La paciencia: Un atributo esencial para experimentar lo mejor de Dios – Dr. Charles Stanley

La paciencia es una virtud que todos admiramos, hasta que tenemos que ponerla en práctica. En este mensaje, el Dr. Stanley expone la verdad con claridad: la paciencia es indispensable para nuestra capacidad de obedecer a Dios y recibir lo mejor para nosotros. Puede ser doloroso esperar el tiempo del Señor, pero cuando lo hacemos, Él renueva nuestras fuerzas (Is 40.31). Descubra por qué podemos confiar en el tiempo perfecto de Dios. Para más mensajes de Charles Stanley, incluyendo la transmisión de esta semana, visite www.encontacto.org/vea

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Dr. Stanley: Cuando aceptamos
a Jesucristo como nuestro

Salvador personal, de inmediato
el Espíritu Santo vino a nuestra

vida a sellarnos como hijos
de Dios.

Por esa razón tenemos seguridad
eterna, es su trabajo

y no nuestra conducta lo que
nos hace aceptables ante Dios.

Y al pensar en ese proceso,
considero el hecho de que el

Espíritu Santo nos selló y
facultó para hacer lo que sea

que nos haya llamado a hacer.

Mucha gente se pasa la vida en
la iglesia, se bautizaron desde

temprana edad, escucharon muchos
sermones, y nunca entenderán que

Dios nunca planeó que ellos
mismos vivieran la vida

cristiana.

No lo hizo, su plan fue que
permitieran que el Espíritu

Santo, quien mora en ellos,
viviera la vida

del Señor Jesucristo en ellos.

Así que no solo fuimos
facultados para la salvación,

Dios nos ha equipado para hacer
lo que sea que nos ha llamado a

hacer; para que seamos y hagamos
aquello para lo cual nos creó.

Entonces al pensar en su vida, y
en los desafíos que enfrenta,

recuerde esto que ya tiene el
poder del Espíritu Santo para

vivir y para enfrentar cualquier
situación y circunstancia en la

vida.

No fue que Dios nos salvó y nos
dejó de nuestra cuenta.

Entonces al pensar en su vida,
y al considerar lo que enfrenta,

al afrontar dificultades, ¿diría
que es una persona paciente?

Y la verdad es que quizás todos
tenemos aspectos de la vida en

los que se nos dificulta
esperar, y abstenernos de pensar

o hacer lo que queremos.

Pero la paciencia es un don de
Dios, no algo que desarrollemos.

Es un don de Dios mediante
el Espíritu Santo.

Al aceptar a Cristo, Dios nos
selló como sus hijos y comienza

a derramar en nuestra vida, si
se lo permitimos, el fruto del

Espíritu: amor, gozo, paz,
paciencia.

Así pues, de eso quisiera
hablar, de todo este asunto de

cuán esencial es que
experimentemos la paciencia

de Dios en nuestra vida porque
afecta todo lo que hacemos.

Entonces, cuando en nosotros
mora el Espíritu Santo,

a veces nos dice:
«mmm-mmm-mmmm-mmm, no», no.

O tal vez diga: «Ahora no».

O quizás diga: «Mañana»,
cuando sea.

Pero Dios nos dio un compás,
su Espíritu.

Nos dio sentido de dirección
en el Espíritu Santo para que

no tuviéramos que pasar la vida
cambiando de parecer, y tomando

decisiones que a menudo
lamentaríamos.

Así que deseo hablar de
la paciencia, porque la Biblia

dice que es un don del Espíritu.

¿Cuántos aquí saben que
son salvos?

Levanten la mano.

Manténgala en alto.

¿Sabe que es salvo?

Muy bien, ¿sabe que
el Espíritu Santo mora en usted?

Pues los mismos deberían
levantar la mano,

porque si es salvo,
tiene al Espíritu Santo allí.

Y uno de sus objetivos
principales es prepararnos para

caminar con paciencia en nuestra
vida cristiana.

