Vayamos hacia la madurez – Dr. Charles Stanley

En este mensaje, el Dr. Stanley nos dice que estaba predeterminado que fuéramos salvos para crecer y conformarnos a la semejanza de Jesucristo. Como creyentes, si no crecemos, algo anda mal con nosotros. El Dr. Stanley nos enseña cómo juzgar, probar y medir nuestro crecimiento como cristianos. También explica cómo podemos cambiar nuestras conversaciones, nuestra conducta y nuestro carácter.

Comience su día con

el devocional gratuito

En Contacto.

¡Suscríbase hoy mismo!

[música]

locutor: En Contacto, el
ministerio de enseñanza

del Dr. Charles Stanley.

Alcanzamos al mundo con el
evangelio de Jesucristo

por medio de una enseñanza
bíblica sólida.

Hoy, en el programa En Contacto,
«Vayamos hacia la madurez».

Dr. Charles Stanley:
Cuando nace un niño,

uno espera que ese niño crezca.

Y después de unas semanas o
quizás meses, pensaría: «Algo

anda mal, el niño
no esta creciendo».

Porque lo normal es
que ellos crezcan.

Al nacer de nuevo como hijos de
Dios, nos convertimos en eso,

hijos de Dios.

Así mismo, es de
esperar que crezcamos.

Ahora, nacer de nuevo significa
que Dios perdonó nuestros

pecados, y nos ha traído a
una relación personal con Él.

Eso es salvación,
es nacer de nuevo.

Al nacer de nuevo, como
creyentes, si no crecemos, algo

anda mal en nosotros, porque
Dios desea que crezcamos, y

crezcamos y crezcamos
hasta el día que muramos.

Debemos crecer espiritualmente.

Y si usted no crece en su
vida cristiana, algo anda mal.

Dirá: «¿Pues cómo lo sabré?».

Si escucha atentamente este
mensaje, descubrirá cómo hacer

para juzgarse, probarse,
examinarse, para ver si está

creciendo como
creyente o si está estancado.

Bien, alguien dirá:
«Bueno, quizás esté estancado.

Pero aquí me quedo».

No.

Si está estancado,
no se queda allí.

Va alejándose cada vez más de
Dios, si no está creciendo.

Y deseo mostrarle las
advertencias que

nos da aquí en 2 Pedro.

Búsquelo un momento, y en
el primer capítulo, comienza

recordándole a sus lectores
que Dios nos ha dado todo lo que

necesitamos para ser
las personas que

Él desea que seamos.

El segundo capítulo nos recuerda
de la falsa doctrina que hace

que las personas no
crezcan y las desvía.

Luego, al llegar al capítulo 3,
nos habla de todo lo que está

pasando y lo que pasará.

Y llega al último versículo, y
leeré pocos versículos aquí.

Vayamos al versículo 17:
«Así que vosotros,

oh amados, sabiéndolo
de antemano»–

Refiriéndose
a los tiempos difíciles

venideros– «amados, sabiéndolo
de antemano, guardaos,

no sea que arrastrados por el
error de los inicuos,

caigáis de vuestra firmeza».

Luego hace esta declaración,
a lo que quiero llegar.

«Antes bien, creced en la gracia
y el conocimiento de nuestro

Señor y Salvador Jesucristo.

A él sea gloria ahora y
hasta el día de la eternidad.

Amén».

Vea ese versículo.

Dice: «Creced».

Es un imperativo.

Y el tiempo verbal del
griego dice esto: «Crece y sigue

creciendo, y sigue
creciendo, y sigue creciendo».

No solo crecer hasta un punto,
sino seguir creciendo

en su vida cristiana.

Eso es lo que nos dice aquí.

Así que al considerar eso,
pensamos en por qué debemos

crecer, piense, ¿qué
significa crecer en su gracia?

Bien, su gracia, desde
luego, es su amor

y favor inmerecidos
hacia nosotros.

Y debemos crecer en
eso continuamente.

Así que primero, respondamos
la pregunta: ¿Por qué debemos

crecer en la gracia y el
conocimiento de nuestro Señor y

Salvador Jesucristo?

¿Por qué debemos hacerlo?

Hay 3 razones principales.

La primera es que Él ha
predestinado, predeterminado,

antes de ser salvos, antes
de que fuésemos salvos, Dios

predeterminó que creciéramos.

Esa es la voluntad de Dios.

