Cómo fortalecer nuestra fe fluctuante – Dr. Charles Stanley
La fe es la clave de la vida cristiana. A menudo, cuando experimentamos dificultades o pruebas, nuestra fe puede flaquear; sin embargo, es posible ser constante y firme.
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locutor: En Contacto, el
ministerio de enseñanza
del Dr. Charles Stanley.
Alcanzamos al mundo con el
evangelio de Jesucristo.
por medio de una enseñanza
bíblica sólida.
Hoy en el programa En Contacto,
«Cómo fortalecer
nuestra fe fluctuante».
Dr. Charles Stanley: La clave
de toda su vida
cristiana es su fe.
Por ejemplo, así es que fue
salvo y así tiene una relación
personal con Dios por
medio de su Hijo Jesucristo.
Al disponerse a orar, siempre
está la cuestión de la fe.
Si se trata de sanar y pedirle a
Dios que lo sane, siempre está
de por medio la fe.
De hecho, toda su vida diaria es
una expresión de fe, ya sea su
incredulidad, su duda o su fe.
Y así, a pesar de eso y del
hecho de que lo sabemos, hay un
aspecto de nuestra fe
con el cual todos
debemos lidiar continuamente.
No nos gusta lidiar con él.
Quisiéramos eliminarlo de
una vez por todas, pero, no lo
hacemos o no queremos.
Quisiera que me acompañe
a Santiago, capítulo 1.
Porque en este primer capitulo
de Santiago
el trata este problema que
tenemos.
Y recordará que él escribe
aquí para quienes pasan por
dificultades,
apuros y persecución.
Y luego de presentarse en el
primer versículo, comienza en el
segundo, diciendo: «Hermanos
míos, tened por sumo gozo cuando
os halléis en diversas pruebas,
sabiendo que la prueba de
vuestra fe produce paciencia.
Mas tenga la paciencia su
obra completa, para que seáis
perfectos y cabales, sin
que os falte cosa alguna.
Y si alguno de vosotros tiene
falta de sabiduría, pídala a
Dios, el cual da a todos
abundantemente y sin reproche,
y le será dada.
Pero pida con fe, no dudando
nada; porque el que duda es
semejante a la onda del mar, que
es arrastrada por el viento y
echada de una parte a otra.
No piense, pues, quien tal haga,
que recibirá cosa alguna
del Señor.
El hombre de doble
ánimo es inconstante
en todos sus caminos».
Quisiera que tenga el contexto
de lo que Santiago dice aquí,
antes de llegar a este tema
de la fe fluctuante
porque todo encaja.
Y así, esto es lo que dice.
A medida que ellos quizá le
respondían y le hablaban de sus
dificultades y apuros y le
hablaban de sus pruebas, él les
escribe para animarlos y les
dice: «Tengan por sumo gozo
cuando se hallen en diversas o
varias tentaciones y pruebas».
Eso no tiene
sentido en absoluto.
¿Por qué debo regocijarme por el
dolor, las heridas y lo que no
puedo cambiar y que no puedo
alterar y que sucede en mi vida?
Sin embargo, eso es lo que dice.
Fíjese en lo que dice: «Sabiendo
que la prueba de vuestra fe
produce paciencia».
Dice: «Bien, quiero que
hagan esto dice: «Quiero que se
regocijen; tengan por gozo
cuando caigan en estas pruebas y
estas tentaciones».
Bien, en cierta versión dice
‘tentación’, pero la mejor
palabra es ‘pruebas’ porque
esta palabra aquí significa esos
períodos de prueba que tienen un
propósito en sí; es decir, que
tienen un objetivo, que es este:
que todos podamos salir de ellos
con nuestra fe más fuerte y
nuestro corazón más puro.
Esos son 2 resultados finales
que Dios siempre tiene en mente
cuando nos permite pasar por
dificultades y apuros o nos
envía esas cosas para purificar
nuestro corazón
y fortalecer nuestra fe.
Así que, dice: «Al pasar por
estas cosas» dice, escuche dice,
lo que ocurrirá es que
«producirá paciencia».
