Cuando nos sentimos inferiores – Dr. Charles Stanley
¿Tiene problemas para aceptar el amor de Dios debido a sentimientos de inferioridad? Si conoce al Señor, Él le ama y le considera una preciosa obra de arte creada por Él. No permita que sus sentimientos bloqueen la belleza de esta verdad. Recuérdese a sí mismo el gran amor de Dios.
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[música]
locutor: En Contacto,
con el Dr. Charles Stanley.
Alcanzamos al mundo con el
evangelio de Jesucristo
por medio de una enseñanza
bíblica sólida.
Hoy en el programa
En Contacto,
«Cuando nos sentimos
inferiores».
Dr. Charles Stanley: Una de
las mayores barreras de nuestra
vida para alcanzar los logros,
las relaciones, las buenas
relaciones o la satisfacción
genuina en la vida, es lo que
sentimos acerca de nosotros.
Y esos sentimientos pueden
ser muy útiles o
absolutamente devastadores.
Alguien diría: «Entonces, ¿lo
que siento acerca de mí no tiene
importancia alguna?».
Lo que siente sobre usted tiene
demasiada importancia, porque,
escuche, usted actuará en
la vida de acuerdo a como se
siente, no puede
ser de otra manera.
Lo que piensa acerca de
usted dicta la forma
en que actuará en la vida.
Así, cuando alguien tiene
sentimientos, como por ejemplo
de inferioridad, afectarán
sin duda todo en su vida.
Lo afectarán en su trabajo, en
su hogar, con sus hijos, con sus
amigos, con cosas que
le gustaría lograr,
metas por conseguir.
Va a afectar cada
área de su vida.
Los sentimientos de inferioridad
son absolutamente devastadores.
Y en este mensaje quisiera
hablar precisamente de eso.
El título de este mensaje es:
La fuente de nuestra fortaleza:
Cuando nos sentimos inferiores.
Note que no dije:
«Cuando somos inferiores»,
sino: «Cuando nos sentimos
inferiores».
Hay muchos versículos pero
quisiera que vaya, primero, a
Efesios, capítulo 2, un
versículo en particular en este
pasaje, y es el versículo 10.
Porque en este pasaje recordará
que Pablo ha descrito lo que es
esencial para nuestra salvación.
Habla de nuestra
condición previa, muertos en
transgresiones y pecados y qué
pasaba en nuestra vida
antes de que Cristo llegara.
Y luego, cómo nos
salvó la gracia de Dios.
Si se fijan, por favor, en
el versículo 10 lo que dice.
Dice aquí : «Porque somos
hechura suya, creados en Cristo
Jesús para buenas obras, las
cuales Dios preparó de antemano
para que anduviésemos en ellas».
Hay un equipaje emocional que
la gente carga en su vida, no se
dan cuenta de que lo llevan.
Y toda su vida es un perjuicio,
es una desventaja, es un, es un
obstáculo para lo que Dios
quiere que sea, lo que Dios
quiere lograr y efectuar
en la vida de la persona.
Si le preguntara esta mañana:
«¿Ha tenido sentimientos de,
de ser inferior?».
Lo más probable, la
mayoría diríamos:
«Bueno, sí, sí, alguna vez».
Algunos diríamos:
«Oh, sí he tenido».
Y otros diríamos: «No
solo los he tenido,
sino que aún me siento así».
Quisiera que veamos un momento
y luego llegaremos al pasaje al
final, pero observemos la fuente
de esto y comencemos entonces
diciendo algo: una de las
fuentes de nuestros sentimientos
de inferioridad, que significa
sentirse menos que, sentir
no estar a la altura, sentir
que no somos suficientes
o quizá que fuimos rechazados.
Es decir, un sentimiento de
ser menos que acompaña a esos
sentimientos de ser inferiores.
Algunas de esas cosas vienen,
primero, desde nuestra infancia.
