Confianza ante lo desconocido – Dr. Charles Stanley
Algunas personas reaccionan ante lo desconocido con confianza y seguridad, mientras que otras lo hacen con miedo y ansiedad. En este mensaje, el Dr. Stanley utiliza la vida de Moisés para mostrarnos cómo podemos afrontar la vida con confianza y seguridad. No importa lo que enfrentemos, no tenemos razón para temer pues somos hijos de Dios.
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[música]
locutor: En Contacto, con el
Dr. Charles Stanley.
Alcanzamos al mundo con el
evangelio de Jesucristo.
por medio de una enseñanza
bíblica sólida.
Hoy en el programa En Contacto,
«Confianza ante lo desconocido».
Dr. Charles Stanley: Debido a
que no podemos ver el futuro,
la vida está llena
de incógnitas.
La pregunta es
¿cómo reaccionamos a
lo desconocido en la vida?
Unas personas lo hacen
con confianza y seguridad.
Muchos otros responden
con temor, ansiedad,
frustración e inquietud.
¿Cómo reacciona usted ante
las incógnitas en la vida?
Pues de eso deseo hablar en este
mensaje titulado Confianza
ante lo desconocido.
Y quisiera que vayamos
a Hebreos capítulo 11.
En medio de las muchas y breves
biografías de los santos de Dios
en el pasado, aquí hay una de
Moisés y creo que en este pasaje
de la Biblia está la clave
para enfrentar lo desconocido en
nuestra vida con confianza,
seguridad y valentía total.
No importa lo que enfrentemos
en la vida; no hay motivo para
temer, no hay que estar
ansiosos ni hay que temer
a todos los desenlaces.
Bien, en Hebreos, capítulo 11,
desde el versículo 23, así dice
la Biblia: «Por la fe Moisés,
cuando nació, fue escondido por
sus padres por tres meses,
porque le vieron niño hermoso, y
no temieron el decreto del rey».
Y usted recordará que Faraón
quería matar a todos los niños
hebreos, a los varones.
«Por la fe Moisés, hecho ya
grande, rehusó llamarse hijo de
la hija de Faraón, escogiendo
antes ser maltratado con el
pueblo de Dios, que gozar de los
deleites temporales del pecado».
Debe marcar eso en su Biblia:
«los deleites temporales del
pecado» porque esta es
una buena descripción
de lo que es el pecado.
Versículo 26: «teniendo por
mayores riquezas el vituperio
de Cristo que los tesoros de los
egipcios; porque tenía puesta
la mirada en el galardón».
Luego dice: «Por la fe dejó a
Egipto, no temiendo la ira del
rey; porque se sostuvo
como viendo al Invisible.
Por la fe celebró la pascua y
la aspersión de la sangre–para
que el–para que el que destruía
a los primogénitos
no los tocase a ellos–
«Por la fe pasaron el Mar
Rojo como por tierra seca; e
intentando los egipcios hacer
lo mismo, fueron ahogados».
Ahora, todos tenemos
incertidumbres en nuestra vida.
Alguien va al trabajo y le
dicen: «Ya no te necesitamos».
Los empleos son inciertos, la
salud es incierta, las amistades
son inciertas, las
familias son inciertas.
Adonde vayamos, adonde miremos;
mire alrededor y pregúntese en
este momento: ¿Qué es seguridad?
¿Qué es seguro?
¿Puede existir algo cierto?
¿Qué depara el futuro?
Hace un tiempo, la gente podía
tener cierta seguridad respecto
a su empleo, su futuro,
sus negocios, pero ya no.
Y además, escuche muy bien, si
no conoce a Dios mediante su
Hijo Jesucristo, no puede tener
certeza alguna acerca de nada en
su vida; y es normal que viva
con sensación de incertidumbre y
algo de temor,
ansiedad y frustración.
Y aunque tenga todo el dinero
del mundo para comprar todo lo
que necesite, no
puede comprar la salud.
No puede obviamente comprar
vida y evitar la muerte ni puede
tampoco comprar el cielo.