La paciencia es esa capacidad
de aferrarse–en nuestras
palabras–de ser firme, de
ser constante, pase lo que pase.
¿Qué se necesita?
Se requiere fe.
Y esa clase de fe, dice,
será probada porque todos
enfrentaremos esas
circunstancias en la vida donde
deberemos aprender paciencia, a
permanecer en ella, a atravesar
un valle y a seguir ahí hasta
que Dios tenga a bien liberarnos
o quiera guiarnos
hasta el final.
Y por eso dice:
«Tened por sumo gozo».
Y ¿qué voy a
tener por sumo gozo?
¿Que paso por diversas pruebas y
tribulaciones y heridas y dolor?
No.
Debo regocijarme en el hecho
de que, como resultado de esto,
aprenderé paciencia, aprenderé a
andar en fe, mi corazón será más
puro y mi fe será más fuerte.
Y todos nos regocijamos por una
fe más fuerte
y un corazón más puro.
Habla del hecho de que la
paciencia es la forma en que
Dios nos equipa, es decir, nos
hace aptos para hacer aquello
para lo cual nos creó.
Al decir «completa», significa
que obrará en nuestra vida hasta
que seamos perfectamente aptos
para hacer lo que nos ordenó y
para ser las personas que
Dios quiere que seamos.
No habla de
perfección sin pecado.
Habla de un continuo proceso de
maduración que ocurre en nuestra
vida cuando Dios está en proceso
de equiparnos y capacitarnos
para cumplir y lograr
todo lo que nos ordenó.
Bien.
Luego dice: Y si alguno
de vosotros tiene falta de
sabiduría, pídala
a Dios, el cual da
a todos abundantemente y sin
reproche, y le será dada».
Y ¿por qué
mencionó la sabiduría?
Porque se requiere una sabiduría
superior a la humana, para
enfrentar dificultades,
apuros, y pruebas en la vida, y
persecuciones y malentendidos.
Se requiere sabiduría superior
a la nuestra, se requiere
sabiduría divina.
Por lo tanto, cuando nos
enfrentamos a todas estas
circunstancias de la vida,
si hemos de responder como es
debido, necesitamos la sabiduría
de Dios para saber enfrentar
esas situaciones en nuestra
vida que están fuera de nuestro
control y no podemos
cambiar, y las cosas
que no podemos alterar.
Necesitamos su sabiduría.
Y aquí dice entonces que para
recibir la sabiduría que le
permitirá resistir y salir con
un corazón más puro y una fe más
fuerte, y que Dios lo convierta
en la persona que Él quiere,
dice que esa clase de fe vendrá
de Dios, si se la pide, y se la
dará abundantemente.
Dice que se la dará
abundantemente
y no le reprochará por ello.
Dice, escuche, Él la da
abundantemente y sin reproche.
No volverá y, y, y
discutirá con usted.
Es decir, la da en abundancia.
Pero dice, vea esto, dice:
«Pero pida, pero pida con fe,
no dudando nada».
Dice: «Porque el que duda es
semejante a la onda del mar, que
es arrastrada por el viento».
Dice: «No piense, pues, quien
tal haga, que recibirá cosa
alguna del Señor».
Así, ¿qué hace Él?
Crea la atmósfera aquí,
persecución, dificultad, apuro.
El proceso, Dios está en el
proceso de enseñarnos paciencia,
purificando el corazón,
fortaleciendo la fe y dice que
viene como resultado de
responder sabiamente.
Si respondo a los apuros,
dificultades y pruebas con
culpa, ira, dolor y amargura y
resentimiento y hostilidad y
actitudes mordaces, él
dice que respondo mal manera.
Si respondo bien, necesitaré la
sabiduría de Dios para poder oír
las críticas, tomarlas,
aceptarlas y avanzar.
Seré capaz de aceptar la
dificultad y apuros y ver a Dios
y responder de forma sabia.
Para hacer eso, necesitaré
sabiduría, y viene como
resultado de pedirle a Dios.
Él está en abundancia
dispuesto a hacerlo.