Y seré muy franco:
ningún niño nacerá jamás
con sentimientos
de inferioridad.
Ningún niño nace con
sentimientos de inferioridad.
Los niños aprenden a
sentirse inferiores.
¿Y sabe dónde lo aprenden?
Lo deben aprender de algún
lado y lo aprenden de alguien.
Y casi todos aprenden a sentirse
inferiores de sus padres o de
alguien en esa edad
temprana en la vida.
La mayoría de las
veces lo sienten en casa.
Por ejemplo, un padre
dice: «Bien, te equivocaste.
No fuiste planeado.
Solo estorbas.
Nunca vas a llegar a nada».
Todo eso dice: «No sirvo
de nada, no soy importante.
No encajo.
No estoy a la altura.
Ah, no pertenezco».
Y así, la persona siente que no
está a la altura, tiene falta
de personalidad y que, de
algún modo, solo
le falta algo en su vida.
Una segunda forma
son las comparaciones.
Y así, si tiene hermanos y
hermanas en su familia, lo más
probable es que
algunos hayan sentido:
«Sé que mamá y papá me aman.
él es el favorito.
Ella es la favorita».
Y muchas veces los
padres dicen: «Bueno,
si fueras como tu hermano».
Devastador.
Eso dice: «Eres menos.
Tú no estás a la altura.
No vales.
Te falta algo.
La vida no te sonríe.
De algún modo no estoy a la
altura, porque mi madre no cree
que lo estoy, mi padre
no cree que lo estoy».
Y algunos padres quieren vivir
sus vidas mediante sus hijos.
Y por eso los empujan, empujan y
empujan y muchas veces la mamá
quiere vestirlas y que luzcan
como reinas todo el tiempo,
porque ella nunca se sintió así.
Y al no sentirse así, ahora
intenta presionar a su hija.
A veces no dejan crecer a los
niños, los empujan desde niños
incluso siendo adultos y se
preguntan por qué los niños se
frustran tanto en la vida.
Porque mamá la empujó demasiado.
Su padre lo presionó mucho.
«Escucha, yo era muy bueno
practicando deportes
y siempre jugué».
Quizás a este niño no le
importan los deportes,
pero el padre sigue empujando.
Esas palabras: «Si
fueras como papá».
¿Quién quiere ser como
ese papá, para empezar?
Y así, lo que pasa es que ya
sea por crítica verbal o por
comparación verbal un niño
aprende, muy temprano
en su vida a sentirse inferior.
Noten que no dije que un
niño se vuelve inferior.
Dije: «Se siente inferior».
Hay una tercera forma, creo,
en que los niños viven esto:
son las circunstancias
de su vida.
Y les daré algunos
ejemplos personales.
Mientras crecía, mi mamá y yo,
mi padre murió–como mencioné
cuando tenía 9 meses de edad–y
así, ella y yo tuvimos que
mudarnos y y muchas veces
vivíamos en una habitación,
en apartamentos en sótanos.
Y nunca olvidaré a esta
jovencita que a una niña–
yo era muy joven, 14 o 15 años y
demás y, y ahm, crecí un poco.
Yo ah, me fijé en ella.
Hacía tiempo que me gustaba.
Y quería salir con ella.
En ese tiempo mi mamá y yo
vivíamos en un apartamento en el
sótano que
pertenecía a su padre.
Y tenían una casa muy
bonita justo al lado.
¿Qué cree que dijo su madre?
«No saldrás con
ese Charles Stanley.
¡Vive en el sótano!».
Lo que ella dijo
fue: «Él es menos.
No está a la altura.
No encaja.
No es suficiente.
Porque mira, es de
calidad inferior.
Vivimos aquí en la
calle principal.
Él vive abajo en el sótano.
Él no está a la altura».
Ese no fue el único sótano en
el que vivimos, y así cuando
crecí seguíamos mudándonos y
viví en otros apartamentos en
sótanos, y
entonces, ¿cómo me sentía?