Esa es la voluntad y el plan
de Dios para nuestras vidas.

Eso dice en Romanos 8,29,
«los predestinó para que fuesen

hechos conforme a la
imagen de su Hijo».

Si me vuelvo más y más semejante
a su Hijo, estoy cambiando mi

conversación, mi conducta,
mi carácter, estoy creciendo.

Entonces, pregúntese:
¿Sucede eso en mi vida, o no?

La segunda razón por la cual
Dios quiere que crezcamos es

porque desea
protegernos–Protegernos

de falsas ideas,
profetas, como dijo.

Y deseo darle unos cuantos
pasajes que suenan tal como

nuestra sociedad hoy, y Él dice
que una razón por la cual hay

que crecer es para protegernos
en esta clase de ambiente.

Su entorno era
parecido al nuestro.

Tenga la bondad de
acompañarme al capítulo 2,

desde el versículo 1.

Dijo: «Pero hubo también falsos
profetas entre el pueblo, como

habrá entre vosotros falsos
maestros, que introducirán

encubiertamente herejías
destructoras, y aun negarán al

Señor–refiriéndose a Jesús–que
los rescató atrayendo sobre sí

mismos destrucción repentina.

Y muchos seguirán sus
disoluciones, por causa de los

cuales el camino de la verdad
será blasfemado, y por avaricia

harán mercadería de
vosotros con palabras fingidas.

Sobre los tales ya de largo
tiempo la condenación no se

tarda, y su
perdición no se duerme».

Dios nos predestinó a ser
conformados a la imagen de su

Hijo, y Él quiere protegernos en
la sociedad en la cual vivimos.

La tercera razón, por
nuestro amor por Jesús y nuestro

conocimiento de Él.

Así que Dios está muy,
muy, interesado

en nuestra relación con Él.

Y su voluntad es que crezcamos.

Ahora, nadie sabe si usted está
creciendo salvo usted mismo.

Pero quizás otras personas que
le observan, pueden ver por su

conversación, actitud,
por lo que hace, por lo que

habla, todas esas cosas, indican
que alguien está

creciendo o no creciendo.

Y si observa su vida y
dice: «Bueno,

hace 10 años, ¿dónde estaba?»

Y dice: «Estaba
mejor entonces…»

Es que se ha
alejado por 10 años.

Dirá: «Bueno no bebo, ni fumo.

No cometo adulterio.

No hago esto ni lo otro».

No se trata de lo que no haga.

Hablando de quién es su
persona, creciendo

en semejanza a Jesucristo.

Dirá: «Pero Él fue sin pecado».

Exactamente.

Y eso no significa que vayamos a
alcanzar una etapa de no cometer

ningún pecado, pero dice que nos
predestinó, escuche, para ser,

Él nos predestinó para ser
como su Hijo, conformados a Él.

O sea, tan
semejantes a Él como podamos.

Y en breves momentos, le
daré una lista de cosas, y no

significa que cada una de ellas
será cierta en su caso, ni que

tiene que hacer cada una de ella
para poder crecer, porque todos

tenemos diversos
trasfondos,

salvos desde edad
temprana o avanzada.

Todos tenemos diversas
responsabilidades, y crecimos

con diferentes actitudes,
pero en esta lista, usted podrá

descubrir si personalmente
está creciendo o no lo está.

Y si no está creciendo, lo más
probable, mucha atención, es que

haya algo a lo que está
aferrándose y no debería.

No es que los creyentes sean
renacidos por la gracia de Dios,

transformados, sus nombres
escritos en el Libro del

Cordero, sellados por el
Espíritu Santo de la promesa,

quien mora en ellos; para luego
no crecer, a menos que estén

aferrándose a algo en sus
vidas que impide que crezcan.

Entonces, le pregunto: ¿Qué vino
a su mente cuando mencioné eso?

Porque fue así.

Es decir, si usted no está
creciendo, y vive en pecado, y

dice: «Bueno, no vivo en pecado.

Tengo pocos pecados …»

Mmm-mm-mm.

Mire, si continuamente
estoy siendo conformado a su

semejanza, ¿sabe lo que hago?

Continuamente estoy
siendo santificado;

limpiando cualquier cosa.

Piense en esto.

Alguien dirá: «Creo que
estoy bastante bien».

Mire, caballero, si usted
vistiera un traje blanco,

hermoso, o, una dama, si tuviera
un hermoso vestido blanco de

boda y dijéramos: «Bajaremos
por esta mina de carbón».