Por tanto, todo
demuestra ser incierto.
No importa cuántos títulos
tenga, ni cuán sabio parezca,
sin Jesucristo, todo en su
vida, es en efecto incierto.
Y bien, la
pregunta es ¿cómo vivir?
¿Cómo podemos vivir y tener
certeza en un mundo tan lleno de
incertidumbre e inseguridad?
Y hay tanto énfasis en la
seguridad y tanto énfasis en los
beneficios, y tanto énfasis en
el futuro, y la verdad es que a
pesar de todos los planes que
hace el ser humano, la única
seguridad real que tenemos no
depende de muchas relaciones
sino de una relación específica;
es una relación espiritual, es
una relación con Jesucristo.
Es la única base real de
seguridad ahora
y en la vida venidera.
Y al pensar en eso, quiero
que note lo que dice la Biblia.
Dice así en el versículo 27:
«Por la fe dejó a Egipto, no
temiendo la ira del rey; porque
se sostuvo», fíjese en esa
palabra, «se sostuvo
como viendo al Invisible».
¿Cómo puede una persona
ver lo que es invisible?
Bien, ¿cómo puede
alguien ver a Dios?
Lo vemos, mire, lo vemos,
digámoslo así, tengo que decirle
cómo lo veo; y, para mí, esta
es la mejor forma de decirlo: Al
abrir y leer la Palabra de Dios,
y comenzar a leer, una de las
cosas que siempre busco es
ver lo que Dios está haciendo.
Quiero ver cómo piensa.
Quiero ver cómo obra en la vida
de David, la de Daniel, la de
José o en la vida de Moisés.
Quiero ver lo que hizo y
hago esta pregunta:
«¿Por qué lo hizo?».
Quiero saber si hizo lo
mismo en la vida de alguien más.
¿Qué habría pasado si Dios no
hubiera actuado de este modo?
¿Es un patrón?
¿Es un principio?
¿Muestra quién es Dios?
¿Puedo ver quién es Dios?
Sí.
Mire, la forma más clara y
segura de ver a Dios
es leer su Palabra.
Digo que es la más segura porque
la gente puede inventarse toda
clase de ideas de cómo
en realidad es Dios.
Y mucha gente tiene creencias
e ideas de Dios en total
discrepancia con la Biblia.
Dios no es para nada
lo que ellos dicen.
Entonces, para tener, mire,
para tener el enfoque correcto y
asegurarme de que estoy viendo a
Dios y no algo más,
debo meditar en su Palabra.
Todo lo que vea con mi ojo de la
fe que contradiga la Palabra de
Dios, no estoy viendo al
Dios que es Dios;
no estoy viendo al
Dios que es Dios.
Entonces, al leer la Biblia,
comienzo a ver cómo actuó en la
vida de Moisés.
¿Cómo actuó en la vida de José?
¿Cómo actuó en la
vida de Daniel?
¿Cómo actuó en la vida de Pablo?
¿Cómo actuó en la vida
del Señor Jesucristo?
¿Cómo actuó Dios en la
vida de todos ellos?
Para mí, en lo personal, ha sido
el mayor privilegio de mi vida
regresar, leer y preguntar
esto una y otra
y otra vez: «¿Por qué?»
«¿Qué decías?»
Usted dirá: «¿Está
cuestionando la Biblia?»
No, cuestiono las acciones
de Dios en la vida de esas
personas, no para cuestionar
si actuó bien o mal, sino
preguntar: «Señor,
¿cuál es el principio?
¿Qué hiciste?
¿Puedo esperar que
suceda lo mismo en mi vida?
Si me planteas algún desafío,
¿puedo esperar que seas tan real
conmigo como con Moisés,
David, Daniel, José,
Josué y todos los demás?»
Sí puede.
¿Por qué?
Porque los principios nunca
cambian, Dios nunca cambia.
Él tiene una voluntad, un
propósito y un plan para su
vida; y, como tiene un propósito
y un plan, los llevará a cabo si
usted se somete a su voluntad.