Aprendí muy pronto que
ah, si vives en
un sótano eres inferior.
Aprendí que dónde vivía
determinaba quien era yo.
Y al vivir en 17 lugares
distintos en 16 años como yo,
eso afecta la forma de pensar.
Porque ninguno fue
un lugar agradable.
No nos alcanzaba.
Y así, parte de mi identidad
quedó envuelta en dónde vivía, y
donde vivía no era muy bueno.
Para eso alcanzaba pero no era
muy bueno comparado
con alguien más.
Y una de las peores cosas que
pasó fue que mi madre me hacía
usar pantalones cortos
cuando yo estaba en sexto grado.
Yo era el único en
sexto grado que los usaba.
En serio, pantalones cortos.
No me refiero a los elegantes
Izod o Polo que usan hoy.
Me refiero a
pantalones sencillos y cortos.
¡Sexto grado!
El único en sexto
grado con ellos.
¿Qué decía eso?
Me decía, que, de algún modo,
según todos mis amigos yo era
mucho menos, créanme.
Y me veían y se reían de mí
y me decían: «Flaco» y esto
y lo otro y me hizo algo,
me hizo sentir menos.
No estar a la altura.
No estaba bien vestido,
como todos los demás.
Y así, lo que pasa, en, sea
cual sea la situación, los niños
crecen con críticas verbales,
comparaciones verbales y
situaciones y condiciones en su
vida que les hablan y les dicen:
«Eres menos.
No estás a la altura».
Y pues, estos sentimientos
de inferioridad
son devastadores con frecuencia.
Y así, impide nuestras
relaciones con los demás y
nuestros logros y triunfos en la
vida porque, si usted siente que
es menos, que no es de
buena calidad, que no está a la
altura, no importa qué haga
en la vida, va a afectar esas
relaciones, su trabajo
y toda la área de su vida.
Sentimientos de no estar a la
altura y esos sentimientos
van a tener un mal efecto.
Por ejemplo, aquí hay
alguien que se ha divorciado.
Y así, sienten, primero, que
tienen un gran 5
aquí en la frente.
Sienten que todos
los demás los miran.
Sienten que la gente
piensa: «No lo lograron.
¿Qué hicieron?
Seguro se equivocaron
en algún punto».
O: «En algún punto no estuvieron
a la altura y el esposo se fue o
la esposa se fue porque
ya no los satisfacían».
Y por eso se
sienten inferiores».
Y como me dijo una señorita,
dijo: «Cuando vine a la
iglesia», después de
divorciarse, dijo: «Sabía que
todos en esa
iglesia me observaban».
Y la verdad es que quizá
nadie aquí la conocía.
Pero mire, es un
sentimiento que surge.
Y es un asedio satánico.
Sentimientos que Dios nunca
quiere que tengamos porque Él
no, Él no hace a nadie inferior.
Porque es un sentimiento.
Es un devastador, cautivador,
esclavizante y aprisionador
sentir que la gente tiene.
No están a la altura.
No son iguales y por
ende, se les menosprecia.
¡Es un sentimiento!
Pero le digo que es devastador
para las relaciones, devastador
para cada aspecto de su vida
porque ese sentimiento
no viene de Dios.
Por ejemplo, hay personas que
sienten que sus habilidades no
son tan buenas
como las de otras.
Bueno, Dios no nos hizo iguales.
Pero hay una maravillosa
respuesta a estas cosas y está
en este versículo 10.
Quisiera que me
acompañe al versículo 10.
Note lo que dice.
Dice así: «Porque somos hechura
suya, creados en Cristo Jesús
para buenas obras, las cuales
Dios preparó de antemano
para que anduviésemos en ellas».
Quisiera que vea esto.
Él dice que somos su ¿qué?
Hechura.
¿Hechura de quién?
¡Hechura de Dios!
Que Dios preparó ¿cuándo?
