte de eso.
Y quizás alguien diga:
«Pues si venció a Satanás,
en alguna parte Satanás
se le escapó».
No, no se escapó.
Él venció a Satanás ese día.
¿Cómo lo hizo?
Bien, pensémoslo un momento,
porque cuando Cristo les habló
a sus discípulos y estaba
contándoles a ellos y a otros
lo que iba a suceder,
esto fue lo que les dijo
en el capítulo 12 de Juan:
«Ahora está turbada mi alma;
¿y qué diré?
¿Padre, sálvame de esta hora?
Mas para esto he llegado
a esta hora.
Jesús sabía que vino a ser
el Cordero de Dios,
para llevar el pecado de toda
la humanidad.
«Padre, glorifica tu nombre.
Entonces vino una voz del cielo:
‘Lo he glorificado,
y lo glorificaré otra vez’.
«Y la multitud que estaba allí,
y había oído la voz,
decía que había sido un trueno.
Otros decían: ‘Un ángel
le ha hablado’.
«Respondió Jesús y dijo: ‘No ha
venido esta voz por causa mía,
sino por causa de vosotros.
«‘Ahora es el juicio de este
mundo; ahora el príncipe
de este mundo será
echado fuera'».
Satanás será vencido.
¿Y qué pasó en la cruz?
Satanás fue vencido del todo.
Ahora pensemos un momento
en esto.
Ahora, pensemos en esto
por un momento,
cómo parecía que
saldría victorioso.
Vayamos a Colosenses
capítulo 2,
porque quizás aquí sea
donde mejor se resume.
Colosenses capítulo 2,
este es otro pasaje bíblico
de suma importancia, y veamos
desde el versículo 13.
Colosenses 2 versículo 13, dice:
«Y a vosotros, estando muertos
en pecados y en la
incircuncisión de vuestra carne,
Dios os dio vida juntamente con
él con Cristo perdonándoos todos
los pecados, Mucha atención:
«anulando el acta
de los decretos que había contra
nosotros, que nos era contraria,
quitándola de en medio
y clavándola en la cruz,
«y despojando a los principados
y a las potestades,
los exhibió públicamente,
triunfando sobre
ellos en la cruz».
Ahora, ¿qué quiere decir con
anular el acta de los decretos
o la deuda?
Si alguien tenía una deuda,
solían hacer una lista
en un pergamino de todo lo que
debían y la clavaban
al dintel de su casa.
Cuando la deuda era exonerada
o pagada, quedaba saldada,
y la atravesaban con un clavo
para quitarla.
Lo que dice es solo que cuando
Cristo fue a la cruz y pagó
toda nuestra deuda de pecado,
Dios la quitó.
O sea, está destruida.
Mire, en el cielo no hay ninguna
deuda con nuestro nombre.
Y recuerdo que cuando era niño,
en la iglesia donde crecí
solían cantar este himno:
«Hay un nombre nuevo
en la gloria, mío es.»
Y cantaban otro himno: «Todo
debo a Él, pues ya lo pagó».
Hablando del pecado,
de la victoria en Cristo,
y de su gloria.
«Todo debo a Él,
pues ya lo pagó».
Todos tenemos una
cuenta en el cielo.
Bien, le diré que si ha aceptado
a Cristo como su Salvador
hay algo que sé de
nuestras cuentas.
Mucha atención, en nuestras
cuentas, como sea que Dios
las estampe, les puso el sello
que dice: «Saldada».
¿Cómo lo sé?
Lo sé por esto: Porque
cuando Cristo fue a la cruz,
fue como paga
por nuestro pecado.
Ahora, hay quienes dicen:
«Bueno, sé que Dios
me ha perdonado de mi
pecado pero ¿sabe qué?
No estoy muy seguro de ese
asunto de la seguridad eterna,
de que esté seguro
por la eternidad».
Le pregunto, si al ir a la cruz,
cuando Dios Padre le puso todo
el pecado, y murió y pagó
esa penalidad,
y el Padre lo condenó
por nuestro pecado,
le pregunto:
Si eso no expió todo su pecado,
sería decir que la muerte de
Cristo fue un pago parcial.
¿Y sabe qué?
Si la deuda solo fue pagada
en parte, sigo siendo deudor.
Y quienes creen en el
purgatorio, por ejemplo,
que han aceptado a Cristo para
que venga a sus vidas y perdone
sus pecados, pero un día
tendrán que morir y pagar más.
¿Sabe lo que implicaría eso?
Que la muerte expiatoria
de Cristo fue insuficiente,
que no funcionó,
que faltó algo,
algo quedó por fuera,
hay que pagar.
¿Cómo podríamos pagar el pecado
si el Hijo perfecto y eterno
de Dios no pudo pagarlo nunca
podríamos pagarlo nosotros?
Al aceptar a Cristo
como Salvador,
reconocemos que pagó
nuestra deuda total.
Ya no tenemos que dudarlo.
Mire, mucha atención,
Dios venció a Satanás
y este no puede volver
y sacarnos de la gracia de Dios,
de la seguridad eterna que Dios
nos dio,
porque si eso fuera posible,
significaría que su muerte
expiatoria solo fue
un pago parcial.
¿Y cuántas veces hemos dicho
que su muerte significa
que toda nuestra deuda
fue saldada?
No habría esperanza, ni certeza,
ni confianza, ni seguridad,
si Él no hubiera expiado
todo el pecado.
Mire, Satanás es
un enemigo vencido.
Como es de esperar, quiere
que creamos que no es así.
De hecho, si ve a su alrededor
y lo escucha,
estará de acuerdo con él.