Así por lo tanto, al ver las
vidas de estos hombres y cómo
actuaron, ¿qué sucede?
Comienzo a ver quién es
Dios; comienzo a ver a Dios.
Por tanto, lo segundo aquí
es esto: Vemos a Dios cuando
comenzamos si somos capaces de
identificar la obra de Dios en
la vida de otras personas,
así como en nuestra vida.
Vemos las huellas de su
mano, sus dedos, sus pisadas.
Vemos dónde está Dios.
Vemos cómo opera.
Vemos cómo se mueve en
la vida de la gente.
Vemos cómo salva al perdido.
Vemos cómo guía a los santos.
Vemos cómo nos apoya
en nuestra vida,
en la dificultad y la prueba.
¿Qué sucede?
Observamos la
manifestación de Dios.
No tengo que ver una imagen
visible de Dios que sea real
por completo, realmente real.
No puedo describirlo, sino
tratar de explicar a este Dios
maravilloso que se
ha hecho tan real.
¿Qué dijo?
«No te dejaré ni desampararé».
¿Qué más dijo?
Que vino a morar en nosotros.
En todo creyente mora la
presencia del Espíritu Santo,
que es una
Persona de la Trinidad.
Por tanto, si somos, si somos
morada de una Persona de la
Trinidad, tenemos a Dios morando
en nosotros y por eso debemos
ver con claridad la presencia
de Dios, estar conscientes de la
presencia de Dios; y no solo
estar conscientes, sino podemos
ver cómo actúa Dios.
Para vivir con confianza y
seguridad, debemos, escuche,
debemos preparar nuestro corazón
para que pueda discernir su
presencia; preparar nuestras
mentes para poder verlo; mire,
preparar nuestro espíritu para
discernir la verdad del error,
la presencia de Dios y la
ausencia de lo que parece la
falta de Dios en una
situación o circunstancia.
Esa es la clave, y aquí dice,
aquí dice que se sostuvo «como
viendo al Invisible».
Ahora, las circunstancias
difíciles de la vida,
¿por qué Dios las permite?
Dice que para
enseñarnos paciencia.
Y ¿qué pasa cuando
pasamos por dificultades?
Ellas, ellas nos acercan a Dios.
Y al acercarnos a
Dios, algo pasa.
Bien, pensemos en esto un
momento, la idea general.
Al decir lo que la Biblia
indica: «Bienaventurados los de
limpio corazón, porque
ellos verán a Dios»,
¿qué quiere decir
limpio de corazón?
Para ser limpio de
corazón, ¿qué se necesita?
Si alguien es limpio de corazón
significa que sus pensamientos
son puros, son
pensamientos santos.
¿Significa que todos sus
pensamientos son santos?
No, pero es
nuestra forma de vivir.
Y si surge algo que no es
santo, lo resolvemos
de inmediato y avanzamos.
Nuestros pensamientos son
santos, y mire, nuestros motivos
sin mezcla; nuestros
motivos se vuelven puros.
Queremos hacer lo correcto
porque es bueno desde la
perspectiva de Dios.
Nuestra conciencia se vuelve
clara; cuando mire, cuando
andamos ante Dios con un corazón
limpio, tendremos la conciencia
limpia, nuestra voluntad se
someterá sin duda a Él, nuestros
motivos serán puros y
nuestros pensamientos sanos.
Ahora piense en esto: Con
nuestra mente espiritualmente
clara, ahí es cuando
todos podremos
ver la presencia de Dios.
Por eso es que tantos creyentes
no ven la presencia de Dios.
Dicen: «Bueno, mire, Dios está
por allá arriba en algún lado».
Y si le pregunta a la persona
promedio dónde está Dios…
«Pues, allá arriba,
adonde oro, el cielo».
Pues aunque Dios esté sentado en
su trono celestial, también se
encuentra en el trono
de nuestro corazón.
Así que nosotros tenemos la
capacidad de verlo, pero, mire,
Dios ha hecho posible que lo
veamos, y lo ha hecho posible al
darnos su Palabra, al darnos
espíritu de discernimiento y
luego al hablarnos de
manera muy, muy clara.