Entonces, escuche lo que dice
el Salmo 27, versículo 14:

«Aguarda a Jehová; Esfuérzate,
y aliéntese tu corazón;

Sí, espera a Jehová».

¿Por qué habrá dicho eso?

Porque para esperar en el Señor,
a veces, tenemos que esforzarnos

y ser valientes.

Porque a veces hay presiones que
surgen para tomar decisiones

en la vida.

Cónyuges, familias, negocios,
o lo que sea; dice: «Espera».

En el Salmo 37, versículo 7,
dice 3 veces: «Guarda silencio

ante Jehová, En este pasaje:
«Guarda silencio ante Jehová,

y espera en él».

No te alteres, porque no es lo
mejor.

El Salmo 40 dice: «Pacientemente
esperé a Jehová, Y se inclinó

a mí, y oyó mi clamor».

Vea esto: «Pacientemente esperé
a Jehová, Y se inclinó a mí,

Se inclinó a escuchar lo que le
decía, y contestó mi petición.

Así que la paciencia es muy
importante en cada aspecto

de la vida.

¿Cómo definiría la paciencia,
si alguien dijera:

«Bueno, explíqueme,
defíname qué es la paciencia».

¿Qué diría?

Es la perseverancia, en calma y
sin quejas, al estar bajo estrés

o molestia; es tener templanza.

Entonces pregúntese: ¿Se queda
tranquilo y sin quejarse cuando

las cosas no marchan a su modo?

Permítame darle la definición
más sencilla de paciencia.

Escuche esto: paciencia
es la voluntad para esperar.

Eso es lo único
que necesita saber.

Paciencia es la voluntad
para esperar.

O sea, ante situaciones,
debemos tomar decisiones,

pero a veces no sabemos
qué hacer, o a veces Dios

inquieta nuestro espíritu,
y tenemos que tomar una

decisión: ¿Esperaré
la dirección de Dios, o no?

La mayoría de la gente
no quiere esperar.

Quieren que Dios actúe
a su conveniencia.

Piense en esto, reconocemos que
Dios es omnisciente, todo lo

sabe.

Reconocemos que Él lo sabe todo
de nosotros.

Reconocemos que Dios sabe qué es
lo mejor para nosotros.

Sin embargo, llegamos a esas
situaciones donde Dios nos dice

que esperemos y no queremos.

Así que pensamos en todas las
razones por las que no

deberíamos tener que esperar.

Vemos que otros tienen esto y
aquello, ¿por qué deberíamos

tener que esperar?

Porque Dios en su amor y poder
infinitos sabe que a veces en

nuestra vida, ciertas cosas no
cuadran.

O sea, Dios nos creó ¿para qué?

Para vivir para Él, para
servirle y para reflejarlo.

Dios nos creó para vivir la vida
que ha puesto en nosotros.

Cuando quiero algo que Dios no
quiere que tenga, e insisto en

tenerlo, estoy siendo
impaciente.

Cuando presionamos a Dios:
«Bueno, Señor, he esperado

suficiente, es hora de tener lo
que quiero».

Mucha atención, Dios es nuestro
mayor protector.

Cuando nos dice: «No», escuche,
no crea que Dios está

rechazándole, sino ¿qué hace?

Está protegiéndole.

Cuando Dios dice no,
es una palabra de protección.

A menudo pensamos: «Bueno,
Señor, si me amaras, me dejarías

tener esto, aquello y lo otro».

Es la voluntad para esperar.

Entonces le pregunto: ¿Diría
que es una persona paciente?

Ahora, piénselo un momento:
¿Diría que es

una persona paciente?

O sea, que tolera con calma
las demoras que Dios pone

en su vida al decir no.

Acude a Dios por algo que cree
que es su voluntad para su vida,

lo consulta con Él, mucha
atención, sucede lo siguiente:

Se lo pregunta al Señor
y no escucha nada.

Le pregunta al respecto,
y no escucha nada, así que dice:

«Bueno, debe estar bien
porque Dios no me dijo

que no podía hacerlo».