Pero si respondo bien, saldré
ganador, y si no, no lo haré.
Pero si lo que ocurre es que no
pido con fe que es como las olas
del mar, arrastradas por
el viento,
dice que no obtendré nada.
Y además dice, dice: «Hombre
de doble ánimo,
inconstante en
todos sus caminos».
Así, él, él establece el patrón
completo aquí, sobre el tema de
la debilidad en nuestra
fe, la fe fluctuante.
Bien, ¿cuál es la fe fluctuante?
La fe fluctuante es la fe que
vacila, que va y viene de: «Sí,
creo que lo hará» a:
«No sé si lo hará».
«Sé que lo hará».
«No, no creo que suceda».
«Pensé que eso quiso decir».
«No creo que eso quiso decir».
«Estaba seguro de
que eso decía».
«Ya no estoy
seguro de qué dice».
«Me arrodillé y le pedí y supe
que lo haría y aun así, de algún
modo, no estoy seguro.
Esto es lo que dijo».
Al pedir, digo:
«¡Voy a confiar en Dios!
¡Aleluya!
Amén».
Media hora después digo:
«Oh Dios, espero que sí.
Espero que lo hagas».
Y ¿qué pasa?
Vacilamos.
¿Sabe qué dice?
«No piense que lo recibirá».
Es una declaración muy fuerte.
Quisiera que examinemos un
momento qué nos hace fluctuar en
nuestra fe.
Hemos sido salvos
por la gracia de Dios.
Tenemos la Biblia,
tenemos las promesas de Dios.
Sabemos lo que dice.
Sabemos que es un Dios
de amor incondicional.
Estaríamos de acuerdo en que
es absolutamente fiel,
Él es digno de confianza.
Entonces, ¿qué nos hace
zigzaguear y tambalear de un
lado a otro y
fluctuar en nuestra fe?
¿Por qué lo hacemos?
Y quisiera que examinemos qué
hace que nuestra fe vacile.
Número 1.
Número 1 es esto: Puede
ser que estemos seguros
de lo que estamos pidiendo.
No estamos seguros de
la voluntad de Dios.
Si no tenemos
alguna promesa de su Palabra.
Y no digo que siempre deba
tener alguna; pero si nosotros
pedimos, hacemos una petición
a Dios, en algún lugar de la
Biblia hay una promesa que
siempre se relaciona
con lo que le pide.
Ya sea en cuanto a dirección o
ingresos o relaciones o lo que
sea, la, la promesa
siempre está ahí.
Así, si no sé cuál es su
voluntad y le digo: «Señor, te
pido esto», ¿por dónde empiezo?
Debo empezar con esta petición:
«Padre, aquí está mi necesidad;
te pido esto.
Necesito saber tu
voluntad sobre esto».
Ahí empiezo, en
cuál es su voluntad.
¿Tengo derecho a pedirle a
Dios que me muestre
cómo orar por algo
en particular?
Sí.
¿Tengo derecho a esperar que
Dios me muestre exactamente cómo
pedirle o qué pedirle?
¡Sí!
¿Él quiere que le
pida lo correcto?
¡Sí!
¿Está comprometido a
mostrarme qué pedir?
¡Sí!
Por tanto, al decir: «Dios,
muéstrame tu voluntad sobre
esto, cómo debo orar por esto;
no estoy seguro de que quieras
esto para mi vida; muéstramelo»,
Dios tiene la obligación divina
de mostrarle su voluntad sobre
cómo orar por eso porque quiere
que pida lo correcto.
Él dice: «Pedid, y se os dará;
buscad, y hallaréis;
llamad y se os abrirá.
Todo aquel que pide, recibe; y a
la persona que llama y busca ahí
fuera, le dice:
«Dios abrirá la puerta».
Dios quiere que sepa,
así que, eso debe pedirle.
Usted dirá:
«Bien, ¿me dijo algo?
Pues, sí; creo que sí».
Espere, si dice:
«Señor, muéstrame qué hacer.