Ahora le diré algo que me ha
ayudado durante muchos años.
Y creo que en algún momento,
por mi deseo de conocer a Dios y
saber quién es, esto se
volvió parte de mi mente,
de cómo pienso en la noche.
Cuando me acuesto en la noche
y hablo con el Señor antes de
dormir, siempre trato
de pensar qué haré
al día siguiente en lo posible.
En segundo lugar, siempre trato
de recordar y recrear en mi
mente lo que pasó
durante el día.
La razón por la que quiero hacer
eso es porque quiero buscar la
evidencia de Dios en mi vida,
quiero ver qué hizo Dios, quiero
ver cómo me ayudó en esa
relación, quiero ver qué hizo al
contestar esta pregunta, quiero
ver cómo me guió al tomar esta
decisión, quiero ver cómo me
protegió en esta circunstancia.
Y cuántas veces ha conducido por
la autopista y se le atraviesa
un carro por delante de pronto,
o quizás llega a un semáforo en
luz verde y no significó nada
para la otra persona que,
aunque estaba rojo, lo
pasó y casi lo choca.
¿Cuál fue su primera reacción?
Su reacción debió haber
sido: «¡Gracias, Dios!
¡Gracias, Señor»!
Cuando pongo a Dios a mi
diestra, estaré continuamente,
mire, continuamente buscando la
evidencia de su presencia; y la
presencia de Dios es muy real.
Piense en cuánta gente vive en
la ciudad y conduce a más de 100
kilómetros por hora, como si
fuera el límite de velocidad, y
nos separan 15 centímetros o
30 centímetros o 50 centímetros.
Si se fija en los camiones
grandes, solo hay como 15
centímetros a ambos lados; es
peligroso ir por la autopista.
¿Quién cree que nos
guarda y guía día tras día?
Dios Todopoderoso.
No lo tome a la ligera.
Ahora, lo que hacemos al
acostarnos y recordar
todo eso, pasa esto.
Mire, cuando se acuesta en la
noche, al comenzar a evaluar lo
que Dios ha estado haciendo en
nuestra vida todo el día, cuando
buscamos la evidencia de su
obra, de su huella, vemos su
protección, su
cuidado y pasa esto.
Lo que pasa es esto, que
recordamos, podemos, escuche,
visualizar en nuestra mente a
Dios obrando en nuestra vida
durante ese día.
Y lo que estamos haciendo, mire,
mientras recordamos, mientras
podemos, mire, evaluar y
mientras podemos disfrutar otra
vez–e incluso mejor la segunda
vez–disfrutar su presencia,
disfrutar su obra,
disfrutar la realidad
de Dios en nuestra vida.
¿Qué hace eso?
Lo graba en nuestra
mente mucho más hondo.
No hay que dejar que termine el
día sin detenernos
a recordar y evaluar.
La Biblia dice que demos gracias
cada mañana y que de noche nos
gocemos por lo que Dios ha
estado haciendo en nuestra vida.
Mire, dedicar tiempo a
recordar es glorifica a Dios.
Al dedicar tiempo a recordar,
acabamos alabando y dando
gracias a Dios; porque una
vez que empecemos a buscarlo,
podremos ver a Dios como nunca
lo habíamos visto y nos daremos
cuenta de que ha estado
allí todo el día,
obrando en nuestra vida.
O sea, cuando está en su trabajo
y tiene que resolver problemas,
dificultades y situaciones, y
circunstancias necesita de Él.
Clame a Dios, espérelo.
David dijo: «Lo he tenido a
mi diestra todo el tiempo.
Lo pongo delante de mí, lo
pongo delante de mí a diario».
Además lo que sucede es esto,
comenzamos a interpretar la vida
mediante la mente de Dios,
comenzamos a pensar
como Él lo hace.
Cuando comenzamos a verlo,
comenzamos a ver cómo actúa.
Entonces comenzamos a
pensar: «Así actúa Dios».