Nunca siga esa ruta, si dice:
«Si haré esto porque Dios no me

ha dicho que no deba hacerlo».

¿Qué de esperar hasta que Dios
le diga que sí debe hacerlo?

Así manipulamos la Palabra
y las circunstancias, para poder

justificar nuestros deseos,
cuando a menudo son obstáculos,

son semillas de destrucción
en nuestra vida por no estar

dispuestos a esperar en Dios.

Mire, ¿está de acuerdo
en que Dios le ama?

¿Está de acuerdo en eso?

Diga amén.

Algunos lo están, otros no.

Dios sí le ama,
y permítame preguntarle:

¿Ama usted a sus hijos?

¡Vamos!

¿Ama a sus hijos?

Bien, si le piden algo
que sabe que los perjudicará,

¿querría dárselos?

Entonces, ¿por qué esperamos
que Dios haga eso?

Le pedimos algo a Dios,
y a veces Dios dice no,

y pasa esto.

A menudo la gente dice:
«Pues, leeré la Biblia

para ver qué dice Dios».

He escuchado eso muchas veces,
van a los Salmos

y los Proverbios, o algún lado,
y buscan y encuentran

algún pasaje que diga:
Veamos, y buscan y buscan

y buscan, y dicen:
«Bueno, seguro que Dios debe

estar diciéndome algo».

Y encuentran un versículo
que puedan interpretar que Dios

les dijo que sí y afirman: «Dios
me dijo que podía hacerlo».

Dios no opera así.

Escuche esto,
cuando usted aceptó a Cristo,

el Espíritu Santo le selló como
hijo de Dios, mora en nosotros

las 24 horas del día.

Uno de sus propósitos
principales es escribir nuestro

nombre en el Libro del Cordero,
al sellarnos como hijos de Dios

para siempre.

Mora en usted para darle
dirección en la vida: «Mas

el fruto del Espíritu es amor,
gozo, paz, paciencia».

Eso es parte de lo que
Él hace en nuestra vida.

Así que tenemos en nosotros
la verdad absoluta el compás

adecuado, quien nos dará
la dirección correcta cada vez

que se lo pidamos.

Así es Él.

Porque Dios sabe
lo complicada que es la vida.

No nos dejó aquí sin su
Espíritu, les dijo a sus

discípulos: «Quédense en la
ciudad de Jerusalén, hasta que

reciban poder de lo alto.

No pueden llevar la vida que les
he dado sin el Espíritu Santo.

Y justo eso fue lo que hicieron.

Esperaron hasta que viniera
a morar en ellos.

Cuando usted aceptó a Cristo,
el Espíritu Santo vino

a su vida,
le selló como hijo de Dios.

Siempre es un hijo de Dios,
no puede perderse.

Una vez sellado por la sangre
de Cristo, no puede perderse.

Pero sin duda puede dañar su
vida al no escuchar al Espíritu

Santo que mora en usted para
darle dirección y guía clara

en cada aspecto de su vida.

Así que la paciencia,
la paciencia es crucial.

Escuche lo que dice:
Mas el fruto del Espíritu

es O sea,
podemos esperar que

el Espíritu Santo se exprese
en estas formas: amor, gozo,

paz, paciencia.

Así que en nosotros mora Aquel
que está dispuesto a dirigirnos

en toda circunstancia
de la vida.

Así que pensémoslo por
un momento: ¿Qué se requiere

de nosotros para que
tengamos Paciencia?

En primer lugar,
debemos tener fe en Dios.

Tener fe en Dios para creer que
Él me dirigirá en cada ocasión,

en lo que sea que necesite,
en el rumbo que sea,

porque prometió hacerlo.

Segundo debemos tener
el espíritu de obediencia.

Si tengo un espíritu obediente,
escogeré obedecer a Dios.

Quizás falle en eso de algún
modo, pero el Espíritu Santo

está allí para facultarnos,
para darnos guía, ¿para qué?

Para seguirlo.

Luego, lo siguiente y clave:
Discernimiento del tiempo

de Dios.