Muéstrame exactamente cómo orar
por esto», lo que el Espíritu de
Dios le indique en su corazón
que haga, comience a orar
específicamente sobre eso.
Antes que nada, si no quiero una
fe fluctuante y quiero una fe
fuerte, debo saber que lo que
pido es la voluntad del Padre.
La segunda causa, es que a
menudo, la razón humana va en
contra o está en
conflicto con nuestra fe.
Por ejemplo, la Biblia dice:
«Pedid, y se os dará; medida
buena, apretada, remecida».
El principio es este: Si
está en necesidad, dé.
«Bueno, espere un minuto.
Eso no tiene sentido.
Por ejemplo, digamos que
ahora necesito algo de ropa.
Mi ropa está gastada y
las cosas se ven mal.
Necesito un trabajo y no, no
tengo dinero para comprar ropa.
¿Y dice que si doy algo de lo
que tengo, voy a estar mejor?
No tiene sentido».
Correcto.
No es razonable.
Eso es correcto.
Pero inténtelo.
Verá que es cuestión de fe.
Quisiera que vea
esto, algo que pasa.
Cuando confiamos en
Dios, ¿sabe qué pasa?
El Soberano, Omnipotente y
Todopoderoso y Omnisciente Dios
que es, mire, que es soberano
de este universo, cuando todos
confiamos en Él, mire, se
involucra en todo aquello con lo
que estoy lidiando y, en su
increíble poder, suple la
necesidad, sea cual sea.
Por eso no tiene
que ser razonable.
La vida cristiana
no es razonable.
Permítame preguntarle si le
parece razonable esto: ¿Cómo
pudo un Hombre, que murió hace
2000 años en una cruz, hacer
que, 2000 años después, le sean
perdonados sus pecados y tenga
absoluta seguridad, cuando ese
Hombre, a quien nunca conoció ni
nunca ha visto, murió
hace 2000 años para
que usted hoy sea perdonado?
Eso no tiene sentido,
salvo que sea Dios.
Hay cosas que no tienen
sentido, salvo que sea Dios.
Y así, cuando piensa en cómo
actúa Dios, Dios, mire, Dios nos
capacita en cualquier
situación que estemos.
No tiene sentido, ¡de acuerdo!
Solo recuerde eso.
No se supone que tenga sentido.
Solo funciona
porque Dios lo hace.
Una tercera razón para
hacerlo es esta: Cuando nuestros
sentimientos eclipsan
o superan nuestra fe.
La mayoría tiene el mayor
problema con su fe en relación
con los sentimientos.
Por ejemplo, alguien dirá: «Sí,
le pedí a Dios
que me muestre eso».
¿Tiene fe en Él?
«Bueno, ¿sabe?
¡Ahh!, ¿sabe?, la verdad es que
no me siento digno de que Dios
vaya a responder mi oración».
Nunca será digno.
¡Olvídelo!
Sentimientos de indignidad.
Sentimientos, por ejemplo, de
uh, uh, mi, mi incapacidad.
«Yo solo, sabe, yo, sé que le
he pedido a Dios que me dé este
trabajo y bueno, ¿sabe?,
estoy pensando en ello.
No sé si podré manejarlo o no».
Usted le pidió a Dios y
Dios le dio el trabajo.
¿Por qué no cree que lo
ayudará, lo ayudará en eso?
Él contestó su oración.
«Bueno, mire, solo,
me siento tan incapaz.
Me siento tan incompetente».
O, «¿sabe?, le he pedido a
Dios por esto y le pedí que me
muestre esto y trabajo en
esta relación,
pero me siento tan culpable».
Culpable ¿de qué?
«Bueno, culpable de mi pasado».
¿Le pidió a Dios que lo perdone?
«Sí».
¿Lo ha perdonado?
«Sí».
Él dice, ¿sabe?, lo dice claro
en su Palabra: «Si confesamos
nuestros pecados, él es fiel
y justo para perdonarnos para
limpiarnos de toda maldad».
¿Le pidió perdón?
«Sí».
¿Lo perdonó?
«Sí.
Pero, mire, yo siento…».