Por ejemplo, aún enfrentamos
tentación, pruebas, dificultades
y adversidades, aún hay guerras,
derramamiento de sangre,
asesinatos, violaciones,
violencia y todo lo demás.
Alguien dirá: «Pues si
Satanás está vencido.»
Mire, está vencido en la vida
de todo creyente.
Todo hijo de Dios está
en la mano del soberano
y omnipotente Dios.
Dice que: estableció
en los cielos su trono
Y su reino domina sobre todos».
Por tanto, lo que nos venga,
debe venir con el permiso
de su voluntad.
Si nos salimos de su voluntad,
si vivimos en desobediencia
a Dios, si vivimos en rebeldía
a Dios, ¿qué sucede?
Desde luego, mucha atención,
claro que Dios
permitirá escarmiento.
Sin duda, Dios permitirá que
Satanás le ataque,
pero este no puede tomar
su vida;
Entonces ¿qué sucedió
en la cruz?
Bien, cuando pienso en
lo que le sucedió
a Jesucristo y considero
el hecho de que Él
no solo derrotó a Satanás, mire,
sino que lo despojó
de sus poderes.
No solo eso, sino que
lo expuso tal cual es.
¿Cuán malvado, vil, oscuro,
diabólico, infernal pudo ser
para casi desnudar al Hijo
de Dios, clavarlo a la cruz
ante una multitud de gente y
burlarse de Él hasta que murió?
¿Quiere saber qué
le hará Satanás?
Vea la cruz.
¿Quiere saber qué
le hará a su vida?
Le quitará todo lo que
tenga valor para usted.
Lo privará de su amor y su
bondad; le quitará el gozo,
la paz, la felicidad.
Lo engañará emocional
y espiritualmente;
lo estafará materialmente.
Hará todo lo posible por
destruirlo por completo.
Si le hizo eso al Hijo de Dios,
¿se cree vasija escogida
del diablo?
Por otro lado, será muy bueno
en engañarlo y hacerlo andar
en oscuridad y ceguera hasta
el día en que muera
y lo enfrente eternamente
en el infierno.
Dios expuso al diablo
tal cual es.
Satanás hizo todo lo posible
para menoscabar a Cristo.
¿Sabe lo que quiere
hacer en su vida?
Téngalo por seguro: Satanás hará
todo lo posible en su vida
para sacarle de la voluntad
de Dios.
Satanás le dará dinero,
oportunidades, privilegios,
le concederá deseos, le dará lo
que sea, para mantenerle fuera
de la voluntad de Dios, así de
detestable, vil y malvado es él.
Lo tercero que ocurrió
en la cruz fue esto:
Dios en Cristo Jesús reconcilió
al mundo consigo mismo.
¿Qué significa eso?
Tan solo esto: «Reconciliar»
significa unir a 2
que han estado separados,
distanciados,
quienes son enemigos.
Así pues ¿qué estaba haciendo?
Dios en Cristo Jesús
reconciliaba al mundo consigo.
Mire, no estamos reconciliados
con Dios;
eso no es algo que hagamos.
Reconciliación, esa unión,
al pensar en la cruz,
considero el hecho
de que lo extendieron
en la cruz como que si
no importa cuán bajo
la gente esté en la vida,
ni cuán lejos,
ni dónde se encuentren
en la vida,
los amorosos brazos
de Dios estaban extendidos.
¿Qué decía Dios?
«Quiero traerte a casa.
Quiero perdonarte.
Quiero que seas la persona
tenía en mente al crearte.
Te facultaré para que lo seas».
Dios estaba en Cristo
reconciliando, uniendo.
¿Qué hacía?
Dios tomó la iniciativa
de reconciliarnos,
de unirnos al hacer ¿qué?
Al condenar el pecado en la vida
de su Hijo y hacerlo cargar
el pecado y saldar toda nuestra
deuda, hizo esto:
llenó los requerimientos
de Dios.
Satisfizo las demandas
por la pena del pecado.
¿Cuál era la pena?
Muerte.
Así que la muerte colgaba sobre
toda persona que ha vivido.
Entonces para satisfacer
ese juicio,
alguien tenía que pagar
el precio.
Jesús satisfizo el requisito
de justicia divina.
Por tanto, Dios puede ser justo,
recto y santo,
perdonándonos a todos,
aunque su decreto decía:
«El alma que pecare,
esa morirá».
Porque Él saldó toda la deuda de
pecado, ahora puede aceptarnos
a cada uno de nosotros.
La cruz no es un par de palitos.
La cruz es nuestra única
esperanza, nuestra senda
de salvación,
la única posibilidad
del hombre ser reconciliado
con Dios.
Y cuando Jesús clamó:
«Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has desamparado?»
¿Y si eso hubiera sido lo último
que Él hubiera dicho?
Imagínese que hubiese sido lo
último que dijo, sería triste.
Pero doy gracias a Dios que
Juan dijo en el capítulo 19,
en el griego o el arameo sería
«tetelestai»,
una sola palabra «tetelestai»,
que significa «consumado es».
Esta no es la palabra
de una víctima,
ni de alguien que haya perdido
una batalla.
No es la palabra de un mártir,
sino de un vencedor.
Esta es la palabra de quien
ha salido victorioso.
Esta es la palabra de alguien
que ha ganado la batalla.
Jesús dijo: «Consumado es».
El maravilloso plan redentor
de Dios por la humanidad, mire,
sellado para siempre.
Y como resultado, Cristo murió
en la cruz, y todos los que
lo hemos aceptado como Salvador,
está tan consumado
que estamos seguros
por la eternidad,
no por nuestra conducta
sino nuestras promesas,
sino en la maravillosa
muerte vicaria,
expiatoria y substitutiva
de Cristo en el Calvario.
Esa es la esperanza
de la humanidad.
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