«De antemano para andar
en ellas», bien, le diré
principalmente 3 cosas que,
creo, si las escucha y aplica
a su corazón hará la diferencia.
Puede hacer la diferencia antes
de que se vaya de este lugar.
¿Cuál es la respuesta a–a esto?
Puede leer todo tipo de libros
y revistas sobre cómo salir
adelante por sus propios
medios y, como ha oído,
y hacer esto y aquello.
Aquí, este es el libro
que le dirá cómo lograrlo.
No necesita más que un libro.
El primer, el primer paso
para sanar sentimientos de
inferioridad, como creyente,
asumiendo que ya es salvo,
porque ese es el paso 1.
Pero, habiendo dejado eso
atrás, ¿cuál es el primer paso?
El primero es tener el punto
de vista de Dios sobre mí.
Tener el punto de vista de Dios.
¿Cómo me ve?
Así me ve: Él dice
que soy su hechura.
Bien, le pregunto ¿si
ha creído todo lo que
le he dicho hasta ahora?
Diga amén.
Bien.
Eso es lo que les he
dicho de mis observaciones.
Le diré lo que Dios dice.
Dios dice que es su
hechura y esa palabra
significa obra maestra.
Usted dirá: «No diga eso.
No soy una obra
maestra», ¿no lo es?
¿Quizá dice que Dios se
equivocó cuando lo creó?
No lo hizo.
Dice: «No me veo tan bien».
¿Comparado con quién?
Verá, Dios nos hizo a
todos únicos, diferentes.
Y lo maravilloso es, escuche,
lo maravilloso es que nos hizo a
todos diferentes, así que
no hizo una larga lista
o fila de personas como usted.
Así tendría
motivos para compararse.
Pero, dado que Él lo hizo tan
diferente, no hay nadie con
quien pueda compararse, porque
Dios no quiso que nadie
fuera como usted.
Es su hechura.
Es decir, Él lo creó.
Dice: «Pero ¿qué hay de las
personas que tienen deformidades
y tantos problemas?».
Escuche, Él dice que nos
creó para su propósito.
Su propósito para determinada
persona puede ser una vida corta
y una vida difícil.
Y para otro es diferente.
Nos hizo para su propósito, por
ende, no puedo compararme
con nadie más.
Él dice que usted es su hechura.
Dios lo creó
especialmente para su propósito.
Y si permitimos que el mundo
bombardee todo su comercialismo
saca de su corazón y mente
el punto de vista de Dios,
¡quedará atrapado!
Y vivirá su vida atrapado por la
filosofía vana, vacía, errónea,
falsa e impostora del mundo.
¡No tienen respuestas!
Por eso deben tener más y
más, más y más grande y
las comparaciones y esas cosas.
Todo es cuestión de
decisiones humanas.
Él dice que somos su hechura.
Significa que usted es alguien.
Esa palabra también significa,
parte de su connotación:
personas de notable excelencia.
No tiene qué ver con la belleza,
las riquezas o dónde vive.
Tiene que ver con
quién es usted.
Es quién es usted en
su relación con Dios.
Él dice que usted es su hechura.
No tiene que compararse con
nadie porque lo hizo
de forma única.
Así, primero, debe entender el
punto de vista de Dios sobre mí.
Soy suyo, creado
para su propósito.
Así, no importa cuán largos
sean mis brazos o piernas, cuán
grandes mis orejas o mi
nariz, así es como Él me hizo.
¿Debo comparar mi
nariz con la de otro?
No.
Así me hizo.
Así hizo mi nariz.
Y pues, ¡debe estar bien!
O él pudo cambiarlo.
Podría permitirme ser descuidado
y de varias formas pero
cuando simplemente sigue su vida
normal, así es como Él lo hizo.
No hay nada malo en usted.
Lo segundo que debo entender
es, debo entender
el amor de Dios por mí.
Cuando yo entiendo el amor de
Dios por mí pasa algo con los
sentimientos de inferioridad.