El Espíritu Santo nos mostrará
cuándo.

A menudo le pedimos algo que no
es su voluntad en el momento.

No es su plan en ese momento,
sino más adelante.

Lo que debemos hacer es ser
sabios para decir: «Señor, si no

es tu voluntad, o si no es tu
voluntad ahora, dame la gracia

para esperar hasta que me des
permiso para tenerlo o para ir,

en el caso que sea».

Luego, para ser paciente,
debo amar a Dios.

Si no lo amo, no seré paciente.

Si no lo amo, querré tenerlo ya.

Si no lo amo, quiero que las
cosas funcionen como y cuando

las quiero.

Si quiero ser paciente,
debo amar a Dios.

Es decir, si lo amo,
seré paciente.

Si alguien dice:
«Bueno, amo a Dios pero».

No, no hay peros.

Si lo amo, seré paciente.

Si no amo a Dios, no confío
en Él, no seré paciente.

Entonces le pregunto:
¿A usted le considerarían,

su esposo, o su esposa,
sus amigos,

compañeros de trabajo, lo ven
como una persona paciente?

Ahora, hay solo 2 respuestas.

Sí o no.

Sí, así es.

No, no es así.

Y debido a su conducta,
su conversación

y su carácter con ellos.

Si me amo, amo lo material,
si amo a otras personas más que

a Dios, buscaré mi propia
satisfacción.

Pero Dios quiere lo mejor
para sus hijos.

No hay nadie que pueda decir:
«Dios no quiere lo mejor

para mí».

Claro que sí.

«Pues si fuera así, me diera a
él o a ella, o esto o aquello».

No, la razón por la cual no se
lo dio es porque Dios sí le ama.

Porque su amor por nosotros no
tiene límites, y su amor es tan

poderoso que Dios dirá «no»
cuando sabe que lo que queremos

no es de Él,
hará que lo sepamos.

El fruto del Espíritu es
paciencia, estar dispuestos a

esperar mucho si es necesario,
pregúntese si eso es cierto.

Ahora, se requiere valentía
para obedecer a Dios.

Se necesita valentía para ser
pacientes, porque a veces puedo

recordar ocasiones en mi vida
en las que pensé: «Bueno, Señor,

estoy al borde, y si no haces
algo pronto, me caeré por el

precipicio».

¿Qué?

¿Sabe quién está del otro lado
del borde?

Dios Todopoderoso.

No se caerá por el precipicio.

A veces Dios nos deja acercarnos
a lo que creemos que es un punto

de desesperación máxima e
inalterable, pero Dios siempre

está allí.

Él es Dios de amor,
de dirección,

guía y consejo en nuestra vida.

Se necesita valentía para
confiar en Dios y, en palabras

sencillas, debemos tener
determinación para esperar.

Ahora, podría dar muchas
ilustraciones de personas a

quienes, a lo largo de los años,
les he aconsejado que esperen

para comprar algo, que esperen
en cuanto a algo en su

matrimonio, o algo en cuanto a
sus hijos, o a jóvenes que

esperen al tomar decisiones
sobre la universidad, etcétera.

En cada ocasión que recuerdo,
cuando alguien recibió un buen

consejo espiritual y decidió
actuar a su modo, nunca terminó

como querían.

¿Sabe por qué?

Porque Dios quiere lo mejor para
nosotros.

Y dice: «Te haré entender, y te
enseñaré el camino en que debes

andar; Mire, comenzamos diciendo
que la paciencia es el fruto

del Espíritu, es un don de Dios.

Lo que significa que tenemos
en nosotros la facultad

de tomar decisiones sabias.

El fruto del Espíritu
es paciencia.

El Espíritu de Dios ejercitará
paciencia en, a través de, por,

y mediante nosotros, porque Dios
quiere que sigamos su voluntad y

que andemos en sus caminos.

Dios sabe que enfrentamos
momentos y situaciones

difíciles, y a veces no sabemos
qué hacer.

Él está allí para mostrarnos qué
hacer.