Le aseguro que los sentimientos
son un desastre total porque
cambian continuamente, no a
diario, sino momento a momento.
Y, escuche, si se guía
por sus sentimientos,
su fe se tambalea
por todas partes.
Eso me lleva a algo más y es una
de las principales razones por
las que fluctúa nuestra fe, y es
porque escuchamos, mire, solemos
escuchar el consejo
negativo de los demás.
Muchas veces, al enfrentar una
situación, lo primero en lo que
se piensa es en el teléfono:
«Mira te diré lo que pasa.
Dime ¿qué harías tú?».
Eso es lo peor que puede hacer.
Mire, todo el mundo
tiene consejos
y todos tienen una opinión.
Escuche bien, porque a la
mayoría le cuesta esto: Dios
tiene una voluntad
única para su vida.
Su voluntad para su vida no es
igual que su voluntad
para la vida de otros.
Usted, usted es un individuo
particular creado por Dios con
el propósito final de darle
gloria y efectuar algo en su
vida, y llevarlo a cabo por
medio de su vida y para usted.
Por tanto, nadie conoce la
voluntad de Dios para su vida.
No significa que Dios no pueda
dar a la gente entendimiento
para dar un consejo sabio y
piadoso, aunque al final, debe
tener la afirmación de Dios.
Escuche, si toma decisiones
basadas en lo que otras personas
le dicen, se va a equivocar la
mayor parte del tiempo porque la
mayoría, para obtener su
aprobación, le dirán lo que
creen que quiere oír para
sentirse bien y usted también.
Por eso es imprudente.
Y así, puede buscar consejo
piadoso, pero incluso después de
hacerlo, escuche, necesita que
Dios confirme
ese consejo de algún modo.
Bien, además, al pensar en eso,
una de las razones básicas es
que nos enfocamos en
las circunstancias.
Mire, al pasar por dificultades
y apuros en la vida, ¿qué ocurre
cuando se enfoca en su problema?
¿Qué pasa con el tamaño de
su problema cuando lo enfoca?
Más y más grande.
Cada vez más complejo.
Cuanto más lo mire, más grande
se vuelve, más complejo, más
difícil parece.
Mire, si quiero que mi fe sea
férrea y fuerte, debo poner mi
enfoque en mi Padre,
no en mi problema.
Usted dirá: «Bueno, pero cuando
tropezamos con algo,
no sabemos cómo resultará».
Bien.
Pero, mire, tengo que ver eso
a la luz de quién es mi Dios.
¿Quién, quién,
quién es este Dios?
Debo enfocarme en Él, no
en mis circunstancias.
Porque puedo
decírselo, como usted a mí.
Usted considera su situación
y sigue viéndola y viéndola y
midiéndola y sopesándola, y esta
se hace cada vez más grande–Y
se vuelve más difícil de
resolver todo el tiempo.
Y ¿qué pasa?
Decimos: «Señor…».
Y pienso en lo que
significa esto en mi vida.
Al llegar por primera vez a esta
iglesia, llegué hace muchos años
y vine como pastor adjunto,
y luego votarían
para nombrarme su pastor.
Sabía que Dios me había dicho
que iba a ser el pastor de la
iglesia, aunque no
se lo dije a nadie.
Y algunas personas pensaban que
Dios les había dicho eso, pero
yo sé que fue arrodillado
en un cuarto del hotel,
a las 4:30 de la tarde.
Por cierto, estuve en West Palm
Beach, Florida, y arrodillado
junto a la cama, esto
es lo que Dios dijo.
Sabía que lo había dicho, aunque
al ver a mi alrededor,
no había remedio.
Es decir, iría a la iglesia,
predicaría y oiría a toda esta
gente que no me quería y se
desharía de mí, y esos planes
que tenían sobre
cómo lo harían y demás.
Y entré al cuarto a orar.
Y entonces Dios me decía
esto, como nunca jamás lo había
escuchado decirme algo: «¿Vas a
creer lo que ves, lo que oyes,
lo que sientes, o
creerás lo que dije?».