Por eso, podemos llegar a ser
sabios y a tomar decisiones
sabias en nuestra vida por la
sencilla razón de que comenzamos
a entender sus principios y
a ver a Dios tal como es.
Al comenzar a ver a Dios
como es, eso impactará
todo aspecto de nuestra vida.
Bien, volvamos.
La Biblia dice:
«Bienaventurados–¿quiénes?
«los de limpio corazón,
porque ellos verán a Dios».
Eso solo significa que si
espero, si espero ver la
presencia de Dios y sus
manifestaciones en mi vida, eso
no comienza con Dios, sino
conmigo, con un corazón limpio.
Si mi corazón es limpio, mis
pensamientos serán santos.
Mis, mire, mis motivos van a ser
puros, mi consciencia va a ser
limpia y mi
voluntad sumisa ante Dios.
Le haré una
pregunta: ¿Vale la pena?
¿Vale la pena estar consciente
de la presencia de Dios para
mantener limpio el corazón?
Sí.
¿Vale la pena andar con el poder
de Dios en su vida, y ser capaz
diariamente de tener su
conciencia limpia, y sus motivos
y sus pensamientos puros?
Sí; sí, sí, sí, ¡por supuesto!
Vale la pena cada momento, vale
cada confesión y cada acto de
arrepentimiento porque
Dios quiere ser más real para
nosotros de lo que
nosotros queremos.
¿Qué clase de impacto
tendrá eso en su vida?
Pues tendrá un gran
impacto de muchas maneras.
Primero, comenzará a ver la
vida desde otra perspectiva.
Comenzará a ver la vida,
escuche, no a partir de quién
soy, o lo que tengo
o lo poco que tengo.
Comenzará a ver la vida, no
desde mis desventajas, mi falta
de esto, mi falta
de talentos y dones.
Comenzaremos a ver la vida de
esta manera: «Gracias a Dios
el Omnipotente
vive dentro de mí.
Gracias a Dios que, pase lo
que pase, quien gobierna con
soberanía absoluta sobre todo,
tiene el control de mi vida hoy.
No tengo que temer, no
tengo que estar ansioso
ni estar preocupado.
Sé que lo que sea que necesite,
mi Dios suplirá cada necesidad.
Eso impactará todo
aspecto de su vida.
Pensemos pues en
ciertas cosas específicas.
Por ejemplo, comenzaremos a
pensar en términos positivos.
Comenzará a pensar con
sensación de seguridad:
no es «no puedo»,
sino «sí puedo».
Porque, mire, no puedo ni
explicar la maravillosa realidad
de poder ver a Dios de manera
tan clara en nuestra vida.
Lo que sucede es que hay gozo,
hay confianza, mire, hay una
experiencia que rebosa de
entusiasmo por el omnipotente,
omnisciente, omnipresente, y
soberano Dios que lo ama tanto,
que ingresa en toda su vida
y lo guía en esas decisiones
triviales que parecieran
ser tan poco importantes.
Dios está ahí todo el tiempo.
Usted comenzará a ver su propia
vida desde una perspectiva
distinta, más positiva; y pasará
esto: Cuando vengan pruebas, en
vez de decir: «Oh Señor, ¿qué
voy a hacer?», pasará esto: al
comenzar a reconocer la
presencia de Dios en su vida y
al verlo en todas las
cosas, mire, usted verá las
dificultades, las adversidades,
las pruebas como peldaños que
Dios pone; como
peldaños ¿para qué?
Forjar madurez espiritual,
inculcar los principios
en su vida.
Está, escuche, está
aprendiendo a conocer a Dios.
Ahora, cuando se enamoró de la
persona con quien piensa casarse
o con la que ya se casó, cuanto
más descubría de ella, espero
que así sea, cuanto más
descubría de ella, más se
enamoraba y más
emocionado estaba.
Mire, no podemos ni comparar el
amar a alguien con una relación
íntima y personal con Dios
porque esa relación
es completamente perfecta.
En la Tierra, no hay 2 personas
perfectas; y del otro lado, en
lo espiritual, Dios es
perfecto por completo.
Nos ama a la
perfección en todo aspecto.