Si usted es seguidor de Cristo,
si es cristiano, si ha aceptado

a Cristo en su vida como su
Salvador, tiene dentro de usted

al mayor, al máximo, al supremo
Consejero para cada situación en

la vida, sin excepción alguna.

Dios le dirigirá, Él no le
ocultará la verdad; no retendrá

el consejo sabio.

Si no tiene consejo sabio,
es porque no se lo ha pedido.

¿Por qué?

Porque Dios le ama
de forma incondicional.

Él quiere lo mejor para usted,
pese a lo que sea.

Así que el fruto del Espíritu es
paciencia.

La paciencia no es un tema de
agrado popular.

¿Sabe por qué?

Se lo diré, porque queremos lo
que queremos, cuando y como lo

queremos, y ya.

Cuando no lo tenemos, no
queremos que nadie nos diga

por qué no podemos tenerlo
y lo entiendo.

Lo mismo pasaba cuando
hablaba Jesucristo.

La gente no quería escuchar
algunas de las cosas que decía,

pero está bien.

Pensémoslo por un momento,
¿por qué decimos que

la paciencia es esencial para
experimentar lo mejor de Dios?

Número 1: Es esencial para
llevar una vida de obediencia

a Dios.

Para obedecer a Dios,
debo escucharlo; debo escucharlo

y debo obedecerlo.

Para obedecer a Dios,
debo estar dispuesto a renunciar

a mis propios deseos personales
y opiniones, en ocasiones,

para hacer lo que Dios dice.

Eso es Dios amándome.

Mucha atención, lo que sea que
usted esté pasando, y esté

orando al respecto, y Dios le
dice que no, mire, cuando Dios

dice no, ¿qué está diciendo?

Lo que dice es: «Yo te amo».

El no de Dios es «te amo».

Alguien dirá: «Cuando Dios
me dice ‘no’, me enojo».

No, cuando Dios dice «no»,
está diciendo «te amo».

También considere esto: es
esencial para establecer buenas

relaciones con otras personas,
eso es paciencia.

Para tener buenos amigos debemos
ser pacientes con ellos, y no

tengo ni que decir que los que
están casados debe tenerse

paciencia el uno al otro.

Donde sea que trabaje,
debe tener paciencia.

No solo es un don de Dios, es un
requisito en la vida para poder

llevarse bien con sus hijos,
con su esposa o esposo.

Vivir con alguien que no tiene
paciencia es una situación muy,

muy difícil.

Todos necesitamos expresar
paciencia y necesitamos

expresarla hacia otras personas,
porque la gente comete errores.

Todos podemos volvernos
impacientes,

si no tenemos cuidado.

Pero, ¿se fija en algo?

La impaciencia nunca
remedia nada.

No, en nosotros mora el Espíritu
Santo, quien nos dará dirección

clara sobre lo que sea que nos
concierna en la vida, lo que

sea; cualquier relación, lo que
sea.

Y considere esto: El tiempo
propicio es muy importante.

Lo es en los deportes, en la
economía, es importante en las

relaciones, en la guerra, en la
fotografía.

El momento propicio es muy
importante.

Dios siempre está en nosotros
como seguidores de Cristo,

tenemos al Espíritu Santo para
darnos dirección clara en

cualquier y toda circunstancia
de la vida, si estamos

dispuestos a esperar en Él.

Esperar en el Señor.

¿Nos da dirección clara de
inmediato?

A menudo lo hace, pero para
tomar una decisión importante en

la vida quizás tengamos que
esperar hasta que Dios nos diga

qué hacer.

¿Está dispuesto a esperar?

¿Atesora usted la sabiduría de
Dios?

¿La valora?

¿Aprecia la sabiduría divina?

¿La anhela tanto como para
esperar que Dios le muestre

claramente lo que debe hacer?

He visto a tantas personas tomar
decisiones que sabían que no

debieron haber tomado.

Pero menudo escucho esto:
«Bueno, esperé 3 meses.

Pues, esperé 6 meses.