¿Cree que saldrá
de punta de blanco?

No, porque se le
pegará el carbón.

Vivimos en una sociedad
donde el pecado, ya sea por la

televisión, los sitios que
frecuentan, lo que compran, lo

que ven, lo que hacen, nuestras
vidas se ensucian fácilmente,

si no tenemos cuidado.

Y la Biblia habla
de santificación.

Una vida santificada, mire, una
vida santificada es una vida que

crece continuamente en santidad,
rectitud y obediencia a Dios.

No significa que no peca.
Pero significa esto.

Si crece en Dios, lo
confrontará de inmediato.

Cuando la gente dice: «Bueno,
nadie es perfecto, todo el mundo

tiene su pecado».

No necesariamente.

Quizás sea que algunas personas
tienen esta o aquella debilidad,

pero no es que tengan su pecado.

Quizás batallen con algo.

Tal vez luchen con algo, y
hacerlo a un lado, que es lo que

debemos hacer si hay algo
indebido en nuestras vidas.

Así que Dios
desea que crezcamos.

Fuimos salvos para
crecer y vivir en rectitud.

Entonces, lo que quisiera hacer
es me gustaría darle una lista

de cosas que son evidencias de
que crecemos en el Señor, o de

que no está creciendo.

Y creo que estará de acuerdo con
cada una, quizás no le gusten,

pero debe reconocer que
si está creciendo,

las siguientes
cosas son ciertas.

¿Está listo?
Diga amén.

Bien, número 1.

Si estamos creciendo en el
Señor, estaremos más conscientes

de nuestra pecaminosidad y
de nuestras debilidades.

Cada vez más conscientes,
al crecer, entiendo más.

Me vuelvo cada vez más sensible
a cosas en mi vida

que no están bien.

Cosas en las cuales no pensamos,
pero mientras más crecemos en

semejanza a Cristo, mire, Él
nos da discernimiento espiritual

para ver lo que no
encaja con quiénes somos.

Entonces, una de las razones
por las que sabemos que estamos

creciendo es que nos volvemos
más sensibles al pecado en

nuestra vida, incluso cosas
pequeñas, por ejemplo,

que antes tolerábamos.

Palabras que decíamos,
cosas que veíamos, lo que sea.

Nos volvemos más sensibles.

Y pasa esto, sensibilidad
es: «Eso no encaja conmigo».

«Eso no indica que
esté siendo conformado

a la imagen de Cristo».

Lo segundo es esto: nuestra
reacción ante el pecado en

nuestra vida es rápida,

e involucra
arrepentimiento genuino.

O sea arrepentimiento es:
«Lamento lo que sucedió, me

alejo de eso, no lo
quiero en mi vida».

Mire, ¿no cree que aumentará de
9 de la mañana a 11 de la noche?

Claro que sí.

El tiempo de confrontar
el pecado es inmediato.

«Señor, quiero
pedirte perdón por eso.

Me avergüenzo de mí,
así que quiero

que lo trates ahora mismo».

Si está creciendo en su
vida cristiana, no esperará.

Número 3, aunque nuestras
batallas espirituales se vuelvan

más intensas,
seguimos regocijándonos.

Ahora, si está creciendo en
su vida cristiana, pasa esto.

Comienza a darse cuenta de que
las batallas espirituales son

difíciles, arduas,
pero son oportunidades.

En otras palabras, se da cuenta,
por ejemplo: «Esto me molesta

hoy», y en unos 3 o 6 meses,
sucede lo mismo, ¿sabe qué?

Dice: «Gracias, Señor, gracias,
gracias, gracias, Señor, por

enviar esto a mi vida, porque me
estás mostrando hoy que puedo

amarte y puedo perdonarlos
sin problema alguno».

Así que puede medir eso.

Y además, comenzamos a ver las
pruebas y las tentaciones como

oportunidades de crecimiento.

Es decir: «Señor,
quiero agradecerte por cómo

confrontarás esto en mi vida.

«Confiaré en Ti.

No sé exactamente qué hacer
pero confiaré en

que me lo mostrarás y lo
confrontaré y me ayudarás».

Y desde luego, comenzamos a ver
nuestro servicio a Dios como un

gran honor, no una carga.

Pienso en qué con frecuencia la
gente dice: «Bueno,

voy a la iglesia y, no tengo
tiempo de servir en la iglesia».

¿No tiene tiempo?