Todo lo que viene de Dios
es perfecto por completo,
sin duda es lo mejor.
Y ¿qué pasa?
Desarrollamos esta relación
que cambia nuestra actitud
sobre nosotros,
nuestras circunstancias
y nuestra perspectiva.
Lo segundo que sucede es esto:
Que la obediencia de pronto se
nos hace mucho más deseable
que los placeres del mundo.
Cuando Dios se vuelve realidad
en nuestra vida, una realidad
viva cuyas manifestaciones
podemos ver a diario,
¿sabe qué pasa?
El pecado pierde su encanto.
Escuche, una de nuestras
oraciones debe ser: «Dios,
acércame tanto a ti, que el
pecado no tenga absolutamente
ningún atractivo para mí de
ninguna manera, sino que la
santidad, la rectitud y
la santificación sean…
que sean siempre
la actitud de mi corazón».
Y lo que pasa es que el pecado
perderá su encanto porque usted
se emocionará tanto por Dios, su
relación con Él, su amor hacia
usted y su devoción por usted y
sus manifestaciones; mire, su
disposición, su disposición de
mostrarse de manera real en su
vida, que el pecado perderá
su encanto en su vida cuando
comience a ver a Dios
desde esa perspectiva.
Otra cosa que pasará es esta:
comenzaremos a ver
las cosas como son en verdad.
Mucho de lo que
vemos no es real.
Puede ver las noticias, puede
ver películas y gran parte de la
vida no es real.
Y vera a algunas personas, por
ejemplo, notará que al verlas
por primera vez, tienen cierto
encanto y conocerlas mejor, no
son genuinas; todo es falso,
todo es superficial, no es real.
Así mire, Dios nos da la
facultad de ver
claramente la realidad.
Vea lo que pasa: Cuando
comenzamos a ver la realidad,
comenzamos a ver que Satanás ha
inventado todas esas mentiras
sobre lo que satisface, lo
que colma, lo que nos llena
de felicidad y de gozo.
Comenzamos a ver
las cosas como son.
El pecado pierde su atractivo,
comenzamos a discernir mejor lo
que sucede en nuestras
relaciones con otros,
eso es lo que pasa.
Otra cosa que ocurre es esta:
y es que comenzamos a poner lo
eterno sobre lo temporal.
Al comenzar a ver al Señor desde
otra perspectiva, ocurre esto:
Las cosas temporales perderán,
escuche, perderán prioridad en
nuestra vida y las
eternas tendrán prioridad.
Lo que ocurre es que eso
afectará la forma en que
empleamos nuestro tiempo, y de
hecho, con quién pasamos nuestro
tiempo, la forma en que gastamos
nuestro dinero y en cómo
invertimos ese dinero y afectará
cuánto damos a la obra de Dios.
E influirá, mire, en la manera
cómo nos entregamos a otros.
Afectará, afectará todo
en nosotros porque
nuestra perspectiva cambia.
Ahora, este Dios, comienzo a ver
quién es y cómo es en verdad; y
cuando comienzo a ver cómo es
y lo que ofrece, quiero que mi
corazón sea puro, mire que
mis motivos sean puros, que mi
voluntad sea sumisa.
Quiero que mi vida sea una
expresión, un reflejo vivo y
claro del Hijo de Dios;
todo comienza a cambiar.
Bien dice su Palabra
que, dice que Moisés
«se sostuvo como viendo
al Invisible».
Y ¿qué sucedió?
Uno de los resultados es que las
críticas y los malentendidos ya
no nos afectan como antes.
Cuando todos, mire, cuando
caminamos en la presencia de
Dios y siempre está a nuestra
diestra, lo ponemos delante y
comenzamos a ver las cosas desde
su perspectiva, las críticas y
malentendidos no nos traen ruina
y tristeza, no nos desaniman
ni deprimen para nada.
Pueden pasarnos por encima y
podemos alejarnos e ignorarlo
por completo por la sencilla
razón de que al andar en la
voluntad de Dios, podemos
resolver todas esas cosas con
sentido de amor y
perdón, sin importar que sea.