Esperé 2 semanas.

Esperé, y esperé, y esperé,
y nunca pasó nada.

¿Y qué?

Hice lo que quería».

Dios nos ama.

Él solo quiere lo mejor para
nosotros.

Cuando Dios dice «espera»,
escuchamos esto: «Yo te amo»,

eso es lo que hace.

Nos ama al decirnos que
esperemos.

Recuerde que dijo que es solo
paciencia, es solo la

disposición para esperar.

Y cuando esperamos, vemos a Dios
actuar.

A menudo he visto esto en mi
propia vida.

He tenido que esperar, y
esperar, y esperar por algo; y

al final ver que Dios lo lleva a
buen puerto.

Una y otra vez mi respuesta ha
sido: «Gracias, Señor Jesús.

Gracias, gracias, amado Dios,
que esperé.

Gracias, Señor, que no me
adelanté a ti».

La mayoría de las personas
quizás hoy sean infelices por

haberse negado a esperar en Dios
para recibir dirección en cuanto

a algo en su vida.

Mucha gente hoy está
en graves problemas

por no haber esperado.

Cuántas veces se hablado con
gente casada que me ha dicho:

«Sé que no debía
haber hecho eso».

«¿Porque lo hizo?»
Me dan alguna razón.

O: «Tomé tal decisión en mi vida
y nunca pensé en preguntarle

a Dios».

Lo que deseo que vea es
sencillo: Dios le ama,

Él le creó,
tiene un propósito para su vida.

Quizás usted no sepa
cuál es el propósito.

Tal vez ha vivido 2 tercios de
su vida sin nunca haberle

preguntado nada a Dios.

Pero Dios le amó, le salvó,
tiene un propósito, un plan,

para su vida,
y se lo mostrará claramente,

si usted se lo pide con calma.

No lo presione.

O sea, alguien dirá:
«Pues he esperado 2 semanas.

Eso basta».

Eso es suficiente para
nuestra mente finita.

Fíjese, permítame preguntarle:
¿Es Dios perfecto?

Diga amén.

¿Acaso se tarda?

Entonces,
¿por qué no lo esperamos?

Si decimos que es perfecto, y no
se tarda, entonces si espero,

estoy a tiempo.

Espero que Dios diga que es el
momento.

Le digo de todo corazón que así
nunca puede perder, nunca.

Nunca, nunca, nunca, nunca
se pierde al esperar en Dios.

Confíe en Él, escúchelo,
espere en Él,

y vea lo que sucede.

Si no ha aceptado a Cristo como
su Salvador, nada de esto

funcionará.

Solo le digo: Batallará en la
vida, cometerá muchos errores, y

terminará en un desastre sin
Cristo en su vida.

Pero si está dispuesto a pedirle
perdón por sus pecados, a

rendirle su vida, tendrá este
gran recurso eterno,

omnipotente, el Espíritu Santo,
quien da guía, dirección y el

momento perfecto, si lo escucha.

Si no es salvo, si no ha
aceptado a Cristo, le animo a

resolver este asunto y permitir
que el Señor Jesucristo se

convierta en el amor de su vida;
su vida cambiará.

Mire, no viva fuera de la
voluntad de Dios porque eso es

vivir fuera de su bendición.

Padre, te amamos, te alabamos,
y te damos gracias porque

nunca cometes errores,
siempre eres perfecto.

Tu tiempo siempre es perfecto.

Te pedimos que tu Espíritu
le hable a cada persona aquí.

Que todos nos examinemos
de nuevo respecto al grado de

paciencia que tenemos o no.

Sabes quién está sentado allí
ahora mismo, con una decisión

por tomar hoy, o mañana, o esta
semana, o antes de que termine

la semana, una decisión
importante en su vida.

Señor, te pido que les des
suficiente sabiduría para que

esperen hasta escuchar
claramente lo que deben hacer y

que estén seguros de que siempre
les darás guía en todo.

Te amamos y te bendecimos
en el nombre de Jesús.

Amén.

[música]