Dios podría darle tiempo,
quitándole su empleo

y todo lo demás.

Dicho de otro modo,
lo que pasa es esto.

Hay que descubrir lo que
Dios quiere que hagamos.

No quiere decir que todo el
mundo tiene que predicar,

enseñar o cantar en el
coro, dirigir la música

y todo lo que hacemos.

Pero la verdad es
que tenemos tiempo.

Tenemos tiempo de
visitar a un enfermo.

Tenemos tiempo de testificarle a
alguien que ha abierto la puerta

para compartir nuestra fe.

Tenemos tiempo de servir a Dios
de muchas formas sin

verlas como una carga.

Tomemos por ejemplo, la
preparación de un mensaje, que

es una tarea, seguro, cada
semana, no de vez en cuando,

sino cada semana, porque cada
sermón quiero que sea lo mejor.

Suponga que yo lo
viera como una carga.

¡No!

Es una gran oportunidad
más, escuche, para mí.

¿Sabe quién crece más?

Yo.

Descubro cosas que no había
descubierto antes, veo en la

Biblia cosas a las que
nunca había prestado atención.

Mire, Dios le quebrantará
lo suficiente y preparará su

terreno que cuando venga algo
nuevo, pensará: «Mmmmm– ¿cómo

perdí eso, Señor?»

La vida cristiana es un viaje
maravilloso porque crecemos en

semejanza a Cristo.

¿Sabe lo que hace?

Se coloca en una posición para
que Dios le bendiga realmente.

Dice: «Mi voluntad
es conformarte

a la imagen de mi Hijo».

Así que, al pensar en si
crecemos o

no, vea si eso es cierto.

Y la siguiente es una de
las lecciones

más importantes
que he aprendido.

Podemos ver todo
como viniendo de Dios.

Quizás ésa sea, no quizás, esa
es una de las mayores lecciones

que he aprendido en
la vida cristiana.

Usted dirá: «Un momento.

No todo viene de Dios».
No dije eso.

Dije que aprendemos a ver
todo como viniendo de Dios.

Es una de las peores batallas
de mi vida, cuando tenía muchos

enemigos que querían deshacerse
de mí, e hicieron lo posible, y

un día al orar, fue como si
el Señor me dijera:

«¿Quieres ganar esta batalla?

«Haz lo que te digo.

«Ve todo como que
viene de mí, no de ellos».

«No importa lo que digan, lo
que hagan, cómo te traten, velo

como que viene de mí, porque
pudiera detenerlo, pero estoy

permitiéndolo, y lo
permito por una razón.

Entonces, si lo ves como que
viene de mí, no te enojarás.

No te amargarás.

No te resentirás, ni hostil.

Ellos ni descifrarán qué está
pasando que pueden hacer todo

eso y estás feliz por
toda la situación».

Es una lección
poderosa, porque es la verdad.

Nadie puede hacerle nada
a un hijo de Dios

sin que Él lo permita.

Para crecer en la
vida cristiana,

debe crecer nuestra visión.

«Señor, digan lo que
digan, diré que viene de Ti».

Debo haberlo necesitado.

«Estás probando mi paciencia.
Probando mi moral.

Probando esto, y aquello.

Debe necesitarlo.
¡Te alabo!

¡Mándalos!»

Y lo que sucede es que podemos
ver dónde estamos en la vida.

Así mismo, sentiremos
cuando nuestra fe se fortalece.

Nos daremos cuenta que estamos
fortaleciéndonos porque las

cosas que solían
disgustarnos, ya no lo hacen.

Ya no vamos a los
lugares que íbamos.

Ya no queremos las
cosas que antes queríamos.

Las cosas que
veíamos, ya no vemos.

Le agradecemos al verlo como
viniendo de Él, y ver que se

fortalece nuestra fe.

Y además, si estamos creciendo
en el Señor, pasaremos más

tiempo en alabanza
y adoración a Él.

Por eso no entiendo a las
personas que no asisten a la

iglesia con regularidad.

Ahora, puede ser que usted
viva en un área donde

no hay iglesias cercanas.

Entiendo que quizás la iglesia
quede muy lejos, o tal vez haya

alguien en su hogar que
no puede quedarse solo.

Hay excepciones.

Pero olvídese de
las excepciones.

¿Por qué no va a la iglesia?

Dirá: «Puedo vivir la
vida cristiana sin ella».

Pues dígame qué está
haciendo por Cristo.