¿Cuánto lo ama a usted?
Bien, podría decir:
«Pues uhm, sé que Él me ama.
Estoy absolutamente
seguro de eso.
Y pues no tengo
ninguna duda sobre eso.
Mentalmente, pero si me pregunta
si me siento amado por Dios,
esa pregunta es diferente».
Así, hablemos de
esto un momento.
Dios lo ama tanto como para
enviar a su Hijo unigénito a
morir en la cruz
por sus pecados.
Ha oído eso tantas veces que
le entra por un oído
y le sale por el otro.
Pero piénselo un momento.
No debía hacerlo.
Y lo tenía en mente cuando envió
a Jesucristo a este mundo
para morir por sus pecados.
¡Él lo ama tanto que envió a
Cristo, quien murió en la cruz y
pagó por su deuda, para que
pudiera ser libre, escuche, para
que pueda ser hecho justo.
Y luego envió a su Espíritu
a habitarlo para que sea la
persona que Dios quiere que sea.
Él lo hizo competente.
Él lo puso en el Cuerpo
de Cristo en salvación
y le hizo pertenecer.
Envió al Espíritu Santo a
vivir en usted, para hacerlo
competente para
hacer lo que Él quiera.
Y en la muerte de su Hijo Él
declaró su valor: «Te amo.
Eres tan valioso para mí ¡Estoy
dispuesto a dar a mi Hijo!».
Bien, ¿podría, escuche, Un
santo, justo Padre celestial que
nos ama tanto como para venir y
vivir en nuestro interior, que
nos ama tanto como ama a
su Hijo unigénito,
nos crearía a
nosotros inferiores?
Y la respuesta es
¡absolutamente no!
Última cosa.
Primero, debo entender el
punto de vista de Dios sobre mí.
Él no crea nada inferior.
Segundo, debo entender su punto
de vista sobre cuánto me ama,
así como ama al Hijo.
Y tercero, debo entender,
escuche, debo entender que Dios,
debo entender las
expectativas de
Dios sobre mí.
Si entiendo su punto de vista de
mí y entiendo su amor por mí y
lo comprendo y entiendo sus
expectativas sobre mí se van mis
sentimientos de inferioridad.
¿Cuáles son sus expectativas?
Primero, Él no
espera que sea perfecto.
No espera que
seamos libres de pecado.
¿Sabe cuáles son
sus expectativas?
No son lo que creemos que son.
Dios no tiene un estándar
alto que diga:
«Espero a que llegues aquí».
Es como quienes
practican salto de altura.
Cada vez que tienen
éxito ¿qué hacen?
Elevan, elevan la barra.
Así, si establece una
lista de estándares, reglas y
regulaciones para vivir y cumple
con algunas, tan pronto como
termine, ¿qué pasará?
Elevará el estándar.
No funcionará.
Nosotros, mire, Él no
dijo: «Adultos míos,
si pecan contra Dios».
Dijo: «Mis» ¿qué?
«Mis hijos amados».
¿Sabe qué me dice eso?
Puedo ver a un niño y saber
lo que Dios espera de mí.
Un niño tiene que aprender a
caminar y tropieza y se cae.
Recuerde que aun de adolescente
a veces se cae, se lastima se
corta y, aún nos equivocamos.
Y llegamos a adultos y
aún flaqueamos y caemos.
Dios sabe que vamos a pecar.
Él no espera que
seamos libres de pecado.
¿Sabe qué?
Él sabe que nosotros no
siempre haremos lo correcto.
Ni siquiera haremos
las cosas bien cada vez.
¿Sabe qué?
Él no espera eso.
Porque mire, por la gracia de
Dios, Él provee para amarnos
a través de todo, cualquier
cosa y todo, sea como sea.
¿Sabe por qué?
Él sabe que vivimos en estos
cuerpos físicos y tienen 5
sentidos y seremos tentados y
seremos probados y flaquearemos
y caeremos, cometeremos errores.