No significa que siempre nos
alegrará cómo nos traten, pero
hay una sensación de confianza y
seguridad de que el Dios a quien
servimos, cuyos principios
dirigen toda nuestra vida, nos
ayudará a pasar por cada
fuego, cada dificultad,
no importa lo que sea.
Mire, cuando dice que se sostuvo
«como viendo al Invisible», al
que no podía ver, esto no
era algo reservado solamente a
Moisés; este es el don que Dios
ha ofrecido a cada uno de sus
hijos y deseo exhortarlo a
que se formule estas preguntas:
«¿Veo a Dios en mi vida?
¿Dónde está la
evidencia de Dios en mi vida?».
O sea, si es así,
debe haber evidencia.
¿Veo a Dios, mire, veo a Dios
en mi relación con otra gente?
¿Veo a Dios en mi conversación?
¿Veo a Dios en mi trabajo?
¿Lo puedo ver en mi familia?
¿Lo veo en mis relaciones?
¿Lo puedo ver, lo veo obrar
en el manejo de mi dinero?
¿Veo a Dios o no lo veo?
¿Veo a Dios al manifestar
mis talentos y en mis dones?
¿Veo a Dios en mi servicio?
¿Está impactando mi vida
la vida de alguien más?
¿Veo a Dios actuando en mí
para influir en la vida
de alguien más?
Así que solo le pregunto esto:
¿Está viviendo su vida, viendo
lo que lo rodea, sus
circunstancias, su futuro, en la
presencia del Dios Todopoderoso?
¿O tiene la sensación de
que está muy, muy, solo?
¿Acaso se siente muy, muy
incompetente y solo, indefenso,
deprimido, ansioso, preocupado,
inquieto, desvalido, inseguro
y a veces aun inaccesible para
otros debido a su lugar
en la vida?
Entonces lo que necesita es
aceptar a Jesucristo como su
Salvador personal por fe.
¿Qué quiero decir con eso?
Solo digo que si está dispuesto
a confesar que lo que dice la
Biblia de Él es verdad: Que
Jesucristo es el Hijo de Dios,
que fue al Calvario y murió
por su pecado,
y pagó toda su deuda de pecado.
Si está dispuesto a pedirle que
perdone sus pecados y a decirle
que lo recibe como su Salvador
personal, en ese momento su
pecado es perdonado se convierte
en hijo de Dios, y estará seguro
eternamente por el
resto de su vida.
Si quiere la paz que sobrepasa
todo entendimiento; si quiere
enfrentar la vida de manera
confiada y segura, solo podrá
hacerlo si tiene a Dios en
su vida mediante
su Hijo Jesucristo.
Deseo alentarlo a examinar
su vida, aun si es creyente.
Examine su vida y plantéese esta
pregunta: ¿Cuándo fue la última
vez que le dije a Dios:
«Señor, muéstrate a mí»?
¿Cuándo fue la última vez
que tuve hambre genuina en mi
corazón de verlo
actuar en mi vida?
Y quizás sería bueno decirle a
Dios: «Señor, cuando me acueste
hoy y las demás noches
venideras, podrías recordarme
que este es un momento
maravilloso, justo antes de
quedarme dormido, para hacerme
ver cómo has estado conmigo todo
el día y lo que has
hecho en mi vida.
Señor, enséñame cómo vivir
viéndote en cada circunstancia
de mi vida».
Su vida cambiará.
Padre, cuánto te agradecemos
amarnos tanto, que te hiciste
realidad para nosotros;
amarnos tanto, que nunca nos
abandonarás; amarnos tanto, que
nos levantas siempre que caemos;
amarnos tanto que sigues con
nosotros incluso al crecer
y madurar en la vida espiritual.
Gracias por decir que
nunca jamás nos desampararás.
Nos entregamos de nuevo y
completamente a ti hoy para
decir: «Padre, enséñanos a
verte de maneras
en las que nunca te hemos visto.
Te lo pedimos en el
nombre de Cristo, amén.