Dígame cuánto tiempo
dedica en oración y adoración.

No digo que no se pueda.

Simplemente quiero decir esto.

Él dice: «No dejando de
congregarse como algunos tienen

por costumbre…».

¿Sabe por qué Dios nos reúne?

Nos reúne, por ejemplo,
para adorar y alabarlo.

Ahora, puedo adorar al Señor y
alabar a Dios individualmente en

mi casa, yo solo.

Puedo gritar o cantar.

Puedo alabar al Señor,
de la forma que sea.

Pero es mucho más impactante
cuando los escucho cantar.

Y cuando todos alabamos al
Señor y leemos la Biblia, y nos

deleitamos, alabando a Dios.

Él quiere que le alabemos.

¿Y sabe lo que pasará?

Cuando crecemos en el
Señor, queremos ser parte de esa

comunidad, queremos
crecer en el Señor.

Queremos estar en su Palabra.

Queremos escuchar a alguien
que explique la Palabra de Dios.

Queremos crecer.

Queremos ver todo
como una oportunidad.

Luego, nuestro deseo de obedecer
a Dios se intensifica, y el

pecado se vuelve
menos atractivo.

Mientras más vivamos como
Jesús, menos toleraremos

el pecado en nuestra vida.

Dios quiere que
vivamos vidas santificadas.

Escuche.

Una vida santificada ha sido
apartada por Dios mediante el

Espíritu Santo para
vivir consagradamente.

No significa que no
pequemos, santificados

significa apartados por Dios.

Si usted es salvo, ha sido
apartado por Dios

para vivir consagradamente.

Si eso es cierto,
tendrá menos interés.

Y pasa esto.

Pasará menos
tiempo en tonterías.

Menos dinero en tonterías
menos y menos tiempo escuchando

tonterías; desperdiciando menos
y menos tiempo, cuando podría

estar llenando su mente de
pensamientos agradables a Dios y

llenando su mente con la
verdad que le edifica, que le

fortalece, que le
prepara para defender su fe.

Y necesitamos eso hoy por hoy.

Y desde luego, también estaremos
más deseosos de compartir lo que

Cristo está
haciendo en nuestra vida.

Al crecer en su andar
cristiano, querrá compartirlo.

No podrá reservárselo.

Como he dicho antes, mire,
cuando llego a un restaurante,

lo primero que hago es buscar
una oportunidad de decirle algo

a la persona que me sirve,
que me abrirá la puerta,

no de decirles quién soy–

Quizás no quieran
saber quién soy.

Solo quiero que
sepan quién es Jesús.

Luego, mire, experimentaremos
un reconocimiento cada vez

mayor de la presencia de Dios.

Para mí, en lo
personal, esa palabra

«presencia» es primordial.

Andar en su presencia,
dormir en su presencia.

Batallar las
dificultades en su presencia.

Y mientras más consagrado se
vuelva, y más semejante a Cristo

se vuelva, y mientras
más obediente se vuelva.

Escuche, hay cosas que seguro no
diría si estuviera Jesús

sentado aquí; o no haría.

Pues Él está aquí.

Y mire, mientras más fuerte
se vuelva como creyente, más

consciente estará de su
presencia; en algunas cosas que

no tolera en su vida porque
es seguidor de Jesucristo.

Además, sabremos que estamos
creciendo cuando nos encanta

pasar tiempo a solas con Dios.

Sabemos que
estamos creciendo cuando

anhelamos el tiempo
a solas con Dios.

Señor, solo quiero
estar a solas contigo».

No importa el tiempo, me
ajustare a las circunstancias.

Pero al pensar en quién es Dios
y que Él le ama y está dispuesto

a pasar tiempo con usted,
como usted desee pasar con Él,

escuche, comenzará a crecer en
su andar cristiano cuando diga:

«Gracias, Jesús,
gracias, Jesús, gracias Jesús.

Pasaré este tiempo
a solas contigo».

Alguien me lo dijo esta semana.

Ella dijo: Estoy emocionada por
lo que está pasando en mi vida

ahora, porque podré pasar más
tiempo a solas con el Señor, y

menos tiempo trabajando.

Hay que hacer tiempo.

Le aseguro, el diablo
tiene una lista larga

para cada uno de nosotros.

«Debes hacer esto,
esto, esto, esto, y esto».

Y al terminar de hacer todo eso,
no hemos logrado nada concreto.