¿Sabe qué pasa?
Cada vez que caemos, nos
equivocamos o pecamos contra Él,
nos levantamos limpios por la
sangre de Cristo y continuamos.
Si espera hasta poder agradar
a Dios, le digo que sin duda
morirá en su condición actual.
No podrá complacerlo de la
manera en que sus sentimientos
de inferioridad le hacen creer:
«Tengo que estar a la altura.
Voy a, uno de estos
días, ¡Voy a llegar ahí!».
¿Cuándo será y qué debe
hacer para llegar ahí?
Lo maravilloso, mire,
cuando entiendo cuáles son sus
expectativas, me relajo.
¿Y cuáles son sus expectativas?
Son 2.
Dios solo tiene 2
expectativas de mí.
Y si puede captar su punto de
vista sobre usted y captar el
hecho de cuánto lo ama y captar
el hecho de cuáles son sus 2
sencillas, sus 2 sencillas
expectativas, puede dejar esos
sentimientos de
inferioridad ¡ahora!
¿Cuáles son?
Solamente 2.
Él espera que
confíe en Él y lo siga.
Es todo.
Dirá: «¿Y qué del
hecho de amarlo?».
Bueno, si confío
en Él, lo amaré.
Si lo sigo es porque lo amo.
Esa es la, mire,
esa es la maravillosa parte.
Es la tercera
parte del triángulo.
¿Qué espera?
Él solo, Él solo espera
que confíe en Él y lo siga.
¿Sabe qué?
No espera que esté a la altura
de las expectativas de otros.
Solo que confíe en Él y lo siga.
Escuche con atención.
No importa cuánto dinero gane,
cuán bella o cuán guapo es, cuán
grande es su casa, qué tan caro
es su auto, cuánto dinero tiene
en el banco, su, su prominencia,
su posición en la vida.
Eso no importa si usted aún se
siente inferior, no será capaz
de disfrutar nada y todas
las cosas que Dios
haya puesto en su vida.
Mire, sentimientos
de inferioridad.
Por favor, entienda esto.
Si me escucha, diga amén.
Sentimientos de
inferioridad son resultado
de una decisión que tomamos.
Los aceptamos como verdad o
elegimos creer que son mentira.
Es una decisión que tomamos.
Y vea cuán importante es.
No importa quién sea, su
pasado o su presente, tiene el
privilegio, ahora mismo, de
decir: «Padre, te agradezco hoy
por hacerme como soy.
No cometes errores.
No haces basura.
No haces nada inferior.
Tú me hiciste así.
Te agradezco por amarme tanto
que me diste las habilidades,
talentos y la capacidad
que tengo en mi vida.
Te agradezco, Padre, por
amarme como amas a tu Hijo.
Gracias por enviar a Jesucristo,
para vivir en mi interior y tu
Espíritu que me permite lograr
y alcanzar y hacer
lo que quieres que haga.
Te agradezco por hacerme como
soy y te agradezco que no soy
inferior a nadie, que soy tu
hijo, tu hija y soy lo mejor que
pudiste hacerme y quiero
agradecerte, porque lo que
quiero es solo confiar en ti
y seguirte y descansar en un
maravilloso amor que ahora
sé que es dirigido hacia mí.
Tú me amas Padre, así que no
soy inferior ni debo sentirme
inferior a nadie o a nada.
Soy una versión maravillosa de
mí mismo que Tú creaste
y Tú obras en mí.
Y Padre, sé que tenemos un
largo camino, pero dijiste
que no te rendirás y yo
tampoco me rendiré.
Te quiero agradecer, dejaré
todos mis sentimientos
de inferioridad aquí hoy.
Y acepto quién soy en Cristo.
Acepto que estoy hecho de forma
única, acepto que soy plenamente
amado y acepto que voy a
cometer errores
pero soy perfectamente amado
aun en todo eso.
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