«¿Creerás lo que ves, lo que
oyes, lo que sientes
o lo que dije?».
Así que, me alistaba el domingo
en la mañana para predicar a un
montón de personas
que no me querían.
Maravillosa experiencia, créame.
Jum, jum, jum.
Pero ¿sabe qué?
Yo la pasaba mal durante la
semana; me hacían pasarla mal.
Entraba al cuarto de oración el
domingo–no era la única vez
que estaba ahí, sino cada
día–entraba al cuarto antes
de predicar y pasaba una
media hora ahí y salía.
Y creerá que yo
pensaba que todos me amaban.
Pero tenía la más perfecta
paz, la más absoluta
e increíble seguridad.
Pero aprendí algo.
Cuando Dios le ha dicho algo,
usted debe morir con ello y no
cambiar de opinión.
Dios me decía: «¿Vas
a creer lo que ves?»
Era malo.
«¿Lo oyes?».
Era terrible.
«¿Lo que sientes?».
Eso era horrible.
«¿Creerás eso o
creerás lo que dije?».
Hasta que, finalmente, decidí
que creería lo que
Dios decía y nada más.
Y he sido su
pastor casi 30 años.
¿Sabe qué?
Mire, debe mantener
su enfoque en Dios.
Si no lo mantiene en Él, Satanás
hará esto: Satanás hará todo lo
que esté en su poder para hacer
que usted mantenga su atención
en las cosas que destruyen su
fe: lo que ve, lo que oye, lo
que siente.
Así no es cómo Dios actúa.
Esto es lo principal, vea esto.
Si me escucha diga amén.
Escuche bien.
La cuestión es cómo
corrijo esto ahora.
Muy simple, no deje pasar esto.
Le pide a Dios sobre algo y
dice: «Ah, ah, quizá lo hará,
quizá no; creo que
sí; no estoy seguro».
Esto debe hacer:
Tome una decisión.
Aquí está la decisión: Elijo
creer que Dios es confiable.
Elijo creer que Dios es fiel.
Elijo creer que
Dios hará lo que dice.
Me niego a dudar de mi Dios.
Escuche esto, debe decir todo
esto ahí: «Me niego a seguir
dudando de Dios».
No mencioné las circunstancias.
«Me niego a dudar de Dios.
«Pedid, y se os dará;
buscad, y hallaréis.
Todo lo que
pidiereis en oración,
creyendo, lo recibiréis.
Conforme a vuestra
fe os sea hecho».
Me niego, mire, me
niego a dudar de Dios.
Si me niego a dudar de Dios,
significa que confiaré en Dios.
Y entonces ahora escuche, mi
indecisión de confiar en Él y no
confiar en Él cesa en el momento
en que decido y elijo
creerle a Dios, elijo
no dudar más de Dios.
Escuche, si elijo no
dudar más de Dios,
significa confiar en Él.
¿Sabe qué pasa?
El tambaleo de un lado a otro
llega a su fin., ¿Sabe por qué?
Porque ahora estoy
anclado, tomé una decisión.
Mi decisión ha sido
que confiaré en Él.
Como dijo Job: «Aunque me
mataré», estoy enfocado,
convencido y persuadido de que
mi Dios responderá a mi oración.
Así que toma una decisión,
toma una decisión, mire, escuche
bien, no toma la decisión
de dejar de dudar de sus
circunstancias; toma la decisión
de dejar de dudar de Dios.
Toma esta decisión: «Voy a
empezar a creer en Dios, que es
quien dice ser y que
hará lo que dice».
¿Qué me ayudará a hacer eso?
Sumirme en su Palabra y
meditar en sus promesas.
Porque pasa esto: Al meditar en
sus promesas, yo empiezo mire,
empiezo a absorber con
mi pensamiento
y a pensar como Dios piensa.
Comienzo a llenar mi mente
y mi espíritu
con lo que Dios ha dicho.
Yo hago eso todo el tiempo.
Mire, escuche bien, por eso no
es suficiente venir a sentarse a
escuchar un mensaje.
No es suficiente.