Es una decisión que tomamos y
no sé cómo decírselo más claro.

La decisión es nuestra,
cuánto tiempo pasar con Dios.

Y desde luego que una de las
cosas que es tan importante en

nuestro crecimiento, mientras
más crezcamos en el Señor,

desearemos dar más.

Y justo eso es lo que sucede.

¿Por qué?

Porque nos volvemos más como Él.

Dice que nos ha conformado
a la imagen de su Hijo.

Así que Dios siempre está
dándonos querremos darles más a

otros, y a la obra
del Señor, lo que sea.

Y además, nuestro corazón cada
vez tendrá más hambre de Dios.

Insaciable.

Mucha atención.

Si usted tiene mucha hambre y
va a un restaurante, y tiene

suficiente dinero, puede comprar
lo que quiera, ¿qué hace?

Ve el menú y dice: «Ohh, esto
es lo que creo que quiero».

Gasta su dinero en eso.

Quizás le
satisfaga, o quizás no.

Puedo asegurarle algo.

Siempre está satisfecho,
cuando pasa tiempo con Dios.

Dios se encarga de eso.

Porque está creciendo
en semejanza a Cristo.

Honra a Dios y le
honrará a usted.

Por último diré que si
estamos creciendo,

sentiremos el amor de Dios.

Si en verdad estamos creciendo,
sentiremos que Él nos ama.

Mire, puedo darle un
testimonio, lo resumiré.

Hubo una época en mi vida, y
había sido pastor por muchos

años, si me preguntaban
si amaba a Dios, decía sí.

Si me preguntaban: ¿Lo siente?

No lo sentía.

No sentía que yo era digno.

Y estaba predicándole a
otros del amor de Dios.

Pero cuando volví a ver mis
sermones, solo tenía uno,

y no valía la pena escucharlo.

No puede predicar
algo que no practique.

Entonces, al pensar en crecer en
la vida cristiana, cuando usted

puede experimentar y sentir el
amor de Dios en su vida, mucha

atención, Satanás
dirá: «¿Y qué de esto?

¿Qué de aquello?
¿Qué de lo otro?»

Solo ignórelo.

Estamos hablando del
amor de Dios por usted.

Su amor no cambia
si usted peca o no.

Su amor no cambia.

Usted sufre las consecuencias
de su desobediencia,

pero Dios le ama igual.

Ahora, quizás ya ha
pensado en esto también.

Imagínese en su lecho de muerte,
y que sus últimos 30 años de

vida ha vivido a su modo–Si
no ha aceptado a Cristo como su

Salvador, primero, pídale perdón
por sus pecados, basándose en lo

que Él hizo en la cruz.

Rinda su vida a Él, pídale que
le ayude a crecer como creyente,

como seguidor de
Cristo, y serle fiel.

Y vea lo maravilloso
que Él hará en su vida.

Entonces simplemente le
preguntaré, no es asunto de

nadie más sino de usted:
Conforme a lo que ha escuchado,

¿diría que está creciendo en
su andar cristiano, y está

emocionado por Jesús?

¿O tendrá que decir «¡Vaya!

¡Pensé que lo estaba!».

Y si lo pensó, ¿qué está
dispuesto a hacer al respecto?

¿Está dispuesto a
pedirle perdón a Dios,

que no está creciendo
como debería?

¿Quiere arrepentirse de su
pecado y preguntarle: Señor,

¿a qué estoy aferrándome en mi
vida que no debería, que me está

impidiendo que crezca
como quieres que lo haga?

Señor, «te lo entrego».

¿Amén?

Padre, te damos gracias por
perdonarnos y limpiarnos.

Gracias porque estás aquí 24
horas al día, 60 minutos por

hora, 60 segundos en cada
minuto, en tu presencia,

dispuesto a ayudarnos a
crecer en semejanza a Cristo.

Te pedimos hoy que le hables a
alguien que aún no es salvo,

Padre, y que se dé cuenta
de la vida trágica que vive.

Quizás tengan mucho dinero,
mucha popularidad, prestigio,

toda la gloria; toda
la posición,

todo esto, sin Ti, es nulo.

Abre sus ojos, buen
Dios, ayúdales a ver.

Necesitan perdón de sus pecados.

Necesitan
arrepentirse de su pecado.

Necesitan entregarse a Ti,
y comenzar a vivir

por primera vez en sus vidas.

En el nombre de Jesús, amén.

[música]