Debe escribirlo,
debe tomar notas.
Cuando abra la Biblia, lea el
pasaje donde dice: «Pedid, y se
os dará; buscad, y hallareis».
Eso dice.
¿Sabe qué pasa?
Entra por sus ojos, lo registra
en su mente, en su Espíritu;
entonces Dios tiene
algo con qué trabajar.
Llene su mente y su
corazón con la Palabra de Dios.
Escuche, recuerde la promesa.
Cuando Satanás lo ataca con
estas cosas y usted empieza a
vacilar, diga: «¿Cuál
es promesa de Dios?
He escogido; no
dudaré del Dios vivo».
¿Sabe qué pasa?
Su titubeo de un lado a otro
se parará en seco, súbitamente.
Y escuche, las bendiciones
de Dios empezarán
a fluir en su vida.
Debe tomar una decisión: «Ya no
voy a dudar del Dios vivo, que
es el controlador soberano
de este universo y tiene cada
aspecto de mi vida bajo control
absoluto y total, y nada,
escuche, nada puede proceder
contra mí que
Él no pueda controlar.
No tengo necesidad…
Le preguntaré algo: ¿Cree
tener una necesidad
que Dios no conoce?
No.
¿Acaso no dijo: «Mi Dios suplirá
lo que os falta conforme a sus
riquezas en gloria en Cristo».
Sí.
¿Suplirá mi necesidad?
Sí.
«Bueno, uhm, bueno, eh,
esto en particular, no».
Mi Dios me suplirá ¿cuánto?
Todo lo que me
falta, ¿según qué?
Sus riquezas en
gloria en Cristo Jesús.
Así que, debo decidir esto:
Me niego a dudar de Dios.
¿Sabe qué significa?
Que confío en Él de
aquí en adelante.
Yo le creo.
Si tomo una decisión, me enfoco
en su Palabra, me enfoco en Él,
medito en su Palabra y, escuche,
afirmo, afirmo continuamente:
«Me niego a dudar del Dios vivo.
Elijo creerle a Dios.
Elijo creer que este Dios
soberano cumplirá
su Palabra siempre».
¿Sabe qué?
Esto es lo que pasará.
Vea esto.
Pasará esto: Empezará
a orar por
cosas específicas,
recordándolas.
Bien, no hablo de
algo allá en el espacio.
Hablo con el Dios vivo.
Hago una petición específica
y confío en que el Dios vivo
responderá a mi oración.
Significa que desde ese momento,
viviré con expectativa, con
ilusión, viendo
cómo Dios hace esto.
Es como una aventura.
Veré cómo Dios me entreteje
en esto, cómo suplirá esta
necesidad, cómo me ayudará a
superar esta dificultad, cómo me
ayudará a superar este
momento de adversidad y prueba.
¿Qué pasará?
Comenzará a ver a Dios
respondiendo peticiones porque
usted no solo le habló al
respecto; hizo una petición
específica y la anticipó y tomó
la decisión de creer que Dios
responderá a su oración.
Y las bendiciones de Dios
comenzarán a fluir en su vida;
bendiciones que Dios,
mire, reserva a favor
de quienes confían en Él.
Si cree que no está recibiendo
su parte; si toma este mensaje y
lo graba en su alma y lo
practica a partir de hoy, sus
circunstancias cambiarán.
Y usted, escuche, usted abrirá
las puertas y Dios lo bendecirá,
fortalecerá, purificará su
corazón, aumentará su fe y lo
bendecirá en cada
necesidad de su vida.
Padre, te agradecemos
por ser tan paciente
y actuar con sencillez.
Te mueves entre lo más difícil
de nuestra vida, amándonos,
capacitándonos, resguardándonos,
fortaleciéndonos.
Líbranos, Padre, de ser de doble
ánimo, 2 almas, 2 mentes, que
buscan en 2
direcciones la misma cosa.
Que no haya más guerra civil,
sino paz total,
en nuestro corazón.
Que nuestra confianza
esté en ti y solo en ti.
En el nombre de Cristo, amén.
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